Autor: Aldo Pellegrini (Argentina 1930 - 1973)

Un pueblo espera sentado alrededor de tu cuerpo
testigos inútiles
te abandonan
te dejan sola en la tierra callada y oscura
sola hasta que la incalculable profundidad del grito
señale la hora de la caricia ardiente.
Se agita el aire allí donde un pez nada en la corriente
que nace de tus ojos
¡esmeraldas! erguidas con su espolón erótico
continentes hostiles se deslizan por la noche y te despiertan
con músicas extrañas
es el castañeteo de los dientes
es el vaso que al caer derrama la amargura
es la puerta que cruje y da entrada al dolor
es un sordo murmullo que arrastra nieves eternas, cascadas
inmóviles,
imágenes del paraíso perdido.
Estoy sentado junto al más bello de los cuerpos
un cuerpo que se cambia en cada nuevo encuentro
llevo un equipaje de cicatrices y sueños y un estremecimiento
que usa la máscara inflamable del amor.
La quemadura, el peligro, el desdén,
tiendo la mano y te toco
existes
grandes promesas emergen de una opacidad submarina
flotas y sonríes
recuerdas
los extranjeros recorren trsitemente las calles
busco los cómplices de esta operación del desórden
¿quién entonces me llama a través del tiempo?
Un cristal que se destroza hasta el último aliento
deja tras de sí una larga huella de transparencia.
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