MOIROLOGHIA*
*Moirologhia es un lamento o
treno que cantan las mujeres del
Peloponeso alrededor del féretro o la tumba del difunto
Peloponeso alrededor del féretro o la tumba del difunto
Poeta: Alvaro Mutis
Un cardo
amargo se demora para siempre en tu garganta
¡oh Detenido!
¡oh Detenido!
Pesado cada uno de tus asuntos
no
perteneces ya a lo que tu interés y vigilia reclamaban.
Ahora inauguras la fresca cal de tus nuevas vestiduras,
ahora estorbas, ¡oh Detenido!
Ahora inauguras la fresca cal de tus nuevas vestiduras,
ahora estorbas, ¡oh Detenido!
Voy a
numerarte algunas de las especies de tu nuevo reino
desde donde no oyes a los tuyos deglutir tu muerte y
hacer memoria melosa de tus intemperancias.
desde donde no oyes a los tuyos deglutir tu muerte y
hacer memoria melosa de tus intemperancias.
Voy a
decirte algunas de las cosas que cambiarán para ti,
¡oh yerto sin mirada!
¡oh yerto sin mirada!
Tus ojos te serán dos túneles de viento fétido, quieto,
fácil, incoloro.
fácil, incoloro.
Tu boca moverá pausadamente la mueca de su desleimiento.
Tus brazos
no conocerán más la tierra y reposarán en cruz,
vanos instrumentos solícitos a la carie acre que los invade.
¡Ay, desterrado! Aquí terminan todas tus sorpresas,
tus ruidosos asombros de idiota.
vanos instrumentos solícitos a la carie acre que los invade.
¡Ay, desterrado! Aquí terminan todas tus sorpresas,
tus ruidosos asombros de idiota.
Tu voz se hará del callado rastreo de muchas y diminutas
bestias de color pardo,
bestias de color pardo,
de suaves derrumbamientos de materia polvosa ya y elevada en pequeños
túmulos
que remedan tu estatura y que sostienen el aire sigiloso y
ácido de los sepulcros.
ácido de los sepulcros.
Tus firmes
creencias, tus vastos planes
para establecer una complicada fe de categorías y símbolos;
para establecer una complicada fe de categorías y símbolos;
tu
misericordia con otros, tu caridad en casa,
tu ansiedad
por el prestigio de tu alma entre los vivos,
tus luces de
entendido,
en qué negro
hueco golpean ahora,
cómo
tropiezan vanamente con tu materia en derrota.
De tus
proezas de amante,
de tus
secretos y nunca bien satisfechos deseos,
del torcido
curso de tus apetitos,
qué decir,
¡oh sosegado!
De tu magro
sexo encogido sólo mana ya la linfa rosácea
de tus glándulas,
de tus glándulas,
las primeras
visitadas por el signo de la descomposición.
¡Ni una leve sombra quedará en la caja para testimoniar
tus concupiscencias!
¡Ni una leve sombra quedará en la caja para testimoniar
tus concupiscencias!
«Un día seré
grande...» solías decir en ellas
de tu ascenso por las jerarquías.
de tu ascenso por las jerarquías.
Ahora lo
eres, ¡oh Venturoso!, y en qué forma.
Te extiendes
cada vez más
y desbordas el sitio que te fuera fijado
en un comienzo para tus transformaciones.
y desbordas el sitio que te fuera fijado
en un comienzo para tus transformaciones.
Grande eres
en olor y palidez,
en
desordenadas materias que se desparraman y te prolongan.
Grande como
nunca lo hubieras soñado,
grande hasta sólo quedar en tu lugar, como testimonio de
tu descanso,
grande hasta sólo quedar en tu lugar, como testimonio de
tu descanso,
el breve
cúmulo terroso de tus cosas más minerales y
tercas.
tercas.
Ahora, ¡oh
tranquilo desheredado de las más grandes
especies!,
especies!,
eres como
una barca varada en la copa de un árbol,
como la piel de una serpiente olvidada por su dueña en
apartadas regiones,
como la piel de una serpiente olvidada por su dueña en
apartadas regiones,
como joya
que guarda la ramera bajo su colchón astroso,
como ventana tapiada por la furia de las aves,
como ventana tapiada por la furia de las aves,
como música
que clausura una feria de aldea,
como la incómoda sal en los dedos del oficiante,
como el ciego ojo de mármol que se enmohece y cubre de
inmundicia,
como la incómoda sal en los dedos del oficiante,
como el ciego ojo de mármol que se enmohece y cubre de
inmundicia,
como la
piedra que da tumbos para siempre en el fondo
de las aguas,
de las aguas,
como trapos
en una ventana a la salida de la ciudad,
como el piso de una triste jaula de aves enfermas,
como el ruido del agua en los lavatorios públicos,
como el golpe a un caballo ciego,
como el éter fétido que se demora sobre los techos,
como el lejano gemido del zorro
como el piso de una triste jaula de aves enfermas,
como el ruido del agua en los lavatorios públicos,
como el golpe a un caballo ciego,
como el éter fétido que se demora sobre los techos,
como el lejano gemido del zorro
cuyas carnes
desgarra una trampa escondida a la orilla del
estanque,
estanque,
como tanto
tallo quebrado por los amantes en las tardes
de verano,
de verano,
como
centinela sin órdenes ni armas,
como muerta medusa que muda su arco iris por la opaca
leche de los muertos,
como abandonado animal de caravana,
como huella de mendigos que se hunden al vadear una
charca que protege su refugio,
como todo eso ¡oh varado entre los sabios cirios!
como muerta medusa que muda su arco iris por la opaca
leche de los muertos,
como abandonado animal de caravana,
como huella de mendigos que se hunden al vadear una
charca que protege su refugio,
como todo eso ¡oh varado entre los sabios cirios!
¡Oh surto en las losas del
ábside!
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