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miércoles, 5 de mayo de 2021

Mateo, 8, 22

 

 

El entierro de atala de
Anne-Louise Girodet de Roussy-Triosson (1767-1824)

Mateo, 8, 22 

Autor: Gilberto Aranguren Peraza 

 

Cuando niño los velorios eran acontecimientos  

rodeados de fenómenos frágiles:  

muchas flores y velas  

llantos y acompañantes. 

 

Como sabíamos de las necesidades, visitábamos  

el funeral  

con las manos llenas.  

Nada debía faltar, de eso  

se encargaban los demás. 

 

Con esta peste faltó la gente  

amontonada y acariciando cabellos. 

 

No hay flores  

y las tumbas  

sin ellas permanecen,  

algunas ni siquiera  

serán reconocidas  

 

cabe pensar: "Deja que los muertos entierren a sus muertos"    

pero no es así: 

los muertos son enterrados por los  

vivos  

y con mucho miedo   

 

es el mismo temor acusado  

con este dedo  

en el rincón de la sala 

donde cenamos con el destino.

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