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Poemas de Aras Solis de Gema Matías

 

 

Gema Matías (Barcelona - España, 1955)

GEMA MATÍAS

Poemas de 

ARAS SOLIS

 

 

Santiago Apóstol

en soliloquio con la luna

con los dedos sedientos

del agua del silencio

 

acaricio el cielo del pozo

busco el horizonte

me dejo caer

rezo una y mil veces

rezo a la noche que se acerca

de nuevo

 

sobre los inclementes labios

conjuro al sol y a las estrellas

 

se desvanece el sello olvidado

y allí

junto a las mías   

tus manos

 

 

“Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna,

y otra la gloria de las estrellas,

pues una estrella es diferente de otra en gloria”.

 

1 Corintios 15:41

 

 

Arcano XVII

 

Stella Maris

Venus Afrodita

Ishtar Isis  Innana

 

Heraldo del día que trae la esperanza al alba

agrada   cautiva emociona  venera se enconcha

rasga el envoltorio del resplandor del sí mismo

 

Lucero del crepúsculo  heraldo nocturno

solitario pasaje del inframundo humano

y una promesa heráldica para llegar al cenit

 

¿Llegaré?

 


 

Roraima

tierra de la noche

caracol   cayado

silvestre e inesperada

viene como monje en abstracción

revestida de migración arcaica

 

callada y espesa neblina de cristal

inscrita en el pórtico de piedra

del tepuy milenario

 

roza la punta de los pies

 

esa soledad que interioriza

ese espejo que desnuda

ese refugio de lo mítico

empuña el trance mágico

de alguna vestal

del laberinto jacobeo

 


 

 

 

Consagrando la cosecha

amuletos de piedra

erigidos en la red de caminos

otros tiempos   otras manos

 

altares que huelen a madrugada

al son de una melodía bajo la corriente

pulsan el universo de prelados

 

puerta entornada 

paralela a dos mundos

 

construida con arte    nunca a la ligera

llevan mitos que protegen decantan

buscan el numen

 

religan y circunscriben

dando guarida al azaroso caminante

en el misterio de la oca

 

sin conocer la realidad que espera

al internarse en ella

 

Se cruza el umbral

 

 

 

 

Despierta lo dormido

 

conjuro y veneno del ascenso a las esferas

la exegesis metafórica

cómplice de los secretos

que se llevan a cabo

mientras se oficia la misa interna

 

Gritan los pies

las raíces del mundo y están

por acabar

el refugio de lo convencional

 

A lo lejos  suenan los cencerros

 

 

 


 

Elipsis de solsticio

 

paso a paso entre tinieblas

bajo la luz del sol o de la luna

 

ábaco cuadrado de las formas

del sinuoso y murmurante río

 

entre sagrarios y exequias

se suceden los acontecimientos

 

poco a poco se va allanando

el paisaje entrañable

con el roce del andar

 

campanos de cobre o hierro

suenan junto a chapas del estío

 

La lejanía del yo se acerca

en el desierto esencial

 

Se abren surcos en la tierra árida

 

 

 

 

Se abre la puerta de los hombres

 

avanzo semejando un péndulo de tiempo

contra un santuario de aire

 

rezo un cántico mudo

ese rosario lejano de signo extraño

pasan nubes

 

transitadas por hormigas

 

luego el mutismo del espacio errático

me hunde en el abismo de su sed

 


 

Lluvia y pájaros van juntos

rueda del viento

de regreso al olvido

 

oigo mis pasos húmedos

 

viajan como las hojas secas

del vetusto árbol

que irremediablemente se aleja

para tocar el éter

 

entre sentidos que observan

sin advertir fisuras

 

 


 

Entre sus manos laguna

hay ideas navegando

trazos a horas satinadas

abraza el aire 

quizá un misterio

detrás de la cópula

bajo la mano que escribe

 

Un ahogo en cada palpitar

donde el fuego se aleja

silente prisma ajeno

cava grutas en la cima

para la insepulta lágrima

y trastoca el silencio

en la montaña de hojas

 

 


 

Leo el cielo

haciendo un arte del rezar

 

evoco lo sagrado

como artífice del fuego

 

poseída en un intento de asir lo intangible

o cierto crepúsculo eclipsado

consustancial al tiempo del no tiempo

vago por muros   iglesias  monasterios y

catedrales de alquimias eclesiásticas

 

mientras transmigra mi alma

en una peregrinación paralela

 

 


 

Dormida en el empedrado

sobre lo indiferenciado

le tomo el pelo al viento

 

bendigo la tierra

bendigo la serenidad de los olivos

 

Persigo la gracia divina

sobre guijarros y atajos

lágrimas secas  pasos perdidos

 

en esta ruta que cruza y crucifica

los clavos que sujetan

 

y enseñan a despejar el tizne

junto a cañaverales  manzanos y vides

mientras amanece

 

 


 

El hombre en la oscuridad

me mira a través de sus espejos

e imita al profundo cielo

agitando en un temblor la sombra

reflejo de una veleta

 

Puerto seguro de alma incierta

báculo del alba

cierne su brisa

en la perpleja fortuna que lo acompaña

 

Vuelo ilusorio

donde la luna hechicera estremece

la bruma de su mirar

 

¡Oh! Sagrada Escritura

sean sus ojos retrato

de agua clara embrujada

penumbra de la Luz

 

 

Epílogo

 

Algún lugar del Camino de Santiago (Extracto)

 

 

Fui descubriendo Castilla y León. El Jacobeo entre creyentes, ateos y escépticos. Cultos paganos, cristianos. Lenguajes crípticos.

Mezclas de barroco, gótico y románico. Capiteles, octágonos, cuerpos, naves y cabeceras. Torres, baluartes, escudos. Tortas hechas de leche y huevos.

Han pasado muchos kilómetros bajo mis pies, Rabanal del Camino entre cimas azuladas. Ascenso sobe rocas. Nuevos peregrinos con pasos apurados. Los míos sostenidos, acompasados. El ritmo se acopla a la pisada.

Cruz de Ferro recibe la piedra cargada desde Venezuela. Ritual de despojo, muerte y resurrección.

Ponferrada me recordó a Caracas, madre sustituta con los faldones del Ávila. Sentí la nostalgia amiga. La tristeza fue pasando páginas que se llenaron con nuevas impresiones, en un resurgir de las cenizas.

 

 

 

2 comentarios:

  1. ¡Muchas gracias querido Gilberto!

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    1. Un fuerte abrazo desde la distancia, mi querida. Esta poesía es exquisita. Posee una riqueza única en imágenes, misticismo y prosa. Muchas felicidades.

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