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jueves, 31 de marzo de 2016

Dime de dónde me sostengo




 
 La cama de Henri de Toulouse - Lautrec

 Autor: Gilberto Aranguren Peraza
 
Dime de dónde me sostengo
para tomar prestado estos cabellos de almendra
para suavizar con decoro estas piernas
ahuyentadoras de miedos
para retomar tu espalda con clara
frecuencia en el mes de abril
para buscar debajo de la alfombra
tejida de recuerdos y entusiasmados deseos    
para entender cómo mueves el codo
cada vez que me abrazas a mitad de la noche
para llegar silencioso a los montes levantados
sin necesidad de levadura
descubiertos sólo al olfateo de la blusa, 
para retratarme desnudo con el visaje de alumbre   
dejado por tus ojos.

Dime de dónde me sostengo
si en este lecho pierdo hasta el nombre
y me dejo llevar por los fluidos
y se sumergen las cartas
cada una con una cruz hecha de madera
pulida y labrada con estos dedos de nubes.

Y el festín hecho por los muertos en esta noche
Y la propia muerte entregada con sencillez
a esta cama de delirios y falsos fantasmas
mientras consumen intranquilos
el fuego nacido de lo natural de los cuerpos
o aquel brotado de la tierra.

Todo se consume en esta cama
Donde no hay ni copete, ni patas, ni colchón
ni siquiera tablas agarradoras de cuerpos
Sólo cuerpos y almas de agua
pronombres abiertos como el día
a las seis de la mañana
Aquí se sumergen
las dos caras conyugales
rostros poseídos por lámparas
de mercurio y buenas noticias
traídas a estas páginas en medio
de la oscuridad colmada

Y por si fuera poco
llueve encima de las sábanas
y a través de ellas se asoman
las garras del tigre.

martes, 22 de marzo de 2016

La pérdida



 

Autor: Gilberto Aranguren Peraza

Indefenso baja un hombre por la calle inútil
deja la fiesta a merced del ocaso
convertido en bestia con piel de saltamonte
devora sin piedad al fiel postrado a sus pies.

Los perros descubren el enigma de la noche
convencen a los escondidos detrás de las cortinas
castigan sin piedad el tratado de Dios  
dado a los poseedores del hambre ancestral.

Y los niños observan cómo el mundo se transforma
en el desierto jamás dibujado en sus sueños
toda su tierra es una honda grieta
por donde se escapa el agua traída en el cántaro.

Un largo sonido se sostiene de los vientos
son los gritos de las mujeres embrujadas
ellas sin querer se abren cuando se enfilan
para alcanzar la comida de este infierno.

Con el color del otoño mostrado en sus ojos
de abismo la mueca de una anciana se escribe
con facilidad en las almohadas desgastadas
de tanto andar tras el miedo.

Y todos miran al cielo a la espera de un lunar
observan sus estrellas excitadas de tanto beber
el vino atolondrado de las meriendas olorosas
de un tiempo pasado y prestado al olvido.

Presos en esas nostalgias arañan las paredes
de la oscura avenida con sombras de hormigas
sus cantos derretidos en las hojas son la locura
brotada como brujería en el fondo de los ojos.

Donde las almas ondulan las voces se abren
y se adelgazan con las esquinas cubiertas
por un largo recorrido como sábanas
agonizando en las manos con un adiós a los transeúntes.

domingo, 20 de marzo de 2016

Bajo el influjo de la tibieza del tiempo



 
De ninguna manera de Gyuri Lohmuller (Rumania, 1962)


Autor: Gilberto Aranguren Peraza

“No sentir otro sabor sino el azahar de
los naranjos en la tibieza del tiempo”
Juan Rulfo – Pedro Páramo


Verdes los estadios de esta ausencia
los exilios intranquilos se refrescan bajo los troncos
los vientos de acero con sus mudas oraciones
tejen palabras dadas por los trenes.
Bajo el influjo de la tibieza del tiempo
los labios con frágiles sonidos 
mueven la electricidad de los dedos
estampados en breves sonrisas
y en semanas feroces
de libertad y falsos caminos
mientras las lunas despojadas por la lluvia
son vencidas por el gobierno de las voces
amarradas al corazón de un hombre.

jueves, 17 de marzo de 2016

Palabreos de cálidas aguas

El carnaval de arlequín (1925) de Joan Miró


Autor: Gilberto Aranguren Peraza

Los niños de arroz
con su dulzura sobreviven 
a esta calle de almohadas
en ellas oculto la cara de la luna
y mis manos sumergidas son un acordeón
de medianoche en un salón de tango.  

Con la borla de la gorra
        el desnudo del hombre sencillo
        el perro girando la cola
        el suicida mirando su ombligo.

Y el inocente sin oficio
entra en una gota de Universo
con una nota en el máximo vacío
donde el Big Bang
se detiene en la entrada
de mi boca y me ha cerrado toda
esta especie de sonrisa.

Con la borla de la gorra
        el desnudo del hombre sencillo
        el perro girando la cola
        el suicida mirando su ombligo.

Porque el paciente reloj medita relajado
en el vientre de cenizas
y la raya dibujada en el pantalón
es una grieta
convertida sin descanso
en un sendero sin retorno.

Con la borla de la gorra
        el desnudo del hombre sencillo
        el perro girando la cola
        el suicida mirando su ombligo.

Porque los jadeos hechos al descargar la vida
mueren cerca de un tumulto de escarabajos.

miércoles, 9 de marzo de 2016

En esta esquina las tertulias esgrimen los besos



 
Henri Matisse. La alegría de vivir (1905)
Autor: Gilberto Aranguren Peraza

En esta esquina las tertulias esgrimen los besos
se recogen, suavizan y caminan descalzas
en la sala donde los gallos cantan al mediodía
cuando las vírgenes miden ansiosas el tamaño

de su clítoris después de ver a los chicos
a través de las cortinas de amianto.
Por no dejar, los perros ladran desesperados
porque nunca entendieron a la luna

de las cuatro de la tarde cuando los jóvenes
sentados en la grama se masturbaban  
viéndolas a ellas gritar desde los balcones

y los pericos rebosados de alegría brotan
con la lluvia escondida en la fuente de polvo  
de estos pasajeros del mes de junio.