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Las casas después del puente de Tibor Boromisza (Hungría, 1880 - 1960) |
Gilberto Aranguren Peraza
En el parque
Aquí está mi nombre.
Parece
un conjuro. Claro y sin
equivocaciones
Conduzco una gran
herencia en mi sangre
una vasta ciudad de
experiencias. Me parece
haber vivido muchos años
tal vez miles
comiendo hojas caídas
de los árboles me
alimento
abro el camino del parque
y ahora
cuando la noche se acerca
formo con él
la unidad donde nada en
mí
se dispersa
El murmullo de las hojas
se asemeja
al sonido del agua
cayendo
suavemente
sobre una fuente rodeada
de dalias y verde gramas
con la migración de los
insectos
mientras las hojas se
levantan con la brisa
redondeando cada palmo
del camino
nos quedamos solos el
viento y yo
a cada uno nos acerca la
plenitud dejada
por la morada convertida
en la inmensidad de la
ciudad
Me gusta el silencio
dejado
la vaciedad de la tarde
el lirio enfurecido y la
calzada anaranjada
los pasos de los
transeúntes
el filete del perro
el acordeón del hombre,
quien
con su música
arrebata al día el rebaño
y con sus ojos mira cómo
el crepúsculo
enamora a la luna
Me gusta el silbido
cuando se lanza al
abandono
Por ahora no puedo perder
ni siquiera un momento
en mi condición las hojas
me esconden
sin querer llevo el peso
del mundo
en los bolsillos
sin embargo, heredo las
luces de la calle
y el sin fin de polvo
dejado en mi rostro
cuando
un auto arranca.
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