Fotografía

Fotografía: Marisol Zurita Aguilera. Isla de Chiloé. Chile.

Poemas de Ecólogo de día feriado de Juan Calzadilla (Antología personal)


 
Juan Calzadilla (Altagracia de Orituco, Venezuela, 1931)


POEMAS DE: ECÓLOGO DE DÍA FERIADO
(Antología Persoal)



¿POR QUÉ TENGO YO QUE IR MÁS APRISA?

A través de la ventanilla del automóvil
observo los muros, las casas, las calles,
los árboles, los pastos, los cultivos, los baldíos,
que ante mí también pasan raudos
a la misma velocidad que yo paso
pero en dirección contraria,
como si entre la naturaleza y yo se estableciera
una pugna para decidir
quién se despide y quién se queda.
¡Oh, de ningún modo pretendo ni quiero
permanecer fijo!
Mi movilidad es lo que hace que viva.
Es, así pues, mi carta de triunfo.
Pero ¿por qué tengo yo que ir más aprisa
y dar cuenta de los frutos de mi rápida incursión
en esta vida, de las ganancias y pérdidas
que en el trayecto hice?
En realidad yo a donde quiero ir
es hasta donde mi viaje termine
No hasta donde ustedes quieren
que yo rápidamente vaya
haciéndome creer que con esto me ahorran
más dolores y penas
y que la partida y el final son igualmente fatales.
En realidad, como les digo, yo lo que quiero
es que me dejen llegar a donde mi meta se acabe,
tranquilo, sin que sienta pena por no haberme ocupado
de hacer el balance de ganancias y pérdidas,
subido a mí mismo, sí,
y apenas tan rápido
como me lo permiten mis cuatro extremidades.

(1999)

ALBORADA DEL NÁUFRAGO

Yo no amaría a la madrugada
si el sol no estuviera próximo.
Pues no es la continuidad de la noche
lo que quiero, sino el deslumbramiento,
el resplandor de otro comienzo.
No amaría a la madrugada si fuera autónoma
         y estuviera en sí misma completa.

Si no fuera la mitad en sombras
de lo que, a la salida del sol, nos vuelve dichosos.
Yo no amaría a la madrugada
si estuviera en manos
de mi desvelo prolongar por más tiempo
su agonía para evitar que sus doradas alas
no se apresuren a traernos,
pronto, ay, la luz del nuevo día.

(Epílogo)

Madrugador es el que, estando a punto de partir,
espera por la orden del astro rey.
Tan pronto el sol despunta, dice:
«Me he librado de la noche.
El día es otra cosa».
Y cae muerto.

(2002)

INJUSTO CON SUS EMOCIONES

Yo no creo que el poeta sea injusto con sus emociones
porque las explote. Más bien
frente a éstas actúa con miedo y pudor,
celoso y confiado en que las palabras harán el resto,
sabiendo que más allá del limitado poder de lenguaje
querer abarcar lo inexpresable conlleva
derrota y humillación. Fuera de las palabras
no hay otro mundo que el que ellas invocan.
Y así sucede con la experiencia,
la cual, para afirmarse, solicita más y más contención.
Y pide al espíritu complicidad con las cosas
para corregir en el poema
todo defecto producido por abundancia o repetición,
o por la inmodestia de quien,
por el hecho de haberlo escrito,
se siente poseído por la vanidad
de considerarse su autor.

(1997)

LA FUGA DE LOS LÍMITES

Hablando de la imaginación
nunca alcanzamos un grado más allá de lo real.
Lo mismo pasa con el sentimiento
cuya capacidad de conmovernos
cuando se hace de él objeto
de una exacta descripción, nunca va más
lejos de lo que el trastornado universo
de las palabras reduce a la exclusiva esfera
de la experiencia personal.

Así nos da igual cuando el poeta,
manejándose a su arbitrio,
colmado de ira o de paz,
escribe para componer un párrafo:
«Bueno y qué. Esto ocurrió en tiempos
del emperador. Ah, pero veanrla escena
del buitre se repite ahora. La misma
turba enfurecida se da cita para asaltar
una estación de tren y ahora se dispone
a prender fuego al Palacio».
O también: «En el banco del parque
hay una pareja de enamorados y un turpial».

EL DOBLE

Una voz oí a mis espaldas
alertándome que alguien
se quedó encerrado en la sala
luego de yo haber salido

y pasado dos veces la llave.
No puede ser una persona pues
¿quién otro habita mi casa
que no sea yo solo? A menos

que quien así habla sea mi doble.
Yo no estaba tan mareado
y llevaba mis gafas bien calzadas
a los orificios de mis ojos

para creer, después de viejo,
en un fantasma que así me hablara
ya en serio o para tomarme el pelo.
A menos que se trate de mi doble.

Pasadas las doce de la noche,
como en un susurro desde el fondo
de la sala oscura y sin que para
oírlo tuviera yo necesidad

de pegar los oídos contra el vidrio
de la ventana, oí de nuevo
aquella voz que suplicaba:

No me dejes aquí dentro,
llévame contigo. Soy tu doble.

(1999)

CORTADOS POR LA MISMA MEDIDA

El lugar donde antes estuvo mi cabeza
ahora lo ocupa un espejo.
Es ovalado y sirve para que, quien me busca,
creyendo verme, se descubra sólo a sí mismo.

Tú que ensayas encontrarme, mírate bien
para que puedas llegar a decir:
puesto que me he visto, te he visto.
¡Estamos cortados por la misma medida!

(1993)

UN MUNDO A CUESTAS

La imagen de un obrero que desciende
la empinada cuesta llevando en sus hombros
un saco de cemento, apenas si difiere
de la forma que tomaría ese hombre
si, en las mismas condiciones, en vez de cargar
un saco de cemento, llevara en sus hombros
un cuerpo humano. Sin duda que así también
podría cargarse una cruz. Los mismos gestos,
el mismo descenso frágil, calculado, tenso
por el accidentado camino. El mismo temor
a pisar en falso para evitar el traspié.

¡Ese obrero lleva el mundo a cuestas!

(1986)

DE LA POESÍA

Mi tarea no prueba la necesidad de ella. Pues consiste
precisamente en no tener tarea alguna. Como poeta
me veo obligado a inventarla a diario a fin de
comprobar su inexistencia.

                         * * *

El poeta es dueño de lo invisible y por eso sabe
adecuarse a la idea de que esta posesión es
absolutamente tangible, porque se trata en último
término de lo que no se tiene pero no se busca
tener.

(1986)

POESÍA POR ASALTO

Como el asaltante que se hace de una bella rehén
y sin dar el frente se escuda con su cuerpo,
pistola en mano, marchando hacia atrás,
así por la fuerza, para escapar del cerco
y para robarte la voz y sentirla
como si fuera la mía,
así Poesía te he tomado por asalto.

2
(Roces de familia)

Desposadas con nosotros, las palabras nos abrazan,
nos arrullan. Son amorosas, por momentos
—sobre todo en la cama—.
Otras tantas veces nos refutan.
Ponen en entredicho oír de nosotros
tanta explicación.

Entra uno a discutir con ellas, látigo en mano
y al instante, sabiendo que la fuerza
es el mejor argumento de la razón,
sin salir de la boca, para evitar más roces
se esfuman.

LAS PALABRAS

No sé si las palabras reconocen
tan bien como el pan su sitio en la mesa.
Si poseen instinto para diferenciar a su dueño
con la precisión con que lo hace
el olfato del perro.
Si como el pan y el vino ocupan
un lugar exacto en la mesa
comunicando calor a las manos seguras
de alguien que sabe en este momento
lo que quiere. Si viven en su fuero a merced
de lo que se espera de ellas tercamente
prestas a confiarnos,
cuando lo solicitemos,
el poema. O si, menos dadivosas que el pan,
sólo renuentemente y con rabia
sabias por fin entregan sus vidas oscuras y turgentes
a quienes, poniéndoles cerco,
obstinadamente ensayan descifrar sus misterios.

(1991)

UN LUGAR EN MI MENTE

Cuando salgo de casa llevo conmigo a las palabras.
Entonces comienzo a descubrir las cosas,
veo esto y aquello con asombro de neófito
en una ventana. O quizás no veo ni descubro
nada nuevo y asombroso sino que nombro y nombro.
Fue por eso bueno traer conmigo a las palabras.
Fue útil tenerlas a mano, conmigo, en alguna parte
de mi mente para comprobar
      que todo lo que descubro se reduce a ellas.

II

Muy hermoso debe ser el paisaje
que elogias tomándote el trabajo de señalármelo
con la mano para que lo vea. Pero
yo sólo estoy viendo
aquello en lo cual pienso.
Bastante ocupado me tiene mi propio paisaje:
no un paisaje propiamente
sino un lugar en mi mente.

(1999)

PIEDRA DE TRANCA

Muchos gestos no tienen más sentido del que les atribuimos.
Se hacen elocuentes por su intención, y aún así,
tornándose legibles, ofrecen más de una significación.
Son ambiguos, de allí su ventaja.
En cambio una palabra dice algo concreto, poco o nada,
todo depende del grado de verdad que ella abrigue.

La palabra está gramaticalmente definida por lo que
dice y por lo que deja fuera, como un objeto prisionero
de su sentido. De modo que uno se ve forzado a tomarla
y a pronunciarla como el que, sin pensarlo, creyendo
que con ella puede decir algo, alza una piedra...

EL POETA CACHORRO

Lo que experimentaba yo con más fuerza
cuando iba de viaje por el campo era
el sentimiento de irresponsabilidad.

Un hombre que lleva, metido en un saco,
a su gallo de pelea, sabe a dónde va. También
la mujer que protege su bebé con un pañuelo
de colores, mientras intenta mantener
el equilibrio en medio del bamboleo del camión,
sabe a dónde va.

Los tipos agachados en un rincón de la plataforma,
guarecidos bajo el encerado para protegerse
del inclemente sol, dicen con sus gestos,
sin molestarse en confesarlo por el camino,
que saben a dónde van.

Y a todos les creeríamos.

Sólo el muchacho que mira irresponsablemente
hacia todos lados sin perder detalle del paisaje
sabe a dónde no va.
Puesto que su meta es la inmensidad.

(1999)

LAZARILLO

Siempre tiene que llevarse a sí mismo
y, además, sin soltarse, agarrado de su mano.
Sólo así está seguro de que no
podrá extraviarse. Siempre tiene
que llevarse a sí mismo
sin soltarse y agarrado de su propia mano
como si de sí mismo fuera el lazarillo
cuando en verdad tampoco está
bien seguro del sitio a dónde se dirige
puesto que para saberlo tendría
que saber antes de dónde viene.

Y en esto también el poeta es el ciego
que en todo momento necesita
conducirse agarrado de su propia mano
como si de sí mismo fuera él el lazarillo.

(1999)

LA UBRE PÚBLICA

La mayor utilidad que presta el tiempo
deriva de consumirlo,
de consumirlo enteramente, gozoso,
como a las frutas.
Si no vives lo has perdido para siempre.
Y sin embargo, ¿quién pone en duda
que es una ubre pública?
Tienes que hacerte un sitio debajo,
y pronto, para que no lleguen a decir
que lo desperdiciaste por estar pensando
en la mejor forma de exprimirlo.

(1986)

LUCE COMO LA ETERNIDAD

Todo el día la muchacha gira en su cuerpo
va y viene en el espacio donde
como pez en el agua se mueve.
Haga lo que haga, rápido el espacio
sin más demora, colmándola a su paso,
vuelve a cerrarse tras ella.

Su acción de moverse no es anunciada
                  más que por el halo
que de un sitio a otro deja su presencia.
No importa que el sol confunda en torno
a ella los colores del día
y que el húmedo calor relumbre en su piel
como pedrería, y el viento afanándose
de nuevo remueva las cortinas
para colar desde afuera la claridad del día.

El espacio la sigue a todas partes
sin que se dé cuenta,
y así no la venza,
deja que sea lo que ella quiera.

(1999)

EXHORTACIÓN A MI DOBLE

¿Por qué te has molestado en venir?
Mejor hubieras hecho quedándote en la casa de mi cuerpo.
¿Por qué saliste de mí mismo? No necesitabas
excederte de mí. Ni agitar mis brazos,
darle cuerda a mis remordimientos
y expandirte en el curso de mis pies
por la empinada cuesta y la aplanada orilla
del valle muerto
que conduce a ninguna parte.
Tú me gustabas más cuando
no tenías cabeza y eras un vulgar maniquí comprado
por un bolívar
en el mercado de Catia.

(2005)

PAISAJE CON RUINAS

Por insensato que parezca, nada es tan impertinentemente
grato como ver las ruinas del palacio desaparecer
en medio de hojas y bejucos de una intrincada jungla.
La naturaleza armoniza bien con el progreso,
pero después que éste ha pasado.

Entretanto, el paisaje que resulta de la mezcla
en porciones iguales de lo que ahora crece y lo que,
beneficiando a la naturaleza, desde hace tiempo
ha muerto, garantiza paz a los restos.

(1999)

SI YO LADRARA

Si yo ladrara, no lo haría en rebaño
ni por una causa perdida
como correr detrás de una putica perra
en medio del maratón de perros.
Si yo ladrara, me gustaría
que mi ladrido se comportara decentemente
y que no desentonara igual
que lo hace el alarido que una perra pega

cuando es montada por un perro. Si yo ladrara,
no lo haría en plena calle, delante del público,
para que se viera que no estoy
interesado en volverme centro de la atención
cuando en realidad es eso
                    justamente lo que quiero.

(1999)

LA CASCADA

Sentados en el barranco vemos la cascada
cayendo como sílabas blancas
fija sobre las grandes lajas
tal si una lengua oscura recobrara en el chorro
el uso de la palabra.
Y si enmudecemos nosotros es sólo para percibir mejor
cómo en la columna de agua una voz sin descanso
repite nuestros nombres.
¿O será que la naturaleza, acaso oscuramente,
sin obtener respuesta, nos habla?

(1999)

EL BOQUEAR ES UNO CON EL SALTO DEL PEZ

Sobran allí en la arena que decoran
estos seres leves que, ya sin astucia,
arrebatados a la espuma, se estiran
y pugnan en loco afán de quebrantar
la resistencia del oxígeno.
De cuando en cuando alguno, como si viese,
salta impelido por un resorte interno.

Pero, ¿de qué sirve que su terquedad flexible
vibrando en la luz del mediodía
con brillo relampagueante ventilen?

Siempre hay una bota lista para aplacarlos
y una mano que amontona y cuenta.

(1986)

LLENO Y VACÍO

Sin el bosque no te imaginas la función del hacha.
Ésta ha sido pensada para penetrar en él.
Lo que en el hacha es suma, en el bosque es,
golpe tras golpe, resta.
Lleno y vacío. Ruido y silencio.
El hacha habla y el bosque responde.
El hacha pone la música pero el árbol es el instrumento.

LAS PLANTAS CRECEN DE SU CUENTA

Las plantas crecen de su cuenta.
Nadie sabe cómo ni en qué momento.
Su crecimiento es una acción pasada.
Al menor descuido tuyo, madura
un tomate. Volteas y abre
la flor violeta del apamate.
Y todavía crees que tu mirada contribuye
a ese pequeño milagro.
¡Cuan equivocado!
Todo sucede sin que te enteres.

¡Y tienes todavía el coraje
de creerte dueño del jardín!

(1986)

CANTAR A LOS PÁJAROS

Observa con qué facilidad escribes
sobre pájaros. Pero ¿cuántos has rodeado
amorosamente con el calor de tus manos?
¿Cuántos han latido realmente
bajo la presión de tus dedos?
¿Acaso los has descrito
sin olvidar detalle como quien
conoce bien a un cuerpo amado?

¿Lo has liberado acaso
del peso de tus palabras?

LA LUZ DE MIS TRÓPICOS

Aquí nadie está claro y en primer lugar
yo tampoco.
¿Y por qué tendría que estar claro?
Lo que tiene que estar claro es la luz.
Con una claridad meridiana en alza
como las acciones de la bolsa

puede verse todo claramente.
Si no hay claridad en ti ni en mí
¿por qué preocuparse?
Goza tú de esta luz maravillosa,
de este paisaje cebado en los trópicos.

La confusión ideológica en mi país
es pura inocencia.
La situación política
perdonen si no la entiendo.
¿Acaso soy yo el más llamado a entenderla?
En mi país quien está claro
sencillamente es un tonto.

¡Que se roben ya las arcas
y que lo hagan cuanto antes
pero a mí que me dejen
la luz de los trópicos!

(1992)

PEDESTAL CON MEMORIA

La mano en su ademán de empuñar la espada
aferra sólo contención
y prudencia. Pareciera más bien
restregar con ella el brillo
de la empuñadura de bronce
y contentarse con esto,
perenne en su carencia.
¡ Y vean cuánto estorba
allí un pensamiento!

¿Y quién que como él todo tasó
será tasado en recompensa
con la misma balanza del tiempo?
Nos mide desde su pedestal
pero, pasados los siglos,
él puede ser medido por nosotros.
Ésta es su desgracia y su urgencia
pero también su fortuna:
una plenitud de peso en bronce
que se sabe gesto petrificado
en el momento de pesarse.

No hay así pues prisa
en que esperemos eternamente
que un dios aquí, trocado en monumento,
narre una hazaña por la que ahora
nadie en la plaza pregunta.
Ni desesperación ni clemencia
hay en sus pupilas fijas y abiertas
hacia el silencio, pues nadie pasando
a su lado olvida que ya no es él el espejo del tiempo
donde la historia se mira,
sino que lo somos nosotros.

(1998)

DIARIO POR UNA ESTATUA

La estatua de Balzac por Rodin:
un poco inclinada hacia su costado izquierdo
como si buscara impulso para emprender la marcha.
No recostada exageradamente en el aire
o en ningún objeto o punto exterior a su eje,
sino más bien apoyada en sí misma.
¿No es un escándalo que así no se apoye
casi ninguno de nosotros?
¿Que para tomar aliento
tengamos que hacerlo desde un bastón?

Otros, en cambio, replegados hacia sus adentros,
contra la costura de sus trajes,
muestran que han sido no en balde seriamente cosidos a
                                                     [éstos.
Que es su cocimiento lo que los impulsa a respetarse
y a tenerse por sabios y grandes.

Observa en cambio a aquel otro:
si no fuera por el televisor, no tendría cabeza
más que para revelar el sitio de donde le fue arrancada.
O sería como la estatua de sal
en que lo ha convertido el nudo de la información.
Lleno de miedo, está condenado a mirar
sólo hacia delante.
Quítenle su pasado, por dios,
y verán que no sabrá hacer otra cosa
que declararse un hombre de nuestro tiempo

(siempre que la pantalla pueda
dar la cara por él).

LA CÓLERA DE LOS INVISIBLES

Una palabra cuando más puede apuntar
hacia donde está el látigo,
pero en general no es tan vehemente
como la rabia o como la improvisada
cólera de un momento.
O no hay entre ésta y la palabra
verdadera correspondencia
como la que hay entre el reflejo
y el puñetazo en el rostro.
A veces ni siquiera vale la pena admitir
las consecuencias de lo que estaría mejor
que confiáramos a la memoria o al silencio:
un encono, un resentimiento secretamente guardado
y dejado para esa ocasión
en que puedan sacarse a relucir
instrumentos más convincentes
como cuando es el grito y no la orden
comprensible y claramente dada
lo que empuja los vasos hacia el rincón de la mesa
e inexplicablemente para quien permanece al margen
alguien desenfundando un arma entra...

(1991)

ÍTACA

Es más fácil llegar para el que está dentro
que para el que viene de afuera.

No es menester que avance andando lentamente
o a la carrera, que sepa la dirección o que la averigüe.

Ni que dé muestras de estar llegando, liviano o exhausto,
a campo traviesa, por avenidas, bosques o encrucijadas.

No importa el medio de transporte, lento o acelerado,
ni la velocidad a que hace el camino
ni el paso de las horas.

Bien enterado del sitio, no necesitará cruzar la calle
ni abrir la puerta para informar, como Ulises,
que ha llegado.

Y para que, adentro, en el hogar estén junto a él
convocados, al calor del fuego, unos brazos,
unos labios, unas miradas.

Bastará con que esté en su casa
para saber en ese mismo momento
que sin necesidad de venir de afuera,

ya ha llegado,
ya ha llegado.

(1999)

HEROÍSMO DE LA REALIDAD

¿Por qué tomó tan extraña decisión
de irse a vivir a un litoral desierto
donde el lento y acezante mugido de oleaje,
embistiendo contra las rocas,
rompe el silencio de la playa
y el viento que silba entre los almendrones
lima la aspereza de las hojas del uvero?

El erizado mar y la picada montaña
los cocoteros, los dioses, los monos, las quebradas,
el bramido de la espuma salpicando las piedras,
supieron al fin que recibir a aquel huésped irónico
significaba no hacerse cómplices
de quienes, para usurpar sus dominios ancestrales
no abandonaban sus hábitos ciudadanos,
sus chequeras, sus mal habidas ganancias
sus colts, sus automóviles último modelo.
Reverón prefirió sus demonios internos
al halago de ver canjeadas sus pinturas
por una cuenta bancada
y murió pobre.

La locura no avasalla
sino a los que saben, por haberla poseído,
arrancarle alguna estrella.
y así aunque la naturaleza nos impida combatirla
para librarnos de sus garras
salvo cuando el sueño termina y la tiniebla llega,
padecer la locura es también prueba
de que aún en la mayor soledad y la miseria
a un hombre puede estarle reservado
por un instante ser un dios o un genio.

VOLVERÉ POR MIS MULETAS

Hazte desollar, cortar en piezas, pero no sufras
que se te ampute. Hasta un perro en la calle te diría eso.

ARTHUR RIMBAUD

La salud del sueño depende del estado de ánimo
del que sueña. Tal estado influye en la cualidad positiva
o negativa de los sueños. No son lo mismo los sueños
de Ofelia que los de Lady Macbeth. Ni el sueño
de los condenados y de los enfermos terminales
es el sueño en donde Rimbaud ataba estrellas
con cordones de oro. Ni el del impenitente aventurero
que regresó de Harrar con una faja de doblones
de oro ceñida a su cintura para morir pobre y confesado
en un hospital de Marsella.

LA BELLEZA

Rimbaud se jactaba de haber sentado
en sus rodillas a la belleza, y la época
no vaciló en considerar
tan osada confesión
como una hazaña de incalculables
proyecciones literarias.

Pero en estos momentos escépticos
en que el gusto ha proclamado como verdad
irrefutable de la estética
el que puedan coexistir
bellezas feas y aborrecibles
junto a beldades por siglos y siglos
tenidas como tales,
yo me conformaría, por decir lo menos,
con sentármela a mi lado
y quedar con las manos y las rodillas libres
para, si me viera acosado,
intentar cuanto antes la fuga.

DONDE TRATO DE EXPLICARME

Hasta cierto punto
las ocasiones de dar la cara por mí no negaré
que las he tenido. Pero mi versión de los hechos
—cuando de explicarlos se trataba—

era un tanto nebulosa y contradictoria
al punto de que, en el mejor de los casos,
ni yo mismo le prestaba cuidado.
De momento diré que la inconsistencia

de mi argumentación estaba en su nivel
más bajo y era igual a cero.
Pues si algo yo hubiera podido decir de mí

dudo de que no hubiese sido más que palabras.
Digo en el caso de haber tenido fuerza para armarlas
y fe para esperar de ellas un milagro.

NOTICIAS DEL ALUD

Tenemos que agradecerles a los publicistas su interés por
nuestro país. Se espera que con el apoyo de éstos
y de la Comisión Nacional, de la TV de la sociedad civil,
de la cinematografía mundial y de nuestros libretistas
y escritores, podamos sacarle a este doloroso suceso
el máximo provecho.

Tomado del diario El Nacional, Caracas, 23/02/2000

Una de las cosas que suceden con nuestro modelo
de participación ciudadana es que la gente está
cada vez más convencida de que
mirando los acontecimientos
en la pantalla chica se compromete más
que el que no ha visto nada.
Que se piense de este modo es una perversión que
los dueños de los medios alimentan con el propósito
de que la gente se ocupe más de lo que ocurre
en la pantalla
que de lo que ocurre en la realidad.

Este compromiso virtual le parece obvio a la persona
que sentada confortablemente piensa que basta
apagar el aparato para ponerse a salvo
de la furia de la inundación..

ESCENAS VIRTUALES

Ninguna imagen de la tragedia luce bastante cruel
cuando al lado, en la mesita junto al televisor,
hay un vaso con whisky y, más allá,
esperando, un sandwich y una taza de té.

Disculpen, pero aunque pueda ser cierto
eso que veo en pantalla es una escena virtual.
Observen allí cómo se dispara en el barranco
la cota de crecimiento de la corriente.
Observen allí cómo bajan los ahogados
sobre la cresta del caudal.

Afortunadamente todo cuanto ocurre afuera,
según la filosofía idealista, acontece sólo en mi mente.
Y tiene razón, pues basta hacer girar
el botón de cambio para borrar el acontecimiento
darlo por visto
y entrar a otro canal
donde también pasan una mala película.
Lo siento.

(2000)

EL HOMBRE TIENE QUE LUCIRSE

El hombre tiene que lucirse.
Por eso su primer discurso es brillante.
Probablemente también el segundo.

¿Pero qué importancia tiene el último
si ya todo estará acabado? Para decir
su primer discurso el hombre se pone a tono.

Se baña, se afeita, pule sus zapatos
Lleva su mejor traje, elige para su corbata
la mejor prenda.

¡Ah, cuan lucido resultará su discurso
si se tuviera a sí mismo por actor y oyente!
Sólo si se quedara repentinamente muerto,
La expectativa de lucirse no sería confirmada.

(1999)

TOCAS MADERA

Tocas madera debajo de la mesa y tus dedos,
sin quererlo rozan una pelambre fina.
—Debe ser la piel del diablo —dices.
Para comprobarlo bajas la cabeza hasta el reverso
de la tabla y palpas el sitio donde
tus dedos acaban de posar su grima.

—Sí, es el demonio —y acaricias su lomo terso.

LAS COMUNICACIONES INEXACTAS

El trato con los demás es como el ladrido del perro.
Hagas lo que hagas para entenderlo, te es ajeno.
El ladrar tiene, sin embargo, una ventaja:
va en una sola dirección: del perro a ti.
En cambio, el trato con los demás
exige una respuesta:

quiere que tú también ladres.

2

El perro que sin dar marcha atrás
intenta cruzar la avenida no está
menos confundido
respecto a la orientación de su vida
que tú. Él también tantea y, para expresar
la gratuidad de su destino, gruñe.
Pero tú haces lo propio,
aunque pudiera entenderse lo contrario
del hecho de que el perro
encuentra una muerte súbita,
en tanto que tú, tú revelas
que hasta en esto eres un poco más lerdo.

(1986)

ACCIDENTE

Miren cómo ayer domingo
esa bella muchacha que conducía a toda prisa
murió al estrellar su coche
de frente contra un obstáculo.
He vuelto a mirar su foto en el periódico
donde se reseña el hecho sin extraer
por ahora ninguna conclusión
en cuanto al parecido próximo o remoto
que la muchacha pudiera tener
con una foto de carnet. Aunque confieso
que este detalle no hace menos enojoso
y grave el asunto de morir tan joven
y en tan horrible trance.
Ni me ahorra el dolor o la tristeza
por lo que a mí, como lector, me toca.
Al fin y al cabo no somos
sino testigos de la muerte de otros.
Así no estemos cerca del accidente
y la foto diga nada o poco.

(1992)

COMO ULISES

Así como antes te detenía un río crecido
hoy te detiene un accidente de tránsito,
el silbato del vigilante, una calle ciega,
una orden que tú no entiendes

así te la dieran al oído.
Antes las cabalgaduras desfallecían
y rodaban deshechas por el barranco.
Pero nada te impedía llegar a casa

aunque tardaras como Ulises diez años.
Hoy te lo impide una especie
de muerte que encuentras en todas partes

pues como marca la llevas contigo
impresa en tu cuerpo bajo muchos
disfraces por fuera y por dentro.

HISTORIA DEL POEMA

Los profesores de literatura dicen de la poesía
cosas que yo no diría del peor de mis enemigos.

George Bowering

El preceptivista intenta darle caza.
Lleva en sus manos unas pinzas
y corre tras él
listo para desglosarlo
en cuanto le ponga el guante
como a infeliz mariposa.
Con argumentos más lógicos,
el profesor trata de echarlo por la fuerza
o, llegado el caso, si resultara
demasiado imprudente,
lo derriba de un puñetazo sobre la mesa.
Aunque selle herméticamente puertas y ventanas,
en el fondo sabe que el poema
no tardará en volver a colarse.
En una cosa el profesor y el preceptivista
están de acuerdo:
preferirían verlo muerto.

Y ahora la historia de la crítica

En esta ciudad todos quieren la muerte del poeta.
En Palacio todos quieren la muerte del poeta.
En la Academia todos quieren la muerte del poeta.
Los poetas mismos apuestan a la muerte del poeta.

Y cuanto antes. Pues sólo así, una vez muerto,
se podría comenzar a hablar de él. Mal o bien.

(1991)

POEMA DE AÑO NUEVO

Tú que celebras, ¿has notado alguna diferencia
de ayer a hoy? Por qué tanto alboroto?
Asómate, observa la calle y dime
si en este día de año nuevo todo no continúa igual.
Tu mirada y las cosas que ves permanecen
a la misma distancia que ayer, unidas por una línea recta
a través de la cual tus ojos dan por conocido
todo lo que encuentran en esa dirección.
El cielo sigue siendo de un austero azul neutral.
No hay nada nuevo en la forma en que
el sol lame la pared de enfrente. De eso mismo
se ocupaba ayer. ¿Y acaso ha adelantado en su tarea?
¿Qué te hace pensar
que flota en el ambiente un matiz especial
de cuya condición efímera se desprenda
un estado de ánimo más optimista y diferente
al de ayer? ¿Qué es eso de salir a dar gritos
por la calle? Esta mañana los acontecimientos
sin presentarse duermen a pierna suelta.
El azar mantiene en secreto su próximo paso.
Dependemos mucho más de él que de nosotros.
Voltea y observa en tu cuarto la pared
donde el almanaque cuelga en su sitio, sin moverse,
a la par del tiempo que con su ir y venir
hace que las cosas, inmóviles también,
se resistan a cambiar, cubriéndolas
con su manto polvoriento.
El espacio que habitas es el mismo.
Tú también.

(1998)

ESCENA CON BUITRE

Que el hígado de Prometeo se reproduzca incesantemente,
se explica por el apetito insaciable del buitre.
El apetito de éste se regenera también por obra
de la reproducción incesante del hígado de Prometeo.
De forma que el ciclo se reanuda continuamente.
Lo que demuestra en este caso que la función hace
al órgano. Pero también lo contrario. En un momento
determinado las fuerzas se neutralizan. El hígado
de Prometeo deja de crecer y se reduce a ese trozo último
de viscera que ahora el buitre engulle de un tirón.
Puede determinarse entonces que al buitre le ha ocurrido
igual. Ya no tiene más apetito pero tampoco viscera
de dónde reponerlo.

Ninguno de los dos cede. Ni el hígado de Prometeo
renace ni el apetito del buitre se manifiesta hasta
tanto Zeus no lo ordene. Los dos contrincantes,
manteniendo la distancia, se miran de arriba a abajo.
Y la acción se paraliza.

Mientras tanto, un excursionista desprevenido
se ha trepado a la roca y estropea la escena
intentando sacar una foto. Zeus, desde su silla plegable,
lo recrimina y, agitando ambos brazos, grita: —Corten.

Cómo sabe que la historia se repite.

(1999)

LA DERROTA

Siempre está listo para librar la batalla en otra parte,
no en él mismo. En definitiva, en el terreno más
conveniente a las tácticas del otro, y hasta si se
quiere en el campo que éste ha elegido. Sabía que
todas las batallas donde se pone enjuego el resto
son a muerte, incluso las que no se libran. Pero si
no le había sido dado escoger entre la lucha
corporal y el armisticio, ¡cómo no haber pensado
que hubiera podido al menos elegir el lugar del
combate! Pero también este recurso le fue negado, y
no por el otro, quien confiaba ya en su triunfo, aun
antes de alistarse, sino por él mismo. Si hubiera
podido disponer de su vida como de un arma. Si
hubiera sabido que su existencia era el cuartel en
disputa, porque había que pegar duro con los cuerpos
                                                                     y esto tampoco lo sabía.

(1982)

IMAGINACIÓN DE LO REAL

Lo imaginario es lo que más propenso está a convertirse
en real. a la inversa, lo real es lo que de por sí tiende
a hacerse imaginario. Es decir, a perder realidad.
Elija usted.

Pero la verdad práctica es que lo imaginario no entra
en los planes de lo posible si no tiene asiento
en lo real —aunque sea como pensamiento loco
o como idea de una alucinación.

BOQUEAR CON PROPIEDAD

Boquear con propiedad es una de las virtudes
que a la hora de morir hacen la diferencia
entre el hombre y el pez.

¿Quién en esta circunstancia
mantiene la compostura?
Por regla general el pez.

(1993)

COCTEL

Demasiados programas.
Demasiados cocteles reuniones
convenciones congresos ritos festivales
Demasiados agentes libres en el mercado
y si a esto tú te sumas
acabarás con que hay
demasiada gente holgazana como tú
bostezando frente a un cuadro
a duras penas soportándose
para rechazarse luego
con un somero apretón de manos
y un hasta luego. Señores,
esta farsa no se detiene
y pese a ella sobrevivimos.

PARA TODOS LOS QUE NO LO ENTIENDAN ESTE POEMA ES SOEZ

Los poemas que uno escribe contra el sistema son soeces
Los poemas que prohibe la iglesia son soeces.
Los poemas que atentan contra la moral son soeces.
Los poemas que para nombrar las partes pudendas
hacen caso omiso de las recomendaciones
de la Real Academia son soeces.
Los poemas que hablan de sexo son siempre soeces
y los que irresponsablemente
escandalizan a una dama que al oírlos
en el acto se levanta de su asiento,
protesta y se marcha son soeces.
Igual que son soeces
todos los poemas que no se dicen con palabras

sino a coñazos.

SI SE ANUNCIARA DESDE UNA SALA DE JUEGO

Lo que vuelve más terrible a la onda de pánico
desatada tras la decisión de llamar a la guerra
cuando se le anuncia al mundo a través de cincuenta
micrófonos, es la carencia
absoluta de humor en quien lo declara.

Si esta decisión fuera tomada menos en serio
o se le anunciara desde una sala de bingo,
con aire desenfadado y menos sentencioso
(y hasta en mangas de camisa), la gente

podría estar mejor dispuesta para entender
que la guerra, además de ser un bonito negocio,
es parte de un gran juego en donde sólo
los que son enviados a combatir en ella
llevan las de perder.

Pero, ¿quién después de oír
el patético anuncio carente de humor,
va a creer que el mundo mejorará porque
se afirme que la guerra es la única manera
de cambiarlo? ¡Dígalo cantando, señor!

Y no es que yo no piense como cualquiera de ustedes:

Quien quiere que el mundo siga siendo como es,
no quiere que siga siendo...

(2003)


INCLUSO FRENTE A MI VIDA YO PASABA DE LARGO

Yo tenía como ocupación habitual pasar de largo.
Dejaba atrás las ciudades, las multitudes,
las plazas, la campiña y la recta que conduce
al horizonte y su curvatura plana.
Lo cierto es que dejaba bien atrás al tiempo
como si ya no me perteneciera.
Y además, el presente, el porvenir, los buenos
y malos augurios, los muertos en sus parcelas,
las máscaras, los trajes, el exilio,
los huesos frotados por el timbre de las lluvias,
el temor, el éxito y las calamidades,
los claros entre la maleza y la muralla,
quién duda de que eran un recuerdo bien lejano.

Memoria, te nombraré de última,
ah viejo reloj estropeado.

Quién mejor que yo sabía que mi programa
era pasar de largo
y que si algo llevaba yo conmigo
era mi deseo de pasar de largo.

CUANDO RECUERDO MIS ÉXITOS

Cuando recuerdo mis éxitos
no crean que lo hago con nostalgia.
Por el contrario, disfruto.
Pues el éxito es la parte tolerable del error
cuya suma, a la hora de hacer un balance,
es mucho mayor, mucho mayor.
Ciertamente, la columna del fracaso
está llena de cuotas que nunca terminaremos
de pagar,
ni en esta vida ni en la otra. Morosos,
nos esforzamos en hacerlo, claro está,
acosados por toda clase de acreedores
y, entre éstos, la muerte.
La satisfacción consiste, así pues,
en que los abonos parciales que vamos haciendo
dan al menos la ilusión de que el negocio,
mal que bien
marcha de alguna manera.

(1982)

EPITAFIO

En mi entierro iba yo hablando mal de mí mismo
y me moría de la risa.
Enumeraba con los dedos de las manos
cada uno de mis defectos

y hasta me permití delante de la gente
sacar a relucir algunos de mis vicios
como si me confesara en voz alta
y en la vía pública.

Comprendo que esto no es usual en un entierro
ni signo de buen comportamiento.
Un ciudadano cabal, aun estando muerto

—cuando es él el centro de la atención—
debe guardar las apariencias
y cuidar de no exponerse al ridículo.

(1999)

EL FIN TAMBIÉN PASARÁ

El fin también pasará
y vendrá después de éste
—el nuestro— otro fin
que también pasará.

Y así hasta que al final
el infinito cansado de esperar
diga si prefiere
dejar las cosas donde están

o si, a su vez, buscará
como nosotros que otro fin,
un poco más allá,
ponga el punto final.

(1999)

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LOS RUIDOS DE LA CASA es una mirada íntima de los sonidos detectados por el espíritu como residencia suprema de los sentidos, en especial del sentido auditivo, el cual se afina para escuchar los sonidos que están dentro y que asoman el vínculo entre lo estético y la intangibilidad del alma. Las imágenes estremecidas por los ruidos se manifiestan y se van haciendo parte del cuerpo consolidando y convirtiendo la casa estremecida con los sonidos de Dios, en un canto donde el amor deja al dedo enredado en los hilos del mantel. Las imágenes del ruido, la casa, los fantasmas, la cama, la puerta, son un todo, son uno en la vida del espíritu del autor. “En mi casa hay miles de jarrones un perro llorón por las noches una sonrisa pegada en la pared izquierda una almohada en el salón de nieve y un cuarto de estrellas lleno de grillos.”