Fotografía

Fotografía: Marisol Zurita Aguilera. Isla de Chiloé. Chile.

Poema: La canción de la espiga de Paul Bowles

 

 

Paul Bowles (USA, 1910 - Marruecos, 1999)

La canción de la espiga 

 

de Paul Bowles 


Traductores: Antonio Merino y Miguel Arisa

 

 

I

 

Cuando por entre las hileras de maíz

resuella el acalorado escarabajo

en una loma a lo lejos almuerza el campesino.

Pero todavía estamos esperando entre el maizal.

Pero todavía estamos esperando al borde del sembrado.

Mientras mi melodía estival resuena

entre las soleadas piedrecillas

¿puedes oler aún la cosecha podrida del año pasado?

 

II

 

Pronto caerá el atardecer

pero en tan inmenso valle

¿podemos apagar la luz del sol?

¿pueden olvidarse de navegar las moradas nubes

mientras esperamos junto al arroyo?

¿es posible que algún río quiera regresar

mientras nos agachamos, ocultos tras una hoja?

Pronto arribarán las sombras

desde las montañas dando tumbos por las laderas de lavanda.

Las piedras caerán en un éxtasis soñoliento.

Y las campanillas azules sacudirán la hierba.

Un claro resplandor se esparcirá desde mi corazón

por este gran valle.

Me recostaré junto a un pilar de amatistas

y cantaré con claros tonos azules ante el agua.

 

III

 

Incisivas terrazas de luz

conducen al perpendicular huerto.

¿Puedes sentir mi lozanía?

¿puedes sentir aquí la luz?

Una silenciosa cortina se suaviza a nuestro alrededor,

sólo es mi canción.  

 

IV

 

La fresca bruma ahoga a los pulgones

a la vez que los abetos gotean la resina.

Aquí en este huerto

nadie nos escuchará.

El musgo se me pega en los hombros

y seguimos encerrados aquí arriba

rehusando ver más allá de la espesura.

 

V

 

En la lejana loma

el heno de los graneros es canela tibia,

surgen nuevas arañas que trepan con cautela

y la agrietada luz de las estrellas se filtra por entre las rendijas.

Las vacas respiran profundamente

y en el patio las malvalocas se hierguen

para caer en penumbra durante la noche.

Las puertas de telas metálica están abiertas

y los tablones del zaguán no crujen.

Suaves sonidos, sonidos redondos nos envuelven.

 

VI

 

¿Acaso no puedo extasiarme en la noche,

ser el rocío que brota sobre las inclinadas hojas de hierba?

 

-1927-  

 

 

 

 

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