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Ida Vitale, Montevideo, Uruguay 1923 |
POEMAS DE IDA VITALE
POEMAS DE “PALABRA DADA”
SOBREVIDA
Dame noche
las convenidas esperanzas,
dame no ya tu paz,
dame milagro,
dame al fin tu parcela,
porción del paraíso,
tu azul jardín cerrado,
tus pájaros sin canto.
Dame, en cuanto cierre
los ojos de la cara,
tus dos manos de sueño
que encaminan y hielan,
dame con qué encontrarme
dame, como una espada,
el camino que pasa
por el filo del miedo,
una luna sin sombra,
una música apenas oída
y ya aprendida,
dame, noche, verdad
para mí sola
tiempo para mí sola,
sobrevida.
EL POZO
Este pozo, qué miedo,
qué sobresalto oscuro.
Bajo la noche solos,
usando las palabras
como inconscientes varas
para tocar lo otro.
Lo otro: no nombrarlo,
no pensarlo siquiera.
Si pudiera negar
ese acabarse todo,
ese desarbolado
amanecer del mundo
que llegará algún día.
Pero la sombra vuelve
siempre con los recados
De ese turbión de espanto,
sin lugar, sin colores,
sin música, sin viento,
con nada más que un nombre
y las lágrimas todas
del hombre que lo cercan.
DORMIR DE NOCHE
Ahora dejo la luz,
tomo por el camino por donde
asidua va en cólera la sombra,
doy mi nombre y razones,
mi pretensión de júbilo,
las horas celebradas
en las que fui naciendo
y presento mi día
como un pájaro herido y terminante.
¿Después qué, después dónde,
después del sueño reclamado
y el ay final de despedida?
La fábula conclusa
dobla sus verdes hojas y su cielo,
guarda la tarde por recién usada,
los vientos y palabras que se oyeron.
Acá está lento el río,
imagen fiel de otra corriente
sin entrevista luz ni ruido alguno,
sin caricia de amigo ni tibia piel vecina.
Ávido el cuerpo espera,
un estrellado viento viene
y el cuerpo no responde.
Ciego como campana abandonada,
no sabe cuánto amor está guardado
entre la grave noche,
y cuánta vida nace y cuánta muere
bajo la lluvia de su oscuro polvo.
Oh estancado, vacío cuerpo solo,
sin memoria natal y sin presagios,
largo navío que no llega,
puente entre sombra y sombra
mudamente tendido.
POEMAS DE “LA LUZ DE ESTA MEMORIA”
CUÁNTAS SOMBRAS...
Cuántas sombras,
cuántos pálidos nombres vienen en el otoño
a morir en el fondo de algún agua quieta.
Cuántas sedas ajadas
se alzan de pronto fúnebres, tensas.
Hay que subir al cielo
con los ojos cerrados,
tocar tu nombre nada más y apenas
y arrancando una pluma del corazón de ayer
hacer nacer el ramo azul de la alegría.
Y no sentir el fruto preparado en la tierra,
pronto en cualquier momento
para abrirse y llamarnos,
con su perfume denso
hecho al amor de tantas primaveras.
Y no ver por la orilla pálida de las cosas
la soledad mirándonos el rostro,
poniéndonos su número,
su orden, esa luz roja del ocaso
al pecho.
BORDE DEL PARAÍSO
Me ha quedado
tu labio sobre el cuerpo
para ofrecerme muerte
en signos dulces.
Un río de palabras no dichas
se ha agotado.
Criaturas sombrías
echan mi suerte a viento o fuego.
Mi sangre canta, canta,
toca la luz,
el cielo del peligro,
ruega, duele, roza el radiante
borde del paraíso.
Oh labio asombro cacería asombro
tormenta nube escalofrío
asombro.
El alfabeto entero se deshace
y tiempo atrás recobra
el gemido primero.
Amor, aparta el aire,
dame tu mano fresca,
lleva mi frente a una orilla de hierbas.
Quiero saber al fin
el lugar de la rosa,
el paraíso.
POEMAS DE “CADA UNO EN SU NOCHE”
ESTE MUNDO
Sólo acepto este mundo iluminado
cierto, inconstante, mío.
Sólo exalto su eterno laberinto
y su segura luz, aunque se esconda.
Despierta o entre sueños,
su grave tierra piso
y es su paciencia en mí
la que florece.
Tiene un círculo sordo,
limbo acaso,
donde a ciegas aguardo
la lluvia, el fuego
desencadenados.
A veces su luz cambia,
es el infierno;
a veces, rara vez,
el paraíso.
Alguien podrá quizás
entreabrir puertas,
ver más allá
promesas, sucesiones.
Yo sólo en él habito,
de él espero,
y hay suficiente asombro.
En él estoy,
me quede,
renaciera.
FINAL DE FÉNIX
No era verdad
el fabuloso vuelo
pero fingíamos creerlo
por casi hermoso.
Le miramos llegar
a un cielo falso
subiendo su proclama
de oro en oro
en rosa sombría de teatro,
en inerte crepúsculo.
Seguíamos su vuelo
con ácida paciencia.
Pronto,
roído del día
por sus mismos vapores
fue cediendo
ante la noche limpia.
Aguardábamos
el fruto del incendio,
lo imprevisible
figurado en gloria.
Al cabo fue cayendo
hacia la tierra,
entre sombras
de vuelos de ceniza.
y no vimos batir
ala ninguna.
EL REVÉS DE LA VIDA
Hay gradaciones leves, lentas
antes del decisivo expolio:
Un restar diario, un menoscabo,
un segurísimo mordiente
con el que va signando el tiempo
en nosotros su trazo ciego.
Para los ojos distraídos
hay un engaño preparado:
llegan celestes veladuras,
lluvias que esconden otra orilla,
simulaciones de prodigios
y como ciegos caminamos.
Nos habituaron a la máscara
de nuestro rostro en primavera,
cuando probábamos a amantes
y la aprendimos como eterna;
como nos vimos para siempre
bajo un limbio, acendrado cielo,
entre el hervor de los jardines
que no guardan ningún secreto.
Luego el revés de la aventura,
luego el saqueo, el abandono
en el camino sin socorro.
Luego la sórdida constancia:
nadie previene ante nosotros
nuevos grados de maravilla,
no hay espejismos ni sorpresas,
ni concesiones ni privanzas.
Después de todo, ya sabremos
lo que ocultaba la esperanza.
EL PUENTE
La muerte es la menor distancia
entre los sueños,
el cálculo más breve,
el gesto sin torpeza.
Los amantes que cierran
las puertas como noches
para darse sus vidas
lo saben, mientras hunden
en la espuma del gozo
apenas pensamiento,
terror apenas dicho.
Lo saben pero piden
seguidamente treguas
para cavar sus túneles
entre sordas memorias.
En tanto, el puente aguarda
de luz a luz tendido,
pacientemente fácil,
su paso de fantasmas.
POEMAS DE “OIDOR ANDANTE”
CUADRO
Construimos el orden de la mesa,
el follaje de la ilusión,
un festín de luces y sombras,
la apariencia del viaje en la inmovilidad.
Tensamos un blanco campo
para que en él esplendan
las reverberaciones del pensamiento
en torno del icono naciente.
Luego soltamos nuestros perros,
azuzamos la cacería,
la imagen serenísima, virtual,
cae desgarrada.
ESFINGE REINA
De pie sobre la caja de la culebra,
la reina, subida por ángeles
o demonios, va tras el sortilegio.
Se le ha abierto un camino de alfileres
para que baile sobre sus puntas
y hacia atrás una espada la protege o la mata.
Este siglo le incendia bosques diarios
de pájaros prohibidos
y le cierra el escándalo de los viajes sin rumbo.
¿Ofrecerá morir, un alacrán
rodeado de oscuros enemigos,
o cubrirse tan sólo de espinas,
de aguijones?
Fío en que mantenga su cetro de locura,
la pólvora capaz de volar
la suficiente imagen del mundo.
REUNIÓN
Érase un bosque de palabras,
una emboscada lluvia de palabras,
una vociferante o tácita
convención de palabras,
un musgo delicioso susurrante,
un estrépito tenue,
un oral arcoíris
de posibles oh leves leves disidencias leves,
érase el pro y el contra,
el sí y el no,
multiplicados árboles
con voz en cada una de sus hojas.
Ya nunca más, diríase,
el silencio.
RENACENTISTA
Aún sigue siendo así: icáricos,
caedizos y respectivo mar uno del otro.
Desde las barcas y las plantaciones
transmiten partes de rescoldo último,
doblan señales de pasión y muerte
los exentos, y fervorosamente
huyen del aire altivo de la quema.
Los que allá siguen gravitando aducen
sus propias leyes, su sagrado fuego,
tocan intactos su certeza y ríen.
TRASTIENDA
Cielos veloces de Montevideo,
estratos de oro y de laurel,
halados por la más alta red,
tibios lilas lentísimos
cocientes de su luz multiplicada,
pasan y nos envuelven
y nos entretenemos con su gracia,
como una mano juega
entre arenas que guardan
la eternidad en la que no pensamos.
Entretanto, el pegaso peligro
relincha ferozmente.
TRAMPAS
Las arpas de la óptica alegría...!
Juan Ramón Jiménez
El azar, ese dios extraviado
que libra su batalla, fuego a fuego,
no está sólo escondido en la catástrofe:
a veces un gorjeo lo delata
y sobornado, entonces
admite durar un poco en la alegría.
LA PALABRA
Expectantes palabras,
fabulosas en sí,
promesas de sentidos posibles,
airosas,
aéreas,
airadas,
ariadnas.
Un breve error
las vuelve ornamentales.
Su indescriptible exactitud
nos borra.
VÉRTIGO
Varada velocísima en
tu borde,
veraz de veras,
en vilo, en vela
virando hacia,
en ti guarecida,
guarnecida quiero seguir
imaginando cómo se amanece,
capaz de maullar
por las azoteas del frío
o del ardor final,
feliz naciendo
de la diaria muerte.
LA BATALLA
¿Quién, resonante,
baja por la noche,
sino palabra apolo
con sus flechas furiosas
que hierven al oído
como abejas?
Maligna, triste, silenciosa peste
sobre aquel que rehúye la batalla,
si dentro sintió el fuego.
Para el que acepta,
diaria, contrincante muerte.
POEMAS DE “JARDÍN DE SÍLICE”
EL CUADRADO DE LA DISTANCIA
No importa que estés
en el escenario del verano,
en el centro de sus desafíos.
Distante de sus fuegos
vas caminando a solas,
entre estatuas nevadas,
por las piedras
del puente de Carlos,
infinito.
Te miras caminar,
te ves mirando como el hielo
cuaja en islas efímeras,
corre río abajo,
se unce en un punto
lejos de aquí
—¿qué aquí?—
entre nuevas orillas.
El relámpago es indecible.
Regresa entonces en sentido contrario,
Recupera usos y costumbres,
el mar,
la arena muerta,
esta claridad,
mientras puedas.
Pero guarda en la sangre, como un pez,
El dulce fragor de lo distante.
VERANO
Todo es azul,
lo que no es verde
y arde,
I.N.R.I.
—igne natura renovatur integra—
en este aceite grave del verano,
cae el que pesa el vuelo de los pájaros
y blasfema del pájaro sin vuelo,
cae la excrecencia verbal =
la agorería = el trofeo,
la joya sobre la vieja piel de siempre.
Quien se sienta a la orilla de las cosas
Resplandece de cosas sin orillas.
EN QUEVEDO
Un día
se sube del polo al ecuador
se baja
de los plumones de paraíso
a la artesa de sangre donde cae
la cuenta más certera
por quedarse excavando en Quevedo
querube de odios nítidos
luciferinos bríos
cómodo en las cuatro postrimerías del hombre
muerte juicio infierno gloria.
SALMO
Alaba lo que no conoces
por tu esperanza
y aun por tu mirada de hoy,
creyente
de la hermosura que muchos desdeñan;
alábalo por inconcebible,
por la constancia de sus absurdas disposiciones.
El itinerario de tu viaje
brevemente infinito
traza un dibujo que sólo tú no entiendes,
pero no te amotines.
En el ruidoso vacío de su centro
caerás,
trasmutable semilla,
cuando la hermosura y la esperanza
ensimismadas
finen.
PASAJE DE LA ESTRELLA FUGAZ
Si el pasado
volando desde distintos puntos de partida
llegase a serenísimo vals
si pudieran
acordarse la fascinación del fragmento
el golpe de la montaña mágica
las fulminantes azoteas
en el triunfo de las tribulaciones
la gota de laúd
y luego
noches descubrimientos fines
todo el torrente de las desposadas metamorfosis
cuando juntos recogiéramos el azoro
que numera los años
uncidas las felices ocasiones
acaso el miedo
el duelo
hasta un eterno crepúsculo
flores finales.
ZOON POLITIKON
Il n’y a de paix qu’au-dessus des
serpents de la terre.
Max Jacob
Quisieras escribir al margen de combustiones
y escalofríos,
malezas que ametrallan
y testimonios del fracaso de toda magia,
remediando azogues roídos para que del otro lado
del espejo se llegue
a los jardines sin tormenta ni astucia,
donde el té circular y los amigos íntimos
lejanos.
Quisieras convertir los pantanos en manantiales
de limpio berro,
izar la historia,
red reptante donde tropiezas
y te cubres de presagios amoratados.
Pero sigues por arenales de sofocación hasta ningún fin,
a vararte en el horror prometido.
La espalda, triste signo,
acata tablas dictadas entre
truenos y violencia.
Quisieras estar naciendo en edad de razón.
SEQUÍA
De se taire, parfois, riche est l’occasion.
R. Roussel
Y tienen las palabras su verano,
su invierno, y tiempos de entretierra
y estaciones de olvido.
De pronto se parecen demasiado a nosotros,
a manos que no tocan
hijos, amigos
y pierden su polvo en otra tierra.
Ya no las mueve el agua
de nuestra tibia orilla humana.
Navegan entre nieblas,
merodean lentísimas,
van como topos, ciegas, esperando.
Hermanas, tristes nuestras.
ALAMEDA
Contra las invisibles estrellas
—su memoria como
una fresca vía de la noche—,
contra su luz aniquilada,
la falsa, brillante
red de lumbres
prendida de los muros altísimos.
Cabría equivocarse como en sueños.
De pronto,
saliendo del esplendor oscuro del jardín,
casi a tus pies,
corrió la rata fría,
real,
más nítida que el hoy,
duramente borroso.
LA CACERÍA, ¿INFINITA?
Islas:
tanta claridad es misterio.
Túneles las traspasan,
dédalos dinamitados
para renacer de sí mismos,
laberintos con toro y sueños
y teseo voraz del mito
y ariadna que un día inicia
la para siempre
eterna
lectura de la verdad
que,
fabulada,
circular en las aguas escapa,
fija a la orilla de un comienzo,
de un cerrado infinito cerrado.
POEMAS DE “PROCURA DE LO IMPOSIBLE”
BOTÁNICA
Aquí no hay ruda, nada de maticas.
Si acaso ciclamores empinados al rosa,
raptados por el sol en las aceras solas,
y encinas:
situación de silencio vegetal
porque nada me dicen o,
en su lengua muerta para mí,
estos ariscos rangos
no sé qué de nosocomio afirman,
reiterados y prúsicos.
Pero ni una ramita de ruda, repito.
Tampoco aromos.
Acaso a duras penas
el romero, paramento fragante,
resiste en los jardines,
me asiste con su olor
a pan de Venecia, a tren rápido
pero rueda detenida
en la memoria para siempre,
como dicha que no es filosa arista.
Pero ni una matica de ruda.
APENAS CONCIERTO
Tantas argucias del oboe,
tantos giros en espiral hacia la cúpula
de un cielo que nadie le discute
—ostentaciones de hiedra
al último sol de la tarde—
y caídas hacia la arena dócil del violoncelo,
no obstruyen la inatacable realidad:
el bajo continuo persevera.
Aquí un concierto
y nada más.
EXILIOS
…tras tanto acá y allá yendo y viniendo.
Francisco de Aldana
Están aquí y allá: de paso,
en ningún lado.
Cada horizonte: donde un ascua atrae.
Podrían ir hacia cualquier fisura.
No hay brújula ni voces.
Cruzan desiertos que el bravo sol
o que la helada queman
y campos infinitos sin el límite
que los vuelve reales,
que los haría de solidez y pasto.
La mirada se acuesta como un perro,
sin siquiera el recurso de mover una cola.
La mirada se acuesta o retrocede,
se pulveriza por el aire
si nadie la devuelve.
No regresa a la sangre ni alcanza
a quien debiera.
Se disuelve, tan solo.
ABUELA
En una luz verdosa, entre olores verdosos,
en un vestido negro como papel quemado,
la abuela se refleja desde la mecedora,
al fondo del espejo.
Allí sentada no se hamaca. Cruje.
Se le evaporan casamiento y casas,
ocasiones de cuita, los narrados,
secos jirones que de a poco dieron
gusto a sangre en la boca a la familia:
las guerras y los muertos pequeñitos,
y los que luego luto le vistieron.
Y también el amor del que no hablaba,
la aridez de los años, la gota de molicie
que murió inútil en su piel reseca.
Todo tal la merienda sorbida tarde a tarde,
de inmediato olvidada.
Fue inmune a la viruela.
Ignoró la codicia.
No vio la conyugal Sicilia
ni muchas calles de Montevideo.
Durante décadas le bastó una amiga
y los recuerdos de su pueblo mínimo.
Sólo insistía en recordar el nombre
en italiano del durazno.
Como el sabor, se le olvidaba.
Sé que sobre sus faldas tibias,
tibia dormía otra Verdad secreta
que acunó su quietud.
La luz bajo cortinas de filé melancólico,
por años la enfrenté desde otra mecedora,
sin lograr alcanzarla.
RESIDUA
Corta la vida o larga, todo
lo que vivimos se reduce
a un gris residuo en la memoria.
De los antiguos viajes quedan
las enigmáticas monedas
que pretenden valores falsos.
De la memoria sólo sube
un vago polvo y un perfume.
¿Acaso sea la poesía?
NIEVE
Mínimos puntos - aguanieve,
cristales - blancos bajan.
Este harapiento mundo
pone por un momento
suave decoro de algodones
en su fábula fea.
Deslumbra una escama de liquen
verdegris en lo blanco.
Deslumbra una rama sin hojas,
una hoja sin rama.
Hacer bello lo otro
es gloria de la nieve.
La alegría del perro sabe
juegos que el hombre olvida
y natural usa la fiesta
nueva que se le da.
Callan altos los pájaros
como el hombre suspensos.
ACLIMATACIÓN
Primero te retraes,
te agostas,
pierdes alma en lo seco,
en lo que no comprendes,
intentas llegar al agua de la vida,
alumbrar una membrana mínima,
una hoja pequeña.
No soñar flores.
El aire te sofoca.
Sientes la arena
reinar en la mañana,
morir lo verde,
subir árido oro.
Pero, aún sin ella saberlo,
desde algún borde
una voz compadece, te moja
breve, dichosamente,
como cuando rozas
una rama de pino baja
ya concluida la lluvia.
Entonces,
contra lo sordo
te levantas en música,
contra lo árido, manas.
POEMAS DE “REDUCCIÓN DEL INFINITO”
COLIBRÍ
La resolana que vibra,
un breve sol en el seto,
un ts ts que al aire libra
su peligro secreto
y ya la flor disminuye
ante el prodigio de pluma
que surge y deslumbra y huye
y sólo alcanzo por suma
terca de años, en que presa
del hechizo, sigo en vano
la milagrosa destreza
que lo suspenda en mi mano
y entonces por un segundo
sentir cómo late el mundo.
LA GLORIA DE FILITIS
Nada labró Filitis, pastor egipcio.
Fue pobre.
No intuyó nueva barca
de líneas más seguras y bellas.
No imaginó jardines
ni un trazo ni una música,
no dejó nada escrito,
no movió una figura del sagrado perfil.
Sólo llevó sus bestias a pacer
al pie de las colinas
donde Quefrén y Queops,
los execrables reyes,
durante medio siglo
levantaron sus tumbas
sobre hombros de pueblos agotados.
Éstos, abominándolos,
no quisieron nombrarlos.
Justicieros decían
para hablar de esos sitios:
—Allí,
donde las pirámides de Filitis.
ANUNCIACIÓN
Viene el ángel de raso, replegadas las alas,
hacia el rincón de la terraza donde,
al pie de la columna,
leía la virgen el libro que ahora olvida.
Un gozque, junto a ella,
alza una pata inquieta, mientras,
contra el crepúsculo,
del dedo admonitorio del ángel
diríase que un hilo parte
y doblega una mano dócil
sobre el pecho asustado.
Los colores
son los que acostumbra el Veronese:
borra de vino el talar de María,
oscuro azul su manto.
El cielo en el crepúsculo progresa
del intenso celeste a los jirones rosa
que anuncian para mañana,
acaso, la tormenta.
Pero ya cuaja un leve
velo gris sobre las cosas
que ignoran
cómo se leerá su destino.
Todo sucede a una distancia abismal
de este mundo,
que aún se imagina libre
de la Bestia y del Límite.
OTOÑO
Otoño, perro
de cariñosa pata impertinente,
mueve las hojas de los libros.
Reclama que se atienda
las fascinantes suyas,
que en vano pasan del verde
al oro al rojo al púrpura.
Como en la distracción,
la palabra precisa
que pierdes para siempre.
SUMAS
Caballo y caballero son ya dos animales
Uno más uno, decimos. Y pensamos:
una manzana más una manzana,
un vaso más un vaso,
siempre cosas iguales.
Qué cambio cuando
uno más uno sea un puritano
más un gamelán,
un jazmín más un árabe,
una monja y un acantilado,
un canto y una máscara,
otra vez una guarnición y una doncella,
la esperanza de alguien
más el sueño de otro.
LLAMADA VIDA
Ponerse al margen
asistir a un pan
cantar un himno
menoscabarse en vano
abrogar voluntades
refrendar cataclismos
acompañar la soledad
no negarse a las quimeras
remansarse en el tornado
ir de lo ceñido a lo vasto
desde lo opaco a la centella
de comisión al sueño libre
ofrecerse a lo parco del día
si morir una hora tras otra
volver a comenzar cada noche
volar de lo distinto a lo idéntico
admirar miradores y sótanos
infligirse penarse concernirse
estar en busca de alma diferida
preparar un milagro entre la sombra
y llamar vida a lo que sabe a muerte.
CULTURA DEL PALIMPSESTO
...von endlichen Mitten einen unendlichen
Gebrauch machen.
(...con medios finitos, hacer un uso infinito.)
Alexander Von Humboldt*
Todo ahora es palimpsesto,
pasión del palimpsesto:
a la deriva,
borrar lo poco hecho,
empezar de la nada,
afirmar la deriva,
mirarse entre la nada acrecentada,
velar lo venenoso,
matar lo saludable,
escribir delirantes historias para náufragos.
Cuidado:
no se pierde sin castigo el pasado,
no se pisa en el aire.
TRADUCIR
Alguien desborda,
al centro de la noche.
Ante un orden de palabras ajenas,
rebelde sometido,
ofrece el canto de toda su memoria,
las reviste de nueva piel
y con amor
las duerme en nueva lengua.
Apagada la luz,
el viento se pregona entre los árboles
y junto a la ventana hay frío
y la certeza de que todo paisaje
adentro se interrumpe
como frase que llegó a la madriguera
del terrible sentido.
No hay dispuesto en el yermo
un benévolo guía.
Los pasos son a ciegas,
el cielo sin estrellas.
Y el pensamiento anticipa las fieras.
POEMAS DE “TREMA”
TAREA
Abrir palabra por palabra el páramo,
abrirnos y mirar hacia la significante abertura,
sufrir para labrar el sitio de la brasa,
luego extinguirla y mitigar la queja del quemado.
EN EL DORSO DEL CIELO
No es casual
lo que ocurre por azar:
un fragmento de nada se protege
del no ser, se entrecruza
de signos, impulsos,
síes y noes, atrasos y adelantos,
trazos de geometría celeste,
coordenadas veloces en el tiempo
y algo ocurre.
Lazos para nosotros pálidos,
son obvios para lo que no vemos,
y nosotros la ventana abierta
desde donde la tela blanca vuela
cubierta de diseños.
Pero uno llama azar
a su imaginación insuficiente.
FORTUNA
Por años, disfrutar del error
y de su enmienda,
haber podido hablar, caminar libre,
no existir mutilada,
no entrar o sí en iglesias,
leer, oír la música querida,
ser en la noche un ser como en el día.
No ser casada en un negocio,
medida en cabras,
sufrir gobierno de parientes
o legal lapidación.
No desfilar ya nunca
y no admitir palabras
que pongan en la sangre
limaduras de hierro.
Descubrir por ti misma
otro ser no previsto
en el puente de la mirada.
Ser humano y mujer, ni más ni menos.
DESPUÉS DE UNA NOCHE ESTRELLADA
No sabía la curruca de Maryland
que la muerte compraría aquí su largo viaje,
su vuelo demasiado veloz hacia el calor.
Macho —lo dice el negro collarín—,
tuvo un corazón débil. Hoy descansa
el afilado pico sobre la mano que lo alzó.
Pesa apenas. El ojo diminuto,
que midió las distancias, los riesgos,
aún brilla negro mientras
lo más oscuro que enfrentó lo envuelve,
después de las estrellas de su última altura,
en la astrosa mañana que le brinda la tierra.
Lo que en ella cae, dicen,
pertenece a los muertos.
Debe esperar entonces en justicia
donde la tarde no lo asure,
bajo algún verde, el paso
de la misma especie que lo nutrió,
la hormiga enterradora,
cada astil de sus plumas sutiles,
ofrecido quizás a un alma astricta, sola,
que otros soles buscó y ya no espera.
DE LA POCA MEMORIA
¿Cómo perdí el desmenuzado caballo
en las provincias sueltas?
La palpitante vaca, ciudadana escanciada,
cola festiva y moscas, toda su espuma blanca
febril y con perfume, resistiéndome ingrata,
¿se fue por los caminos?
La moneda de bronce del breve rey de Italia,
¿volvió a la tierra en años de luces discontinuas?
¿Cuándo el mar, el primero, acumuló color
y me lo trajo, llagado del clamor de las gaviotas,
al pie del tren de paja y viento y oro
y palidez de invierno derrotada?
Pasaban cerca flechas de lo asombroso, al blanco.
¿Quién me tensaba el arco?
¿Aquél turquesa azul, dónde dejó
su caja rústica, su mariposa abierta? Sin color,
sin dulzura, sin viento, un derrotado gris
adelanta banderas de estado de tiniebla.
Cuentas al tiempo, cuántas, tan inútiles
y qué inservibles ábacos manejo.
CALESITA
El carrusel, el tiovivo, el cómo
se llamaba, la calesita, llama
que me ofrecía un ciervo, una calesa
un cisne y un caballo encabritado,
el prodigio que giraba tan quieto,
que tan quieto trotaba por un aire
con organillo y campanillas, aire
que no movía la cola del caballo
dorado y blanco, pero de peligro,
peligro de caerme en pleno vuelo,
de caerme y quedar así olvidada
del padre, de bajar en otro punto
del punto de subida y verme sola,
sin nubes, sin ya viento en el pelo,
perdida sin el miedo delicioso
de volar con las manos aferradas
a crines que me sueltan y yo arcilla
que en el horno del aire recupera
su forma quieta, forma del principio,
de ser sola y sin alas.
NUEVAS OBLIGACIONES
Tendré que hacer una nevada montaña
de este montón de harina,
un bosque de estas tres enfiladas encinas
que miro y están solas,
una cascada del chorro de agua fría
que mi mano intercepta
y de la concesión, un géiser.
Desconectada, como erizo sin su cueva entre el pasto,
tendré que prevenirme de tanta ímproba realidad,
alta en el árbol del malestar,
como mono que va perdiendo su selva.
EN EL AIRE
Un jardín de geranios y su aire.
Junto a su cerca dejo a que paste
el buey que pesa sobre mi lengua
y digo: Aquí te quedas, come
en verde dehesa, pero terrena,
y canta, luego, si puedes,
si nadie escucha,
lo que te queda por no decir.
MILAGROS NATURALES
En la Noche Holland Park,
un fantasma blanquísimo
—arterías de las últimas artes—
danza sin huesos
contra un fondo violento,
acorde con sonidos que no escucho.
Y nada extraña
si abres ojos de aceptación
a lo que venga.
¿Acaso no es milagro
que en el día, en este mismo sitio,
vengan los petirrojos
a comer en las manos?
¿Qué éstas mismas existan,
bien dispuestas?
¿O la cola con que se pavonea
el pavo real narciso
ante nosotros que, al estarlo mirando,
milagreamos?
AGRADECIMIENTO
Agradezco a mi patria sus errores,
los cometidos, los que se ven venir,
ciegos, activos a su blanco de luto.
Agradezco el vendaval contrario,
el semiolvido, la espinosa frontera de argucias,
la falaz negación de gesto oculto.
Sí, gracias, muchas gracias
por haberme llevado a caminar
para que la cicuta haga su efecto
y ya no duela cuando muerde
el metafísico animal de la ausencia*.
(*) Peter Sloterdijk.
BOGOTÁ 2001
Bajo nubes ahumadas, sin convicción
al sesgo cae la lluvia.
Hay flores amarillas y espejos de agua grises
y pinos, pinos, pinos y rebaños.
Los eucaliptos, los de flores rojas,
asentados, miran la verde, irreductible tierra.
Todo se sabe a salvo en su propio color
y espera que por los aires suba
el papalote de la primavera.
A nada de esto inquieta si la poesía dura.
¿Se nutrirá ella del silencio del mundo?
POEMAS DE “SUEÑOS DE LA CONSTANCIA”
DESTINO
Te habrán ofrecido la mano,
condonado la deuda,
servido,
como si fuese posible elegir ya,
parálisis o sueños.
A esta hora los dioses carnívoros
habrán abandonado el bosque;
tramposos, te han abierto paso
para que bajes hacia el círculo,
para que te equivoques
y digas: para qué,
para que viendo, ciegues,
y con todas las músicas a tu alcance
llenes de cera torpe, triste, tus oídos.
JUSTICIA
Duerme el aldeano en un colchón de heno.
El pescador de esponjas
sobre su mullidísima cosecha.
¿Dormirás tú, en lenta flotación,
sobre papel escrito?
DESPERTAR
Tenues trazos,
píos de pájaros
se acomodan al alba,
premeditan.
Cenizas, fuegos, flores;
la esperanza
sube en la luz,
el ojo no la impide.
El hilo de la vida
¿hilo será de Ariadna,
o hilo de araña,
fibra tendinosa?
POEMAS INÉDITOS
CENZONTLE Y MARGARITAS
De nuevo aquí el cenzontle,
el ruiseñor del día,
acróbata por los aires de plata.
De nuevo es marzo,
para él feliz, y danza
y en ese impulso vuelan sus trinos
desde el mástil muy alto
al más cercano borde del azul,
vacila, lo borda por segundos,
recompone una malla,
tensa un vacío, mira con ojo exacto
las quietas margaritas
y vuelve, en un vuelo gracioso,
vigía sin paz,
a la misma, persistente atalaya
donde lo descubrí.
No le importa, sensato,
lo pasajero, lo que abajo pasa,
gente sin ton ni son,
atontada sin música en urgencias.
Él canta por su especie
como no lo hace el hombre.
PROGRAMA
I
Recuerda, clara y lentamente, el agua.
Escucha al pájaro:
¿canta apenas su miedo
o demuestra esperanza?
Llega a la rosa y piensa en ella.
No te preocupe el hombre.
Él se basta:
a solas
prepara su cuchillo.
II
Mira, sin olvidar fatalidades,
la creciente, mas disminuida, especie.
Ánclate en lo que tantos desdeñan,
discreta ignora lo que mundo busca,
para así transitar, ya sin enfado,
tu bandera sin viento que desciende.
III
Abre los ojos
a cada parcela de mundo,
brotes de encino o rostro apático.
Una vez más quedarás deslumbrada
o buscarás tus culpas en el aire:
todavía eres presa de la vida.
LUNA LLENA, TIERRA VACIADA
Blanco talón nunca alcanzado,
riza las dóciles mareas,
sosiega pájaros inquietos,
mientras desnudo viene y va.
¿Qué espera en nosotros, de ese
grumo de luz que nos vigila?
Quizá un secreto mar de sangre,
en cárcel provisoria preso,
empieza ahora a aglutinarse
y concluya una paz de pluma
ahogada en bruma de luz blanca,
sin arrostrar lo que atrás queda.
En la alta alcándara, un misterio,
abajo, agujas en el agua.
Luna llena, tierra vaciada
y una mentida calma. Huyen,
último acorde de un redoble,
los derrotados pasos solos.
POEMAS DE “MELLA Y CRIBA”
NOMBRE EN EL VIENTO
Busca ese nombre y se le esconde
en el orden del diccionario.
Olió la hoja y su recuerdo,
saltó la palabra a sus labios
y las letras danzaron,
unidas por un instante,
antes de volver a ser libres.
El misterio escapó vuelto aire
en la fragilidad del tiempo, incorregible,
hacia aquel patio,
el sitio verde de la infancia,
un instante en la historia
de una casa
y ésta en la de un país.
Un coágulo agreste
cuyos cimientos pocos ya
conocen, aman.
LA SUTURA
Tan sutilmente fina,
podría ignorarse
la peligrosa falla que tira
de los secretos hilos
y a partir de un instante
invade la labor tejida.
¿Qué puedes
por el desmoronado diseño?
Ahí está el corte
que progresa escondido
bajo la sutura lograda,
también fina.
Temo ya no saber hacer
lo que no debe verse
aunque
irse del mundo
pida dejar algo
-como sea en
pago de la ausencia.
POEMAS DE “LÉXICO DE AFINIDADES”
BORGES
En el bosque de Borges es oscuro
lo claro, lo negro guarda el blanco,
lo blanco que es lo múltiple y el solo
color solar, hasta el aciago negro
que el alma infausta reconoce como
la ausencia en pensa de la luz interna.
Miró la mezquindad pasar, la fuerza,
calmo de lealtades y paciencias.
Anduvo laberintos, pensó espejos,
zahires, bibliotecas infinitas,
quieto en un centro de sabiduría
velocísimamente movedizo.
De otros caminos, de ninguna patria,
de diosas poderosos y olvidades
fue la memoria donde renaciesen.
Veneró comprendiendo y fue distinto
del eco y del troquel de lo ya dicho.
Nada en él muere, si recomenzamos.
LOCURA
El hombre está sometido a un tropismo de orden.
Las llaves en un bolsillo, las monedas en otro. Las
mandolinas se afinan sol, re, la, mi...
Nathanael West
El dos después del uno,
el tres antes del cuatro,
el seguro en la puerta,
la puerta en el espacio,
los minutos contados,
los libros del invierno,
el mimbre del verano,
el pasado en su caja,
el futuro esperado.
¿Y el ramo del desorden,
el espanto en el canto,
la inquietud en lo quieto,
el hueco en lo colmado,
el dolor en la risa,
la ceniza en la boca?
Y de repente el viento,
un treno por lo muerto:
el futuro alcanzado.
ARTEMISA
Ocupo mi antiguo cuidado.
Intento el verdor del principio.
Hacia el agua más fría retorno.
Artemisa en la letra tirito.
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