(USA, 1882 – 1932)
EL ESCLAVO
Libertaron al esclavo, rompiendo sus cadenas...
Y quedó tan esclavo como siempre.
Estaba todavía encadenado al servilismo,
estaba todavía maniatado a la indolencia y la pereza,
estaba todavía atado por el miedo y la superstición,
la ignorancia, la suspicacia, el salvajismo...
La esclavitud no estaba en las cadenas,
sino en él mismo...
Solo se pueden libertar los hombres libres...,
y esto es innecesario:
los hombres libres se libertan solos.
LA QUE CORRE EN LOS CIELOS
¿Quién es esa que corre en los cielos
con su flotante bufanda de estrellas,
con nuestra tierra y sol rondando como abejas su corazón
en flor?
Sus pies van en los vientos donde el espacio es hondo.
Sus ojos son velados, nebulosos,
vuela en la noche en busca de un amante lejano.
UN PUÑADO DE POLVO
Me incliné hasta la tierra callada y alcé de ella un puñado
de polvo...
¿Era un puñado de humanidad lo que empuñaba?
¿Era la atomizada y esparcida belleza de una mujer o de
un bebé?
Porque el viento esparce por las colinas de la tierra el
polvo de las marchitas generaciones,
y no hay ni una gota de agua en el mar que no haya sido
gota de sangre o lágrima,
y no hay ni un átomo en la savia de una hoja o de
un capullo que no haya sido savia de amor de un
ser humano,
y no hay terrón que no haya sido rosada curva de un
labio, un pecho, una mejilla...
Puñado de polvo, tú me asombras...
Nunca soñé que el mundo estuviera tan lleno de los
muertos;
ni el aire que respiro tan rico de pasado sorprendente
¿Besos de qué muchachas hay en el viento?
¿Lamentos de qué muerte en las rompientes olas que
arroja el mar?
Me hallo envuelto en un aire de alas en fuga,
me hallo engolfado en nubes de vidas de amor pasadas...
¿Quién se inclina allá lejos? ¿Helena de Grecia?
¿Quién camina a mi lado? ¿Isolda?
Los árboles están brotando flores del pecho de Julieta,
y la abeja chupa miel en los labios de David...
Ven, muchacha, camarada,
párate junto a mí, tú, la quemada de sol, con tus brillantes
ojos alzados,
mira este polvo...
esto eres tú; esto, de la tierra que pisas, eres tú:
¿Por qué milagro alzada? ¿Por qué magia modelada?
¿Soplada por qué dios?
Y dentro de cien años alguno como yo podrá venir
e inclinarse y alzar un puñado de la suave Tierra,
y no soñar jamás que allí en la palma de su mano
yace la que reía y corría y vivía junto a este mar
en una tarde cien años antes...
Escucha al polvo de esta mano:
¿Quién es el que trata de hablarnos?
HEBREOS
Vengo de una raza potente... Desciendo de una raza muy
potente...
Adán era un hombre potente y Noé un capitán de las
movibles aguas,
Moisés era un austero y espléndido rey, oh, sí, tal fue
Moisés...
Dadme más cantos cual los de David que agiten mi
garganta hasta la boca del abdomen,
y dejadme rodar en el trueno de Isaías...
¡Eh! El más potente de nuestros jóvenes nació bajo una
estrella en pleno invierno...
Su nombre se halla escrito en el sol y escarchado en la
Luna...
La tierra lo respira como una eterna primavera, es un
segundo cielo sobre la tierra...
¡Potente raza! ¡Potente raza! —mi carne, mi carne
es una copa de cantos,
es un pozo en el Asia...
Camino con tenebroso corazón mientras las épocas se
asientan en un divino estruendo...
Mi sangre está batida de cimbales y los aretes de las
bailarinas en ella tintinean...
Arpa y salterio, arpa y salterio me embriagan el espíritu...
Soy del pueblo terrible, soy de los extraños hebreos...
Entre los enjambres fijos como estrellas enraizadas mi
gente es un cometa fugitivo,
errante de la Eternidad, el eterno Judío Errante...
¡Eh! Nos hemos vuelto contra los más potentes jóvenes
nuestros
y en esa negación abarcamos al Cristo
y a los dos ladrones a los lados del Cristo,
y a la Magdalena a los pies del Cristo,
y al Judas que por treinta monedas de plata vende al
Cristo,
y nuestros veinte siglos en Europa tienen la forma de una
Cruz,
de la que colgamos en oprobio y gloria...
¡Potente raza! ¡Potente raza! —mi carne, mi carne
es una copa de cantos,
es un pozo en el Asia.
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