DE POEMAS Y CANCIONES
Contra la seducción
No os dejéis seducir
no hay retorno alguno.
El día está a las puertas,
hay ya viento nocturno:
no vendrá otra mañana.
No os dejéis engañar
con que la vida es poco.
Bebedla a grandes tragos
porque no os bastará.
No os dejéis consolar.
Vuestro tiempo no es mucho.
El lodo, alos podridos.
La vida es lomás grande:
Perderla es perder todo.
Gran coral de alabanza
1
¡Alabad la noche, las tinieblas que os rodean!
Venid todos juntos,
levanta al cielo los ojos
ahora que el día ha acabado.
2
¡Alabad la hierba, los animales que con vosostros viven y mueren!
Pensad que el animal y la hierba
viven también
y han de morir también con vosotros.
3
¡Alabad el árbolque desde la carroña sube jubiloso hacia el cielo!
Alabad la carroña
alabad el árbol que se la come,
pero alabad también el cielo.
4
¡Alabad el frío, las tinieblas, la descomposición!
Mirad hacia lo alto
De vosotros no depende
y podéis morir tranquilos.
Las muletas
Durante siete años no pude dar un paso.
Cuando fui al gran médico,
me preguntó «¿Por qué llevas muletas?»
Y yo le dije: «Porque estoy tullido»
«No es extraño», me dijo.
«Prueba a caminar. Son esos trastos
los que te impiden andar.
¡Anda, atrévete, arrástrate a cuatro patas!»
Riendo como un monstruo,
me quitó mis hermosas muletas,
las rompió en mis espaldas y, sin dejar de reír
las arrojó al fuego.
Ahora estoy curado. Ando.
Me curó una carcajada
Tan sólo a veces, cuando veo palos,
camino algo peor por unas horas.
Romance final de La ópera de cuatro cuartos
Y aquí, para acabar bien,
todo junto está en el saco.
Si hay dinero, no hay problema:
el final no es nunca malo.
Que pesca en río revuelto
dice Fulano a Zutano.
Pero, al fin, los dos se comen
el pan del pobre, abrazados.
Pues unos están en sombra,
y otros bien iluminados.
Se ve a los que da la luz,
pero a los otros, ni caso.
Refugio nocturno
Me han contado que en Nueva York,
en la esquina de la calle veintiséis con Broadway
en los meses de invierno, hay un hombre todas las
noches
que, rogando a los transeúntes,
procura un refugio a los desamparados que allí se
reúnen.
Al mundo así no se le cambia,
las relaciones entre los hombres no se hacen mejores,
no es ésta la forma de hacer más corta la era de la
explotación.
Pero algunos hombres tienen cama por una noche,
durante toda una noche están resguardado del viento
y la nieve a ellos destinada cae en la calle.
No abandones el libro que te lo dice, hombre.
Algunos hombres tienen cama por una noche,
durante toda una noche están resguardado del viento
y la nieve a ellos destinada cae en la calle.
Pero al mundo así no se le cambia,
las relaciones entre los hombres no se hacen mejores.
No es ésta la forma de hacer más corta la era de la
explotación
Canción de Jenny la de los piratas
1
Señores: hoy me ven fregar vasos
y soy yo quien les hace la cama.
Gracias les doy si me dan propina,
andrajosa de hotel andrajoso.
Pero ustedes no saben con quien hablan.
Una tarde en el puerto habrá gritos
y se dirán: «¿Qué gritos son esos?».
Me verán sonreír mientras friego
y se dirán: «¿Por qué se sonríe?».
Y un barco con ocho velas
y con cincuenta cañones
habrá atracado en el muelle.
2
Ellos me dicen: «¡Vete a fregar!».
Y me dan la propina y la tomo.
Las camas les haré, qué remedio.
(Pero esa noche no dormirán.)
Pues por la tarde oirán en el puerto
un estruendo y dirán: «¿Qué estruendo es ése?».
Me verán asomarme a la ventana
y dirán: «¡Qué sonrisa tan rara!».
Y el barco con ocho velas
y con cincuenta cañones
bombardeará la ciudad.
3
Señores: se acabó ya la risa.
Porque todos los muros caerán,
será arrasada vuestra ciudad,
menos un pobre hotal andrajoso.
Preguntarán:«¿Quién vive en ese hotal?».
Y me verán salir por la mañana,
y dirán: «¡Era ella quien vivía!».
Y el barco con ocho velas
y con cincuenta cañones
empavesará sus mástiles.
4
Y a mediodía desembarcarán
cien hombres. Y vendrán, ocultándose,
de puerta a puerta, agarrando a todos.
Ante mí los traerán con cadenas,
y me preguntarán:«¿A quién matamos?».
Y habrá un silencio grande en el puerto
al preguntarme quién debe morir.
Se oirá entonces mi voz diciendo: «¡Todos!»,
y «¡Hurra!, a cada cabeza que caiga.
Y el barco con ocho velas
y con cicuenta cañones
conmigo zarpará.
(1929)
Canción de los bateleros del arroz
Río arriba, en la ciudad,
nos espera un puñado de arroz
pero pesa la barca que debe subir
y el agua corre río abajo.
Nunca llegaremos arriba.
Tirad más aprisa, las bocas
esperan ya la comida.
Todos a una. No tropieces
con tu compañero.
La noche viene pronto. Ennuestro cuarto
ni la sombra de un perrro podría dormir,
pero cuesta un puñado de arroz.
Como la orilla es resbaladiza
no nos movemos del sitio.
Tirad más aprisa, las bocas
esperan ya la comida.
Todos a una. No tropieces
con tu compañero.
Loa de la dialéctica
Con paso firme se pasea huy la injusticia.
Los opresores se disponen a dominar otros diez mil
años más
La violencia garantiza: «Todo seguirá igual»
No se oye otra voz que la de los dominadores,
y en el mercado grita la explotación: «Ahora es cuando
empiezo»
Y entre los oprimidos, muchos dicen ahora:
«Jamás se logrará lo que queremos»
Quien aún esté vivo no diga «jamás».
Lo firme no es firme.
Todo no seguirá igual.
Cuando hayan hablado los que dominan,
hablarán los dominados-
¿Quién puede atreverse a decir «jamás»?
¿De quién depende que siga la opresión? De nosotros.
¿De quién que se cabae? De nosotros también.
¡Que se levante aquel que está abatido!
¡Aquel que está perdido, que combata!
¿Quien podrá contener al que conoce su condición?
Pues los vencidos de hoy son los vencedores de mañana
y el jamás se convierte en hoy mismo.
(1932)
Alemania
¡Oh Alemania, pálida madre!
Entre los pueblos te sientas
cubierta de lodo.
Entre los pueblos marcados por la infamia
tú sobresales.
El más pobre de tus hijos
yace muerto.
Cuando mayor era su hambre
tus otros hijos
alzaron la mano contra él.
Todos lo saben.
Con sus manos alzadas,
alzadas contra el hermano.
ante ti destilan altivos
riéndose en tu cara.
Todos lo saben.
En tu casa
la mentira se grita.
Y a la verdad la tienes
amordazada
¿Acaso no es así?
¿Por qué te ensalzan los opresores?
¿Por qué te acusan los oprimidos?
Los ecplotados
te señalan con el dedo, pero
los explotadores alaban el sistema
inventado en tu casa.
Y, sin embargo, todos te ven
esconder el borde de tu vestido, ensangremtado
con la sangre del mejor
de tus hijos.
Los discursos que salen de tu casa producen risa.
Pero aquel que se encuentra contigo, echa mano del
cuchillo
como si hubiera encontrado a un bandido.
¡Oh Alemania, pálida madre!
¿Qué han hecho tus hijos de ti
para que, entre todos los pueblos,
provoques la risa o el espanto?
(1933)
El ciruelo
Hay en el patio un ciruelo
que no se encuentra menor.
Para que nadie le pise
tiene reja alrededor.
Aunque no puede crecer,
él sueña con ser mayor.
Pero nunca podrá serlo
teniendo tan poco sol.
Duda si será un ciruelo
porque ciruelas no sa.
Más se conoce en la hoja
que es ciruelo de verdad.
(1934)
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