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Fernando Pessoa (Lisboa, Portugal 1888 - 1935) |
De
POEMAS INCONJUNTOS
(1913-1915)
de Fernado Pessoa como Alberto
Caeiro
1
No
basta abrir la ventana
para ver los campos y el río.
para ver los campos y el río.
No
es suficiente no ser ciego
para ver los árboles y las flores.
para ver los árboles y las flores.
También es
necesario no tener ninguna filosofía.
Con filosofía no
hay árboles: no hay más que ideas.
Sólo hay, como una
cueva, cada uno de nosotros.
Hay
sólo una ventana cerrada, y todo el mundo fuera;
y un sueño de lo que se podría ver si la ventana se abriese,
que nunca es lo que se ve cuando se abre la ventana.
y un sueño de lo que se podría ver si la ventana se abriese,
que nunca es lo que se ve cuando se abre la ventana.
2
Niño
desconocido y sucio que juegas a mi puerta,
no te pregunto si me traes un recado de los símbolos,
me haces gracia porque nunca te había visto antes,
y, naturalmente, si pudieras estar limpio serías otro niño,
no vendrías aquí.
no te pregunto si me traes un recado de los símbolos,
me haces gracia porque nunca te había visto antes,
y, naturalmente, si pudieras estar limpio serías otro niño,
no vendrías aquí.
¡Juega en el
polvo, juega!
Considero tu
presencia sólo con los ojos.
Vale
más la pena ver una cosa por primera vez que conócela,
porque conocer es como no haber visto nunca por primera vez,
y no haber visto nunca por primera vez no es más que haber oído contar.
porque conocer es como no haber visto nunca por primera vez,
y no haber visto nunca por primera vez no es más que haber oído contar.
La manera de estar
sucio de este niño es diferente de la manera de estar sucios otros.
¡Juega!
Si coges una piedra que te cabe en la mano,
sabes que te cabe en la mano.
sabes que te cabe en la mano.
¿Qué
filosofía es la que llega a una certidumbre mayor?
Ninguna, y ninguna puede venir a jugar a mi puerta.
Ninguna, y ninguna puede venir a jugar a mi puerta.
3
Pastor
del monte —tan lejos de mí con tus ovejas—,
¿qué
felicidad es ésa que pareces tener: la tuya o la mía?
La
paz que siento cuando te veo, ¿me pertenece o te pertenece?
No, ni a ti ni a mí, pastor.
No, ni a ti ni a mí, pastor.
Pertenece
sólo a la felicidad y a la paz.
Tú
no la tienes, porque no sabes que la tienes.
Yo
no la tengo, porque sé que la tengo.
Ella
es ella sólo, y cae sobre nosotros como el sol,
que da en tu espalda y te calienta, y tú piensas indiferentemente
en otra cosa,
que da en tu espalda y te calienta, y tú piensas indiferentemente
en otra cosa,
y
da en mi cara y me ofusca, y yo sólo pienso en el sol.
4
La
espantosa realidad de las cosas
es mi diario descubrimiento.
es mi diario descubrimiento.
Cada
cosa es lo que es,
y
es difícil explicarle a nadie cómo me alegra esto,
y cuánto me basta.
y cuánto me basta.
Basta
existir para sentirse completo.
He
escrito muchos poemas.
He
de escribir muchos más, naturalmente.
Cada
poema mío lo dice,
y
todos mis poemas son distintos,
porque
cada cosa es una manera de decir esto mismo.
A
veces me pongo a mirar una piedra.
No
me pongo a pensar si siente.
No
me extravío llamándole hermana mía.
Pero
me gusta por ser una piedra,
me
gusta porque no siente nada,
me
gusta porque no tiene ningún parentesco conmigo.
Otras
veces oigo pasar el viento,
y me parece que
sólo para oír pasar el viento vale la pena haber
nacido.
nacido.
No
sé qué pensarán los demás cuando lean esto;
pero me parece que esto debe estar bien porque lo pienso sin esforzarme,
pero me parece que esto debe estar bien porque lo pienso sin esforzarme,
ni
idea de que nadie vaya a oírme pensar;
porque lo pienso sin pensamientos,
porque lo digo como lo dicen mis palabras.
porque lo pienso sin pensamientos,
porque lo digo como lo dicen mis palabras.
Una
vez me llamaron poeta materialista.
Y
me extrañó, porque yo no pensaba
que se me pudiese llamar nada.
que se me pudiese llamar nada.
Yo
ni siquiera soy poeta: veo.
Si
lo que escribo tiene algún valor, no soy yo quien lo tiene:
el valor está allí, en sus versos.
el valor está allí, en sus versos.
Todo
esto es absolutamente independiente de mi voluntad.
5
Cuando
vuelva a venir la Primavera,
quizá ya no me encuentre en el mundo.
quizá ya no me encuentre en el mundo.
Me
gustaría creer ahora que la Primavera es alguien
para poder imaginarme que lloraría
al ver que había perdido a su mejor amigo.
para poder imaginarme que lloraría
al ver que había perdido a su mejor amigo.
Pero
la Primavera ni siquiera es una cosa:
es una manera de hablar.
es una manera de hablar.
Ni
aun las flores vuelven, o las hojas verdes.
Hay
nuevas flores, nuevas hojas verdes.
Hay
otros días suaves.
Nada
torna, nada se repite, porque todo es real.
6
Cuando
llegue la Primavera,
si ya me he muerto,
si ya me he muerto,
florecerán
las flores de la misma manera
y los árboles no serán menos verdes que la Primavera pasada.
La realidad no me necesita.
y los árboles no serán menos verdes que la Primavera pasada.
La realidad no me necesita.
Siento
una enorme alegría
al
pensar que mi muerte no tiene ninguna importancia.
Si
supiese que iba a morirme mañana
y
la Primavera iba a llegar pasado mañana,
me
moriría contento, porque ella llegaría pasado mañana.
Si
ése es su tiempo, ¿cuándo había de llegar sino en su tiempo?
Me gusta que todo sea real y que todo esté en orden;
y me gusta porque sería así aunque no me gustase.
Me gusta que todo sea real y que todo esté en orden;
y me gusta porque sería así aunque no me gustase.
Por
eso, si me muero ahora, muero contento,
porque todo es real y todo está bien.
porque todo es real y todo está bien.
Si
queréis, podéis rezar en latín sobre mi féretro.
Si
queréis, podéis bailar y cantar a su alrededor.
No
siento preferencia para cuando ya no pueda sentir preferencia.
Lo que sea, cuando sea, es lo que ha de ser lo que es.
Lo que sea, cuando sea, es lo que ha de ser lo que es.
7
Si,
después de morir, quieren escribir mi biografía,
no hay nada más sencillo.
no hay nada más sencillo.
Sólo
tiene dos fechas: la de mi nacimiento y la de mi muerte.
Entre una cosa y otra, todos los días son míos.
Entre una cosa y otra, todos los días son míos.
Soy
fácil de definir.
He
visto como un condenado.
He
amado las cosas sin ningún sentimentalismo.
Nunca he tenido un
deseo que no pudiese realizar, porque nunca me he quedado ciego.
Hasta oír no ha
sido nunca para mí más que un acompañamiento de ver.
He comprendido que
las cosas son reales y todas diferentes unas de otras;
He
comprendido esto con los ojos, nunca con el pensamiento.
Comprenderlo con el
pensamiento sería encontrarlas iguales a todas.
Un
día me entró sueño como a cualquier niño.
Cerré
los ojos y me dormí.
Aparte
de esto, he sido el único poeta de la Naturaleza.
8
Cuando
crezca la hierba sobre mi sepultura,
sea ésa la señal para que me olvidéis del todo.
sea ésa la señal para que me olvidéis del todo.
La
Naturaleza nunca se acuerda y por eso es bella.
Y
si tenéis la enfermiza necesidad de «interpretar» la hierba verde sobre mi
sepultura,
decid que continúo verdeciendo y siento natural.
decid que continúo verdeciendo y siento natural.
9
Cuando hace frío
en el tiempo del frío, para mí es como si hiciera buen tiempo,
porque
para mi ser adecuado a la existencia de las cosas
lo natural es lo agradable sólo porque es natural.
lo natural es lo agradable sólo porque es natural.
Acepto
las dificultades de la vida porque son el destino,
lo mismo que acepto el frío excesivo en pleno invierno:
tranquilamente, sin quejarme, como quien meramente acepta,
y se alegra por el hecho de aceptar:
lo mismo que acepto el frío excesivo en pleno invierno:
tranquilamente, sin quejarme, como quien meramente acepta,
y se alegra por el hecho de aceptar:
por el hecho
sublimemente científico y difícil de aceptar lo natural e inevitable.
¿Qué son para mí
las enfermedades que sufro y el mal que me sucede
sino
el invierno de mi persona y de mi vida?
El
invierno irregular, cuyas leyes de aparición desconozco,
pero que existe para mí en virtud de la misma fatalidad sublime,
de la misma inevitable exterioridad a mí
que el calor de la Tierra en pleno Verano
y el frío de la Tierra en el más crudo Invierno.
pero que existe para mí en virtud de la misma fatalidad sublime,
de la misma inevitable exterioridad a mí
que el calor de la Tierra en pleno Verano
y el frío de la Tierra en el más crudo Invierno.
Acepto
por carácter.
He
nacido sujeto como los demás a errores y defectos,
pero nunca al error de querer comprender demasiado,
nunca al error de querer comprender sólo con la inteligencia,
nunca al defecto de exigir del Mundo
que fuese algo que no fuese el Mundo.
pero nunca al error de querer comprender demasiado,
nunca al error de querer comprender sólo con la inteligencia,
nunca al defecto de exigir del Mundo
que fuese algo que no fuese el Mundo.
10
Me
importa poco
Me
importa poco ¿qué? No sé: me importa poco.
11
El
pastor amoroso perdió el cayado,
y
las ovejas se le extraviaron por la ladera,
y,
de tanto pensar, no tocó la flauta que trajo para tocarla.
Nadie se le
apareció o desapareció. Nunca encontró el cayado.
Otros, echándole
maldiciones, le recogieron las ovejas.
Después de todo,
nadie le había amado.
Cuando se levantó
de la ladera y de la verdad falsa, lo vio todo:
los grandes valles
llenos de los mismos verdes de siempre,
las grandes
montañas a lo lejos, más reales que cualquier sentimiento,
toda la realidad,
con el cielo y el aire y los campos que existen,
están presentes,
están presentes,
(y de nuevo el
aire que le había faltado tanto tiempo, entró fresco en sus pulmones)
y sintió que el
aire le abría de nuevo, más dolorosamente, una libertad en el pecho.
12
También
sé hacer conjeturas.
En
cada cosa hay aquello que es ella y que la anima.
En la planta está fuera y es una ninfa pequeña.
En la planta está fuera y es una ninfa pequeña.
En
el animal es un ser interior lejano.
En
el hombre es el alma que vive con él y ya es él.
En los dioses tiene el mismo tamaño
y el mismo volumen que el cuerpo
y es lo mismo que el cuerpo.
En los dioses tiene el mismo tamaño
y el mismo volumen que el cuerpo
y es lo mismo que el cuerpo.
Por
eso se dice que los dioses nunca mueren.
Por
eso los dioses no tienen cuerpo y alma.
Sino
sólo cuerpo, y son perfectos.
Sus
cuerpos son sus almas
y tienen la conciencia en la propia carne divina.
y tienen la conciencia en la propia carne divina.
13
Es
tal vez el último día de mi vida.
He
saludado al sol, levantado la mano derecha,
mas
no lo he saludado diciéndole adiós,
he
hecho un signo de gustarme verlo antes: nada más.
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