Fotografía

Fotografía: Marisol Zurita Aguilera. Isla de Chiloé. Chile.

Prosas: de Mi vida en los noventa de Lyn Hejinian

 

 

Lyn Hejinian (USA, 1941 - 1924)

Lyn Hejinian

De: Mi vida en los noventa 

 

Nunca vi mucho de lo típico

¿Qué? ¿Está completo el quincuagésimo año de mi vida? ¿Una vida tan viva? ¿Tan inconstante? Imagina el equivalente fílmico de esto, un plano por oración, el plano de este, de… Luego, de pronto, estalló la guerra desde la radio en el departamento detrás del mío, mientras tipeaba algo melodramático relacionado con un pedido elocuente y concienzudo de dinero, y mi conciencia salió de su lugar entre mis ojos y mis manos. Mi cabeza contra la pared amarilla hirviendo, mis pies han roto mis medias, me como algo que se cae a pedazos. Tengo una luz en caso de temblores. Uso una tarjeta de embarque para marcar mi lugar. Mientras los que amamos sorprendernos cerramos los ojos como para quedarnos un ratito más en el reino de lo imaginario, la mente, como para evitar tener que reconocer nuestra completa separación del otro, una separación que se reconoce instantáneamente en tu cara familiar. Seguro, todos estamos en y somos como nuestro tiempo, pero algunos están más adentro y se parecen más que otros. Era y no era yo quien se sentó en la cama llamada América esperando a la gente de la televisión y preparando un monólogo sobre la ciencia y lo feminista de Occidente. Desplazo, pego, siento la posible cercanía y la imposible cercanía, así como hace cuarenta años simularía tener náuseas (tan bien que al final me enfermaba) para no ir a la escuela, y pasar todo el día en mi cuarto haciendo collages de fotografías e imágenes recortadas de revistas, todos esos cuadernos formaban una suerte de enciclopedia, cada cuaderno era un volumen. Cuando me di cuenta de que mucho quedaba afuera, descubrí la sentimentalidad – no la sentimentalidad del romanticismo barato sino lo que inició el Tristram Shandy de Sterne (el Tristram de la concepción infinitamente prolongada) y que el posmodernismo elaboró. No hay excusas. La vida de Larry, la vida de Paul, la vida de Anna. El cumpleaños de mi amiga era un día antes que el mío y se nos sumaron músicos iraquíes para festejar en el restaurante afgano en París. Conduje hasta un Sears enorme, sus pasillos cuadriculados, enrejados, acanalados, y caminé incómoda por ahí con una picota en mi carrito, buscando una pequeña sartén de acero y una alfombra de baño y toallas que hicieran juego, maniobrando eficientemente pero sin la sensación de haber sido vista o de ni siquiera haber estado ahí, capacitada, es decir, de manera anónima. Líneas cortas (de poesía) lentas. Quizás el alma inmortal sobrevive pero, digamos, sin ninguna de sus experiencias o circunstancias, liberada o desprendida, liberada de la muerte y despojada de la vida – entonces, sí, es necesaria la autobiografía. «Eso que llamamos un poema largo es, de hecho, meramente una sucesión de poemas cortos», dice Poe. Pequeñas nubes de polvo salen desde debajo de los pies, largando olor a manzanilla. El Atlántico se expande cada año (América separándose de Europa) la misma distancia que crecen las uñas. Ciencia a la deriva, los sonidos del clima. Implica una meditación en el tiempo y una narración fuera del tiempo. El aparente final del Tractatus («De lo que no se puede hablar hay que callar») parecía, como yo lo consideraba, transicional, llevando no al silencio de una estabilidad trascendente, inexpresable, sino a otro extremis, el presente. Ella tiene 5, ella tiene 25, ella tiene 50 – la voluntad de saber que la vida es mía debe permanecer fuerte. Los pechos mismos son hambre por complacer. Pero acá puedo escribirlo. Tan recto, crepuscular, citado, Lenin era una persona. Libre para dar o libre para recibir. La prensa norteamericana admitió. Se suponía que teníamos que odiar la guerra pero amar a los guerreros, estar unidos en las diferencias mientras se igualan. Mi hermana se puso un segundo nombre, una palabra citando al mundo – de hecho nos lo dio a todos nosotros. Lo familiar dado como libro de recetas; la familia reunida para la cena. Esta es una poesía de lo que está pasando, en ninguna parte se desintegran esas decisiones. Y fui (por última vez) a la Unión Soviética. Es difícil darle la espalda al agua en movimiento e imposible volver a ella. Los indigentes se mueven por líneas paralelas, solo individualmente o de a pares, ya que todavía no se mueven en multitud. Mediante recortes educativos nerviosos, irritables. Un chico jugando en la calle mientras pasábamos caminando de pronto corrió hacia nosotros y pateó al hombre que estaba conmigo, no hubo un malentendido, la humillación fue completa. Los entrenadores le inyectaron calmantes y cortisona para tener cubierto el problema de la artrosis en el pie hasta el final de la temporada, que fue cuando lo echaron del colegio y le suspendieron su beca deportiva. Lo que había sido la Model School volvió a ser John Muir, lo que había sido Leningrado volvió a ser San Petersburgo otra vez. No se puede tener miedo de mirar por tanto tiempo que lo insólito se revela – los preliminares consisten en esas eternidades. Ser mujer no es una condición tanto como una motivación, con ímpetu, que sucede a varias velocidades con diversas trayectorias. Está claro que esa persona en tanto que escritora, entonces, no solo puede sino que necesariamente debe aparecer en nuestra sociedad (pero ¿cómo qué?). El Filbert Street, en Hillcrest Road, en Old Sudbury Road, Green Street, Aspinwall Avenue, en 21st Street, Treat Street, Shimming Ridge, en Russell Street – la naturaleza gestual, ritual, repetitiva de cada comida era reconfortante, aunque podría haber sido coercitiva también, dados nuestros imperiosos recuerdos – de tacos, jugo de mango, papas asadas «enmantecadas» con mayonesa, y Diet Coca – Cola Sin Cafeína (o DCCSC, que aparecen como letras del abecedario, de las cuales ninguna es superior a otra sino que son elegidas acorde a la palabra que queremos deletrear. Para cada intérprete, el presente es más importante que el pasado. Me detengo sabiendo que nadie sabe dónde estoy. Cuando digo «capítulo» quiero decir «estación de tren en Rusia», eso es lo que quiero decir con la palabra, y cuando digo «palabra» quiero decir «cazadora», y ella quiere decir «deberíamos considerar que perdimos el día si no hemos bailado al menos una vez». La superación personal no es lo mismo que la eficacia personal, y el altruismo no es lo mismo que la voluntad. Mi esposo estaba actualmente usando un cepillo de dientes rojo y suave y mi esposa se depila las piernas. La violencia, de hecho, casi nunca ocurre aleatoriamente, aunque cualquier instancia particular de violencia sucede cuando y donde siga siendo inexplicable. Dije que conocía a un hombre que, reconociendo que su esposa estaba realizando muchas más de las tareas de la casa, las compras, la cocina y el cuidado de su hijo, calculó la diferencia em horas y le ofreció el salario mensual correspondiente. Un hombre atontado y posiblemente herido o solamente borracho estaba tumbado justo detrás del conductor del autobús en uno de los asientos que daban al pasillo, usando pantalones mugrientos, que ahora estaba mojando, la orina goteando en el piso, y me sentí avergonzada, implicada – como hace años, cuando estaba en primer grado, después de que mi amiga Loretta se hiciera pis encima durante la clase y quedara como atrapada en su propio charco, yo no quería volver a la escuela, sentía que había sido testigo de algo ahí que no suponía que tenía que ver y por lo tanto había, prematuramente, adquirido un conocimiento prohibido. Pero en cada situación uno anticipa con ansiedad la posibilidad de que podría hacerse una corrección política. Los nombres de lugares en línea 44 del poema a duras penas tiene significado. La falta de trama y el amor por el detalle deberían organizar mi vida, no según años u horas, sino según interpretaciones y paradas. Barcos. El relato parecía verosímil, la situación parecía desesperada – pero, claro, dada una ingenuidad emocional de la que la experiencia fue incapaz de deshacerse, tiendo a ser demasiado inocente. Pero permanecer pasiva es participar de la mediocridad ética. Las pasiones ponen nuestros pulgares en dedales. Ese es el punto: las emociones nos dan convicción.

 

Necesitamos del lenguaje para ayudar a los sentidos

Tenemos palabras para proteger continentes de frutas y órganos. El conocimiento es una provocación que abandoné. Estaba buscando una mejor posición, tiempos de extraños más extraños. De 10 a 1, baila un día y dibuja al otro; de 1 a 2 dibuja el día que bailas y escribe una carta al día siguiente. Perece que mis sentidos también existen – escucho los sonidos de una chara azul canturreando entre las hojas y de pronto, de nuevo, siento los muchos enlaces entre eso y los minúsculos elementos del olor de la lluvia gris que empieza a caer – pero lo muy conocido no es necesariamente conocido, para nada. El momento del panorama, el impulso de la preparación. La anticipación no es autónoma. En el sueño me abordaba una mujer que me pedía un ratón para distraer a un gran oso que gruñía ferozmente a sus pies y me advirtió que no escapara, dijo que no tendría sentido, los osos pueden correr a 65 kilómetros por hora. Bueno (dice alguien), todavía tenemos la vitalidad propia en las botas desde nuestros días en la frontera que nos tomamos el trabajo de contemplar. Levantándose desde atrás en la mañana, murmurando, se reproduce una frase sobre la superficie conquistadora de las cosas. Ella cantó «conduje el Cadillac de mi papi, de Dallas hasta el mar, pero la pradera tiene al cowboy que yo siempre querré ser». No existe lo mejor sin su cosa correspondiente. El resto es discontinuo. La poesía es conexión. Somos actores en un teatro de voluntades en conflicto. Entonces escribe una carta todos los días, aunque no tendrás ninguna garantía de que la comunicabilidad de tu femineidad (ni del hecho de que la sustancia y el modo de tu experiencia sean comunicabilidad) sea admirada – no eres tú sino tu vida, la que merece atención. El destino siempre debe jugar un papel en todo buen wéstern, cargando al paisaje de fatalidad, en sí mismo una frontera expandida y presentando los caracteres morales con decisiones inevitables y, con frecuencia, indeseables. En el polvoriento pueblo en el salón de belleza Plum Cute estaban ofreciendo «lavados y otros ejercicios pasivos». El cuerpo se va y la cabeza busca materia. Esto no carece de lógica – es un truco del amor. El árbol más grande está por ahí, dijo el hombre, y señaló, recordándome lo contingente de mis expectativas. No forma y contenido, sino voluntad y contenido. Sólo por estar bajo el cielo una persona sabe que existe (y no tiene necesidad de explicarlo) – pero en este punto fue interrumpida por el olor del humo, luego las llamas que se alzaban, la vastedad que (tanto como me incapacidad para encontrar, después de que me dijeran que cargue el auto y me prepare para evacuar, algo que pareciese que valiera la pena llevar, sintiéndome, en vez, abstraída, separada tanto del orden material como del simbólico)  subsecuentemente y por muchos meses después me dejó sintiéndome insignificante. Insustancial y abandonada. Observé el cadáver y sostuve su corazón, quitado de una cavidad que alguna vez fue melodiosa. Tan dislocada como un ángel sentado en una nube, sin jamás haber tenido que vencer la fuerza de gravedad. Dicen que Goethe se negaba a dejar que su vida se convirtiera en «una secuencia de eventos desestructurada y sin intención», pero más bien, «cada gran acontecimiento previsto o no, debería ser ponderado y reubicado dentro de un todo con una nueva interpretación». Entonces obligada a juntar fuerzas, despertarme, salir de la cama y aceptar el cautiverio. Era tarde en Grand Avenue, después de la 1 a.m., los semáforos programados solo parpadeaban en amarillo, la calle de cuatro carriles vacía, y yo manejaba sin prestar atención hasta que de pronto advertí que, de alguna parte, de alguna calle lateral, un auto de policía había aparecido y el tipo me hacía luces, llenándome de desesperación. Pero siempre estoy cambiando de escala, ahora. De unos trapos azules sale un viento furioso lo suficientemente intenso como para para producir una lluvia rígida. Caballos esforzándose para galopar en la arena, un músico toca el banyo de mesa en mesa en un restaurante. En tales escritos autobiográficos podemos rastrear los efectos de las operaciones mentales hasta su origen. No hay una diferencia entre la verdad que no haga una diferencia de hecho en alguna parte. Emerald Ellie (como la llamaban para diferenciarla de Ellie Allen, la otra Ellie en su «club») fue «probablemente» asesinada por su novio, Freddy J. (O «jay») Claybridge (alias «Basura») y «seguramente» con repartidos martillazos en la cabeza. La escritora realiza su tarea para tener los datos de lo que inmediatamente se mueve. Los hechos no solo son sino que son conocidos, y desde el momento en que fui lo suficientemente grande como para conocer los hechos, recordar sonidos, requerir sentido, pensé que un trabajo así tenía tanta similitud con la realidad como la que uno le pudiera dar. Tostando el pan enrollando la manguera, levantando al gato de la silla, me felicité por mí «joie de vivre» y lo hemos sabido – ese cambio de lo interminable, ya que lo interminable está justo delante de nosotros. La precisión no es la voz de la naturaleza. La casa estaba limpia por su propio bien, salvo por un pedazo de papel que había quedado, no mayor a un punto en el piso, y me levanté con esfuerzo de la silla y recogí el papelito que, de haberlo notado unas horas después de haber terminado la limpieza, hubiera dejado. No estoy diciendo que la generosidad personal lo resolverá todo – no puede ni siquiera resolverlo hoy, ni con un acto ni con el anonimato. Quizás sea la consumación de todo lo que vamos a entristecernos. La colina está enrejada, la luz saltó y cayó, el perro aúlla y la rata, ha arrancado la puerta del horno. El Oeste está confinado a la infinitud. El ganado «filosófico» (es decir, resignado) gira la cabeza para mirarnos mientras pasamos y en un pequeño montículo al costado del camino hay un enjambre de hormigas (son sociables pero no fingen venir de ningún país). Según el Kholstomer de Tolstói, los humanos sacan sus ideas de las palabras, pero los caballos las sacan de los hechos. Todavía, cada tanto, veo a Madame en la calle, una mujer elegante aunque diminuta y ahora muy vieja, llevando un pequeño paquete de compras, pero no le hablo, por timidez y por el hecho de que casi seguramente no me recordaría, a quien «tuvo» en su clase de francés de quinto grado hace casi cuarenta años, pero también por el terror, ya que daba clases con tal ferocidad, expresando, supongo una apasionada creencia en su rectitud, la superioridad, la perfección de pied por sobre pie, y mont sobre monte, que me hacía la vida imposible, hasta que una noche, mientras iba a caballo a la casa de mis abuelos, en el pueblito en los montes de Oakland llamado Piedmont, sentí el repentino placer de triunfo que llega al vincular una cosa con la otra, la emoción de producir sentido. Vivimos en un estado relativo, con sensaciones preposicionales. En el show porno vi que, paradójicamente, cada mujer escondía su pubis afeitándoselo. Sentada en una silla, de noche, vestida con ropa vieja en la mesa, junto a la ventana mirando hacia afuera, durante una tormenta vi el viento volcándose sobre los árboles bajo las luces de la calle. El esquizofrénico, observando algo lo ve convertirse no solo en extraño sino en irreal, pero la mirada artística (y el resultante extrañamiento) eleva lo palpable de la cosa, lo ve, en vez, no solo como extraño sino como real. Hay altruismo en la poesía. Al amanecer el viento al sol y de color de la leche derramada. Pero los montes están ennegrecidos, las casas, perdidas, y la ciudad se estira, fundada en nombre del obispo George Berkeley, en honor a su frase «El imperio toma su curso hacia el Oeste». El conocimiento se corporiza – y el cuerpo está temblando, aterrorizado, porque no está listo, olvidó prepararse, olvidó comprar comida, olvidó vestirse.  Y, entonces, para creer que es lo que realmente creemos que es, debemos abrirlo. Para tener dos veces mis momentos en palabras, me refuerzo. Se encuentra a sí mismo (o, mejor, no puede encontrarse a sí mismo, y avanza) mirándose a sí mismo. El Oeste está acá – no podemos basar nuestras incertidumbres en ninguna otra cosa.

 

Pensamos en estos, los círculos polares

Me pregunto. ¿Qué hay en un poema? Estos son los lugares donde la acción nunca se detiene. El afuera del mundo – pero esto mismo es aquello. Cuidar, estar listo. Zarcillos, dije, pero mi hermana escuchó diez chicos: diez chicos, entre los helechos. Durante esas dos semanas de verano, una en las montañas del Colorado y una cerca del mar del Norte, conocí a tres mujeres diferentes, cada una de ellas vivía, planeándolo cuidadosamente, sola y alejada de las ciudades, y tomé estos encuentros como un augurio. Yendo en kayak desde Afognak hasta Kanatak con la masculina señorita Feather y la masculina señorita Farmer – cualquier tipo de asociación es posible. La oración es una forma lógica más allá del tema. Recuerdo incluso de chica haberme dado cuenta de que el placer estaba en construirla. Entró una tormenta – nubes negro-azuladas y viento – y me emocioné por ella, o por la anticipación de otra cosa que la ráfaga anunciaba. Un shock, y quería ser tan impersonal como ella. Me sentaría firme y vería. Tomaría los primeros cuatro árboles a los que llegara, le daría un día a cada uno, dibujándolos hoja por hoja, rama por rama, incluso ramita por ramita con tanto cuidado como si fueran ríos y la página un mapa importante. El diario de viaje no es una incursión a lo exótico sino un relato de los problemas más minúsculos del autor (y los logros más banales). Parecía que nunca habíamos empezado y que nunca llegaríamos ahí. Imaginé la austera, inevitable quietud del Ártico. No haciendo «nada» - una nada sin conexión a nada, ser un hombre sin referente, una frase desvinculada – coincide solo consigo misma sin generar excedente sin fundamentos para significar algo. No tiene ninguna relación con la maravilla que es el fantasma del padre de Hamlet, el cuerpo de un padre incorpóreo que realmente existe ahora, incluso si fuese solo bajo la forma de alguien que existió previamente, para que entonces tengamos que hablar de él con una gramática extraña, como se habla de alguien que existió hace algún tiempo, un ahora que existe entonces. Me avergoncé por mirar con furia, o por mis ojos llorosos y miré a mi amiga, su imagen debilitada y el mundo cerrado, hasta que me levanté «muerta de miedo», vencida por la claustrofobia de la mesa giratoria blanca que se había vuelto indistinguible del sol. Los caballos se precipitan, sin una coma. La nomeolvide, sus flores favoritas: sus rigores siempre fueron locales. Era ahora un año mayor de lo que mi padre jamás había sido, un año mayor, también, que la abuela a la que «había salido». Somos nosotros los ominosos; el futuro no promete nada. Estudié la famosa pintura Marineros rescatan a una mujer que se ahoga – en primer plano, una mujer flota, su cara cubierta de una palidez gris y azul hielo, y detrás de ella otras mujeres son rescatadas por marineros que están en el mar con ellas, mientras otros marineros bañan a las mujeres rescatadas limpiando la palidez de sus rostros, que ahora están sanos y redondos, aunque algo de residuo del blanco queda alrededor de sus orejas como crema de afeitar. Lo sabemos «mañana vamos a estar acá» y «toda persona tiene su doble» para reclamarle a la vida más sentido. La razón busca a dos y ordena desde aquí. Y no era tanto la desesperanza como una sensación de obligación disminuida que me hizo pensar que yo también podía morirme, muerta antes, muerta después, pero viva ahora mientras lo digo. Las historias del norte siempre giran en torno a encuentro con espíritus naturales y el problema de cómo tratarlos bien cómo para recibir su ayuda, mientras que las nuestras están llenas de los muertos ruidosos, los culpables inquietos, fantasmas implacables. Y ya en Cooper, especialmente en Los pioneros, el remordimiento americano sirve para resaltar la nostalgia, y la excentricidad humana está resguardada por los fantasmas de los árboles. El río, claro y ámbar, como té de turba, corría profundo atravesando el círculo de osos en el bosque. El mineral siempre convierte el animal en las máquinas que simboliza. A veces la voluntad inspecciona la bondad de ser y permanece pasiva ante ella. En un hueco de tierra se quema. Hay cazadores ahí, todos son conservacionistas, y aflora alguna tensión porque nadie está seguro de quién debería asumir el rol de anfitrión para darle coherencia a la ocasión. La parataxis es característica del ateísmo y del politeísmo, pero mientras la parataxis del politeísmo ilimitada, la del ateísmo, no tiene ataduras. Mis estudiantes, asa primavera, no sabían cómo hablar en clase, ya que de lo que podían hablar – de lo que hacían - no era lo que uno «estudiaba» en las escuelas – saturados con las experiencias de la música, las compras, «pasar el rato», la televisión. Tenía la subjetividad de los consumidores, carecían de objetividad entre abundantes objetos. Los pastos se balanceaban, baladas obvias, sueños. Un hombre enorme atravesó el panel de vidrio de la ventana de la farmacia, hubo una gran conmoción, pero más allá del pequeño corte en el brazo, sobre el cual el farmacéutico aplicó un poco de desinfectante y una banda adhesiva, no se lastimó, el incidente fue causado únicamente por alergias. dijo él, pero le ocurría «muy» a su «pesar». Cualquiera sea el tema, dijo el hombre – feminismo, pensamiento, individualismo, sexo, escritura, ciencia, etc. – tarde o temprano percibo la llegada inevitable del tema con el que los norteamericanos están más obsesionados, el de su propia violencia. En un programa, la naturaleza (el mar) ha contaminado a la cultura (el héroe), ha contraído hepatitis de las bacterias que prosperan en la superficie de agua de una cloaca supuestamente sin uso que, de hecho, había estado arrojando agua sin tratar, las olas pueden verse surgiendo en el fondo mientras le dice a la doctora que vino para advertirle que se alejara de la playa: «Cuando aparece una ola grande, siempre tengo que subirme a ella». Estaba en Two Rivers y vio a una mujer haciendo la invertida. ¿La malicia de la tierra? Su consuelo. ¿Quiénes son los que vagabundean? Los puntos más brillantes de hoy están vacíos, y realmente parece como si tuviera que forjar la voluntad de todos estos días en la memoria, como si la memoria, que tiene la voluntad propia durante la infancia, estuviese ahora reacia a ocuparse del día, o como si la luz acumulada por el tiempo estuviese abrumando los detalles a nuestro alrededor, del mismo modo en que la luz del sol iluminando una página borra las letras. El sol ha sellado el mar. Escribiría para que yo misma pudiera ver si lo que escribí estaba bien. Un análisis en detalle se alterna con las escenas y hay pausa para estos análisis, que también son escena. Es una obra de momentos insertados. Y especialmente para el amor – porque el tiempo implica no poder escapar. Por el borde entre los campos de girasoles rotando, donde solo dos años antes se habían puesto guardias para mantener a la gente adentro, ahora los guardias del otro lado estaban en sus puestos para dejarlos afuera. Remamos en el lago hacia la isla a la luz de la medianoche, el aguas oscura, fría, lisa, fosforescente. Nos paramos sobre la cubierta en el Ártico, mirando al norte – una obra de círculo y enlaces. Escalamos, atravesando el aire pastel, hasta el otro lado de la tundra, los mosquitos saltaban más y más ligeros, más y más felices, hasta la pálida noche en cuyo borde flotaba el sol. Por qué no recordar el dormir tan bien como los sueños. Por qué no escribir con una identidad desatada y fluidez geográfica. Oración por oración, todos estos esfuerzos, (ir en círculos emerger, dar placer a través de varias fuentes), estos juicios y prolongaciones, cuyas curvas a menudo se repiten, forman un todo que, a pesar de pausas momentáneas, sigue entero por ángulos, sombras y partículas que obstruyen inclusive. Pero los años no son pausa, no son rosas, y quién, pregunté era el presidente de la nación el año que Herman Melville escribió Moby Dick. No me acuerdo, dice alguien, pero ella quiere decir que no sabe, no siente ningún vacío embrujado por el ritmo de un nombre que no puede decir del todo, el querer que siente no está provisto de un nombre sino que es un querer saber, así que lo busca, la próxima me voy a acordar, jura, pero un año más tarde no se acordó. No hay secreto más profundo para la inmortalidad que el haber vivido. ¿Pensamos en estos?

 

 Y en estos momentos que nos unen

Me quedé un largo rato detrás de la reja mirando a las vacas con tranquilidad. Una por una en una heterogeneidad, dos por dos en una plenitud. Me quedé frente a la ventana mirando a chicos que patinaban impulsándose con calma por el estacionamiento, subiendo por una rampa improvisada con tablones, y tres cajas de cartón puestas en las puntas. No percibimos nada sino relaciones – la percepción en sí misma es esto. Ella estaba cultivando un jardín de piedras en el bosque, cultivando helechos, flores silvestres y árboles en miniatura. Mis sueños son los intensos límites de mi mente. Quedaba poco más que la hendidura. El camino a Angkor Wat estaba minado. Ella odiaba cambiar de turno, sentirse como una extranjera perdida entre los pabellones. Prometer aliviar el dolor no es lo mismo que anticipar un mundo sin él. Esta mañana temprano descubrí que, después de la primera luz, hay una segunda oscuridad, y que esa segunda oscuridad es donde aparece la verdadera luz del día. La familia se reunía alrededor de la kava con frecuencia. Había querido ser el médico, pero la situación del paciente era la que más me fascinaba, como si lo único seguro fuese la inadecuación de las soluciones previas y lo único que se podía lograr fuera la revalorización de la posibilidad. Mi abogado saca la tortilla de maíz de la sartén, unas ramitas de menta adornan el plato. Es una rareza de la ley estadounidense que no pueda pedírsele a una persona que se incrimine a sí misma verbalmente, pero se le puede exigir que lo haga físicamente (apareciendo en una fila de sospechosos, por ejemplo). La cara del cadáver todavía estaba intacta y tenía una expresión pensativa. La inmovilidad crea un punto focal profuso, de tal modo que, si nos demoramos, nos borroneamos. La presión de la lengua debe ser firme, la liberación debe ser limpia y abrupta, y la preocupación también va a sacarle algo del sentido. Entonces sentimos pero no vemos la humanidad. Separé la arteria de la carne gris de la entrepierna. Voy a aceptar el riesgo que uno asume cuando se ofrece a la duda. Al viajar (e insistimos con el movimiento), desplazamos el centro de gravedad y, con él, la naturaleza de los confinamientos. Entonces, el progreso (según el reloj de la investigación) cambia la apariencia de las cosas y, con ella, el valor de las cosas. El amor en verdad conjetura el amor. Los barcos surcando las olas surcan el mar célebremente. Más adelante, tierra adentro, un mosquito suena como un cinturón que gira. Este es el año en el que la cultura se conjetura en Amberes. Incluso este, dijo el hombre señalando el escenario – incluso este es un espacio de lucha de clases, materializada en nacionalismos lingüísticos que compiten, y el resultado puede ser una locura y hacer que organizar eventos culturales se torne desagradable, así que lo hacemos en inglés. Una y otra vez el buque de investigación subió la cara norte de una ola de 24 metros y cayó en el valle de la cara sur. Un viento húmedo azotó el toldo del café, no cayeron sombras en la plaza de adoquines. Cuál es la naturaleza de esta extraña obra – pero no tiene naturaleza, solo condición. Música densa, animada, un círculo que rodea, secreto, Magritte. Creí ver a una enfermera de blanco subida a una papa, pero luego vi que era un cisne comiendo un tomate. Si es metempsicótico es sisífeo. Hablaríamos dos veces de lo que vimos, estaríamos de acuerdo y en desacuerdo. Pero para los hopi (según Benjamín Lee Whorf en «La relación del comportamiento y el pensamiento cotidiano con el lenguaje», que había leído años antes, había olvidado en gran medida y ahora estaba leyendo de nuevo), la palabra «día» no tiene forma plural, ya que siempre hubo un solo día, este, que se va con la oscuridad y vuelve con la luz, eternamente sumando experiencia; «para los hopi, para los que el tiempo no es un movimiento sino un “volver más tarde” a todo lo que ha sido hecho, la repetición invariable no es desperdiciada sino acumulada». Veo un gran campo de «zanahorias» – son esbeltos animales color caoba que se parecen a un alce y están pastando. Un investigador privado necesita ser capaz de descubrir la frase delatora, como cuando el hermano del cliente dice «no lamento nada» de su infancia porque «no hubo ningún problema». Había sido el único hombre en la conferencia que no llevaba una pistola, y mientras los otros se quedaron parados alrededor de la piscina bajo el calor del sol de media tarde con los «fierros» a duras penas escondidos debajo de sus camisas de manga corta salidas del pantalón, se tiró al agua y nadó por ahí, «tenía toda la piscina para él». Hay una diferencia crítica entre llamar al curso «El Renacimiento de Harlem» y llamarlo «Leyendo el Renacimiento de Harlem», y para mí el segundo era el curso más sabio. Estoy juntando una variedad de anécdotas científicas, cada una ocupa alrededor de media hoja de papel rayado azul. Empezando por el cuerpo, una cosa que se mueve, nosotros percibimos. Él sintió que no «recibió nada» de la secundaria pero supuso que el valor de la secundaria es que ayuda a «no meterse en problemas». Me gusta una contestadora que, con las últimas luces del día, dice sigue, moviendo la sombra de la que tú eres la premonición. Es poco probable que a eso le atribuya maldad. Me encontré siguiendo el Fall Creek pensando en cursos, cielos sin «semejanza», quizás algo llamado «1899» en el que leeríamos Richard Carvel de Winston Churchill, Esposa de juventud y otros relatos en la frontera del color de Charles Chesnutt, «El hombre con la azada» de Edwin Markham, Un mensaje a García de Elbert Hubbard, Letras de Hearthside de Paul Laurence Dunbar, La edad ingrata de Henry James, El despertar de Kate Chopin, «Para encender un fuego» de Jack London, El futuro del negro americano de Booker T Washington, Conferencias a profesores sobre psicología: y a estudiantes sobre algunos ideales de la vida de Wiliam James y las Fábulas fantásticas de Ambrose Bierce. El artista no pinta nubes, pinta el tiempo, pinta con el ojo de la perduración. La oración, una isla colonizada solo de modo temporal y tentativo, navega, un aforismo en una hoja pintada por un extraño. Esto tiene poco que ver con las leyes inmigratorias, aunque ahí, también, hay un héroe. Pasamos vadeando (los pececitos son cosas feas e hinchadas) y nos subimos al barco. Estoy furiosa – pienso en tirarme en la piscina para pelear – quiero pegarle un combo en la cara a la chica. Estábamos en el mercado pero no en el que estaba al 3000. Él recordó un picnic en el que los adultos «estaban tomando» y su padre le había dicho a su tío «gordo sucio», y el tío le había dicho a su padre «menos cháchara y más acción», y el tío desafió al padre a una carrera, que el tío, «con 130 y algo de kilos», ganó. La deformación de los pisos de madera debajo del linóleo de la cocina debe ser el resultado de una filtración prolongada, y creería que las encantadoras plomeras hicieron hace dos años mal la instalación. ¿Quién era el presidente ese año? Siempre algún tipo de conciencia perdura. Uno empieza como estudiante pero se hace amigo de las nubes. Por favor, nota que, al intentar aumentar la precisión de estas oraciones y la persistencia y la velocidad con la que continúan, estoy buscando un cambio y al mismo tiempo tratando de superar el cambio que me está buscando a mí. La conciencia nos adentra más y más en el mundo. Quizás voluntad y destino son la misma casualidad.

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LOS RUIDOS DE LA CASA es una mirada íntima de los sonidos detectados por el espíritu como residencia suprema de los sentidos, en especial del sentido auditivo, el cual se afina para escuchar los sonidos que están dentro y que asoman el vínculo entre lo estético y la intangibilidad del alma. Las imágenes estremecidas por los ruidos se manifiestan y se van haciendo parte del cuerpo consolidando y convirtiendo la casa estremecida con los sonidos de Dios, en un canto donde el amor deja al dedo enredado en los hilos del mantel. Las imágenes del ruido, la casa, los fantasmas, la cama, la puerta, son un todo, son uno en la vida del espíritu del autor. “En mi casa hay miles de jarrones un perro llorón por las noches una sonrisa pegada en la pared izquierda una almohada en el salón de nieve y un cuarto de estrellas lleno de grillos.”

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Autor: Gilberto Aranguren Peraza

Libro: Un Ojo en la Luciérnaga

“Un ojo en la luciérnaga” es un libro que reúne diez cuentos del escritor venezolano Gilberto Aranguren Pedraza, escritos desde su exquisito inconsciente colectivo popular y el folklore centroamericano y una pluma creativa que delata su talento, oficio y años de escritura, le permite desarrollar relatos enigmáticos bien armados, con toda la picardía, el misterio y la ironía que caracterizan a la actual narrativa latinoamericana y obviamente la suya. Los protagonistas en sus cuentos, escapan muchas veces al papel del héroe urbano, la opulencia del novio o la elite post colonial que disfrutan algunas familias republicanas en nuestras ciudades mestizas, sino más bien los enfoca en aquellos muchas veces relegados a un segundo nivel del hilo dramático de nuestra realidad cotidiana, a esa América morena del bullying, las crisis familiares, la pobreza escondida por el estado o las trifulcas sociales y políticas, que al final nos hablan de una realidad actual en el continente. Personajes entremezclados en lo más bajo del lumpen y/o las andanzas infantiles pueblerinas a veces inocentes y otras que rallan en el morbo de los mitos del campo o marginales, convierten a este libro en un entretenido encuentro con el pasado y presente latinoamericano, que además descansa en el rico lenguaje del autor, su vocabulario y acento caribeño y el aleteo de su luciérnaga bien domada. Los editores A quienes quieran adquirir un ejemplar de "Un ojo en la luciérnaga", escribir a editorialletraclara@gmail.com o enviar mensaje por interno. Valor $12.000.- más gastos de envíos o por pagar en destino vía Starken.

Libro: PANDORA. Todo está escodido en el baúl

Libro: PANDORA. Todo está escodido en el baúl
PANDORA. Todo está escodido en el baúl

Libro: PANDORA. Todo está escodido en el baúl

Pandora es un viaje a la oscuridad guardada en el pasado, donde el alma, como baúl, esconde los retratos de cada evento vivido. Un pasado tanto verdadero como imaginario, que se va revelando en cada una de sus páginas y textos. Es el encuentro con la memoria que a veces es guardada como reliquia en una caja y cuando se destapa salen de ella un sinfín de recuerdos atrapados y singularizados, porque son propios del autor quien sin miedo se atreve a compartir. Son como pequeñas franjas de sombras que se arrastran en las faldas de la niñez del autor, quien los va revelando uno a uno con un estilo propio, a veces trágico y en otras sarcástico. Es un libro escrito desde la defensa de la autonomía, porque en él se ofrecen verdades incómodas que se pierden en la memoria, por el simple hecho de olvidar por olvidar. Pero no, aquí se trata de recordar para olvidar y de dar paso a los sentimientos más genuinos y bondadosos del ser humano. Escrito con una poesía que tiende a ser conversacional y reflexiva, matiz que hace de Pandora un libro diferente y auténtico.