Fotografía

Fotografía: Marisol Zurita Aguilera. Isla de Chiloé. Chile.

Ida Vitale. Selección Poética

 

Ida Vitale, Montevideo, Uruguay 1923

POEMAS DE IDA VITALE

 

POEMAS DE “PALABRA DADA 

 

 

SOBREVIDA

 

Dame noche

las convenidas esperanzas,

dame no ya tu paz,

dame milagro,

dame al fin tu parcela,

porción del paraíso,

tu azul jardín cerrado,

tus pájaros sin canto.

Dame, en cuanto cierre

los ojos de la cara,

tus dos manos de sueño

que encaminan y hielan,

dame con qué encontrarme

dame, como una espada,

el camino que pasa

por el filo del miedo,

una luna sin sombra,

una música apenas oída

y ya aprendida,

dame, noche, verdad

para mí sola

tiempo para mí sola,

sobrevida.

 

EL POZO

 

Este pozo, qué miedo,

qué sobresalto oscuro.

Bajo la noche solos,

usando las palabras

como inconscientes varas

para tocar lo otro.

Lo otro: no nombrarlo,

no pensarlo siquiera.

Si pudiera negar

ese acabarse todo,

ese desarbolado

amanecer del mundo

que llegará algún día.

Pero la sombra vuelve

siempre con los recados

De ese turbión de espanto,

sin lugar, sin colores,

sin música, sin viento,

con nada más que un nombre

y las lágrimas todas

del hombre que lo cercan.

 

DORMIR DE NOCHE

 

Ahora dejo la luz,

tomo por el camino por donde

asidua va en cólera la sombra,

doy mi nombre y razones,

mi pretensión de júbilo,

las horas celebradas

en las que fui naciendo

y presento mi día

como un pájaro herido y terminante.

¿Después qué, después dónde,

después del sueño reclamado

y el ay final de despedida?

La fábula conclusa

dobla sus verdes hojas y su cielo,

guarda la tarde por recién usada,

los vientos y palabras que se oyeron.

Acá está lento el río,

imagen fiel de otra corriente

sin entrevista luz ni ruido alguno,

sin caricia de amigo ni tibia piel vecina.

Ávido el cuerpo espera,

un estrellado viento viene

y el cuerpo no responde.

Ciego como campana abandonada,

no sabe cuánto amor está guardado

entre la grave noche,

y cuánta vida nace y cuánta muere

bajo la lluvia de su oscuro polvo.

Oh estancado, vacío cuerpo solo,

sin memoria natal y sin presagios,

largo navío que no llega,

puente entre sombra y sombra

mudamente tendido.

 

POEMAS DE “LA LUZ DE ESTA MEMORIA

 

CUÁNTAS SOMBRAS...

 

Cuántas sombras,

cuántos pálidos nombres vienen en el otoño

a morir en el fondo de algún agua quieta.

Cuántas sedas ajadas

se alzan de pronto fúnebres, tensas.

Hay que subir al cielo

con los ojos cerrados,

tocar tu nombre nada más y apenas

y arrancando una pluma del corazón de ayer

hacer nacer el ramo azul de la alegría.

Y no sentir el fruto preparado en la tierra,

pronto en cualquier momento

para abrirse y llamarnos,

con su perfume denso

hecho al amor de tantas primaveras.

Y no ver por la orilla pálida de las cosas

la soledad mirándonos el rostro,

poniéndonos su número,

su orden, esa luz roja del ocaso

al pecho.

 

BORDE DEL PARAÍSO

 

Me ha quedado

tu labio sobre el cuerpo

para ofrecerme muerte

en signos dulces.

Un río de palabras no dichas

se ha agotado.

Criaturas sombrías

echan mi suerte a viento o fuego.

Mi sangre canta, canta,

toca la luz,

el cielo del peligro,

ruega, duele, roza el radiante

borde del paraíso.

Oh labio asombro cacería asombro

tormenta nube escalofrío

asombro.

El alfabeto entero se deshace

y tiempo atrás recobra

el gemido primero.

Amor, aparta el aire,

dame tu mano fresca,

lleva mi frente a una orilla de hierbas.

Quiero saber al fin

el lugar de la rosa,

el paraíso.

POEMAS DE “CADA UNO EN SU NOCHE

 

 

ESTE MUNDO

 

Sólo acepto este mundo iluminado

cierto, inconstante, mío.

Sólo exalto su eterno laberinto

y su segura luz, aunque se esconda.

Despierta o entre sueños,

su grave tierra piso

y es su paciencia en mí

la que florece.

Tiene un círculo sordo,

limbo acaso,

donde a ciegas aguardo

la lluvia, el fuego

desencadenados.

A veces su luz cambia,

es el infierno;

a veces, rara vez,

el paraíso.

Alguien podrá quizás

entreabrir puertas,

ver más allá

promesas, sucesiones.

Yo sólo en él habito,

de él espero,

y hay suficiente asombro.

En él estoy,

me quede,

renaciera.

 

FINAL DE FÉNIX

 

No era verdad

el fabuloso vuelo

pero fingíamos creerlo

por casi hermoso.

Le miramos llegar

a un cielo falso

subiendo su proclama

de oro en oro

en rosa sombría de teatro,

en inerte crepúsculo.

Seguíamos su vuelo

con ácida paciencia.

Pronto,

roído del día

por sus mismos vapores

fue cediendo

ante la noche limpia.

Aguardábamos

el fruto del incendio,

lo imprevisible

figurado en gloria.

Al cabo fue cayendo

hacia la tierra,

entre sombras

de vuelos de ceniza.

y no vimos batir

ala ninguna.

 

EL REVÉS DE LA VIDA

 

Hay gradaciones leves, lentas

antes del decisivo expolio:

Un restar diario, un menoscabo,

un segurísimo mordiente

con el que va signando el tiempo

en nosotros su trazo ciego.

Para los ojos distraídos

hay un engaño preparado:

llegan celestes veladuras,

lluvias que esconden otra orilla,

simulaciones de prodigios

y como ciegos caminamos.

Nos habituaron a la máscara

de nuestro rostro en primavera,

cuando probábamos a amantes

y la aprendimos como eterna;

como nos vimos para siempre

bajo un limbio, acendrado cielo,

entre el hervor de los jardines

que no guardan ningún secreto.

Luego el revés de la aventura,

luego el saqueo, el abandono

en el camino sin socorro.

Luego la sórdida constancia:

nadie previene ante nosotros

nuevos grados de maravilla,

no hay espejismos ni sorpresas,

ni concesiones ni privanzas.

Después de todo, ya sabremos

lo que ocultaba la esperanza.

 

EL PUENTE

 

La muerte es la menor distancia

entre los sueños,

el cálculo más breve,

el gesto sin torpeza.

Los amantes que cierran

las puertas como noches

para darse sus vidas

lo saben, mientras hunden

en la espuma del gozo

apenas pensamiento,

terror apenas dicho.

Lo saben pero piden

seguidamente treguas

para cavar sus túneles

entre sordas memorias.

En tanto, el puente aguarda

de luz a luz tendido,

pacientemente fácil,

su paso de fantasmas.

 

POEMAS DE “OIDOR ANDANTE

 

CUADRO

 

Construimos el orden de la mesa,

el follaje de la ilusión,

un festín de luces y sombras,

la apariencia del viaje en la inmovilidad.

Tensamos un blanco campo

para que en él esplendan

las reverberaciones del pensamiento

en torno del icono naciente.

Luego soltamos nuestros perros,

azuzamos la cacería,

la imagen serenísima, virtual,

cae desgarrada.

 

ESFINGE REINA

 

De pie sobre la caja de la culebra,

la reina, subida por ángeles

o demonios, va tras el sortilegio.

Se le ha abierto un camino de alfileres

para que baile sobre sus puntas

y hacia atrás una espada la protege o la mata.

Este siglo le incendia bosques diarios

de pájaros prohibidos

y le cierra el escándalo de los viajes sin rumbo.

¿Ofrecerá morir, un alacrán

rodeado de oscuros enemigos,

o cubrirse tan sólo de espinas,

de aguijones?

Fío en que mantenga su cetro de locura,

la pólvora capaz de volar

la suficiente imagen del mundo.

 

REUNIÓN

 

Érase un bosque de palabras,

una emboscada lluvia de palabras,

una vociferante o tácita

convención de palabras,

un musgo delicioso susurrante,

un estrépito tenue,

un oral arcoíris

de posibles oh leves leves disidencias leves,

érase el pro y el contra,

el sí y el no,

multiplicados árboles

con voz en cada una de sus hojas.

 

Ya nunca más, diríase,

el silencio.

 

RENACENTISTA

 

Aún sigue siendo así: icáricos,

caedizos y respectivo mar uno del otro.

Desde las barcas y las plantaciones

transmiten partes de rescoldo último,

doblan señales de pasión y muerte

los exentos, y fervorosamente

huyen del aire altivo de la quema.

Los que allá siguen gravitando aducen

sus propias leyes, su sagrado fuego,

tocan intactos su certeza y ríen.

 

TRASTIENDA

 

Cielos veloces de Montevideo,

estratos de oro y de laurel,

halados por la más alta red,

tibios lilas lentísimos

cocientes de su luz multiplicada,

pasan y nos envuelven

y nos entretenemos con su gracia,

como una mano juega

entre arenas que guardan

la eternidad en la que no pensamos.

Entretanto, el pegaso peligro

relincha ferozmente.

 

TRAMPAS

 

Las arpas de la óptica alegría...!

Juan Ramón Jiménez

 

El azar, ese dios extraviado

que libra su batalla, fuego a fuego,

no está sólo escondido en la catástrofe:

a veces un gorjeo lo delata

y sobornado, entonces

admite durar un poco en la alegría.

 

LA PALABRA

 

Expectantes palabras,

fabulosas en sí,

promesas de sentidos posibles,

airosas,

aéreas,

airadas,

ariadnas.

Un breve error

las vuelve ornamentales.

Su indescriptible exactitud

nos borra.

 

VÉRTIGO

 

Varada velocísima en

tu borde,

veraz de veras,

en vilo, en vela

virando hacia,

en ti guarecida,

guarnecida quiero seguir

imaginando cómo se amanece,

capaz de maullar

por las azoteas del frío

o del ardor final,

feliz naciendo

de la diaria muerte.

 

LA BATALLA

 

¿Quién, resonante,

baja por la noche,

sino palabra apolo

con sus flechas furiosas

que hierven al oído

como abejas?

Maligna, triste, silenciosa peste

sobre aquel que rehúye la batalla,

si dentro sintió el fuego.

Para el que acepta,

diaria, contrincante muerte.

 

POEMAS DE “JARDÍN DE SÍLICE

 

EL CUADRADO DE LA DISTANCIA

 

No importa que estés

en el escenario del verano,

en el centro de sus desafíos.

Distante de sus fuegos

vas caminando a solas,

entre estatuas nevadas,

por las piedras

del puente de Carlos,

                                      infinito.

Te miras caminar,

te ves mirando como el hielo

cuaja en islas efímeras,

corre río abajo,

se unce en un punto

lejos de aquí

                                   —¿qué aquí?—

entre nuevas orillas.

 

El relámpago es indecible.

Regresa entonces en sentido contrario,

Recupera usos y costumbres,

el mar,

la arena muerta,

esta claridad,

mientras puedas.

 

Pero guarda en la sangre, como un pez,

El dulce fragor de lo distante.

 

VERANO

 

Todo es azul,

lo que no es verde

y arde,

I.N.R.I.

igne natura renovatur integra

en este aceite grave del verano,

cae el que pesa el vuelo de los pájaros

y blasfema del pájaro sin vuelo,

cae la excrecencia verbal =

       la agorería = el trofeo,

la joya sobre la vieja piel de siempre.

 

Quien se sienta a la orilla de las cosas

Resplandece de cosas sin orillas.

 

EN QUEVEDO

 

Un día

   se sube del polo al ecuador

se baja

  de los plumones de paraíso

  a la artesa de sangre donde cae

  la cuenta más certera

 

por quedarse excavando en Quevedo

  querube de odios nítidos

  luciferinos bríos

cómodo en las cuatro postrimerías del hombre

  muerte juicio infierno gloria.

 

SALMO

 

Alaba lo que no conoces

por tu esperanza

y aun por tu mirada de hoy,

creyente

de la hermosura que muchos desdeñan;

alábalo por inconcebible,

por la constancia de sus absurdas disposiciones.

El itinerario de tu viaje

brevemente infinito

traza un dibujo que sólo tú no entiendes,

pero no te amotines.

En el ruidoso vacío de su centro

caerás,

trasmutable semilla,

cuando la hermosura y la esperanza

ensimismadas

finen.

 

PASAJE DE LA ESTRELLA FUGAZ

 

Si el pasado

volando desde distintos puntos de partida

llegase a serenísimo vals

si pudieran

acordarse la fascinación del fragmento

el golpe de la montaña mágica

las fulminantes azoteas

en el triunfo de las tribulaciones

la gota de laúd

y luego

noches descubrimientos fines

todo el torrente de las desposadas metamorfosis

cuando juntos recogiéramos el azoro

que numera los años

uncidas las felices ocasiones

acaso el miedo

el duelo

hasta un eterno crepúsculo

flores finales.

 

ZOON POLITIKON

 

Il n’y a de paix qu’au-dessus des

serpents de la terre.

Max Jacob

Quisieras escribir al margen de combustiones

y escalofríos,

malezas que ametrallan

y testimonios del fracaso de toda magia,

remediando azogues roídos para que del otro lado

del espejo se llegue

a los jardines sin tormenta ni astucia,

donde el té circular y los amigos íntimos

   lejanos.

Quisieras convertir los pantanos en manantiales

                                                         de limpio berro,

izar la historia,

red reptante donde tropiezas

y te cubres de presagios amoratados.

 

Pero sigues por arenales de sofocación hasta ningún fin,

    a vararte en el horror prometido.

   La espalda, triste signo,

   acata tablas dictadas entre

  truenos y violencia.

 

Quisieras estar naciendo en edad de razón.

 

SEQUÍA

 

De se taire, parfois, riche est l’occasion.

R. Roussel

 

Y tienen las palabras su verano,

su invierno, y tiempos de entretierra

y estaciones de olvido.

De pronto se parecen demasiado a nosotros,

a manos que no tocan

hijos, amigos

y pierden su polvo en otra tierra.

Ya no las mueve el agua

de nuestra tibia orilla humana.

Navegan entre nieblas,

merodean lentísimas,

van como topos, ciegas, esperando.

Hermanas, tristes nuestras.

 

ALAMEDA

 

Contra las invisibles estrellas

—su memoria como

una fresca vía de la noche—,

contra su luz aniquilada,

la falsa, brillante

red de lumbres

prendida de los muros altísimos.

Cabría equivocarse como en sueños.

De pronto,

saliendo del esplendor oscuro del jardín,

casi a tus pies,

corrió la rata fría,

real,

más nítida que el hoy,

duramente borroso.

 

LA CACERÍA, ¿INFINITA?

 

Islas:

tanta claridad es misterio.

Túneles las traspasan,

dédalos dinamitados

para renacer de sí mismos,

laberintos con toro y sueños

y teseo voraz del mito

y ariadna que un día inicia

la para siempre

   eterna

lectura de la verdad

                                  que,

fabulada,

    circular en las aguas escapa,

fija a la orilla de un comienzo,

de un cerrado infinito cerrado.

 

POEMAS DE “PROCURA DE LO IMPOSIBLE

 

BOTÁNICA

 

Aquí no hay ruda, nada de maticas.

Si acaso ciclamores empinados al rosa,

raptados por el sol en las aceras solas,

y encinas:

situación de silencio vegetal

porque nada me dicen o,

en su lengua muerta para mí,

estos ariscos rangos

no sé qué de nosocomio afirman,

reiterados y prúsicos.

Pero ni una ramita de ruda, repito.

Tampoco aromos.

 

Acaso a duras penas

el romero, paramento fragante,

resiste en los jardines,

me asiste con su olor

a pan de Venecia, a tren rápido

pero rueda detenida

en la memoria para siempre,

como dicha que no es filosa arista.

 

Pero ni una matica de ruda.

 

APENAS CONCIERTO

 

Tantas argucias del oboe,

tantos giros en espiral hacia la cúpula

de un cielo que nadie le discute

—ostentaciones de hiedra

al último sol de la tarde—

y caídas hacia la arena dócil del violoncelo,

no obstruyen la inatacable realidad:

el bajo continuo persevera.

 

Aquí un concierto

y nada más.

 

EXILIOS

 

…tras tanto acá y allá yendo y viniendo.

Francisco de Aldana

 

Están aquí y allá: de paso,

en ningún lado.

Cada horizonte: donde un ascua atrae.

Podrían ir hacia cualquier fisura.

No hay brújula ni voces.

 

Cruzan desiertos que el bravo sol

o que la helada queman

y campos infinitos sin el límite

que los vuelve reales,

que los haría de solidez y pasto.

 

La mirada se acuesta como un perro,

sin siquiera el recurso de mover una cola.

La mirada se acuesta o retrocede,

se pulveriza por el aire

si nadie la devuelve.

No regresa a la sangre ni alcanza

a quien debiera.

 

Se disuelve, tan solo.

 

ABUELA

 

En una luz verdosa, entre olores verdosos,

en un vestido negro como papel quemado,

la abuela se refleja desde la mecedora,

al fondo del espejo.

Allí sentada no se hamaca. Cruje.

Se le evaporan casamiento y casas,

ocasiones de cuita, los narrados,

secos jirones que de a poco dieron

gusto a sangre en la boca a la familia:

las guerras y los muertos pequeñitos,

y los que luego luto le vistieron.

Y también el amor del que no hablaba,

la aridez de los años, la gota de molicie

que murió inútil en su piel reseca.

Todo tal la merienda sorbida tarde a tarde,

de inmediato olvidada.

Fue inmune a la viruela.

Ignoró la codicia.

No vio la conyugal Sicilia

ni muchas calles de Montevideo.

Durante décadas le bastó una amiga

y los recuerdos de su pueblo mínimo.

Sólo insistía en recordar el nombre

en italiano del durazno.

Como el sabor, se le olvidaba.

Sé que sobre sus faldas tibias,

tibia dormía otra Verdad secreta

que acunó su quietud.

La luz bajo cortinas de filé melancólico,

por años la enfrenté desde otra mecedora,

sin lograr alcanzarla.

 

RESIDUA

 

Corta la vida o larga, todo

lo que vivimos se reduce

a un gris residuo en la memoria.

De los antiguos viajes quedan

las enigmáticas monedas

que pretenden valores falsos.

De la memoria sólo sube

un vago polvo y un perfume.

¿Acaso sea la poesía?

 

NIEVE

 

Mínimos puntos - aguanieve,

cristales - blancos bajan.

Este harapiento mundo

pone por un momento

suave decoro de algodones

en su fábula fea.

 

Deslumbra una escama de liquen

verdegris en lo blanco.

Deslumbra una rama sin hojas,

una hoja sin rama.

Hacer bello lo otro

es gloria de la nieve.

 

La alegría del perro sabe

juegos que el hombre olvida

y natural usa la fiesta

nueva que se le da.

Callan altos los pájaros

como el hombre suspensos.

 

ACLIMATACIÓN

 

Primero te retraes,

te agostas,

pierdes alma en lo seco,

en lo que no comprendes,

intentas llegar al agua de la vida,

alumbrar una membrana mínima,

una hoja pequeña.

No soñar flores.

El aire te sofoca.

Sientes la arena

reinar en la mañana,

morir lo verde,

subir árido oro.

 

Pero, aún sin ella saberlo,

desde algún borde

una voz compadece, te moja

breve, dichosamente,

como cuando rozas

una rama de pino baja

ya concluida la lluvia.

 

Entonces,

contra lo sordo

te levantas en música,

contra lo árido, manas.

 

POEMAS DE “REDUCCIÓN DEL INFINITO

 

COLIBRÍ

 

La resolana que vibra,

un breve sol en el seto,

un ts ts que al aire libra

su peligro secreto

 

y ya la flor disminuye

ante el prodigio de pluma

que surge y deslumbra y huye

y sólo alcanzo por suma

 

terca de años, en que presa

del hechizo, sigo en vano

la milagrosa destreza

que lo suspenda en mi mano

 

y entonces por un segundo

sentir cómo late el mundo.

 

LA GLORIA DE FILITIS

 

Nada labró Filitis, pastor egipcio.

Fue pobre.

No intuyó nueva barca

de líneas más seguras y bellas.

No imaginó jardines

ni un trazo ni una música,

no dejó nada escrito,

no movió una figura del sagrado perfil.

 

Sólo llevó sus bestias a pacer

al pie de las colinas

donde Quefrén y Queops,

los execrables reyes,

durante medio siglo

levantaron sus tumbas

sobre hombros de pueblos agotados.

 

Éstos, abominándolos,

no quisieron nombrarlos.

Justicieros decían

para hablar de esos sitios:

—Allí,

donde las pirámides de Filitis.

 

ANUNCIACIÓN

 

Viene el ángel de raso, replegadas las alas,

hacia el rincón de la terraza donde,

al pie de la columna,

leía la virgen el libro que ahora olvida.

Un gozque, junto a ella,

alza una pata inquieta, mientras,

contra el crepúsculo,

del dedo admonitorio del ángel

diríase que un hilo parte

y doblega una mano dócil

sobre el pecho asustado.

Los colores

son los que acostumbra el Veronese:

borra de vino el talar de María,

oscuro azul su manto.

El cielo en el crepúsculo progresa

del intenso celeste a los jirones rosa

que anuncian para mañana,

acaso, la tormenta.

Pero ya cuaja un leve

velo gris sobre las cosas

que ignoran

cómo se leerá su destino.

 

Todo sucede a una distancia abismal

de este mundo,

que aún se imagina libre

de la Bestia y del Límite.

 

OTOÑO

 

Otoño, perro

de cariñosa pata impertinente,

mueve las hojas de los libros.

Reclama que se atienda

las fascinantes suyas,

que en vano pasan del verde

al oro al rojo al púrpura.

 

Como en la distracción,

la palabra precisa

que pierdes para siempre.

 

SUMAS

 

Caballo y caballero son ya dos animales

 

Uno más uno, decimos. Y pensamos:

una manzana más una manzana,

un vaso más un vaso,

siempre cosas iguales.

 

Qué cambio cuando

uno más uno sea un puritano

más un gamelán,

un jazmín más un árabe,

una monja y un acantilado,

un canto y una máscara,

otra vez una guarnición y una doncella,

la esperanza de alguien

más el sueño de otro.

 

LLAMADA VIDA

 

Ponerse al margen

asistir a un pan

cantar un himno

 

menoscabarse en vano

abrogar voluntades

refrendar cataclismos

 

acompañar la soledad

no negarse a las quimeras

remansarse en el tornado

 

ir de lo ceñido a lo vasto

desde lo opaco a la centella

de comisión al sueño libre

 

ofrecerse a lo parco del día

si morir una hora tras otra

volver a comenzar cada noche

 

volar de lo distinto a lo idéntico

admirar miradores y sótanos

infligirse penarse concernirse

 

estar en busca de alma diferida

preparar un milagro entre la sombra

y llamar vida a lo que sabe a muerte.

 

CULTURA DEL PALIMPSESTO

 

...von endlichen Mitten einen unendlichen

Gebrauch machen.

(...con medios finitos, hacer un uso infinito.)

Alexander Von Humboldt*

 

Todo ahora es palimpsesto,

pasión del palimpsesto:

 

a la deriva,

    borrar lo poco hecho,

empezar de la nada,

afirmar la deriva,

mirarse entre la nada acrecentada,

velar lo venenoso,

matar lo saludable,

escribir delirantes historias para náufragos.

 

Cuidado:

no se pierde sin castigo el pasado,

no se pisa en el aire.

 

TRADUCIR

 

Alguien desborda,

al centro de la noche.

Ante un orden de palabras ajenas,

rebelde sometido,

ofrece el canto de toda su memoria,

las reviste de nueva piel

y con amor

las duerme en nueva lengua.

Apagada la luz,

el viento se pregona entre los árboles

y junto a la ventana hay frío

y la certeza de que todo paisaje

adentro se interrumpe

como frase que llegó a la madriguera

del terrible sentido.

No hay dispuesto en el yermo

un benévolo guía.

 

Los pasos son a ciegas,

el cielo sin estrellas.

Y el pensamiento anticipa las fieras.

 

POEMAS DE “TREMA

 

TAREA

 

Abrir palabra por palabra el páramo,

abrirnos y mirar hacia la significante abertura,

sufrir para labrar el sitio de la brasa,

luego extinguirla y mitigar la queja del quemado.

 

EN EL DORSO DEL CIELO

 

No es casual

lo que ocurre por azar:

un fragmento de nada se protege

del no ser, se entrecruza

de signos, impulsos,

síes y noes, atrasos y adelantos,

trazos de geometría celeste,

coordenadas veloces en el tiempo

y algo ocurre.

Lazos para nosotros pálidos,

son obvios para lo que no vemos,

y nosotros la ventana abierta

desde donde la tela blanca vuela

cubierta de diseños.

Pero uno llama azar

a su imaginación insuficiente.

 

FORTUNA

 

Por años, disfrutar del error

y de su enmienda,

haber podido hablar, caminar libre,

no existir mutilada,

no entrar o sí en iglesias,

leer, oír la música querida,

ser en la noche un ser como en el día.

 

No ser casada en un negocio,

medida en cabras,

sufrir gobierno de parientes

o legal lapidación.

No desfilar ya nunca

y no admitir palabras

que pongan en la sangre

limaduras de hierro.

Descubrir por ti misma

otro ser no previsto

en el puente de la mirada.

 

Ser humano y mujer, ni más ni menos.

 

DESPUÉS DE UNA NOCHE ESTRELLADA

 

No sabía la curruca de Maryland

que la muerte compraría aquí su largo viaje,

su vuelo demasiado veloz hacia el calor.

Macho —lo dice el negro collarín—,

tuvo un corazón débil. Hoy descansa

el afilado pico sobre la mano que lo alzó.

 

Pesa apenas. El ojo diminuto,

que midió las distancias, los riesgos,

aún brilla negro mientras

lo más oscuro que enfrentó lo envuelve,

después de las estrellas de su última altura,

en la astrosa mañana que le brinda la tierra.

 

Lo que en ella cae, dicen,

pertenece a los muertos.

Debe esperar entonces en justicia

donde la tarde no lo asure,

bajo algún verde, el paso

de la misma especie que lo nutrió,

la hormiga enterradora,

cada astil de sus plumas sutiles,

ofrecido quizás a un alma astricta, sola,

que otros soles buscó y ya no espera.

 

DE LA POCA MEMORIA

 

¿Cómo perdí el desmenuzado caballo

en las provincias sueltas?

 

La palpitante vaca, ciudadana escanciada,

cola festiva y moscas, toda su espuma blanca

febril y con perfume, resistiéndome ingrata,

¿se fue por los caminos?

 

La moneda de bronce del breve rey de Italia,

¿volvió a la tierra en años de luces discontinuas?

 

¿Cuándo el mar, el primero, acumuló color

y me lo trajo, llagado del clamor de las gaviotas,

al pie del tren de paja y viento y oro

y palidez de invierno derrotada?

 

Pasaban cerca flechas de lo asombroso, al blanco.

¿Quién me tensaba el arco?

 

¿Aquél turquesa azul, dónde dejó

su caja rústica, su mariposa abierta? Sin color,

sin dulzura, sin viento, un derrotado gris

adelanta banderas de estado de tiniebla.

 

Cuentas al tiempo, cuántas, tan inútiles

y qué inservibles ábacos manejo.

 

CALESITA

 

El carrusel, el tiovivo, el cómo

se llamaba, la calesita, llama

que me ofrecía un ciervo, una calesa

un cisne y un caballo encabritado,

el prodigio que giraba tan quieto,

que tan quieto trotaba por un aire

con organillo y campanillas, aire

que no movía la cola del caballo

dorado y blanco, pero de peligro,

peligro de caerme en pleno vuelo,

de caerme y quedar así olvidada

del padre, de bajar en otro punto

del punto de subida y verme sola,

sin nubes, sin ya viento en el pelo,

perdida sin el miedo delicioso

de volar con las manos aferradas

a crines que me sueltan y yo arcilla

que en el horno del aire recupera

su forma quieta, forma del principio,

de ser sola y sin alas.

 

NUEVAS OBLIGACIONES

 

Tendré que hacer una nevada montaña

de este montón de harina,

 

un bosque de estas tres enfiladas encinas

que miro y están solas,

 

una cascada del chorro de agua fría

que mi mano intercepta

 

y de la concesión, un géiser.

 

Desconectada, como erizo sin su cueva entre el pasto,

tendré que prevenirme de tanta ímproba realidad,

 

alta en el árbol del malestar,

como mono que va perdiendo su selva.

 

EN EL AIRE

 

Un jardín de geranios y su aire.

Junto a su cerca dejo a que paste

el buey que pesa sobre mi lengua

y digo: Aquí te quedas, come

en verde dehesa, pero terrena,

y canta, luego, si puedes,

si nadie escucha,

lo que te queda por no decir.

 

MILAGROS NATURALES

 

En la Noche Holland Park,

un fantasma blanquísimo

—arterías de las últimas artes—

danza sin huesos

contra un fondo violento,

acorde con sonidos que no escucho.

Y nada extraña

si abres ojos de aceptación

a lo que venga.

 

¿Acaso no es milagro

que en el día, en este mismo sitio,

vengan los petirrojos

a comer en las manos?

¿Qué éstas mismas existan,

bien dispuestas?

 

¿O la cola con que se pavonea

el pavo real narciso

ante nosotros que, al estarlo mirando,

milagreamos?

 

AGRADECIMIENTO

 

Agradezco a mi patria sus errores,

los cometidos, los que se ven venir,

ciegos, activos a su blanco de luto.

Agradezco el vendaval contrario,

el semiolvido, la espinosa frontera de argucias,

la falaz negación de gesto oculto.

Sí, gracias, muchas gracias

por haberme llevado a caminar

para que la cicuta haga su efecto

y ya no duela cuando muerde

el metafísico animal de la ausencia*.

 

(*) Peter Sloterdijk.

 

BOGOTÁ 2001

 

Bajo nubes ahumadas, sin convicción

al sesgo cae la lluvia.

Hay flores amarillas y espejos de agua grises

y pinos, pinos, pinos y rebaños.

Los eucaliptos, los de flores rojas,

asentados, miran la verde, irreductible tierra.

Todo se sabe a salvo en su propio color

y espera que por los aires suba

el papalote de la primavera.

A nada de esto inquieta si la poesía dura.

¿Se nutrirá ella del silencio del mundo?

 

POEMAS DE “SUEÑOS DE LA CONSTANCIA

 

DESTINO

 

Te habrán ofrecido la mano,

condonado la deuda,

servido,

como si fuese posible elegir ya,

parálisis o sueños.

A esta hora los dioses carnívoros

habrán abandonado el bosque;

tramposos, te han abierto paso

para que bajes hacia el círculo,

para que te equivoques

y digas: para qué,

para que viendo, ciegues,

y con todas las músicas a tu alcance

llenes de cera torpe, triste, tus oídos.

 

JUSTICIA

 

Duerme el aldeano en un colchón de heno.

El pescador de esponjas

sobre su mullidísima cosecha.

¿Dormirás tú, en lenta flotación,

sobre papel escrito?

 

DESPERTAR

 

Tenues trazos,

píos de pájaros

se acomodan al alba,

premeditan.

 

Cenizas, fuegos, flores;

la esperanza

sube en la luz,

el ojo no la impide.

 

El hilo de la vida

¿hilo será de Ariadna,

o hilo de araña,

fibra tendinosa?

 

POEMAS INÉDITOS

 

CENZONTLE Y MARGARITAS

 

De nuevo aquí el cenzontle,

el ruiseñor del día,

acróbata por los aires de plata.

De nuevo es marzo,

para él feliz, y danza

y en ese impulso vuelan sus trinos

desde el mástil muy alto

al más cercano borde del azul,

vacila, lo borda por segundos,

recompone una malla,

tensa un vacío, mira con ojo exacto

las quietas margaritas

y vuelve, en un vuelo gracioso,

vigía sin paz,

a la misma, persistente atalaya

donde lo descubrí.

No le importa, sensato,

lo pasajero, lo que abajo pasa,

gente sin ton ni son,

atontada sin música en urgencias.

Él canta por su especie

como no lo hace el hombre.

 

PROGRAMA

 

I

 

Recuerda, clara y lentamente, el agua.

Escucha al pájaro:

¿canta apenas su miedo

o demuestra esperanza?

 

Llega a la rosa y piensa en ella.

 

No te preocupe el hombre.

Él se basta:

a solas

prepara su cuchillo.

 

II

 

Mira, sin olvidar fatalidades,

la creciente, mas disminuida, especie.

Ánclate en lo que tantos desdeñan,

discreta ignora lo que mundo busca,

para así transitar, ya sin enfado,

tu bandera sin viento que desciende.

 

III

 

Abre los ojos

a cada parcela de mundo,

brotes de encino o rostro apático.

Una vez más quedarás deslumbrada

o buscarás tus culpas en el aire:

 

todavía eres presa de la vida.

 

LUNA LLENA, TIERRA VACIADA

 

Blanco talón nunca alcanzado,

 

riza las dóciles mareas,

sosiega pájaros inquietos,

mientras desnudo viene y va.

¿Qué espera en nosotros, de ese

grumo de luz que nos vigila?

 

Quizá un secreto mar de sangre,

en cárcel provisoria preso,

empieza ahora a aglutinarse

y concluya una paz de pluma

ahogada en bruma de luz blanca,

sin arrostrar lo que atrás queda.

 

En la alta alcándara, un misterio,

abajo, agujas en el agua.

Luna llena, tierra vaciada

y una mentida calma. Huyen,

último acorde de un redoble,

los derrotados pasos solos.

 

POEMAS DE “MELLA Y CRIBA

 

NOMBRE EN EL VIENTO

 

Busca ese nombre y se le esconde

en el orden del diccionario.

Olió la hoja y su recuerdo,

saltó la palabra a sus labios

y las letras danzaron,

unidas por un instante,

antes de volver a ser libres.

El misterio escapó vuelto aire

en la fragilidad del tiempo, incorregible,

hacia aquel patio,

el sitio verde de la infancia,

un instante en la historia

de una casa

y ésta en la de un país.

Un coágulo agreste

cuyos cimientos pocos ya

conocen, aman.

 

LA SUTURA

 

Tan sutilmente fina,

podría ignorarse

la peligrosa falla que tira

de los secretos hilos

y a partir de un instante

invade la labor tejida.

¿Qué puedes

por el desmoronado diseño?

Ahí está el corte

que progresa escondido

bajo la sutura lograda,

también fina.

Temo ya no saber hacer

lo que no debe verse

aunque

irse del mundo

pida dejar algo

-como sea en

pago de la ausencia.

 

POEMAS DE “LÉXICO DE AFINIDADES

 

BORGES

 

En el bosque de Borges es oscuro

lo claro, lo negro guarda el blanco,

lo blanco que es lo múltiple y el solo

color solar, hasta el aciago negro

que el alma infausta reconoce como

la ausencia en pensa de la luz interna.

 

Miró la mezquindad pasar, la fuerza,

calmo de lealtades y paciencias.

Anduvo laberintos, pensó espejos,

zahires, bibliotecas infinitas,

quieto en un centro de sabiduría

velocísimamente movedizo.

 

De otros caminos, de ninguna patria,

de diosas poderosos y olvidades

fue la memoria donde renaciesen.

Veneró comprendiendo y fue distinto

del eco y del troquel de lo ya dicho.

Nada en él muere, si recomenzamos.

 

LOCURA

 

El hombre está sometido a un tropismo de orden.

Las llaves en un bolsillo, las monedas en otro. Las

mandolinas se afinan sol, re, la, mi...

Nathanael West

 

El dos después del uno,

el tres antes del cuatro,

el seguro en la puerta,

la puerta en el espacio,

los minutos contados,

los libros del invierno,

el mimbre del verano,

el pasado en su caja,

el futuro esperado.

 

¿Y el ramo del desorden,

el espanto en el canto,

la inquietud en lo quieto,

el hueco en lo colmado,

el dolor en la risa,

la ceniza en la boca?

Y de repente el viento,

un treno por lo muerto:

el futuro alcanzado.

 

ARTEMISA

 

Ocupo mi antiguo cuidado.

Intento el verdor del principio.

Hacia el agua más fría retorno.

Artemisa en la letra tirito.

 

 

 

 

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LOS RUIDOS DE LA CASA es una mirada íntima de los sonidos detectados por el espíritu como residencia suprema de los sentidos, en especial del sentido auditivo, el cual se afina para escuchar los sonidos que están dentro y que asoman el vínculo entre lo estético y la intangibilidad del alma. Las imágenes estremecidas por los ruidos se manifiestan y se van haciendo parte del cuerpo consolidando y convirtiendo la casa estremecida con los sonidos de Dios, en un canto donde el amor deja al dedo enredado en los hilos del mantel. Las imágenes del ruido, la casa, los fantasmas, la cama, la puerta, son un todo, son uno en la vida del espíritu del autor. “En mi casa hay miles de jarrones un perro llorón por las noches una sonrisa pegada en la pared izquierda una almohada en el salón de nieve y un cuarto de estrellas lleno de grillos.”