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miércoles, 28 de septiembre de 2022

Como aves después de un aguacero

 

 

El aguacero de Paul Sérusier (Francia, 1864 - 1927)

 5

Como aves después de un aguacero

 

Gilberto Aranguren Peraza 

 

Un día me dispuse a ver saltar a los sapos,

y sentí mucha opresión. Saltaban de una forma

dramática,

convirtiendo al jardín en una alcoba donde la naturaleza

y el tiempo, con sumo orgullo,

se disponían a pasar la noche.

 

Entre sapos se ancló un espacio

meditado por el tiempo y roto

sorpresivamente

por un largo estornudo de mi parte.

 

Frente a aquella tempestad de ruidos en mi pecho

decidí protegerme con el cálido cobijo de la casa,

al cerrar la puerta pude ver

un breve

reflejo de luz procedente del jardín: era

el murmullo de las luciérnagas

ellas me traían palabras arrimadas

a las paredes de esta casa de agua y fuego. 

 

Nada, nada traes en tus manos cuando apareces

y te cuelgas como murciélago en las ramas

del limón en el jardín. Es cuando comienza el infierno

en las cáscaras de la cebolla, y abrumado en pedazos

siento mis labios desplumarse

como aves después de un aguacero. 

 

copyrigth©gilbertoarangurenperaza

Poema de Debajo de las sábanas

jueves, 15 de septiembre de 2022

En la soledad de su locura

 

 

La danza de la vida de Edvard Munch (Noruega, 1863 - 1944)

 

En la soledad de su locura

Gilberto Aranguren Peraza 

 

"Todas las jóvenes se despertaron

y prepararon sus lámparas"

 

Mateo. 25, 7

 

Mientras miraba a un hombre sonreír, éste

observaba al mundo con sus leves aromas a frutas.

Los dos viajábamos en círculos: él con su suave andar

dejando en las aceras unas llaves

tan silenciosas como la noche. Y yo, un ser hecho

de olvidos e ironías y con el tiempo suficiente 

en el palacio sombrío de la memoria.

 

Nos tomamos de la mano y entramos. En el inmenso

recinto abundaban los de su estirpe: todos con una solitaria

mirada traducían el vacío emigrante posado en mi cuerpo.

Yo en cambio me convertía en un intérprete más

de cómo se corrían las cortinas en las ventanas.   

 

Su olvido para mí fue el desamparo de sus ojos,

porque cuando más se alejaba

yo me cruzaba de brazos ante su partida. Desde entonces

me dediqué la vida a rendirle tributo

a las aguas sagradas donde un día, como por arte

de magia,

bautizó su ombligo y desde entonces fue frágil

por tener un rostro hecho de carretera.

 

Un día lo divisé sentado al borde de la puerta

llevaba una lámpara en sus manos

con ella alumbraba sus secretos y tejía recuerdos. Me pareció

ver a una de las vírgenes en espera del novio.

 

Cuando la puerta fue abierta descubrió

los años perdidos en su memoria. Pero sus labios de cristal

como virutas de arcilla refugiaron las tormentas

con bromas y disgustos     

dejadas en la soledad de su locura.

copyrigth©gilbertoarangurenperaza

miércoles, 14 de septiembre de 2022

El desierto

 

 

Jardín de agua en la casa de madera de Gaines Ruger Donoho (USA, 1857 - 1916)

El desierto 

 Gilberto Aranguren Peraza 

 

Cuando en mi casa los sapos miraban el abismo

con sus propios ojos de sapos y los granos de té

en ebullición

resbalaban hasta la puerta como las mismas

gotas de rocío en la ventana

el silencio del olfato del zorro arrullaba el galope

dejado por la lluvia.

 

Era así, como posado en la ventana, junto al jardín

de la inclemencia de aquellos días confinados

los libros no hacían más nada sino esperar  

tanto a los recuerdos

como al día

 

o simplemente, verme,

sentado

en la sala mirando

el infinito

con un tabaco en la mano.

 

Los muchachos vestidos de azul, regresaban después 

de deambular por los corredores

con sus sortijas de mármol prendidas en los dedos.

 

Gritaban de felicidad cuando veían a las lagartijas

mirarse en el espejo de las pequeñas lagunas

dejadas por la lluvia en los espacios desiertos

del césped. 

 

Y solo quedaba mi fragilidad 

al murmullo de los insectos

escondidos entre las ramas de la trinitaria

 

acostado en la hamaca

sumergido en los olores fantasmales

aún veo bailar al jardín

adornado con estériles franelas de algodón

haciendo la danza del escarabajo

y convirtiendo su sonrisa en una porción de la noche.

 

En ese desierto solo veo y escucho

el fragmento de las voces

 

y a las hormigas recorrer mi boca con

un leve olor a panadería

 

y a la salamandra

señora de los infiernos  

dibujar el mismo lago en el cuaderno.

 

copyrigth©gilbertoarangurenperaza