Autor: Gilberto Aranguren Peraza
Sus ojos brincan
entusiasmados mientras
la brisa olorosa
a puerta recoge las barbas
del color de la piedra.
Entonces la calle
descansa
en una larga nación
de almendrones
con una ristra
de solitarias sonrisas
donde reposan
los silbidos de la acequia
y los versos
tartamudos del viento.
Sus ojos miran
la tierra
sus labios tocan
las huellas
sus dedos acarician
el sabor de la alfombra
y su mano
dobla el espejo
repleto de fantasmas
cuando el
silencio se acerca a los abismos
por donde se
sumergen las horas plomizas
sentadas en la
sala.
No hay comentarios:
Publicar un comentario