“El único destino es seguir navegando
en paz y en calma hacia el siguiente
naufragio”
José Emilio Pacheco
Titanic en “El silencio de la luna” (1985 – 1996)
Ojalá
el Titanic amaneciera con un final diferente
y el asombro se deslice con la espera.
Deseos no son que se eliminen escenas
naufragadas en tragedias, luces y gritos
odios atrapados y músicas de ahogos
e improvisadas redes de agonía.
Tampoco aquellas que defienden la sentencia
desatada con el miedo y la desfachatez de lo trágico
el negocio por la vida
el disturbio en la cubierta
la incertidumbre en la proa.
Qué necesidad hay de borrar episodios donde las olas
estremecidas con la presencia de las nuevas riquezas de
arrecifes
impidan imaginarme
a los fantasmas jugando a las escondidas con los escualos
mientras se pierde el futuro de toques burgueses afanados
por el té.
Más bien
salven al hombre fustigado
por la mirada sosegada del alma de la mujer
que horas antes elaboró en sus brazos
una rendija hacia el destino.
GAP
GAP
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