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Thomas Stearns Eliot (USA, 1888 - Reino Unidos, 1965) |
T.S.ELIOT
El libro de los gatos habilidosos
del viejo Possum
Traductora: Regla Ortiz
Cómo llamar a un gato
Ponerle nombre a un gato es harto complicado
desde luego no es juego para los muy simplones.
Pueden pensar ustedes que estoy algo chiflado
cuando digo que al menos ha de tener tres nombres.
Lo primero es el nombre que le damos a diario;
como Pedro, Alonso, Augusto o Don Bigote;
como Víctor o Jorge o el simpático Paco.
Todos ellos son nombres bastante razonables.
Los hay más bonitos y que suenan mejor
para las damas y los caballeros,
como Admetus, Electra, Démeter, o Platón,
pero todos son nombres demasiado discretos.
Y un gato ha de tener uno más especial,
que sea peculiar, algo más digno.
¿Cómo, si no, va a alzar su rabo vertical
o atusar sus bigotes y mantenerse altivo?
De nombres de este tipo os puedo dar un quórum
como son Mankostrop, Quoricopat o Quaxo,
también Bamboliurina o, si no, Yellylorum,
son nombres que jamás compartirán dos gatos.
Pero a pesar de todo, nos queda un nombre más,
y ése es el que tú nunca podrás adivinar,
el nombre que los hombres jamás encontrarán.
Que SÓLO EL GATO LO SABE y no confesará.
Si un gato ves en meditación,
el motivo nunca te asombre.
Su mente está en contemplación
de la Idea Una de su nombre.
Su inefable, efable,
efaninefable,
único, oscuro, inescrutable Nombre.
La vieja gata marmota
Tengo una gata en mente, se llama Ana-topitos;
su pelo es diferente, rayas y lunaritos.
Se sienta todo el día en escalón o alfombra,
y es por eso mismo una gata marmota.
Pero cuando el jaleo del día ha terminado,
la labor de un marmoto aún no ha comenzado.
Y cuando la familia está dormida,
se recoge las faldas y al sótano camina.
Está muy preocupada por todos los ratones
- su conducta no es buena, sus modos son peores -.
Así que alineándolos encima de la estera,
les enseña a coser y a hilar con lanzadera.
Tengo una gata en mente, se llama Ana - topitos.
No tiene equivalente, ama lo calentito.
Pasa el día en la cama, ni siquiera la notas,
y es por eso mismo una gata marmota
Pero cuando el jaleo del día ha terminado,
la labor de un marmoto aún no ha comenzado.
Piensa que los ratones nunca están callados,
- quizás porque hace tiempo que no prueban bocado -;
y creyéndolo todo cuestión de voluntad,
se dedica con celo a freír y a guisar.
Les hace un buen pastel de pan y de guisantes,
y una hermosa sartén de bacon y de carne.
Tengo una gata en mente, se llama Ana - topitos;
lo que más le divierte es anudar hilitos.
En lo liso y en lo suave se coloca
y es por eso mismo una gata marmota;
Pero cuando el jaleo del día ha terminado
la labor de un marmoto aún no ha comenzado.
Cree que las cucarachas necesitan empleo,
y les manda tareas que eviten los saqueos;
así que ha convertido un hatajo de clowns
en un grupo ordenado, una tropa boyscout,
con muy buenos propósitos y una meta en la vida.
Ha conseguido de éstas que, incluso formen fila.
¡Ea!, gritemos hurra por los gatos marmotos,
que en el hogar evitan todos los alborotos.
La última hazaña de Gruñetigre
Gruñetigre era un valiente que viajaba en una barca.
No ha habido gato más fiero que paseara su estampa.
Desde Gravesend hasta Oxford provocaba tanto horror
que fue por todos llamado del Támesis el Terror.
Su educación y apariencia no pecaban de exquisitas.
Pelaje cutre, arañado, le colgaban las rodillas.
Una oreja le faltaba, el por qué no preguntéis;
y a un mundo hostil su ojo mira, imponiéndole su ley.
Hasta los de Rotherhide llega algo de su fama.
Y en Hammersmith y Putney al oír de él temblaban.
Arrancaban gallineros, encerraban a los gansos,
cuando corría el rumor: ¡GRUÑETIGRE ANDA DE PASO!
Tiemble el tímido canario que ha escapado de su jaula;
tiembla, cursilón caniche, si te enfrentas a su rabia.
Tiembla, rata de los ríos, que acechas junto a las barcas.
Y tiemblen los demás gatos que osen alzarle la zarpa.
Aún mayor era su odio a los gatos extranjeros.
Nunca les daba cuartel a los gatos no europeos.
Los persas y los siameses temblaban en su presencia,
pues fue un gato siamés quien lo dejó sin oreja.
Era una noche de estío, a sentir todo invitaba.
La luna brillaba suave, la barca en Morsey flotaba,
envuelta en el aire calmo se mecía en la marea.
Gruñetigre se sentía blando bajo las estrellas.
Su colega Grambuskín largo tiempo ha que ha marchado
a remojarse las barbas en un pub del verde Hampton.
Y el compadre Tumbelbrutus ha puesto por medio tierra,
de una tasca en el trasero se sienta a aguardar su presa.
En la proa del velero Gruñetigre está ahora solo,
concentrando su atención en la dama Huesorroto.
Su tripulación dormía en barriles y jergones.
Y llegaron los siameses sigilosos en sus botes.
Piensa sólo Gruñetigre en la dama Huesorroto.
Arrobada está la dama por el masculino tono.
- Dispuestos a disfrutar y sin esperar sorpresas-,
Mas la luna se refleja en cien ojos de turquesa.
Cada vez más y más cerca sampanes los rodeaban,
y el enemigo no hacía ruido que lo delatara.
Los amantes el dúo último cantan, ¡ay de sus vidas!
Cubertería de trinchar el enemigo esgrimía.
Ya Gilbert da la señal a sus mongólica horda;
pólvora, pistoletazos; los asiáticos abordan.
Abandonaron los juncos, barcazas y los sampanes,
cerrando las escotillas - dormían los tripulantes -.
Ya Huesorroto da un grito- estaba harto asustada -.
Siento tener que admitirlo, más supo esfumarse rápida.
Yo pienso que escapó bien, - seguro que no se ahogó -.
Pero un círculo de acero sobre el héroe se cerró.
Oleadas de enemigos avanzaban sin piedad.
Gruñetigre fue obligado por el tablón a saltar.
Quien a víctimas a cientos condujera hacia el hondón
al fin de todos sus crímenes fue obligado a hacer glup - glop.
¡Qué alegría hubo en Wapping cuando las nuevas llegaron!
En Maidenshead y en Hensley todos bailan sin descanso.
Se asaron ratas en Brentford e incluso en Victoria Dock.
Y hasta un día de festejos fue declarado en Bangkok.
El Ram Tam Tagger
El Ram Tam Tagger es un gato raro,
si le ofreces faisán, preferirá urogallo.
Si le pones un piso, quiere casa.
Y si le pones casa, quiere piso.
Si le das un ratón, deseará sólo una rata.
Si le das una rata, perseguirá a un ratón.
Si, el Ram Tam Tagger es harto raro
y no tengo por qué pregonarlo,
porque ha de hacer
lo que quiera él
y no hay nada que pueda evitarlo.
El Ram Tam Tagger es un buen plomazo,
cuando dejas que entre, sólo quiere salir,
está siempre del lado equivocado,
cuando llegue a casa deseará partir.
Le gustan los cajones del despacho,
pero ¡la que arma!, si no puede abrir.
Si, el Ram Tam Tagger es harto raro
y no tiene sentido que vayas a dudarlo,
porque ha de hacer
lo que quiera él
y no hay nada que pueda evitarlo.
El Ram Tam Tagger, qué raro animal.
Son ya una costumbre sus modales pésimos.
Si le das pescado, quiere zampar y zampar.
Cuando no haya pescado, desdeñará el conejo.
Si tú le pones nata, la olfatea y desprecia.
- sólo le agrada lo que él pesca -;
y lo pillarás de nata hasta la oreja
si la has guardado en la despensa.
El Ram Tam Tagger es astuto y taimado,
al Ram Tam Tagger no le gustan los abrazos,
mas cuando coses, salta a tu regazo
- nada le gusta más que armar un taco -.
Sí, el Ram Tam Tagger es muy raro
y no tengo por qué soltarlo,
porque ha de hacer
lo que quiera él
y no hay nada que pueda evitarlo.
La canción de los Misimisis
Misimisis, salid de noche
que salga uno, que salgan todos:
la Misiluna brilla esplendente.
Venid los Misis al baila Misi.
Los Misimisis son blancos y negros,
Misialegres y siempre joviales,
los Misimisis son pequeños,
y sus miaus muy agradables.
Sus caras son siempre de júbilo
con negros ojos luminosos.
Y bailan y cantan con gusto
a la Misiluna gozosos.
Los Misimisis crecen poquito.
Los Misimisis no son grandes.
Los Misimisis son gorditos
y conocen todos los bailes.
Hasta que sale la Misiluna
toilette y siesta en su trabajo.
Dan un toque a la manicura
y a las orejas un lavado.
Hay Misimisis negros y blancos,
su tamaño no es excesivo.
Y suben al cielo de un salto.
Brilla la luna en sus ojitos.
Son tranquilos por la mañana
y también durante la tarde.
Sus terpsicóreas añagazas
guardan para el Misibaile
a la luz de la Misiluna.
Los Misis son blancos y negros,
los Misis, dije, son chiquitos.
Si hace una noche de perros
darán en el hall algún brinco.
Y si el sol lanza sus destellos,
no pueden estar en activo.
Y descansan, tomando aliento,
para la Misiluna y el Misibaile.
Mangozipi y Rampelzape
Fue Mangozipi y Rampelzape un muy popular par de gatos,
polifacéticos feriantes, trapecistas, funámbulos ambulantes
[y hasta payasos.
Grande era su reputación. Hicieron de Victoria Grove su hogar
o su centro de operaciones. Su vocación era vagar.
- Conocidos en Cornwall Gardens, en Launceston Place y en
[Kensinton Square -
tenían, en verdad, un pelín más de la reputación que un par de
[gatos puede sobrellevar.
Si aparecía abierta una ventana
y el sótano un campo de batalla,
si unas tejas faltaran del tejado
- al agua permeable por acaso -,
si fuera del armario está el cajón
y no encuentras siquiera el pantalón,
si después de la cena, va una nena
y dice, ¡huy!, ¿dónde están mis perlas?:
La familia entonces dirá: ¡ese gato fatal
fue Mangozipi o Rampelzape! Y el asunto hay que olvidar.
Mangozipi y Rampelzape eran hábiles de labia, listos para
[engatusar.
Mangozipi y Rampelzape daban bien gato por liebre. Y
[no hubo desde ellos tironero más sagaz.
Su hogar era Victoria Grover. No tenían trabajo estable.
Eran tipos muy convincentes, y disfrutaban enganchando con
[su charla a un poli amable.
Al reunirme el domingo a cenar la familia,
hecha ya a la idea de no guardar la línea,
con asado argentino, patatas y verduras,
he aquí el cocinero, pues surge su figura,
que gime con la voz rota y desesperada:
- ¡Perdón, han de esperar la cena hasta mañana!
Pues del horno el asado se ha ido. - ¡Así, sin más!- ".
La familia entonces dirá: "¡ese gato fatal!
fue Mangozipi o Rampelzape" - y el asunto hay que olvidar.
Y Mangozipi y Rampelzape, qué maravilla trabajando juntos.
Algunas veces era suerte o el viento soplaba a su gusto.
Atravesaban una casa como un huracán y, en verdad, nadie
[haría juramento
¿fue Mangozipi o Rampelzape? ¿O jura usted que a la vez
[no actuaron los dos elementos?
Cuando en el comedor escuches, tras
o donde la despensa un sonoro cras
o de la biblioteca el fuerte ping
de una porcelana tenida por Ming.
Entonces la familia dice: "¿Quién habrá sido de ambos?
¡Fue Mangozipi Y Rampelzape!": ¡Nada que hacer en estos
[casos!".
El Viejo Deuteronomio
El viejo Deuteronomio ha vivido mucho tiempo.
Es un gato que ha vivido varias vidas sucesivas.
Era famoso en los versos y famoso en los proverbios
antes de que Victoria al trono fuese ascendida.
El viejo Deuteronomio enterró a nueve mujeres,
tentando estoy de decir que fueron noventa y nueve;
su numerosa progenie es próspera y floreciente
y su pueblo, en su crepúsculo, de él mucho se enorgullece.
A la vista de esa plácida y suave fisionomía,
cuando se sienta en el muro, al sol en la vicaría,
el habitante más viejo dice "¡Bueno, juraría…!
Qué cosas… a lo mejor… ¡no puede ser!... ¿es verdad?
¡Qué alborozo!
¡Benditos mis ojos!
¡Quizá falle mi cabeza, pero he de confesar,
y no me equivoco, que es el Viejo Deuteronomio!".
El Viejo Deuteronomio suele sentarse en la calle,
se tumba en la Calle Larga en el día de mercado;
pueden los bueyes mugir, pueden balar las ovejas,
pero pastores y perros prestos los echan a un lado.
Los coches y camiones siempre acaban en la acera,
y los lugareños ponen un cartel: FIN DE TRAYECTO:
para que nada imprevisto incomode tan siquiera
el reposo de este gato, si así él lo ha dispuesto,
o si se encuentra ocupado en sus asuntos domésticos:
y el habitante más viejo dice: ¡Bueno, juraría…
Qué cosa… a lo mejor… ¡No puede ser! ¿Es verdad?
¡Qué alborozo!
¡Benditos mis ojos!
Estoy sordo de un oído, pero puedo adivinar
el porqué de este jaleo ¡El Viejo Deuteronomio!".
El Viejo Deuteronomio se echa la siesta en el suelo
del pub El Zorro y el Cuerno después de la sobremesa;
y cuando los hombres gritan: "la última y hasta luego",
entonces la posadera, asoma de la trasera
y dice "¡No, todos fuera! Y por la puerta de atrás,
el Viejo Deuteronomio no puede ser molestado,
llamaré a la policía si hay bulla en el local".
Y todos andan contritos, despacito y bien callados.
El proceso digestivo de ese felino gastrónomo
no debe ser nunca roto, sea de noche o de día.
Y el habitante más viejo dice: "Bueno, juraría…
Qué cosas… ¡No puede ser!... ¿Es verdad? … A lo mejor…
¡Qué alborozo!
¡Benditos mis ojos!
¡Puede que mis piernas tiemblen, debo andar con precaución
y ser cuidadoso con el Viejo Deuteronomio!".
De la horrible batalla de los Pekis y los Pólicols
En la que también se narra la participación de los dogos y anglos
juntos con la providencial intervención del gran retógato
Los Pekis y los Pólicols, como es sabido,
son entre sí implacables como enemigos.
Dondequiera que vayas pasa lo mismo.
De los Anglos y Dogos, la gente piensa
que no gustan de luchas. Pero dan pruebas
de que disfrutan mucho con la pelea.
Y ellos
ladran y ladran, ladran y ladran, ladran,
ladran, ladran y ladran, LADRAN Y LADRAN.
Hasta que al parque entero, guau, lo taladran.
Ahora bien, en el caso que les diré,
nada había pasado durante un mes
(para un Pol o un Peki tiempo de sobra).
El perro policía faltó a su ronda
- desconozco el motivo de su demora -
¿Estaría en el pub tomando copas?
De este modo la calle se quedó sola.
Un Pol y un Peki entonces se ven sus colas.
Y ni huyen ni avanzan, guardan las formas.
Se miran de reojos, rascan las losas.
Y empezaron ladrando
ladran y ladran, ladran y ladran,
ladran, ladran y ladran, LADRAN Y LADRAN.
Hasta que al parque entero, guau, lo taladran.
Mi deber es decir - y a contramano -
que no es inglés el Peki: chino pagano.
Y así todos los Pekis, con el jaleo,
salieron a la puerta y hasta el paseo.
Había una docena o quince de ellos,
todos amenazando con sus aullidos
en gruñón resoplón, pagano chino.
Lo que los Pol más aman son las peleas,
pues el Pol es un Yorkshire de gran fiereza.
Son primos escoceses son mordedores
y sus muchos parientes muy luchadores.
Salieron donde fuera, gaitas en ristre,
tocando Los soldados pisan las lindes.
Tentación excesiva para ambos lados,
Anglos y Dogos, desde puerta o tejado,
se sumaron unidos al gran fiestazo.
ladran y ladran, ladran y ladran,
ladran, ladran y ladran, LADRAN Y LADRAN.
Hasta que la Parque entero, guau, lo taladran.
Mas cuando dichos héroes se congregaron
- el tráfico paró; el metro, espanto -,
hubo algunos vecinos con tanto miedo
que ipso-facto llamaron a los bomberos.
Entonces de repente, desde su sótano,
hizo entrada en escena el GRAN RETÓGATO.
Fiero fuego sus ojos, hórrida vista.
Dios un bostezo enseñando grandes mandíbulas.
Y al asomarse a las verjas del área,
nunca nadie vio gato de su calaña.
Solo con su mirada y su bostezo
Pekis y Pols pensaron: esto va en serio.
Miró despacio al cielo, pegó un gran salto.
Y ni un Peki ni un Pol sobre el asfalto.
Y al retomar el perro policía su ronda,
no se veía uno en millas a la redonda.
Mr. Mefistolisto
¡Conocerá a Mefistolisto!
- gato auténtico de conjuros -,
(Y de esto puede estar seguro).
Escuche, no se dé de listo.
Sus trucos son tan sólo suyos.
Es el dueño de la Metrópolis
y las patentes de Gatópolis.
Las usa con sus ilusiones
y extravagantes confusiones.
En la prestidigitación
y demás juegos
habrá de sorprenderle de nuevo.
Los magos se han de someter
de Mefistolisto al saber
¡Presto!
¡Allá va!
Y diremos: ¡Ah!
¡Es imprevisto!
¿Habéis visto
gato tan listo
como el mágico Mefistolisto?
Es chiquito, callado y muy negro
de la oreja a la punta del rabo.
Y se mete por sitios pequeños
y se tiene de pie sobre un cabo.
Adivina la carta del centro,
es muy hábil también con los dados.
Él te engaña para que te creas
que a ratones se encuentra cazando.
Puede hacer cualquier truco de pro
con un corcho, con una cuchara.
¿El cuchillo no está?, ¿el tenedor?
Si los buscas en donde los guardas
un momento los ves, luego no.
Y después en el césped los hallas.
Y diremos: ¡Ah!
¡Es imprevisto!
¿Habéis visto
gato tan listo
como el mágico Mefistolisto?
Es distraído y reservado.
No sabes de nadie más tímido.
Si oyes su voz en el tejado,
está junto al fuego en lo íntimo.
Si oyes su voz en lo íntimo,
está sentado en el tejado.
(Alguien allí ronroneaba.)
Es una prueba incontestable
de su mágico poder innegable:
Y la familia lo llamó
por el jardín toda la tarde
mientras dormía en el salón.
Y no hace mucho sacó afuera
¡tres gatitos de la chistera!
Y diremos ¡Ah!
¡Es imprevisto!
¿Habéis visto
gato tan listo
como el mágico Mefistolisto?
Macávity: el gato misterioso
Macávity es misterioso: Zarpa que se Esconde.
Es la mente criminal, desafía el orden.
Tiene en vilo a Scotland Yard; de él un maniquí:
pues en la escena del crimen, ¡él nunca está allí!
¡Oh Macávity, Macávity! No conoce igual.
No respeta ni la ley de la gravedad.
Hábil para levitar, es casi un faquir,
porque en la escena del crimen, ¡él nunca está allí!
Puede mirar en el sótano o al cielo sin fin.
Te lo voy a repetir, ¡él nunca está allí!
Macávity es atigrado, muy alto y muy fino;
lo conocerás al verlo, es de ojos hundidos.
Tiene rayas de pensar en su erguida frente;
de lado a lado la mueve como una serpiente.
De pelaje polvoriento, bigotes despeinados,
cuando tu piensa que duerme, está despabilado.
Pues Macávity es Macávity, nadie es igual que él,
es un monstruo depravado, un felino infiel.
Lo ves en un callejón o en un zacatín
pero al descubrirse el crimen, ¡él nunca está allí!
De apariencia respetable (tramposo en las cartas).
Ni siquiera Scotland Yard sus huellas guarda.
Si hay despensa saqueada, joyero robado,
leche desaparecida, Peki silenciado,
si no queda un bulbo sano sobre tu jardín…
Este es el quid del asunto: ¡Él nunca está allí!
Y cuando en el Ministerio falta algún tratado,
o el Almirantazgo pierde planes por encanto,
quizá en un salón encuentres algo del botín;
pero no investigues más: ¡Él nunca está allí!
Y al descubrirse el pastel, los agentes dicen:
debe haber sido Mácavity, ya es inaccesible.
Lo encontrarás, de seguro, lamiendo sus patas
o concentrándose en largas sumas complicadas.
¡Oh Macávity, Macávity!, nadie es igual a él.
En todo el mundo no hay gato que engañe tan bien.
Siempre tiene una coartada, fíate de mí.
No importa la hora del crimen, ¡él no estuvo allí!
Dicen que los gatos célebres por su gran maldad,
- mencionaré a Mangozipi, y para qué más -
no son más que agentes suyos, y que los exprime
controlando sus acciones: ¡El Napoleón del Crimen!
Gos: el gato del teatro
Gos se llama el gato del Teatro,
siempre a su puerta. Su nombre es Espárragos,
un trabalenguas, no gusta a la gente.
Le decimos Gos, que es más claro y breve.
Feo de pelaje, de cuerpo esquelético.
Tiemblan sus patas porque está perlético.
Pero ha sido el joven más guapetón
aunque ya no asuste a rata o ratón.
Ya no es quien fuera en sus comienzos.
Famoso, dice, en otro tiempo.
Cuando hay reunión de amigos de su club,
la cual tiene lugar en un vecino pub,
le gusta regalarles, si alguien paga las copas,
con historias doradas de sus días de gloria.
Pues fue una vez estrella que brillaba entre mil.
- Él actúo con Irving, él actuó con Tree -.
Le agrada relatarles sus triunfos en las salas
en las que le aplaudieron todas sus gatientradas.
Pero su magna obra, como gusta contar,
fue Faustofarius, Felino Infernal.
"Representé, asegura, todos los personajes",
y conocía bien diálogos y apartes.
Improvisaba bromas y excelentes gags,
sabía cómo hacer saltar la liebre: ¡tras!
"Con mi cola y mi lomo, supe cómo actuar,
con una hora de ensayo no fallaba jamás.
Con mi voz al más duro corazón ablandaba
en papel de mayor o menor importancia.
Junto a la pobre Nell me he sentado en la cama;
con el toque de queda, yo me balanceaba.
En pantomima alguna nunca jamás fallé,
y de gato de Whittington me caractericé.
Pero mi magna obra, la historia te dirá
fue Faustofarius, Felino Infernal.
Después, si alguien le da un chupito de gin,
contará su papel un día en East Lynn.
Es una obra de Shakespeare, se mantuvo en su trece
cuando un actor pidió: ¡Un gato que interprete!
Hizo una vez de tigre - podría repetirlo-
donde era perseguido por un coronel indio.
Y cree que todavía puede mejor que nadie
gritar de tal manera que se hiele tu sangre.
También cruzó la escena sobre delgada rama
por rescatar a un niño de una casa incendiada.
Y añade "a estos gatitos ya no se les enseña
como a nosotros, cuando Victoria era la reina.
Y no son instruidos en compañía estable,
si saltan por un aro, creen que todo lo saben".
Dice mientras se rasca la cabeza:
- ¡Ah, el Teatro ya no es lo que era.
Estas obras modernas no están, sin duda mal.
Pero, por lo que escucho, no existe nada igual
a ese instante de gloria
cuando yo hice historia
en Faustofaurius, Felino Infernal".
Bustofer Jones, un gato de mundo
No, no es la de Bustofer Jones de piel y huesos la complexión.
Que está gordito hay que añadir.
No frecuenta los pubs, tiene ocho o nueve clubs,
es el gato de Saint James Street.
A él le decimos, ¡buenas!, de la una a la otra acera
con su traje negro y tan chic.
Ningún ratonero de pro viste tan dandi pantalón
o espalda de tal prestancia.
Y es que en Saint James, el barrio, no hay nombre más gallardo
que el de este rey de la elegancia.
Y nos sentimos orgullosos si hay un saludo, o bien su esbozo,
de Bástofer con sus blancas polainas.
Sus visitas son muy contadas al Educación Secundaria.
Pues va contra la normativa
el hecho de que un gato pueda ser socio de éste
y también del Escuelas Unidas.
También por la misma razón, cuando es de caza la estación,
está en El Zorro y no en El Coto.
Se le ve con frecuencia en el Telón y Escena
- sirven marisquitos sabrosos -.
En temporada de venado, entonces da su beneplácito
a unas costillas de El Cazador.
Cuando llega el anochecer, ni un momento antes ni después,
bebe quizás en El Bribón.
Cuando lo ves con prisa es que dan comida india
en El Siamés o en El Glotón.
Si aparenta estar lúgubre, ha cenado en El Fúnebre
cordero con pudding de arroz.
Digamos que de esta manera, pasa Bustofer las quincenas.
Se le encuentra en un club o en otro.
No nos ha de causar sorpresa, que ante la mirada nuestra
ahora esté, sin duda, redondo.
En un peso pesado, o soy un descarado;
y va aumentando cada día.
Más se conserva bien, por serle siempre fiel
a una rutina diaria, afirma.
Y para decirlo con rima , "yo seré siempre el que más viva",
dice el gato de la abundancia.
Puede ser y será primavera en Pall Mall
en tanto pasee Bustofer con sus blancas polainas.
Eskimble, el gato del Tren Exprés
Hay un susurro en el tren a las doce menos diez
cuando el Exprés va a partir,
dicen "Eskimble, dónde está Eskimble, ¿juega quizá al escondite?
No saldrá el ferrocarril".
Guardagujas, porteadores y los jefes de estaciones
lo buscan acá y allá.
Dicen "Eskimble, y Eskimble; si a menos cinco no viene
no saldrá el tren puntual".
Y cuando son menos cuatro y va a sonar el silbato
a coro juran frenéticos.
Eskimble entra en escena, se coloca en la trasera.
¡Estaba con el correo!
Y sus ojos color verde esmeralda destellean:
¡adelante! ¡vía libre a este transporte!
Y todos por fin saldremos hacia el norte de paseo
de nuestro hemisferio Norte.
Puedes decir en tu casa que es Eskimble quien se encarga
del orden del coche cama.
Del conductor a los guardas, a los mozos con sus cargas,
nada escapa a su mirada.
Camina pasillo abajo, examinando los rasgos
de todos los pasajeros.
Establece su control, patrulla cada vagón.
Todo lo sabe el primero.
Te mira con atención y examina tu intención
y es seguro que no aprueba
risotadas y alborotos, todo el mundo es silencioso
porque Eskimble está alerta.
No te lo tomes a chiste, no gastes bromas a Eskimble,
no lo puedes ignorar.
Así que todo es seguro en el expreso nocturno
cuando a bordo Eskimble va.
Es muy agradable cuando, al fin, encuentras tu cuarto.
Y ves tu nombre en la puerta.
La litera está muy pulcra, y la sábana impoluta,
ni una mota en la moqueta,
hay botones para la luz, brillante o suave, según.
Hay otro que brisa da.
En pequeña palangana, debes lavarte la cara;
manija para el cristal.
El mozo educadamente, te pregunta jovialmente:
"¿le gusta el té suave o fuerte?".
Pero Eskimble está detrás, listo para recordar
sin dejar que nada falle.
Cuando en la litera estés
debajo del edredón,
piensa con aprobación
que no has de ver un ratón.
Se ocupa el Gato del Tren.
¡El Gato del Tren Exprés!
Todas las guardias nocturnas, fresco como una lechuga
cada rato un té se toma
con una gota de Scotch, mientras sigue su labor
caza a veces una mosca.
En Crew estabas dormido y por eso no has sabido
que la estación recorría;
tú, en el sueño ausente; cuando él, en Carlisle, al jefe
saluda con alegría.
En Dunfries se le veía llamar a la policía
por si algo debe saber:
cuando a Gallowgate llegas, allí no encuentras esperas.
¡Él te ayuda a descender!
Con su cola marrón te manda un saludo
que dice "¡Hasta más ver!
Encontrará en su turno en el Tren Nocturno
Al Gato del Tren Exprés".
Cómo dirigirse a un gato
Has leído sobre los gatos
y, en mi opinión, con estos datos
no necesitas traductor
que te aclare su condición.
Ahora sabes mucho mejor
que ellos son como tú y yo
y otra gente que encontramos
que puedan parecer hermanos:
algunos cuerdos, otros locos;
unos son buenos, malos otros,
los hay mejores y peores,
todos van en estos renglones.
Los viste trabajar, jugar,
sabes sus nombres de verdad,
y sus costumbres y sus tratos;
pero
¿Cómo hablarle a un gato?
Voy tu memoria a refrescar,
y diré: UN GATO NO ES UN CAN.
Éste simula pelear:
poco morder, mucho ladrar;
Así un perro es, en general,
un alma bastante normal.
Eso si a los Pekis no cito
y otros monstruos aquí descritos.
El can normal de la ciudad
tiene inclinación a jugar,
y lejos de mostrar orgullo
se haya a veces de éste desnudo.
Se le engaña muy fácilmente,
sólo ráscalo suavemente,
dale palmadas o la mano,
disfrutará como un enano.
Es tan manejable este tipo
que responderá a cualquier grito.
De nuevo voy recordarlo
un can es un can, pero un gato…
Según algunos la regla es
que no le hables si no habla él.
No estoy de acuerdo, pues yo opino
que al dirigirse a algún felino
se debería recordar siempre
no hacerlo nunca familiarmente.
Yo, descubriéndome, me inclino
y con ¡OH GATO! a él me dirijo,
pero si es el gato de al lado,
que a menudo me he encontrado,
(viene mucho a verme a casa)
lo saludo con un ¡GATO PASA!
He oído que le dicen Juanjo,
pero aún no nos tuteamos.
Antes de que un gato se digne
a tratarte de amigo insigne
necesitará alguna prueba
de tu amistad, alguna cena
especial, salmón o caviar,
o quizás lubina a la sal,
tendrá su gusto personal
(sé de un gato con la manía
de no comer sino acedías
y cuando acaba lame el plato
hasta que no deja ni rastro).
Pues un gato tiene derecho
a ciertas muestras de respeto.
Así que cuando el tiempo corre
al fin lo llamas por su NOMBRE.
Y hemos llegado paso a paso
a cómo DIRIGIRSE A UN GATO.
El gato Morgan se presenta
Yo fui un pirata, jalé p'alta mar;
ya m'e retirao y hoy soy conserje;
al barrio de Blúmsbury al fin fui a parar
y guardo una casa de gente pudiente.
Prifiero los patos y los urogallos,
no hago asco a la nata de Devon en cuenco.
Pero me apaño con algo'pescao
y una copa en casa después del relevo.
No soy relamío, que soy más bien bruto.
Tengo buen pelaje y soy agraciao.
Y to'l mundo dice, y eso ya es mucho,
"te gustará Morgan porque's un buenazo".
En la Berbería salí con rasguños
y ya mi garganta es órgano hueco.
Pero muchos dicen, aunque no presumo,
que dos o tres mozas están por mis huesos.
Si tienes asuntos con Faber - Faber -
te daré esta pista, que vale dinero.
Te ahorrarás tiempo, y más que no sabes,
si t'haces amigo del gato portero.
MORGAN
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