Autobús de broadway de Richard Estes (USA, 1932) |
Montado en el autobús
de: Gilberto Aranguren Peraza
Ahora, casi etéreo. Cruzo el campo
con el río desbordado, un hombre
con un cargamento en el hombro. Un
campanario en ruinas. Allá,
la calle
de un pueblo deshabitado.
Sólo hay almas perdidas. Las ventanas abiertas
anuncian un siglo esperanzador. Al final
una fogata.
En las aceras sentados, guardan
silencio cientos de años absortos. Hablan poco
y me miran desde abajo.
Desde el autobús los acaricio
solo con miradas. El más anciano
enciende un fósforo y con ello arde
la tarde
consumiéndose en la brevedad.
El autobús continúa su rumbo
y yo en él
sin destino
a quien denunciar.
A lo lejos veo solamente un punto.
Para allá van todas las almas:
al rincón de los olvidados.
copyrigth©gilbertoarangurenperaza
Esto me hizo recordar los viajes familiares a visitar a mis abuelos. Cuando ves por la ventana el pasar del camino con sus casitas de lado y lado, unas con solares y hamacas que disipan el sueño después de un buen caldo que repone fuerzas y alegra la tarde familiar. Excelente texto. Gracias Gilberto, por Despertad bonitos recuerdos. Un abrazo.
ResponderEliminarQuerida Haydee, gracias por compartir tus impresiones con este texto, en verdad es muy hermoso leer algo y que eso lo ayude a uno a evocar situaciones en la vida. La vida en los campos, aunque está llena de nostalgias y de cosas a veces olvidadas, es simple y sencilla, pero llena de una gracia que, difícilmente, podemos encontrar en las grandes ciudades. Gracias por tu acercamiento a La Isla Inquieta.
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