POEMAS DE: ECÓLOGO DE DÍA FERIADO
(Antología Persoal)
¿POR
QUÉ TENGO YO QUE IR MÁS APRISA?
A
través de la ventanilla del automóvil
observo
los muros, las casas, las calles,
los
árboles, los pastos, los cultivos, los baldíos,
que
ante mí también pasan raudos
a
la misma velocidad que yo paso
pero
en dirección contraria,
como
si entre la naturaleza y yo se estableciera
una
pugna para decidir
quién
se despide y quién se queda.
¡Oh,
de ningún modo pretendo ni quiero
permanecer
fijo!
Mi
movilidad es lo que hace que viva.
Es,
así pues, mi carta de triunfo.
Pero
¿por qué tengo yo que ir más aprisa
y
dar cuenta de los frutos de mi rápida incursión
en
esta vida, de las ganancias y pérdidas
que
en el trayecto hice?
En
realidad yo a donde quiero ir
es
hasta donde mi viaje termine
No
hasta donde ustedes quieren
que
yo rápidamente vaya
haciéndome
creer que con esto me ahorran
más
dolores y penas
y
que la partida y el final son igualmente fatales.
En
realidad, como les digo, yo lo que quiero
es
que me dejen llegar a donde mi meta se acabe,
tranquilo,
sin que sienta pena por no haberme ocupado
de
hacer el balance de ganancias y pérdidas,
subido
a mí mismo, sí,
y
apenas tan rápido
como
me lo permiten mis cuatro extremidades.
(1999)
ALBORADA
DEL NÁUFRAGO
Yo
no amaría a la madrugada
si
el sol no estuviera próximo.
Pues
no es la continuidad de la noche
lo
que quiero, sino el deslumbramiento,
el
resplandor de otro comienzo.
No
amaría a la madrugada si fuera autónoma
y estuviera en sí misma completa.
Si
no fuera la mitad en sombras
de
lo que, a la salida del sol, nos vuelve dichosos.
Yo
no amaría a la madrugada
si
estuviera en manos
de
mi desvelo prolongar por más tiempo
su
agonía para evitar que sus doradas alas
no
se apresuren a traernos,
pronto,
ay, la luz del nuevo día.
(Epílogo)
Madrugador
es el que, estando a punto de partir,
espera
por la orden del astro rey.
Tan
pronto el sol despunta, dice:
«Me
he librado de la noche.
El
día es otra cosa».
Y
cae muerto.
(2002)
INJUSTO
CON SUS EMOCIONES
Yo
no creo que el poeta sea injusto con sus emociones
porque
las explote. Más bien
frente
a éstas actúa con miedo y pudor,
celoso
y confiado en que las palabras harán el resto,
sabiendo
que más allá del limitado poder de lenguaje
querer
abarcar lo inexpresable conlleva
derrota
y humillación. Fuera de las palabras
no
hay otro mundo que el que ellas invocan.
Y
así sucede con la experiencia,
la
cual, para afirmarse, solicita más y más contención.
Y
pide al espíritu complicidad con las cosas
para
corregir en el poema
todo
defecto producido por abundancia o repetición,
o
por la inmodestia de quien,
por
el hecho de haberlo escrito,
se
siente poseído por la vanidad
de
considerarse su autor.
(1997)
LA
FUGA DE LOS LÍMITES
Hablando
de la imaginación
nunca
alcanzamos un grado más allá de lo real.
Lo
mismo pasa con el sentimiento
cuya
capacidad de conmovernos
cuando
se hace de él objeto
de
una exacta descripción, nunca va más
lejos
de lo que el trastornado universo
de
las palabras reduce a la exclusiva esfera
de
la experiencia personal.
Así
nos da igual cuando el poeta,
manejándose
a su arbitrio,
colmado
de ira o de paz,
escribe
para componer un párrafo:
«Bueno
y qué. Esto ocurrió en tiempos
del
emperador. Ah, pero veanrla escena
del
buitre se repite ahora. La misma
turba
enfurecida se da cita para asaltar
una
estación de tren y ahora se dispone
a
prender fuego al Palacio».
O
también: «En el banco del parque
hay
una pareja de enamorados y un turpial».
EL
DOBLE
Una
voz oí a mis espaldas
alertándome
que alguien
se
quedó encerrado en la sala
luego
de yo haber salido
y
pasado dos veces la llave.
No
puede ser una persona pues
¿quién
otro habita mi casa
que
no sea yo solo? A menos
que
quien así habla sea mi doble.
Yo
no estaba tan mareado
y
llevaba mis gafas bien calzadas
a
los orificios de mis ojos
para
creer, después de viejo,
en
un fantasma que así me hablara
ya
en serio o para tomarme el pelo.
A
menos que se trate de mi doble.
Pasadas
las doce de la noche,
como
en un susurro desde el fondo
de
la sala oscura y sin que para
oírlo
tuviera yo necesidad
de
pegar los oídos contra el vidrio
de
la ventana, oí de nuevo
aquella
voz que suplicaba:
No
me dejes aquí dentro,
llévame
contigo. Soy tu doble.
(1999)
CORTADOS
POR LA MISMA MEDIDA
El
lugar donde antes estuvo mi cabeza
ahora
lo ocupa un espejo.
Es
ovalado y sirve para que, quien me busca,
creyendo
verme, se descubra sólo a sí mismo.
Tú
que ensayas encontrarme, mírate bien
para
que puedas llegar a decir:
puesto
que me he visto, te he visto.
¡Estamos
cortados por la misma medida!
(1993)
UN
MUNDO A CUESTAS
La
imagen de un obrero que desciende
la
empinada cuesta llevando en sus hombros
un
saco de cemento, apenas si difiere
de
la forma que tomaría ese hombre
si,
en las mismas condiciones, en vez de cargar
un
saco de cemento, llevara en sus hombros
un
cuerpo humano. Sin duda que así también
podría
cargarse una cruz. Los mismos gestos,
el
mismo descenso frágil, calculado, tenso
por
el accidentado camino. El mismo temor
a
pisar en falso para evitar el traspié.
¡Ese
obrero lleva el mundo a cuestas!
(1986)
DE
LA POESÍA
Mi
tarea no prueba la necesidad de ella. Pues consiste
precisamente
en no tener tarea alguna. Como poeta
me
veo obligado a inventarla a diario a fin de
comprobar
su inexistencia.
* * *
El
poeta es dueño de lo invisible y por eso sabe
adecuarse
a la idea de que esta posesión es
absolutamente
tangible, porque se trata en último
término
de lo que no se tiene pero no se busca
tener.
(1986)
POESÍA
POR ASALTO
Como
el asaltante que se hace de una bella rehén
y
sin dar el frente se escuda con su cuerpo,
pistola
en mano, marchando hacia atrás,
así
por la fuerza, para escapar del cerco
y
para robarte la voz y sentirla
como
si fuera la mía,
así
Poesía te he tomado por asalto.
2
(Roces de familia)
Desposadas
con nosotros, las palabras nos abrazan,
nos
arrullan. Son amorosas, por momentos
—sobre
todo en la cama—.
Otras
tantas veces nos refutan.
Ponen
en entredicho oír de nosotros
tanta
explicación.
Entra
uno a discutir con ellas, látigo en mano
y
al instante, sabiendo que la fuerza
es
el mejor argumento de la razón,
sin
salir de la boca, para evitar más roces
se
esfuman.
LAS
PALABRAS
No
sé si las palabras reconocen
tan
bien como el pan su sitio en la mesa.
Si
poseen instinto para diferenciar a su dueño
con
la precisión con que lo hace
el
olfato del perro.
Si
como el pan y el vino ocupan
un
lugar exacto en la mesa
comunicando
calor a las manos seguras
de
alguien que sabe en este momento
lo
que quiere. Si viven en su fuero a merced
de
lo que se espera de ellas tercamente
prestas
a confiarnos,
cuando
lo solicitemos,
el
poema. O si, menos dadivosas que el pan,
sólo
renuentemente y con rabia
sabias
por fin entregan sus vidas oscuras y turgentes
a
quienes, poniéndoles cerco,
obstinadamente
ensayan descifrar sus misterios.
(1991)
UN
LUGAR EN MI MENTE
Cuando
salgo de casa llevo conmigo a las palabras.
Entonces
comienzo a descubrir las cosas,
veo
esto y aquello con asombro de neófito
en
una ventana. O quizás no veo ni descubro
nada
nuevo y asombroso sino que nombro y nombro.
Fue
por eso bueno traer conmigo a las palabras.
Fue
útil tenerlas a mano, conmigo, en alguna parte
de
mi mente para comprobar
que todo lo que descubro se reduce a
ellas.
II
Muy
hermoso debe ser el paisaje
que
elogias tomándote el trabajo de señalármelo
con
la mano para que lo vea. Pero
yo
sólo estoy viendo
aquello
en lo cual pienso.
Bastante
ocupado me tiene mi propio paisaje:
no
un paisaje propiamente
sino
un lugar en mi mente.
(1999)
PIEDRA
DE TRANCA
Muchos
gestos no tienen más sentido del que les atribuimos.
Se
hacen elocuentes por su intención, y aún así,
tornándose
legibles, ofrecen más de una significación.
Son
ambiguos, de allí su ventaja.
En
cambio una palabra dice algo concreto, poco o nada,
todo
depende del grado de verdad que ella abrigue.
La
palabra está gramaticalmente definida por lo que
dice
y por lo que deja fuera, como un objeto prisionero
de
su sentido. De modo que uno se ve forzado a tomarla
y
a pronunciarla como el que, sin pensarlo, creyendo
que
con ella puede decir algo, alza una piedra...
EL
POETA CACHORRO
Lo
que experimentaba yo con más fuerza
cuando
iba de viaje por el campo era
el
sentimiento de irresponsabilidad.
Un
hombre que lleva, metido en un saco,
a
su gallo de pelea, sabe a dónde va. También
la
mujer que protege su bebé con un pañuelo
de
colores, mientras intenta mantener
el
equilibrio en medio del bamboleo del camión,
sabe
a dónde va.
Los
tipos agachados en un rincón de la plataforma,
guarecidos
bajo el encerado para protegerse
del
inclemente sol, dicen con sus gestos,
sin
molestarse en confesarlo por el camino,
que
saben a dónde van.
Y
a todos les creeríamos.
Sólo
el muchacho que mira irresponsablemente
hacia
todos lados sin perder detalle del paisaje
sabe
a dónde no va.
Puesto
que su meta es la inmensidad.
(1999)
LAZARILLO
Siempre
tiene que llevarse a sí mismo
y,
además, sin soltarse, agarrado de su mano.
Sólo
así está seguro de que no
podrá
extraviarse. Siempre tiene
que
llevarse a sí mismo
sin
soltarse y agarrado de su propia mano
como
si de sí mismo fuera el lazarillo
cuando
en verdad tampoco está
bien
seguro del sitio a dónde se dirige
puesto
que para saberlo tendría
que
saber antes de dónde viene.
Y
en esto también el poeta es el ciego
que
en todo momento necesita
conducirse
agarrado de su propia mano
como
si de sí mismo fuera él el lazarillo.
(1999)
LA
UBRE PÚBLICA
La
mayor utilidad que presta el tiempo
deriva
de consumirlo,
de
consumirlo enteramente, gozoso,
como
a las frutas.
Si
no vives lo has perdido para siempre.
Y
sin embargo, ¿quién pone en duda
que
es una ubre pública?
Tienes
que hacerte un sitio debajo,
y
pronto, para que no lleguen a decir
que
lo desperdiciaste por estar pensando
en
la mejor forma de exprimirlo.
(1986)
LUCE
COMO LA ETERNIDAD
Todo
el día la muchacha gira en su cuerpo
va
y viene en el espacio donde
como
pez en el agua se mueve.
Haga
lo que haga, rápido el espacio
sin
más demora, colmándola a su paso,
vuelve
a cerrarse tras ella.
Su
acción de moverse no es anunciada
más que por el halo
que
de un sitio a otro deja su presencia.
No
importa que el sol confunda en torno
a
ella los colores del día
y
que el húmedo calor relumbre en su piel
como
pedrería, y el viento afanándose
de
nuevo remueva las cortinas
para
colar desde afuera la claridad del día.
El
espacio la sigue a todas partes
sin
que se dé cuenta,
y
así no la venza,
deja
que sea lo que ella quiera.
(1999)
EXHORTACIÓN
A MI DOBLE
¿Por
qué te has molestado en venir?
Mejor
hubieras hecho quedándote en la casa de mi cuerpo.
¿Por
qué saliste de mí mismo? No necesitabas
excederte
de mí. Ni agitar mis brazos,
darle
cuerda a mis remordimientos
y
expandirte en el curso de mis pies
por
la empinada cuesta y la aplanada orilla
del
valle muerto
que
conduce a ninguna parte.
Tú
me gustabas más cuando
no
tenías cabeza y eras un vulgar maniquí comprado
por
un bolívar
en
el mercado de Catia.
(2005)
PAISAJE
CON RUINAS
Por
insensato que parezca, nada es tan impertinentemente
grato
como ver las ruinas del palacio desaparecer
en
medio de hojas y bejucos de una intrincada jungla.
La
naturaleza armoniza bien con el progreso,
pero
después que éste ha pasado.
Entretanto,
el paisaje que resulta de la mezcla
en
porciones iguales de lo que ahora crece y lo que,
beneficiando
a la naturaleza, desde hace tiempo
ha
muerto, garantiza paz a los restos.
(1999)
SI
YO LADRARA
Si
yo ladrara, no lo haría en rebaño
ni
por una causa perdida
como
correr detrás de una putica perra
en
medio del maratón de perros.
Si
yo ladrara, me gustaría
que
mi ladrido se comportara decentemente
y
que no desentonara igual
que
lo hace el alarido que una perra pega
cuando
es montada por un perro. Si yo ladrara,
no
lo haría en plena calle, delante del público,
para
que se viera que no estoy
interesado
en volverme centro de la atención
cuando
en realidad es eso
justamente lo que quiero.
(1999)
LA
CASCADA
Sentados
en el barranco vemos la cascada
cayendo
como sílabas blancas
fija
sobre las grandes lajas
tal
si una lengua oscura recobrara en el chorro
el
uso de la palabra.
Y
si enmudecemos nosotros es sólo para percibir mejor
cómo
en la columna de agua una voz sin descanso
repite
nuestros nombres.
¿O
será que la naturaleza, acaso oscuramente,
sin
obtener respuesta, nos habla?
(1999)
EL
BOQUEAR ES UNO CON EL SALTO DEL PEZ
Sobran
allí en la arena que decoran
estos
seres leves que, ya sin astucia,
arrebatados
a la espuma, se estiran
y
pugnan en loco afán de quebrantar
la
resistencia del oxígeno.
De
cuando en cuando alguno, como si viese,
salta
impelido por un resorte interno.
Pero,
¿de qué sirve que su terquedad flexible
vibrando
en la luz del mediodía
con
brillo relampagueante ventilen?
Siempre
hay una bota lista para aplacarlos
y
una mano que amontona y cuenta.
(1986)
LLENO
Y VACÍO
Sin
el bosque no te imaginas la función del hacha.
Ésta
ha sido pensada para penetrar en él.
Lo
que en el hacha es suma, en el bosque es,
golpe
tras golpe, resta.
Lleno
y vacío. Ruido y silencio.
El
hacha habla y el bosque responde.
El
hacha pone la música pero el árbol es el instrumento.
LAS
PLANTAS CRECEN DE SU CUENTA
Las
plantas crecen de su cuenta.
Nadie
sabe cómo ni en qué momento.
Su
crecimiento es una acción pasada.
Al
menor descuido tuyo, madura
un
tomate. Volteas y abre
la
flor violeta del apamate.
Y
todavía crees que tu mirada contribuye
a
ese pequeño milagro.
¡Cuan
equivocado!
Todo
sucede sin que te enteres.
¡Y
tienes todavía el coraje
de
creerte dueño del jardín!
(1986)
CANTAR
A LOS PÁJAROS
Observa
con qué facilidad escribes
sobre
pájaros. Pero ¿cuántos has rodeado
amorosamente
con el calor de tus manos?
¿Cuántos
han latido realmente
bajo
la presión de tus dedos?
¿Acaso
los has descrito
sin
olvidar detalle como quien
conoce
bien a un cuerpo amado?
¿Lo
has liberado acaso
del
peso de tus palabras?
LA
LUZ DE MIS TRÓPICOS
Aquí
nadie está claro y en primer lugar
yo
tampoco.
¿Y
por qué tendría que estar claro?
Lo
que tiene que estar claro es la luz.
Con
una claridad meridiana en alza
como
las acciones de la bolsa
puede
verse todo claramente.
Si
no hay claridad en ti ni en mí
¿por
qué preocuparse?
Goza
tú de esta luz maravillosa,
de
este paisaje cebado en los trópicos.
La
confusión ideológica en mi país
es
pura inocencia.
La
situación política
perdonen
si no la entiendo.
¿Acaso
soy yo el más llamado a entenderla?
En
mi país quien está claro
sencillamente
es un tonto.
¡Que
se roben ya las arcas
y
que lo hagan cuanto antes
pero
a mí que me dejen
la
luz de los trópicos!
(1992)
PEDESTAL
CON MEMORIA
La
mano en su ademán de empuñar la espada
aferra
sólo contención
y
prudencia. Pareciera más bien
restregar
con ella el brillo
de
la empuñadura de bronce
y
contentarse con esto,
perenne
en su carencia.
¡
Y vean cuánto estorba
allí
un pensamiento!
¿Y
quién que como él todo tasó
será
tasado en recompensa
con
la misma balanza del tiempo?
Nos
mide desde su pedestal
pero,
pasados los siglos,
él
puede ser medido por nosotros.
Ésta
es su desgracia y su urgencia
pero
también su fortuna:
una
plenitud de peso en bronce
que
se sabe gesto petrificado
en
el momento de pesarse.
No
hay así pues prisa
en
que esperemos eternamente
que
un dios aquí, trocado en monumento,
narre
una hazaña por la que ahora
nadie
en la plaza pregunta.
Ni
desesperación ni clemencia
hay
en sus pupilas fijas y abiertas
hacia
el silencio, pues nadie pasando
a
su lado olvida que ya no es él el espejo del tiempo
donde
la historia se mira,
sino
que lo somos nosotros.
(1998)
DIARIO
POR UNA ESTATUA
La
estatua de Balzac por Rodin:
un
poco inclinada hacia su costado izquierdo
como
si buscara impulso para emprender la marcha.
No
recostada exageradamente en el aire
o
en ningún objeto o punto exterior a su eje,
sino
más bien apoyada en sí misma.
¿No
es un escándalo que así no se apoye
casi
ninguno de nosotros?
¿Que
para tomar aliento
tengamos
que hacerlo desde un bastón?
Otros,
en cambio, replegados hacia sus adentros,
contra
la costura de sus trajes,
muestran
que han sido no en balde seriamente cosidos a
[éstos.
Que
es su cocimiento lo que los impulsa a respetarse
y
a tenerse por sabios y grandes.
Observa
en cambio a aquel otro:
si
no fuera por el televisor, no tendría cabeza
más
que para revelar el sitio de donde le fue arrancada.
O
sería como la estatua de sal
en
que lo ha convertido el nudo de la información.
Lleno
de miedo, está condenado a mirar
sólo
hacia delante.
Quítenle
su pasado, por dios,
y
verán que no sabrá hacer otra cosa
que
declararse un hombre de nuestro tiempo
(siempre
que la pantalla pueda
dar
la cara por él).
LA
CÓLERA DE LOS INVISIBLES
Una
palabra cuando más puede apuntar
hacia
donde está el látigo,
pero
en general no es tan vehemente
como
la rabia o como la improvisada
cólera
de un momento.
O
no hay entre ésta y la palabra
verdadera
correspondencia
como
la que hay entre el reflejo
y
el puñetazo en el rostro.
A
veces ni siquiera vale la pena admitir
las
consecuencias de lo que estaría mejor
que
confiáramos a la memoria o al silencio:
un
encono, un resentimiento secretamente guardado
y
dejado para esa ocasión
en
que puedan sacarse a relucir
instrumentos
más convincentes
como
cuando es el grito y no la orden
comprensible
y claramente dada
lo
que empuja los vasos hacia el rincón de la mesa
e
inexplicablemente para quien permanece al margen
alguien
desenfundando un arma entra...
(1991)
ÍTACA
Es
más fácil llegar para el que está dentro
que
para el que viene de afuera.
No
es menester que avance andando lentamente
o
a la carrera, que sepa la dirección o que la averigüe.
Ni
que dé muestras de estar llegando, liviano o exhausto,
a
campo traviesa, por avenidas, bosques o encrucijadas.
No
importa el medio de transporte, lento o acelerado,
ni
la velocidad a que hace el camino
ni
el paso de las horas.
Bien
enterado del sitio, no necesitará cruzar la calle
ni
abrir la puerta para informar, como Ulises,
que
ha llegado.
Y
para que, adentro, en el hogar estén junto a él
convocados,
al calor del fuego, unos brazos,
unos
labios, unas miradas.
Bastará
con que esté en su casa
para
saber en ese mismo momento
que
sin necesidad de venir de afuera,
ya
ha llegado,
ya
ha llegado.
(1999)
HEROÍSMO
DE LA REALIDAD
¿Por
qué tomó tan extraña decisión
de
irse a vivir a un litoral desierto
donde
el lento y acezante mugido de oleaje,
embistiendo
contra las rocas,
rompe
el silencio de la playa
y
el viento que silba entre los almendrones
lima
la aspereza de las hojas del uvero?
El
erizado mar y la picada montaña
los
cocoteros, los dioses, los monos, las quebradas,
el
bramido de la espuma salpicando las piedras,
supieron
al fin que recibir a aquel huésped irónico
significaba
no hacerse cómplices
de
quienes, para usurpar sus dominios ancestrales
no
abandonaban sus hábitos ciudadanos,
sus
chequeras, sus mal habidas ganancias
sus
colts, sus automóviles último modelo.
Reverón
prefirió sus demonios internos
al
halago de ver canjeadas sus pinturas
por
una cuenta bancada
y
murió pobre.
La
locura no avasalla
sino
a los que saben, por haberla poseído,
arrancarle
alguna estrella.
y
así aunque la naturaleza nos impida combatirla
para
librarnos de sus garras
salvo
cuando el sueño termina y la tiniebla llega,
padecer
la locura es también prueba
de
que aún en la mayor soledad y la miseria
a
un hombre puede estarle reservado
por
un instante ser un dios o un genio.
VOLVERÉ
POR MIS MULETAS
Hazte desollar, cortar en piezas, pero no sufras
que se te ampute. Hasta un perro en la calle te diría eso.
ARTHUR RIMBAUD
La
salud del sueño depende del estado de ánimo
del
que sueña. Tal estado influye en la cualidad positiva
o
negativa de los sueños. No son lo mismo los sueños
de
Ofelia que los de Lady Macbeth. Ni el sueño
de
los condenados y de los enfermos terminales
es
el sueño en donde Rimbaud ataba estrellas
con
cordones de oro. Ni el del impenitente aventurero
que
regresó de Harrar con una faja de doblones
de
oro ceñida a su cintura para morir pobre y confesado
en
un hospital de Marsella.
LA
BELLEZA
Rimbaud
se jactaba de haber sentado
en
sus rodillas a la belleza, y la época
no
vaciló en considerar
tan
osada confesión
como
una hazaña de incalculables
proyecciones
literarias.
Pero
en estos momentos escépticos
en
que el gusto ha proclamado como verdad
irrefutable
de la estética
el
que puedan coexistir
bellezas
feas y aborrecibles
junto
a beldades por siglos y siglos
tenidas
como tales,
yo
me conformaría, por decir lo menos,
con
sentármela a mi lado
y
quedar con las manos y las rodillas libres
para,
si me viera acosado,
intentar
cuanto antes la fuga.
DONDE
TRATO DE EXPLICARME
Hasta
cierto punto
las
ocasiones de dar la cara por mí no negaré
que
las he tenido. Pero mi versión de los hechos
—cuando
de explicarlos se trataba—
era
un tanto nebulosa y contradictoria
al
punto de que, en el mejor de los casos,
ni
yo mismo le prestaba cuidado.
De
momento diré que la inconsistencia
de
mi argumentación estaba en su nivel
más
bajo y era igual a cero.
Pues
si algo yo hubiera podido decir de mí
dudo
de que no hubiese sido más que palabras.
Digo
en el caso de haber tenido fuerza para armarlas
y
fe para esperar de ellas un milagro.
NOTICIAS
DEL ALUD
Tenemos que
agradecerles a los publicistas su interés por
nuestro país.
Se espera que con el apoyo de éstos
y de la
Comisión Nacional, de la TV de la sociedad civil,
de la
cinematografía mundial y de nuestros libretistas
y escritores,
podamos sacarle a este doloroso suceso
el máximo
provecho.
Tomado del
diario El Nacional, Caracas, 23/02/2000
Una
de las cosas que suceden con nuestro modelo
de
participación ciudadana es que la gente está
cada
vez más convencida de que
mirando
los acontecimientos
en
la pantalla chica se compromete más
que
el que no ha visto nada.
Que
se piense de este modo es una perversión que
los
dueños de los medios alimentan con el propósito
de
que la gente se ocupe más de lo que ocurre
en
la pantalla
que
de lo que ocurre en la realidad.
Este
compromiso virtual le parece obvio a la persona
que
sentada confortablemente piensa que basta
apagar
el aparato para ponerse a salvo
de
la furia de la inundación..
ESCENAS
VIRTUALES
Ninguna
imagen de la tragedia luce bastante cruel
cuando
al lado, en la mesita junto al televisor,
hay
un vaso con whisky y, más allá,
esperando,
un sandwich y una taza de té.
Disculpen,
pero aunque pueda ser cierto
eso
que veo en pantalla es una escena virtual.
Observen
allí cómo se dispara en el barranco
la
cota de crecimiento de la corriente.
Observen
allí cómo bajan los ahogados
sobre
la cresta del caudal.
Afortunadamente
todo cuanto ocurre afuera,
según
la filosofía idealista, acontece sólo en mi mente.
Y
tiene razón, pues basta hacer girar
el
botón de cambio para borrar el acontecimiento
darlo
por visto
y
entrar a otro canal
donde
también pasan una mala película.
Lo
siento.
(2000)
EL
HOMBRE TIENE QUE LUCIRSE
El
hombre tiene que lucirse.
Por
eso su primer discurso es brillante.
Probablemente
también el segundo.
¿Pero
qué importancia tiene el último
si
ya todo estará acabado? Para decir
su
primer discurso el hombre se pone a tono.
Se
baña, se afeita, pule sus zapatos
Lleva
su mejor traje, elige para su corbata
la
mejor prenda.
¡Ah,
cuan lucido resultará su discurso
si
se tuviera a sí mismo por actor y oyente!
Sólo
si se quedara repentinamente muerto,
La
expectativa de lucirse no sería confirmada.
(1999)
TOCAS
MADERA
Tocas
madera debajo de la mesa y tus dedos,
sin
quererlo rozan una pelambre fina.
—Debe
ser la piel del diablo —dices.
Para
comprobarlo bajas la cabeza hasta el reverso
de
la tabla y palpas el sitio donde
tus
dedos acaban de posar su grima.
—Sí,
es el demonio —y acaricias su lomo terso.
LAS
COMUNICACIONES INEXACTAS
El
trato con los demás es como el ladrido del perro.
Hagas
lo que hagas para entenderlo, te es ajeno.
El
ladrar tiene, sin embargo, una ventaja:
va
en una sola dirección: del perro a ti.
En
cambio, el trato con los demás
exige
una respuesta:
quiere
que tú también ladres.
2
El
perro que sin dar marcha atrás
intenta
cruzar la avenida no está
menos
confundido
respecto
a la orientación de su vida
que
tú. Él también tantea y, para expresar
la
gratuidad de su destino, gruñe.
Pero
tú haces lo propio,
aunque
pudiera entenderse lo contrario
del
hecho de que el perro
encuentra
una muerte súbita,
en
tanto que tú, tú revelas
que
hasta en esto eres un poco más lerdo.
(1986)
ACCIDENTE
Miren
cómo ayer domingo
esa
bella muchacha que conducía a toda prisa
murió
al estrellar su coche
de
frente contra un obstáculo.
He
vuelto a mirar su foto en el periódico
donde
se reseña el hecho sin extraer
por
ahora ninguna conclusión
en
cuanto al parecido próximo o remoto
que
la muchacha pudiera tener
con
una foto de carnet. Aunque confieso
que
este detalle no hace menos enojoso
y
grave el asunto de morir tan joven
y
en tan horrible trance.
Ni
me ahorra el dolor o la tristeza
por
lo que a mí, como lector, me toca.
Al
fin y al cabo no somos
sino
testigos de la muerte de otros.
Así
no estemos cerca del accidente
y
la foto diga nada o poco.
(1992)
COMO
ULISES
Así
como antes te detenía un río crecido
hoy
te detiene un accidente de tránsito,
el
silbato del vigilante, una calle ciega,
una
orden que tú no entiendes
así
te la dieran al oído.
Antes
las cabalgaduras desfallecían
y
rodaban deshechas por el barranco.
Pero
nada te impedía llegar a casa
aunque
tardaras como Ulises diez años.
Hoy
te lo impide una especie
de
muerte que encuentras en todas partes
pues
como marca la llevas contigo
impresa
en tu cuerpo bajo muchos
disfraces
por fuera y por dentro.
HISTORIA
DEL POEMA
Los profesores
de literatura dicen de la poesía
cosas que yo no
diría del peor de mis enemigos.
George Bowering
El
preceptivista intenta darle caza.
Lleva
en sus manos unas pinzas
y
corre tras él
listo
para desglosarlo
en
cuanto le ponga el guante
como
a infeliz mariposa.
Con
argumentos más lógicos,
el
profesor trata de echarlo por la fuerza
o,
llegado el caso, si resultara
demasiado
imprudente,
lo
derriba de un puñetazo sobre la mesa.
Aunque
selle herméticamente puertas y ventanas,
en
el fondo sabe que el poema
no
tardará en volver a colarse.
En
una cosa el profesor y el preceptivista
están
de acuerdo:
preferirían
verlo muerto.
Y ahora la historia de la
crítica
En
esta ciudad todos quieren la muerte del poeta.
En
Palacio todos quieren la muerte del poeta.
En
la Academia todos quieren la muerte del poeta.
Los
poetas mismos apuestan a la muerte del poeta.
Y
cuanto antes. Pues sólo así, una vez muerto,
se
podría comenzar a hablar de él. Mal o bien.
(1991)
POEMA
DE AÑO NUEVO
Tú
que celebras, ¿has notado alguna diferencia
de
ayer a hoy? Por qué tanto alboroto?
Asómate,
observa la calle y dime
si
en este día de año nuevo todo no continúa igual.
Tu
mirada y las cosas que ves permanecen
a
la misma distancia que ayer, unidas por una línea recta
a
través de la cual tus ojos dan por conocido
todo
lo que encuentran en esa dirección.
El
cielo sigue siendo de un austero azul neutral.
No
hay nada nuevo en la forma en que
el
sol lame la pared de enfrente. De eso mismo
se
ocupaba ayer. ¿Y acaso ha adelantado en su tarea?
¿Qué
te hace pensar
que
flota en el ambiente un matiz especial
de
cuya condición efímera se desprenda
un
estado de ánimo más optimista y diferente
al
de ayer? ¿Qué es eso de salir a dar gritos
por
la calle? Esta mañana los acontecimientos
sin
presentarse duermen a pierna suelta.
El
azar mantiene en secreto su próximo paso.
Dependemos
mucho más de él que de nosotros.
Voltea
y observa en tu cuarto la pared
donde
el almanaque cuelga en su sitio, sin moverse,
a
la par del tiempo que con su ir y venir
hace
que las cosas, inmóviles también,
se
resistan a cambiar, cubriéndolas
con
su manto polvoriento.
El
espacio que habitas es el mismo.
Tú
también.
(1998)
ESCENA
CON BUITRE
Que
el hígado de Prometeo se reproduzca incesantemente,
se
explica por el apetito insaciable del buitre.
El
apetito de éste se regenera también por obra
de
la reproducción incesante del hígado de Prometeo.
De
forma que el ciclo se reanuda continuamente.
Lo
que demuestra en este caso que la función hace
al
órgano. Pero también lo contrario. En un momento
determinado
las fuerzas se neutralizan. El hígado
de
Prometeo deja de crecer y se reduce a ese trozo último
de
viscera que ahora el buitre engulle de un tirón.
Puede
determinarse entonces que al buitre le ha ocurrido
igual.
Ya no tiene más apetito pero tampoco viscera
de
dónde reponerlo.
Ninguno
de los dos cede. Ni el hígado de Prometeo
renace
ni el apetito del buitre se manifiesta hasta
tanto
Zeus no lo ordene. Los dos contrincantes,
manteniendo
la distancia, se miran de arriba a abajo.
Y
la acción se paraliza.
Mientras
tanto, un excursionista desprevenido
se
ha trepado a la roca y estropea la escena
intentando
sacar una foto. Zeus, desde su silla plegable,
lo
recrimina y, agitando ambos brazos, grita: —Corten.
Cómo
sabe que la historia se repite.
(1999)
LA
DERROTA
Siempre
está listo para librar la batalla en otra parte,
no
en él mismo. En definitiva, en el terreno más
conveniente
a las tácticas del otro, y hasta si se
quiere
en el campo que éste ha elegido. Sabía que
todas
las batallas donde se pone enjuego el resto
son
a muerte, incluso las que no se libran. Pero si
no
le había sido dado escoger entre la lucha
corporal
y el armisticio, ¡cómo no haber pensado
que
hubiera podido al menos elegir el lugar del
combate!
Pero también este recurso le fue negado, y
no
por el otro, quien confiaba ya en su triunfo, aun
antes
de alistarse, sino por él mismo. Si hubiera
podido
disponer de su vida como de un arma. Si
hubiera
sabido que su existencia era el cuartel en
disputa,
porque había que pegar duro con los cuerpos
y esto tampoco lo sabía.
(1982)
IMAGINACIÓN
DE LO REAL
Lo
imaginario es lo que más propenso está a convertirse
en
real. a la inversa, lo real es lo que de por sí tiende
a
hacerse imaginario. Es decir, a perder realidad.
Elija
usted.
Pero
la verdad práctica es que lo imaginario no entra
en
los planes de lo posible si no tiene asiento
en
lo real —aunque sea como pensamiento loco
o
como idea de una alucinación.
BOQUEAR
CON PROPIEDAD
Boquear
con propiedad es una de las virtudes
que
a la hora de morir hacen la diferencia
entre
el hombre y el pez.
¿Quién
en esta circunstancia
mantiene
la compostura?
Por
regla general el pez.
(1993)
COCTEL
Demasiados
programas.
Demasiados
cocteles reuniones
convenciones
congresos ritos festivales
Demasiados
agentes libres en el mercado
y
si a esto tú te sumas
acabarás
con que hay
demasiada
gente holgazana como tú
bostezando
frente a un cuadro
a
duras penas soportándose
para
rechazarse luego
con
un somero apretón de manos
y
un hasta luego. Señores,
esta
farsa no se detiene
y
pese a ella sobrevivimos.
PARA
TODOS LOS QUE NO LO ENTIENDAN ESTE POEMA ES SOEZ
Los
poemas que uno escribe contra el sistema son soeces
Los
poemas que prohibe la iglesia son soeces.
Los
poemas que atentan contra la moral son soeces.
Los
poemas que para nombrar las partes pudendas
hacen
caso omiso de las recomendaciones
de
la Real Academia son soeces.
Los
poemas que hablan de sexo son siempre soeces
y
los que irresponsablemente
escandalizan
a una dama que al oírlos
en
el acto se levanta de su asiento,
protesta
y se marcha son soeces.
Igual
que son soeces
todos
los poemas que no se dicen con palabras
sino
a coñazos.
SI
SE ANUNCIARA DESDE UNA SALA DE JUEGO
Lo
que vuelve más terrible a la onda de pánico
desatada
tras la decisión de llamar a la guerra
cuando
se le anuncia al mundo a través de cincuenta
micrófonos,
es la carencia
absoluta
de humor en quien lo declara.
Si
esta decisión fuera tomada menos en serio
o
se le anunciara desde una sala de bingo,
con
aire desenfadado y menos sentencioso
(y
hasta en mangas de camisa), la gente
podría
estar mejor dispuesta para entender
que
la guerra, además de ser un bonito negocio,
es
parte de un gran juego en donde sólo
los
que son enviados a combatir en ella
llevan
las de perder.
Pero,
¿quién después de oír
el
patético anuncio carente de humor,
va
a creer que el mundo mejorará porque
se
afirme que la guerra es la única manera
de
cambiarlo? ¡Dígalo cantando, señor!
Y
no es que yo no piense como cualquiera de ustedes:
Quien quiere que el
mundo siga siendo como es,
no quiere que siga
siendo...
(2003)
INCLUSO
FRENTE A MI VIDA YO PASABA DE LARGO
Yo
tenía como ocupación habitual pasar de largo.
Dejaba
atrás las ciudades, las multitudes,
las
plazas, la campiña y la recta que conduce
al
horizonte y su curvatura plana.
Lo
cierto es que dejaba bien atrás al tiempo
como
si ya no me perteneciera.
Y
además, el presente, el porvenir, los buenos
y
malos augurios, los muertos en sus parcelas,
las
máscaras, los trajes, el exilio,
los
huesos frotados por el timbre de las lluvias,
el
temor, el éxito y las calamidades,
los
claros entre la maleza y la muralla,
quién
duda de que eran un recuerdo bien lejano.
Memoria,
te nombraré de última,
ah
viejo reloj estropeado.
Quién
mejor que yo sabía que mi programa
era
pasar de largo
y
que si algo llevaba yo conmigo
era
mi deseo de pasar de largo.
CUANDO
RECUERDO MIS ÉXITOS
Cuando
recuerdo mis éxitos
no
crean que lo hago con nostalgia.
Por
el contrario, disfruto.
Pues
el éxito es la parte tolerable del error
cuya
suma, a la hora de hacer un balance,
es
mucho mayor, mucho mayor.
Ciertamente,
la columna del fracaso
está
llena de cuotas que nunca terminaremos
de
pagar,
ni
en esta vida ni en la otra. Morosos,
nos
esforzamos en hacerlo, claro está,
acosados
por toda clase de acreedores
y,
entre éstos, la muerte.
La
satisfacción consiste, así pues,
en
que los abonos parciales que vamos haciendo
dan
al menos la ilusión de que el negocio,
mal
que bien
marcha
de alguna manera.
(1982)
EPITAFIO
En
mi entierro iba yo hablando mal de mí mismo
y
me moría de la risa.
Enumeraba
con los dedos de las manos
cada
uno de mis defectos
y
hasta me permití delante de la gente
sacar
a relucir algunos de mis vicios
como
si me confesara en voz alta
y
en la vía pública.
Comprendo
que esto no es usual en un entierro
ni
signo de buen comportamiento.
Un
ciudadano cabal, aun estando muerto
—cuando
es él el centro de la atención—
debe
guardar las apariencias
y
cuidar de no exponerse al ridículo.
(1999)
EL
FIN TAMBIÉN PASARÁ
El
fin también pasará
y
vendrá después de éste
—el
nuestro— otro fin
que
también pasará.
Y
así hasta que al final
el
infinito cansado de esperar
diga
si prefiere
dejar
las cosas donde están
o
si, a su vez, buscará
como
nosotros que otro fin,
un
poco más allá,
ponga
el punto final.
(1999)
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