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jueves, 3 de marzo de 2022

Convalecencia

 


  

El enfermo de Félix Vallotton (Suiza, 1865-1925)

Convalecencia 

 

Autor: Gilberto Aranguren Peraza

 

 

Lo pensé. Así se los dije cuando nos reunimos

aquella tarde.

Ya estábamos hastiados. Lidiamos todos

con la enfermedad,

pero no podíamos los cinco. Nos agotamos tanto

de la enferma como de nosotros mismos. La ayuda

era fundamental. No la aceptamos

porque dioses

nos creímos

frente a esta adversidad

 

creyeron

en sus posibilidades. Yo nunca creí

en las mías. La convalecencia

se llevó la vida de cada uno de nosotros.

Muchas cosas se pierden

cuando atendemos el dolor.

 

Nadie escapa de este ciclo: El sacrificio

por el herido y la alimentación del enfermo.

¿Recuerdan cuándo su cabello lavábamos

en la inmovilidad de su cuerpo? Sin darnos cuenta

la muerte nos susurraba al oído.

 

Entre nosotros hubo temor. Miedo a tocarla, por ejemplo.

Solo hubo una persona quien la lavaba y limpiaba,

otro le daba de comer

y otro la miraba.

 

Nunca faltó aquel, quien en ausencia de su valentía,

alimentaba el coraje con un pollo asado.  

 

No hubo recompensa ¿Para qué? Al final nos miramos

todos juntos en el mismo espejo

y descubrimos cómo esos años montados

en su cama sirvieron para apagar

y cancelar

 

cada tramo de nuestras existencias. Mientras 

 

su postración se convirtió, poco a poco, en una cajita

donde cada vez asomados nuestros rostros 

aparecían los demonios delatándonos.

 

Ojalá tengamos, cuando así lo disponga el destino,

a alguien cuidándonos

en nuestras convalecencias.

 

copyrigth©gilbertoarangurenperaza

 

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