A ratos
Mi mente se pierde en la bruma blanquecina
y la turba furiosa de pensamientos febriles
nostálgicos y cancerígenos,
atraviesan el cráneo
con senil indulgencia.
Luego de arremeter me arrullan,
con cantos monótonos,
danzantes,
vejetes y despampanantes,
esta muchedumbre que nace de mi mente
y muere, en mis manos, al tocar el aire.
Las rayas y garabatos
Centrado - ¡Por favor! -
Mantente claustro con cada letra que brota,
haz perfecto, perfecto, como el horizonte,
jamás tocado.
Escribo - ¡por supuesto!-
no niego la indulgencia,
con los rastros de sangre negra marcada sobre el papel virgen,
talismán, ¿Dónde has parado?, si fue ayer cuando estabas aquí.
Talló sobre la madera
Noviembre adolecía,
sobre las montañas se observaba el rastro del sol transparente
tornado en violáceo le miraba escondido
al caso, lo hacia hace rato.
Altanero, el transeúnte le observaba, indeciso,
tratando de entender lo ilógico del ser cautivo,
y tomó con sus uñas, el fruto de corteza,
y grabó con sus manos, plasmó el sufrimiento torpe.
Talló sobre la madera,
hasta hacer llorar lágrimas sangrientas,
acurrucado, lamió sus cortes, y siguió tallando,
por el resto de su existencia.
El correcorre diario
Esta noche me abstengo, de ser una persona,
soy letra, soy sentir,
no duermo, no
pienso, siquiera hablo,
hundida la plumilla sobre el asfalto,
escribo, desesperado, huyo
del matutino correcorre diario,
que arrastra consigo, las torres babilónicas
los tragos viejos que llevan al desquicio.
-¡dios libre!-
quizás algún día me deje llevar,
y corra, eufórico, de tropiezo en tropiezo,
sin tiempo de recordar,
tornar la mente en vuelo prosaico,
martirizando, sin sentir,
autómata templario que vaga obedeciendo.
Mejor, permanecer en el mundo inventado,
para poetas corsarios, que vagan, aun, sin entrar
de manera elocuente, en el correcorre diario.
Ella
Hay
un problema, ahora serio,
no
hayo concordancia en mis letra vacuas,
mas
el estigma dejado por su boca,
me
hace escribir cauteloso,
es
que no puedo escribir, siquiera una palabra,
sin
pensar en su piel ámbar,
sus
ojos anochecidos,
y
contar, en secreto,
con
mis letras privadas,
que
cada milésima de segundo,
solo
pienso en ella.
Esta
vez escribo, las letras no menguan,
es
decir, se qué hago, se qué siento,
ahora
pienso en su ser latente,
curioso
y delicado, sus ojos escapados
por
el inicuo cielo del cantar colosal,
ahora,
que mi mano no se detiene,
encuentro
sentido a lo antes escrito.
Si
alguna vez, tus ojos reinantes,
observan
las letras, lanzadas como dardos,
a
tu cuerpo dócil, a tus claustros labios,
a
tu pelo de jazmín, a tus manos de seda,
es
mejor que tomes en tus pensamientos
las
notas soltadas en la noche bohemia,
y
te martirices, pensando en voz baja,
para
que así, comprendas el yugo que cargo,
de,
en ningún momento, dejar de pensarte,
pues,
no lo hago, pues, te necesito.
Quizá,
la
algarabía formada en el cuerpo,
es
producto, del deseo pitonísico que siento hacia ti,
o
tuyo,
o
mío,
alguno,
es culpable de este acto de amor hiriente.
Cortes
Ella,
no tenía el cielo a su favor,
era
renegada por la ley divina,
pobre
dama, niña cantora del credo nocturno.
Con
sus propias manos, labró su futuro,
la
ley imperial, le otorgó victoria,
luchó,
muchos años, sufrió los cortes del mundo contrario.
Con
su luz oscura de púgil juvenil,
consiguió,
bien ganados, los años de vejez,
las
canas mostraban sus días malos,
no
fueron vanos, no fueron estériles.
El dibujo no terminado
En
la mesa, un caballo yace tendido,
dibujado
a medias, lanza suplicas,
las
líneas que faltan martirizan su ser,
cuán
triste estará al saber que al final, nada le espera.
Palabras
Como
fuego fatuo, parafrasea el inicuo,
consolándose
de algún modo, a sí mismo,
que
ironía, ahora entiendo,
solo
abril, cree saberlo todo.
Colecciono,
las
palabras que resuenan en mi mente,
con
tal grima, sarcasmo, sé, tal vez,
las
cortinas rayadas, mas que esconder un paisaje,
ocultan,
descaradamente,
una
pared de concreto.
Pero,
no se corta el hilo que me mantiene sujeto,
al
creer, que algún día, llegaré a saber algo,
¿cuándo
entenderé que la vida,
lo
único que posee,
es
el eterno aprendizaje?
Zapatos
Ahora,
descansan, después de tanto trabajo,
las
mismas trenzas rojas, pares diferentes,
cuero
viejo, suela roída,
por
incesantes caminares, del lánguido transeúnte.
Ahora,
descansan, tranquilos en el rincón,
sucios
y empolvados,
pero
tranquilos, es lo que importa,
ya
trabajaron bastante
¡quizá!
La uña rota
Hace cuánto,
caí, por el altar de Hera,
en el sufragio de los escalones,
rasgando la carne del dedo
pulgar.
Lamentable,
por supuesto,
cuánto necesita para poder
volver,
pobre, ya curará.
Pubis
Cierro mis ojos, observo
nuevamente,
el color dorado del monte
venusiano,
vuelvo a escalar con mis labios
prolíferos,
el sabor de su carne me marca el
camino,
su textura, es ella, toda ella,
la viva imagen del deseo carnal.
Cama
El sueño efímero de las colinas
lánguidas e inexploradas,
me lleva, tan pronto puede,
arrullado por la canela,
a la búsqueda precoz del cantar
coleccionado.
Cuando mas busco, mas distante me
encuentro,
me adentro al templo contrario, a
observar, solamente,
si alguna mañana, de los
amaneceres prontos,
me lanzo en la búsqueda de la
suerte perpleja,
gastados los días, trato de
encontrar,
el tono perfecto,
la melodía exacta.
David Blanco: Este personaje proviene de los páramos andinos de Venezuela. En él se descubre una voz muy particular, sonora, hermosa, cálida y tremendamente juvenil. Es un joven atraído por la palabra. Para él la palabra es parte de su vida y de sus emociones. David es un descubrimiento que nos alegra y nos hace sentir orgulloso de tener en nuestros pueblos gente que se estremece por la palabra de otros y nos cautiva con la suya. Aquí una muestra de su obra clara y sencilla.
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