Autor: Mario Vargas Llosa
Extracto de la novela Los cuadernos de dos Rigoberto.
Tengo
el fetichismo de los nombres y el tuyo me prenda y enloquece. ¡Rigoberto! Es
viril, es elegante, es broncíneo, es italiano. Cuando lo pronuncio, en voz
baja, sólita para mí, me corre una culebrita por la espalda y se me hielan los
talones rosados que me dio Dios (o, si prefieres, la Naturaleza, descreído).
¡Rigoberto! Reidora cascada de aguas transparentes. ¡Rigoberto! Amarilla
alegría de jilguero celebrando el sol. Ahí donde tú estés, yo estoy. Quietecita
y enamorada, yo ahí. ¿Firmas una letra de cambio, un pagaré, con tu nombre
cuatrisílabo? Yo soy el puntito sobre la i, el rabito de la g y el cuernito de
la t. La manchita de tinta que queda en tu pulgar. ¿Te desalteras del calor con
un vasito de agua mineral? Yo, la burbujita que te refresca el paladar y el
cubito de hielo que escalofría tu lengua-viborita. Yo, Rigoberto, soy el cordón
de tus zapatos y la oblea de extracto de ciruelas que tomas cada noche contra
el estreñimiento. ¿Cómo sé ese detalle de tu vida gastroenterológica? Quien
ama, sabe, y tiene por sabiduría todo lo que concierne a su amor, sacralizando
lo más trivial de su persona. Ante tu retrato, me persigno y rezo. Para conocer
tu vida tengo tu nombre, la numerología de los cabalistas y las artes
adivinatorias de Nostradamus. ¿Quién soy? Alguien que te quiere como la espuma
a la ola y la nube al rosicler. Busca, busca y encuéntrame, amado.
Tuya, tuya,
tuya
La fetichista
de los nombres
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