Paul Bowles (USA, 1910 - Marruecos, 1990) |
Paul Bowles
Próximo a la nada
En el principio era el fango, y el sonido de la respiración,
y nadie estaba seguro de dónde estábamos.
Cuando nos dimos cuenta, era demasiado tarde.
Ahora nada puede pasar salvo lo que tiene que pasar.
Y entonces yo estaba solo, y no importaba.
Incluso porque para ese entonces nada podía importar.
El próximo año habrá peleas con navajas en el estadio.
Creo que la gente está lista para esto, dijo el alcalde.
Interacción total. Un nuevo concepto en los deportes.
El perdedor no abandona el ring vivo.
Pero nadie puede saber dónde está él hasta que él sepa
dónde ha estado antes.
Me senté tranquilamente, y el aire cambió en ese
momento, y miré hacia arriba.
Y las ramas negras colgando sobre el agua llena de vida
se contonearon con la levedad del aire.
Piropos, dijiste. El aire les ofrece piropos.
¿Tienes cambio para este billete?
Por el momento está cerrado.
Llévame al otro lado de la ciudad
donde parten en lonjas a los tiburones sobre la arena.
La doble tarifa está vigente después del crepúsculo.
Prohibido pasar más allá de esta baranda.
Llévame al otro lado de la ciudad
adonde nadie quiere ir.
Sí, dije que necesitaríamos las ametralladoras el próximo
marzo,
pero también advertí que no es bueno decir que la vida es fácil.
Mezclé aros con ataúdes, cunas y agujas
mientras las luces resplandecían sobre el lejano Monte Tomás.
Nos sentamos en un parque que olía a pinos,
y esa noche había voces en los pasillos
y recordé la cara hueca del ciego mientras cantaba.
Tú misma tienes la culpa
de lo que has hecho conmigo.
Te encontrarás entre gente.
No hay duda en esto
ni tampoco querrías que fuera de otra manera.
Los callejones por donde nadie espera son oscuros
y difíciles de navegar.
Las paredes mojadas te tocan los hombros por cada lado.
Cuando los árboles estaban ahí me preocupaba de que
estuvieran ahí.
Y ahora ya no están, ¿importa?
Los callejones por donde nadie espera se prolongan
y no dan la impresión de terminar.
Te encontrarás entre gente,
Caras, ropas, dientes y cabellos
y palabras, y muchas palabras.
Cuando había vida, dije que la vida estaba mal.
¿Qué digo ahora? ¿Comprendes?
Algo está pasando en estos días recientes.
Las nubes que se posan sobre los árboles
pueden rozarte la cabeza mientras corres monte arriba.
Después de la puesta del sol los pájaros vuelan
hacia abajo
atraviesan la rejilla y se comen las plantas.
La neblina marina se extiende por la planicie
y gimen los lentos barcos.
Sí, algo pasa.
Tú dice que los viste juntos
pero no estaban juntos.
¿Quién ama la neblina?
¿Por qué vienen los pájaros?
En lo que a las nubes se refiere, puede que sean
inocentes.
Ramas vivientes cuelgan sobre el agua prieta. Nada se mueve.
¿Y cómo sé lo que tú eres para mí?
Nuestras teorías no han sido puestas a prueba. No debes reirte.
Creíamos que había otras maneras.
Probablemente las haya, pero están escondidas
y nunca las encontraremos.
¿Cómo se llama?
No lo quiera Dios.
¿Dónde vive?
Nadie lo sabe.
¿Cómo llegamos aquí?
Pregúntale al conductor.
¿Ésa es su cara?
Nadie lo sabe.
¿Ahora le pregunto?
No lo quiera Dios.
Llévame al otro lado de la ciudad
donde nadie sabe cuál es la diferencia entre tú y yo.
Regresé. No lo encontré.
¿Y qué puedo decir ahora? ¿Comprendes?
La mujer lo señaló.
Ése es el modelo que
debíamos haber asumido con nosotros.
Lo pensamos,
actuamos con renuencia, y no lo hicimos.
Mil veces suspiramos por no haberlo hecho.
Pero así es la vida.
Nunca se sabe
hasta después.
Caminos de nada, sólo
guijas puntiagudas y piedras.
Y dicen que hay
serpientes detrás de las rocas.
No ves serpientes pero
sabes que están ahí.
Y después de que hayas
descendido por siete
valles desolados, uno
tras otro,
te das cuenta que has estado
llorando silenciosamente
durante la última media hora.
O por lo menos así fue para mí.
Porque no había
conexión. Absolutamente
ninguna conexión
con nada. Nada.
No hubiera sido
un viaje tan horrible
de haber tenido eso.
La mujer señaló.
Ése es el modelo que
debimos haber escogido.
Estará lloviendo allá arriba para cuando llegues.
Trata de pasar rápidamente. Al frío aliento verde del
bosque
es mejor dejarlo tranquilo, acurrucado junto a las ramas.
En campo abierto se puede respirar de nuevo.
Esa es la teoría, pero nuestras teorías no han sido
probadas.
Las cosas ya no son como eran antes.
¿Cómo se puede estar seguro? Rigen nuevas leyes.
¿Y quién conoce la diferencia entre la ley y el viento?
¿Y quién conoce la diferencia entre tú y yo?
Y tú misma tienes la culpa
de lo que has hecho conmigo.
Me debería gustar ver el fondo de la fuente.
No te acerques al borde.
¿Este camino conduce al lago artificial?
El concierto de la banda ha sido pospuesto.
¿Hay una catarata detrás de estas rocas?
El guardia no está de servicio.
No tengo la menor idea de lo que va a pasar
o en qué parte se producirá el dolor.
Estamos en primavera, y la primavera tiene una
luz torcida.
Las imágenes de la primavera están hechas de
cristal y no se pueden rememorar.
Habrá sufrimiento, pero sabes como persuadirlo.
Habrá recuerdos, pero pueden ser apartados.
También tu corazón sigue latiendo
en el viento que no ha parado de soplar hacia el
oeste
y tú harás una señal. ¿La verá alguien?
Pensamos que había otras maneras.
La oscuridad se quedaría esperando afuera.
No lo somos, dijimos. No está en nosotros.
Sí, sí, ve con ella. El viejo sonrió.
Regresarás. No me encontrarás.
Era un tiempo en el que la vida se movía en línea recta.
Aún bebíamos el agua del lago,
y el cubo subía frío
y dulce con el olor de las profundidades.
La canción estaba por todas partes ese año, un estribillo
absurdo:
Es que parece tan largo, y no lo es.
Es que parecen tantos años,
y tal vez sea uno.
Cuando los árboles estaban ahí, y cuidaba de que
estuvieran ahí,
y ahora ya no están.
Al salir usamos el camino que conduce alrededor del pantano.
Cuando regresamos la marea había subido.
También había otro camino, pero era demasiado alto y
difícil de llegar hasta él.
Y así nos quedamos aguardando aquí, con la misma calma.
Tenía muchas cosas que quería decirte
antes de que te fueras. Ahora ya no las diré.
Aunque la luz se derrama por el balcón
descubriendo las mismas sombras en los mismos lugares,
sólo yo las puedo ver, sólo yo puedo oír el viento
y su ruido es demasiado fuerte.
El mundo arde con palabras. Perdóname.
Te quiero, pero no debo pensar en ti.
Esa es la ley. Todo el mundo no la obedece.
A pesar de que el tiempo pasa y el aire nunca es el mismo.
No cambiaré. Esa es la ley, y es correcta.
Sí, sí, fui con ella. Sí.
En el brillo de la mañana y en el resplandor de la
tarde.
Piropos, dijiste. El tiempo te ofrece piropos.
Nunca habrá forma de saber.
Sí regresé. El viejo ya no estaba.
No pienses, no des razones,
no tengas sensaciones, no te disculpes.
La angustia no era lo suficientemente verdadera,
y la época del terror parecía demasiado corta.
Pensaron que todo esto había concluido, cosa del
pasado.
Estaban seguros de que tenía que haber otros caminos.
Yo soy la araña en tu ensalada, la mancha de sangre en tu
pan.
Yo soy el bisturí mohoso, la espina debajo de tu uña.
Algún día te seré de gran ayuda, algo que tú no puedes ser
para mí.
Las cabras saltan de tumba en tumba, y mordisquean
los cardos de hace un año.
En nombre de algo más que nada, de Sidi Bouayad,
y de todos los que poseen sabiduría y poder y arte,
yo soy la dirección equivocada, el nervio entumecido, el
grito inconcluso.
Un día mis palabras te consolarán, como las tuyas nunca
podrán hacerlo.
El mundo hierve de palabras
ResponderEliminarHola qué tal, gracias por acercarte a esta tu casa La Isla Inquieta. SI el mundo hierve de palabras, con Paul Bowles el mundo da vueltas con estas palabras. Gracias por tu acercamiento.
Eliminar