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Poemas de Hilo de las mejillas de Denni Zú

 

 

Denni Zú (Chile, 1983)

Denni Zú

 

Poemas del

Hilo de las mejillas

 

 

Soy chilena, no mexicana

soy Denni Zú, no Frida Kahlo

y si de acuarelas se trata la vida 

tengo los colores vivos e inertes

tejidos en mis pestañas

y pinto a trozos

el Da Vinci de mis placeres

el rosa de mis quince

se unta con el rojo fresa de mis veinte

mezclándose con el turquesa de mis treinta

inesperadamente, en un acto absurdo

el negro de mis últimos años, salpica sobre mi lienzo

¡Hay tanto que pintar!

No me aburren los colores

ellos me aman

invitan a abrasar mis texturas.

 

 

El amarillo de un girasol o el turquesa de un jade

no importa qué tipo de mujer seas

una dama oriental o de etnia africana

todas unidas con la hebra

del susurro privado de las mejillas

el rosado y blanco de un ciruelo

embelleciendo todo lo que lo rodea.

 

 

 

Me avergüenza mi piel

sin embargo

quiero

anhelo

necesito ser la mujer del noventa sesenta y noventa;

el cisne prometido

la princesa encantada

y vuelvo a apagar la luz

mientras una y otra vez

sin importar mi voluntad

 

 

 

“El complejo de la mujer fea me besa en la frente”.

 

Admito, ser la adolescente

que mira sus inviernos en ventanas ajenas

hasta que rompes

con tu suave voz los cristales

susurras un “te amo”

y me vuelvo dulce niña, mariposa de colores

chapoteo a pie descalzo

y rio, con tanta risa que no dejo reír,

pronuncias palabritas melosas

tu respiración, jadeante agradable

me maquilla

¡Nunca fui tan linda!

La belleza me abraza a través de la brisa

el frío me recorre los pies

sube por mis rodillas

las hojas de los árboles me acarician

hasta llegar a mis muslos

mi nariz se deleita,

con la bocanada de aire más delicioso

te pierdo en mis arenas movedizas

modulas deletreando pausadamente

te amo, cabra chica.

 

 

 

Extiendo mis brazos al máximo

estos se desprenden

encajándose en entre tus huesos

y nos volvemos el Kama Sutra

tejiendo nuestros esqueletos en uno solo,

además, te grito con la boca silenciosa

¡deléitate!

¡come!

del sexo rojo, ese que añoras

autonomía absoluta, de quien conoce el placer

¡emborráchate!

con la realidad de mi cuero rosando tuyo

déjame, ser el vino burbujeando en tu garganta

embriágate con el ácido dulzor

¡engúlleme!

a cada segundo

con tu boca devora, toda la carne.

 

 

 

Y tus palmas, libéralas

tal como las moscas hurguetean en la comida fresca

que estás dejen rastros en donde quieran,

derrite tus huellas digitales en mis pudores

porque el sexo es nuestro

sinfonía de melodías, el compás de los pliegues

ritmo dual

que se inventa cuando se ama

más allá del amor

somos directores aficionados

de nuestras propias orquestas.

 

 

 

Y cuando el sol nos rinda reverencias

anhelo, ser la taza de café

sí, de ese café colombiano que perfuma todo

dejar la boca amarga

y que tú te vuelvas mi azúcar

mi dosis de veneno blanco

¡endulza!

cada trozo de mi lengua

Apetezco

desayunar lo que tu despensa me ofrezca

las tostadas de tu pecho

las paltas de tus ojos

y el jugo de naranja de tu huerto

¡Dámelo!

Hasta saciar esta hambruna.

 

 

 

Es tanto el desapego de las luces

que en mí brotó el musgo de soledad,

cosecho vellos en mis piernas

dando cabida a la vegetación

un bosque en donde mis hadas

vagan como muñequitas

mendigas

olvidadas

abandonadas

recolectan gotitas de rocío.

 

 

 

El hilo,

sí ese hilo abofetea

a la señora que calzó mis zapatos

alma guerrera

sometida al dios impalpable

ese que todo lo ve y nada lo toca.  

 

 

 

Pestañeo

soy mi propia artista

y mis placeres, mi obra de arte

descubro la complacencia del té verde

abuso imparablemente de la palabra placer

todo me produce éxtasis

cepillar mi cabello

lavar mi cara

la libido me tiñe cada vez que vuelvo

a ti en pensamiento

no quiero

ser dependiente a tus olores,

me asumo adicta a ti

desde esa noche.

 

 

 

La cuchara ansiosa, me guiña un ojo

el cuchillo y tenedor están nerviosos

no saben cuál será el festín

la tabla de cocinar está paralizada

siente su espesor aceitoso;

el cucharón replica

– susurrando, sabía que, esto iba a suceder

pues quien sonríe así, nada puritano está planeando.

 

 

 

Llamo a urgencias, llega la ambulancia

preguntan – si estoy bien

el corte es profundo

mi rostro de placer no desaparece

¿De qué manera explico?

desconocer como cortar estos hilos

que me tienen sonriendo desde que me acordé de ti

invocando aquella noche en la cual

aluciné.

 

 

 

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