Pintura al óleo de Ora Tamir (Israel) |
ANONIMO
(Siglo XI)
Una moza que siempre
se queja de un desdeñoso
(¡ay de quien se confía
en el que nunca da apoyo!)
ardiendo ella de amores
y viéndolo duro y sordo,
cantó, pues su esperanza
en él reposa tan sólo:
Dueño mío, Ibrahím,
¡oh! nombre dulce,
vente a mí,
de noche.
Si no, si no quieres,
iréme a ti
—¡dime adónde!—
a verte.
*
Cuando en cierta noche
todo corcel
los guerreros buscan,
porque ante el peligro
sueño y placer
la ocasión rehusa,
una moza canta
cuando correr
lo ve hacia la lucha:
¡Oh seductor, oh seductor!
Entráos aquí,
cuando el gilós duerma.
Tal cual vez una moza
quiere verse con su amante.
Si lo ve, lo que anhela
es burlar a los guardianes
y decir, cuando canta,
con acento sollozante:
¡Alba de mi fulgor!
¡Alma de mi alegría!
No estando el espía,
esta noche quiero amor.
*
Una vez que verla pude a solas,
tras besar las mieles de su boca,
le hice desgarrones en la ropa,
y a su madre dijo como loca:
Este desvergonzado, madre, este alborotado,
me toma por fuerza,
y no veo yo el porvenir.
*
Viendo el espía sobre sí,
en un desliz, la bella hurí
a su galán le canta así:
«Si quieres como bueno a mí
ven mi boquita esta a besar,
que es de cerezas un collar.»
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