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lunes, 12 de octubre de 2015

Cualquier átomo es apenas una brizna colocada en mi cuerpo.




Autor: Gilberto Aranguren Peraza

Cualquier átomo es apenas una brizna colocada en mi cuerpo.

Somos testigos de este verano donde se tejen los abrigos en recuerdo al frío del otoño.

Aún desnudos no quiero andar por esas orillas de la calle, donde los poemas bailan distraídos al ritmo silencioso de los cuerpos y tu, apenas como el día, sorprende cada acento dejado en el papel.

Y veo a Dios acompañarme en mi lecho, tan amoroso como la noche, tan frágil como las horas y las manos se convierten en curiosas. Ellas me hacen cosquillas en la piel mientras deshojo cada letra del “Canto a mí mismo” y susurro mi vulgaridad en cada bolsita de té, en este preludio de amanecer donde el niño se queda dormido, y se descubren las canastas llenas de frutas traídas no sé de dónde.

Y en el marco de la mañana los ruidos y los cantos se convierten en susurros para espantar las pesadillas.

No esperes mi aparición después del almuerzo, recuerda el silbido del viento en las tardes cuando abril despertaba sentado en la montaña y los abrazos solo fueron el preludio de toda una vida en tu olor.

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