Casalta
Tengo que sobrevivirte
entre los perros que de madrugada
profieren la música del odio.
Debajo de las balas encima de la ciudad
día tras día Casalta tengo que sobrevivirte.
Pero te llevo conmigo Casalta irremediablemente
con pañales en el balcón y las aceras
tu alegría impostada y el ruido de los dientes en el frío
o quizá en el miedo de cerrar la puerta
y que por sus resquicios entre la jauría
los disparos y el merengue
como si no te importara deforestarte siempre
y encender los bombillos que regala el gobierno
para olvidar.
Quiero dejarte aquí Casalta en el poema
tapiarte con los escombros de la infancia.
Yo -mi hermano y yo- adivinando
el color de los carros en que mi padre no vendría
inventando canciones de apagón
sobreviviéndote milagrosamente
detrás de las rejas.
El peso de la sangre
Voy a escribirte despacio
como si no quisiera morir mañana.
Aquí de este lado del mundo
el reloj tiene agujas.
Nada sé de la vida niño
salvo que es más hermosa
cuando abres esos tremendos
ojos tuyos como una sentencia.
Malgasto aquí un poema
para pedirte no para implorarte
en nombre del peso de la sangre
que no te parezcas a mí.
En nada nunca.
Escupe a quien te diga
que somos iguales.
Hazte lejos de mí
y tu vida será como la mía
cuando abres esos tremendos
ojos tuyos que hicieron una casa
de mi bruno corazón.
Centro Plaza
antropólogos
historiadores del arte
profesores de literatura
¿quién podrá traducirle
al colega del futuro
el aroma inaudible del
«haz patria mata un gay»
«Robertico lo mama bien»
«dile no al comunismo»
tanta poesía garabateada
primitiva en las paredes
del pasado?
Horadar la tierra
1
Bienaventurados los gusanos
porque de ellos será el reino
de mi cuerpo: carne para nadie.
2
Bienaventurados los pobres
porque no sabrán nunca
que detrás de la montaña
sigue el mundo
tal como lo conocemos.
3
Bienaventurados los poetas
porque ellos horadarán
la tierra.
Toy Story
Lo recuerdo: me miraba
altanera desde la cima
de un G. I. Joe.
No pude matarla.
Aquella caja
no era su ataúd.
Recuerdo el día que descubrí
una cucaracha
en el baúl de los juguetes
y supe que era tiempo
de crecer.
El día después de los enamorados
a Verónica
Me pregunto qué hacen los chinos con
tanto corazón rosado cada quince
de febrero. Si algún sótano alberga
los cadáveres de la vendimia, alimento
para ratas que nada saben de economía
sumergida y todo a cincuenta meta la
mano el día después de los enamorados.
Tal vez las abejas de peluche puedan libar
flores de plástico y cada quince de febrero
haya una orgía de conejos y garitos
ebrios de vino barato. Quizás
si aquel cura supiera en qué devino su hazaña
si tuviera que leer mil veces gracias con ese
y contemplar filas interminables
frente a hoteles mugrientos sin amor
habría ardido con fruición en la hoguera
del Imperio cada quince de febrero.
Canto a Bolívar
Ahora que todo lleva tu nombre, Bolívar,
y no es una metáfora,
vamos a poner las cosas en su sitio.
A Miranda no lo mató el bochinche sino tú.
YColombia se hizo grande ahita de miserias.
Yel Olimpo que levantamos,
en alabanza para que tú reinaras,
es una barriada interminable.
Y ahora,
que te ha dado por resucitar o reencarnar,
no hay un alma que no sea alérgica
a tu nombre y eso, Bolívar,
tampoco es una hipérbole.
Tu nombre es una coartada,
un sucio billete que nada vale,
una plaza cualquiera repetida,
una esquina.
Tu nombre es un país sin mar,
el pico más alto de la cordillera más pobre / del planeta.
La única gloria en tu nombre, Libertador,
es una avenida sonora de tacones
talla cuarenta y seis.
Nigérrima
dicen que era una mujer hermosa
Porlamar aullaba a su paso
las palabras más sucias
sin conmover uno solo
de sus ciento ochenta centímetros
dicen que abandonó a sus hijos
que un brujo enamorado
convocó a todos los elementos
y la llevó más allá del mar
regresó cuando el vientre le dolía
dicen ese que diez veces abierto
todavía clamaba furibundo
regresó con gusanos en los pies
por regresar dicen pero ella sin asco
altiva como era hermosa regresó
ahora
yo no sé qué decirle su voz arrugada
me mira sabe que pienso el poema
y posa posa y me mira
sabe que los gusanos vuelven por
su carne y sin asco los espera soberbia
con toda la belleza que le queda.
La ciudad de arcilla
Llueve. A cuántos va a matar
esta vez el barro. Cuántos
van a morir de noche
cuando la casa se les venga encima.
Aquí el miedo no persuade
a nadie. La galerna no acalla
el sarao ni calma la sed.
Llueve. Y la ciudad no es más
hermosa sino más temible.
No hay poetas en los bares
cuando llueve. No hay cristales
para verla resbalar como lágrimas.
Las almas se amontonan
se aglomeran en las salidas del metro
escondidas de la lluvia mientras llueve
en la ciudad de arcilla. Cientos.
Miles. A cuántos va a llevarse la vaguada.
Cuántos van a morir de lluvia. Quién
abrazado a la nevera.
Navidad
Es temporada de renos
en Caracas. Temporada
de pinos de verdad
tan hermosos
que parecen de plástico
y pinos de plástico
tan hermosos
que parecen de verdad.
Lo bello siempre parece
de otra especie
de otro mundo:
por eso es tan hermosa Caracas
en navidad
por los renos
extraviados y la nieve
bajo el sol absoluto
por las luces en el Guaire
y la cruz del norte / vacía
tan lejos
de Israel.
Caribe
De todos los monumentos
construidos por el hombre
mi favorito es el mar.
que maravilla encontrarse una poesía con carne y sangre entre sus versos
ResponderEliminarEsta poesía es dolorosamente hermosa, llena de una sensibilidad muy especial. Contiene imágenes y metáforas que nos colocan, sensiblemente, a experimentar realidades que sólo, un poeta como el que logró escribirlo, nos pone a vivirlo y a sentirlo. A mi, particularmente, me coloca en el lugar de la contemplación, pero también en de la reflexión acerca de no continuar permitiendo aquellas situaciones que deshumanizan y no facilitan una vida más libre. Es un canto a la necesidad del respeto humano.
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