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jueves, 2 de octubre de 2014

La necesaria salvación de Jack Dawson



 “El único destino es seguir navegando

en paz y en calma hacia el siguiente naufragio”



José Emilio Pacheco
                                                                                               Titanic en “El silencio de la luna” (1985 – 1996)


Ojalá

el Titanic amaneciera con un final diferente

y el asombro se deslice con la espera.

Deseos no son que se eliminen escenas

naufragadas en tragedias, luces y gritos

odios atrapados y músicas de ahogos

e improvisadas redes de agonía.

Tampoco aquellas que defienden la sentencia

desatada con el miedo y la desfachatez de lo trágico

el negocio por la vida

el disturbio en la cubierta

la incertidumbre en la proa.

Qué necesidad hay de borrar episodios donde las olas

estremecidas con la presencia de las nuevas riquezas de arrecifes

impidan imaginarme

a los fantasmas jugando a las escondidas con los escualos

mientras se pierde el futuro de toques burgueses afanados por el té. 

Más bien

salven al hombre fustigado

por la mirada sosegada del alma de la mujer

que horas antes elaboró en sus brazos

una rendija hacia el destino.

GAP
 

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