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El hambre de Bárbaro Rivas (Venezuela, 1893 - 1967) |
Gilberto Aranguren Peraza
Solo heridas
Bajo este
sosiego recogemos los vidrios
en la carretera. No para de llover
las voces de un loco
son gotas de este aguacero
falta tierra
y papel: la sequía
de los
estantes perfuman
la fiebre
dejada en un vaso
los
chicos sacan el cuenco
en la
medianoche dos hombres
beben
y en la mañana nadie
se alimenta
una
señora es despojada del pan
todos
esperan en el suelo
con sus
descontentos. Hoy
a la
desesperanza se le ocurrió pisar las cuatro
de la
tarde con una manzana en la boca
la brisa trae
rincones abruptos. Las habitaciones
se encogen
los
enamorados viajan callados
agarrados
de las manos con sus huesos
doblados:
calle abajo y calle arriba
hasta el amanecer
el trigo cae
por debajo de las mesas
donde un día fui centro
atentos a
la falta dulce
al aroma
del almidón
los
dientes esperan milagros y María
se pega a
la luz del celular. A la sombra
de un rastro
de algún
alimento inscrito en su evocación
porque el
hambre no tiene color
solo heridas.
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