Fotografía

Fotografía: Marisol Zurita Aguilera. Isla de Chiloé. Chile.

Una mujer me espera

 
Walt Whitman (1819 - 1892)


Poeta: Walt Whitman

Una mujer me espera, lo contiene todo, nada le falta,
pero le faltaría todo si faltara el sexo, o si faltara la humedad
   del hombre apropiado.

El sexo lo contiene todo, cuerpos, almas,
significados, pruebas, purezas, manjares delicados, resultados,
   promulgaciones,
canciones, órdenes, salud, orgullo, el misterio maternal, la
   leche seminal,
todas las esperanzas, beneficios, donaciones, todas las
    pasiones, amores, bellezas, delicias de la tierra,
todos los gobiernos, jueces, dioses, líderes del mundo,
a todos los contiene el sexo como partes de sí mismo y
   justificaciones de sí mismo.

Sin pudor el hombre que me gusta conoce y reconoce la
   delicia de su sexo,
sin pudor la mujer que me gusta conoce y reconoce
   la del suyo.

De ahora en adelante renuncio a las mujeres impasibles,
me voy a quedar con la que me espera, y con las mujeres
   que tienen la sangre caliente y me satisfacen,
veo que me entienden y no me niegan,
veo que son dignas de mí, seré el esposo vigoroso de esas
   mujeres.

No valen ni un ápice menos de lo que yo valgo,
tienen la cara morena de soles que brillan y de vientos que
   soplan,
tiene su carne la divina fortaleza y flexibilidad de antaño,
saben nadar, remar, cabalgar, luchar, disparar, correr, golpear,
   retirarse, avanzar, resistir, defenderse,
son las últimas de su especie —son calmas, claras, dueñas
   de sí mismas.

Os traigo junto a mí, mujeres,
no os dejo marcharos, os haría bien,
soy para vosotras, y vosotras sois para mí, no sólo para
   nuestro provecho, sino también para el de otros,
encerrados en vosotras duermen héroes y bardos más grandes,
se niegan a despertar al contacto de hombre alguno, sólo
   del mío.

Soy yo, mujeres, sigo mi camino,
soy austero, áspero, grande, difícil de disuadir, pero os
   quiero,
no os hiero más de lo que os hace falta,
vierto la sustancia que engendra hijos e hijas aptos para este
   país, empujo con músculo lento y rudo,
me fortalezco con eficacia, no presto oídos a súplicas,
no oso retirarme hasta que deposito lo que se ha ido acumulando
   en mí durante tanto tiempo.

En vosotras dreno los ríos encerrados en mí,
en vosotras envuelvo mil años por venir,
en vosotras planto las plantas de lo mejor de mí y de América,
de las gotas que en vosotras destilo crecerán fuertes y atléticas
   chicas, artistas, músicos, y cantantes,
los niños que engendre en vosotras engeadrarán niños a su
   vez,
exigiré hombres y mujeres perfectos de mis esfuerzos
   amorosos,
espero que se unan con otros, del mismo modo que nos unimos
   vosotras y yo ahora,
cuento con los frutos de sus torrentes borbollantes, como
   cuento con los frutos de los torrentes borbollantes que yo
   doy ahora,
buscaré las cosechas amorosas en el nacimiento, vida,
   muerte, inmortalidad, que planto ahora con tanto amor.

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LOS RUIDOS DE LA CASA es una mirada íntima de los sonidos detectados por el espíritu como residencia suprema de los sentidos, en especial del sentido auditivo, el cual se afina para escuchar los sonidos que están dentro y que asoman el vínculo entre lo estético y la intangibilidad del alma. Las imágenes estremecidas por los ruidos se manifiestan y se van haciendo parte del cuerpo consolidando y convirtiendo la casa estremecida con los sonidos de Dios, en un canto donde el amor deja al dedo enredado en los hilos del mantel. Las imágenes del ruido, la casa, los fantasmas, la cama, la puerta, son un todo, son uno en la vida del espíritu del autor. “En mi casa hay miles de jarrones un perro llorón por las noches una sonrisa pegada en la pared izquierda una almohada en el salón de nieve y un cuarto de estrellas lleno de grillos.”