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Gilberto Aranguren Peraza (Venezuela, 1966) |
Itinerario
Gilberto Aranguren Peraza
Dedicatoria
A Marisol, a Samuel y a
Gabriel
con todo mi amor
A Armado Rojas Guardia
in memoriam
Itinerario del alma
“Cuando el verano duraba todo el año y un verde
perpetuo en el césped, los bosques y los huertos
creaban un escenario deleitoso a la vista”.
W.H. Auden
La edad de oro
De: Gracias, Niebla
Regreso del verano
Aparecen luces y rastros en las paredes
nuevamente me recuerdan
cómo se acerca el verano.
¿Cómo nos introducimos en el averno
de los días?
En el espejo se descubre lo dejado atrás
en un fogón arrodillado en el jardín.
Regresan los días cálidos
las fiestas imaginarias e
insignificantes
en la sala los rayos de sol se cubren de pulgas.
Triste pensar en no volver a ver a los seres queridos
sus rostros
quedaron marcados como reflejos en mi memoria
apenas sombras de fantasmas
imágenes sacrificiales
plantadas en las veredas
de los destierros.
¿Cuándo nuestras almas encontrarán consuelo?
Tal vez nunca.
Ellas no están para eso
de eso se trata un poco la vida
no encontrar consuelo
por las cosas perdidas.
Cercanía del verano
Después de haber visitado el parque
en medio de celebraciones
tortas y helados, todos con
tapabocas de malhechores
llegamos a casa y empezamos
la faena de desinfección: limpieza de
las manos y pies
alcohol
luego el baño con agua y jabón.
Hoy el confinamiento continúa
cierra bien
coloca la tranca
atraviésala a todo lo ancho
de la puerta, recuerda
el virus es un espíritu indeseado
con cuerpo de pelota
despidámonos del mundo
miremos por la ventana
a través del cristal del talismán
colgado entre las cortinas
porque con su luz ahuyentamos
a los espíritus.
En verano
La luz del verano no es la misma, los sonidos
tampoco lo son
son más oscuras
las canciones de la mañana
todo ha sido conquistado por los ojos
del encierro.
Las señales del invierno
las templanzas del verano
los abrigos de las flores
nada se nos permite en esta oscuridad
en este encierro de alumbre.
Han cambiado tantas cosas.
Verano
Nunca había sentido
tanta inmovilidad
tantos secretos
y el tiempo
en este minúsculo espacio
de tachones
y palabras subrayadas.
Algunas veces
la vida se queda
en la cuneta de la autopista
con los ojos abiertos
y con la boca desierta
a la espera de un camión
de bomberos
o de la fuerza mundial
de salvación.
No te creas
no hay motivos para nada
de estar sentado
frente a la plaza
porque el verano se ha convertido
en una mentira
porque hoy tengo mucho frío.
Verano
Mis ojos no pueden ver a los muertos
después de las diez de la noche
porque fueron empujados por esta sed
y por el olvido
encontrado en las cenizas
allá veo el hocico del toro
a las plumas de las gallinas
caer
como nieve
en la plaza de las dolencias
al vaso dejado en la mesa, aun
le queda ron de esta siesta
en la cama sin arreglar
el mundo de las quejas
en el balcón donde miro la vida
las luces de las montañas
aun por apagarse
dejan la merienda abandonada
por los borrachos
lloran por los huevos perdidos
y por los tabacos sin consumir
aun así, los muertos con sus mejores galas
dejan sus rastros detrás de las cortinas
me hacen recordar con su presencia
cada una de las gotas
caídas
del llanto dejado en la sala.
Sin grabación
¿Cuándo llegarás y caerás de rodillas?
Sabes, debí quedarme en el jardín
a conciencia de los ancianos. Conoces
del poder sublime de los abrazos, por eso
puedes acariciarme por siempre
mientras tengas firmado el convenio
con las estrellas
y hagas recitales de noche con el cobijo de su luz
recuerda: no somos obsequios
forrados en hojas de plátano, no
nada de eso. Solo déjame tranquilo para
cantar las breves notas dejadas
por la tarde.
¿Te das cuenta cómo cacarean las gallinas
y los gatos huyen por el aullar de los perros
dejando a la primavera
alojada en un rincón en la habitación azul?
¿Te das cuenta de eso?
Sólo fíjate en las notas escritas en cada hoja
de la trinitaria
para cuando decidamos dormir después
de haber consumido toda una botella de ron
y haber fumado todo el tabaco del mundo.
Gracias a Dios nada de esto queda grabado
en YouTube.
Hombres de verano
“Hay que estar siempre
borracho.
Todo consiste en eso: es la
única cuestión
para no sentir la carga
horrible del tiempo…”
—Charles Baudalaire
Embriagados
Para no estar a merced del tiempo consumo
toda la botella. En el fondo el espíritu
se mueve como espuma. Al frente una ventana
cerrada con todos sus misterios
más allá, detrás del vidrio
una vela con una imagen fantasmal
alumbra
el recinto de humo y mal aliento.
Desde el rincón observo a la luna
limpia de hombres tristes
sus deseos de volarse la cabeza para luego
pedir misericordia a los ángeles del infierno
con olor a fósforo
quedaron en la mesa a la orden
de los hombres de verano.
Nos quedamos pensando
en el final de esta historia
sin darnos cuenta
de cómo los amantes
aglomerados en las ventanas
se desnudan y dejan sus almas
esperando
ser atendidos
por un breve olor a hombre de verano.
Somos un abismo
"Se movía
con calma a través de una ranura en el aire"
—Louise Glück
Paisaje
De: Averno
Mientras el verano se esconde
entre las cortinas, recuerdo cuando el sol
asomado en la ventana
se sentaba en la cama.
Y el gato junto al perro
jugaban distraídos
con un rayo en el porche.
Es una asfixia clara y evidente
sin subir ni bajar cuestas tan altas.
Es el valle donde todos somos
un abismo
como lo dice San Agustín.
Todo me separa
a sabiendas de la puerta de la perdición
y del abandono sin perdón.
Hay que aprender a perder.
Me cuesta tanto este estado de abandono.
Itinerario del Alma
1.
Buenos días. ¿Vas a salir? Sí.
Llévate alcohol. Úsalo después de saludar
al sentarte plasma la sustancia
en el asiento.
Usa la máscara.
Conviértete
en malhechor por un rato.
2.
¿Ya llegaste? Sí.
Vete a bañar.
Desinféctate.
Date duro con la esponja
no vaya a ser…
A lo mejor se escondió en el cabello.
3.
No toques la pared, la maldición
puede estar caminando
tejiendo su maldad
en su fría estructura.
4.
Acerco mi oído a la pared
quiero escuchar su corazón
pero mi alma se estremece
por el balanceo de las cortinas
el demonio está escondido en el rincón
donde se acomoda el dragón de trapo
con cara de perro.
5.
No te quites el tapaboca
con él somos seres imaginados.
6.
Si me quito el tapaboca dejo de ser
el deseo
imaginado de los transeúntes.
7.
Con los ojos abiertos y con la boca tapada
somos seres sin concluir
nuestras pasiones.
8.
Al quitarnos los tapabocas
descubrimos nuestros demonios.
9.
El virus deja
aparte de contagios y muertos
el alma de la gente
con otros virus por detectar.
10.
El virus de nuestras almas
no es el mismo
al de las plazas
o al de las caminatas disfrazadas
este tal vez nos inmortalice
en una larga lista para la historia
el de nuestras almas nos ahogará por siempre
en el mundo de los infiernos
y tal vez
en callados sollozos.
El demonio nuestro de cada día
Cada vez, cuando me levanto
acudo bajo la hipnosis de la desfachatez
al celular
dejando de mirar a la mujer
quien con ternura ha decidido
dormir a mi lado.
Primero el Instagram
luego el Facebook
después el correo electrónico
por último, las voces
del WhatsApp.
Todo es un ritual
aprendido no sé cómo.
Cuando comen los chicos
se sientan
olvidando a los presentes
y al ladito del plato
el celular
prefieren la guerra de las galaxias
y las miradas oxidadas de los memes
los pobres se ríen solos
y yo no los entiendo.
A un niño desde el balcón observo
sale a diario con su perro
a la misma hora
por los mismos rincones de la plaza
en cada cinco minutos saca de su bolsillo
el celular
lo guarda siempre como queriendo
deshacerse de él
cuántas veces ha sacado el joven
ese misterioso aparato
cada vez lo ve como si viera algo nuevo
lo guarda
lo vuelve a guardar
pero al final vence la incógnita
e introduce sus dedos
y como por arte de magia
aparece el demonio
convertido
en celular.
Bailando en el caldero de una bruja
"(…) uno nunca se cura
nunca olvida el dolor en el costado
el lugar donde algo fue arrancado
para hacer a otra persona"
—Louise Glück
Paraíso
De: Ararat
Quedan rastros del pasado
en esta piel,
del presente,
es imposible huir
con todas las manchas
adheridas.
Para despistar al mundo deja un beso
y la mañana
posada en mi cuello
sube el volumen al audífono.
Hay cosas en la vida a la cual
nos entregamos
sin remedio.
La muerte es una de ellas
espero algo más de esta vida
y de todas las suertes
dejadas en el camino.
Por lo pronto estoy bailando
en el caldero de una bruja
y como sapo abro los ojos
a lo inesperado.
A escondida el alma
"como pasos de sombras
las hojas, heladas, se quiebran en los
árboles".
—Adelaide Crapsey
Noche de Noviembre
El crimen de las formas
Entre piernas y vino
fueron asesinadas
las formas de esta noche
con ella el cristal por donde miramos el futuro
el árbol del centro del patio
ya no canta la misma melodía
cuando llega la tarde
los animalitos tienen ganas de beber
el agua caída en los cuencos
hechos con hojas secas de palmas
las mariposas juegan con los sonidos
de la salamandra
al final del día se abalanzan a mi cuerpo
las horas
ocupando las mismas heridas por donde atravesaron
los puñales.
Al cobijo
"como cuando lenta y cuidadosamente
se hace el otoño en un jardín".
—Alejandra Pizarnik
De: Extracción de la piedra de locura
Cuando regrese tomaré
firmemente el arado de aquellos
hermosos días
vividos en abril, cerca
de los aullidos y de los sapos mirando
el florero
con su fiesta con las hormigas
en el corredor.
Me sentaré frente a la trinitaria
al cobijo del limón
con sus verdes espinas
y entregaré nuevamente mis manos
a la tierra
para celebrar
tomaré tu mano
para llevarla a mi boca.
Tarde
Hay tanto silencio en el balcón
porque un fantasma decidió sacar su perro
a pasear a la plaza, todos huyen
despavoridos de tanto virus.
Abajo las margaritas se cierran
mientras el mencionado pasa con su mascota,
más allá una multitud corre
a resguardarse
una señora saca brillo a las ventanas
con su frente
los niños gritan y saltan en los corredores
todos con tapabocas
y con sonrisas estrafalarias dibujadas en sus bocas
imaginarias.
Arbusto
Un murmullo en este silencio confinado
recoge gota a gota
cada cristal del otoño.
Es el día escondiéndose
es la noche con sus cocciones
y aromas de té.
Cae el agua y hace sombra
en este espacio indefinido
de la mesa.
Mientras las lilas deciden hablar
recordándome el arbusto
acondicionado en mi interior.
El tiempo a cuesta
Con cuidado observo cómo la brisa cae
de espalda en este recinto
con su frialdad invoca toscamente
a la brevedad
de los silencios dejados en la casa.
Me imagino las puertas cerradas
apretujadas con el mármol de la espera
sosteniendo estos deseos de abrirla.
Apenas comienza mi larga ausencia
miro el reloj
asustado
por el tiempo a cuesta.
Un día de confinamiento
Cuando la tarde llega el cansancio es devastador
los días culminan en la necedad
Todo se repite una y otra vez
Es parte de este juego geométrico
Una pared, dos paredes
una ventana, dos ventanas
una silla, dos sillas, tres sillas
…..
al final: una lista de espera
mientras tanto salen llagas en mis piernas
a un gato se le ocurre verme desde el balcón.
¡Horror!
Sometido ya
a este examen curioso de conciencia
en medio de una pandemia
donde todos somos sospechosos
pierdo la memoria
porque la mosca del olvido y
el susurro de la ventolera del sur
me trajeron algunos recuerdos
sometidos a una hora frente al espejo.
Para remate
me asomo a la ventana y veo cómo los perros
ordenan la plaza
mientras sus dueños incautos
recogen en sus mierdas
toda la soledad.
Piedad por los locos
"Señor, apiadaos,
apiadaos de los locos
y de las locas
" ¡Oh, creador!
—Charles Baudalaire
La señorita del bisturí
Ahí, frente al balcón, los locos
caminan aturdidos. El encierro de luna.
Más allá, a la derecha
gira una tortuga
medita cómo bailar
al frente de toda la gente
con su caparazón de rosas
y ojos de sapo.
El sol se mira en el charco y los locos
continúan su danza sobre su luz.
Es un espejismo agregado al frío
de mis huesos.
Los perros dirigen la orquesta, un nuevo
orden mundial de necesidades
se aproxima. Prefiero sacar una pata ΄e gallina
colocarla en la ventana
para espantar la locura.
Piedad, Señor
dale a los locos
el talismán para ahuyentarte
para seducir la tarde
envenenar las fuerzas de los ríos
y los bosques acabados por fuego
y las nieves derretidas
antes de primavera.
Dale, Señor
el descanso eterno a los locos
sin desmayar su ternura
y los vientos lanzados cuando pasan
en cuclillas
por debajo de los torniquetes del metro.
Dale al polizón el bastón
para saldar la deuda
y convierta su rabia en locura
y dance en solitario con la Furias
con la misma pata ΄e gallina
robada en mi ventana
y colgada en su cuello.
El obsequio
En este estado, inocente y perplejo
quedo esperando
junto a la mañana.
Todo es un caos
las horas
las calles
los silbidos
hasta el viento.
Esta fragilidad dejada por la palabra
no sirve para nada
no me toca el hombro.
Todo se quiebra en una extraña
espera del regalo de Navidad
dejado debajo de la cama
o al lado de la mesita de noche.
Pero el milagro hace su juego
y aparece el obsequio sentado en el sofá
y mis palabras se asustan
huyen despavoridas
en la búsqueda de tus manos
y los verbos se esconden
junto a los adjetivos
de este día donde lo más fácil
es olvidar dónde quedaron los lentes
y el cojín donde se perdió el celular.
La pérdida del humor
"(…) todos a su alrededor habían olvidado
ya qué es una broma"
—Milán Kundera
La fiesta de la insignificancia
Con la pérdida del humor llegó
el cambio de la historia
entró a la casa
como huésped
se sentó sobre la alfombra.
Con sigilo vigiló la entrada
de luz entre las cortinas.
Encendió la radio
para no llorar de tanta
tristeza.
Se cansó de los vinos
en la mesa y
se puso a cantar.
Hoy vagabundea
con el olor barato de una marihuana
recostada en la ventana.
Aún continúan las misas
donde asisten tantas señoras de cola larga,
no importa
las prefiero largas,
pero con una sonrisa en los labios
mientras nos confiamos ante la llegada
de la nueva copa amarga
de este vino no acabado aún.
Aceptación
En la sala nadie queda
después de las diez
todos duermen, ya sea
con sus miedos
o con sus ausencias
revoloteando encima de sus cabezas:
como coronas.
De alegría los pliegues del piso
saltan
mientras por debajo de la puerta
los ruidos de los vecinos
soplan
un templo de saludos.
Por la ventana los engreídos
con sus tapabocas
sueñan con tenerlo como calcetín
cuando llegue la medianoche
la pandemia los ha convertido
en reductos no imaginado
hacia donde se dirigen las miradas
de la humanidad.
En su transformación
el mundo
va de la mano con este cuerpo
por estallar
cada espacio dejado por el desgarramiento
sangra cada vez
cuando el recuerdo
se teje nuevamente en mitad del salón
y llega después
el sonido de las llaves
temblando en sus manos
por el cuidado ante lo inesperado.
Después de todo
lo dejado por el cielo
no se rechaza
se acepta como regalo.
A escondida el alma
Sabemos del llanto como fórmula
inventada,
universalmente, en siglos
pasados
en las revoluciones,
donde ven de igual modo las lágrimas y la sangre.
Porque los llantos sobrios e inesperados
propios de las narrativas oscuras
han sido parte exclusiva de un género en particular
y vino a ser parte de la otra orilla
cuando descubrimos nuestras caras
de idiotas
así como el tiempo perdido por no llorar.
Basemos esta historia
en la teoría de la mirada: el mundo
mira al observador
este es mirado por sí mismo
las miradas son imposibles de escrutar
visible la muerte en épocas de pandemia
porque el alma humana a escondida
emerge para sobrevivir.
El itinerario de las simples cosas
“La única ventana de la habitación da hacia otra
cosa:
La Plaza Salvaje”
Tomas Tranströmer
Carrillón
De: Plaza Salvaje
En este invierno
“En los pasadizos, se establece la tarde del
invierno
con olor a filete”.
—T.S. Eliot.
De: Preludios. I.
Prufrock y otras observaciones
La sangre abrió sus puertas. En esta noche
los muñecos de trapo cierran
sus ojos de amianto
y sal
los alisios no llegan hasta aquí. Resisto el frío del polo,
sumergido en fábulas con vastas señales para olvidar.
Escribo y recuerdo: el pasillo
la sala
las habitaciones
el claro dejado por la luna
cuando se sumerge en el matorral
las cenizas dejadas por el cigarro
después de las ocho
el licor en el vaso
el número de cuenta
el grito de la vecina
y las ánforas con huesos en el jardín
al lado del limonero
mis muñecas
sonreían cuando me veían llegar
ya no podrán reír como antes. Deben estar tan tristes
como el jardín
de él me despedí
con una mirada
por el rabillo del ojo.
Frío
A veces mi corazón
frío se pone
como cuando asciendo
a la altura del árbol
sembrado en esta plaza
y escondido,
entre las hojas, espero
un rayo sin energía
de este sol de invierno.
Los árboles apenas sienten el
abrazo
aún elevado
a eso, después del mediodía,
es incapaz de ofrecer refugio
grato de su calor.
Montado en las ramas
cuenta me doy de cómo algunos
seres disfrutan de este frío.
Yo
en cambio
por ser del centro del mundo
me cuesta el abrigo
sólo ruego por el final
con ruedos mojados con esta eternidad
y marcas de agua en los vestidos.
El itinerario de las simples cosas
“El amor es simple
y las simples cosas las devora
el tiempo”.
—Armando Tejada
Esta peste alcohólica
ambientada a menta y
azafrán, se entusiasma
con el breve sol
asomado entre las cortinas
y la mañana se va alejando
con las simples cosas
dejadas en la mesa.
La conversa llega y
con ella la llamada telefónica
encima el frío convertido
en un cuello grueso
y de lana.
Con precisión se ven las costuras, mientras algo
sale volando por la ventana
preparo la chaqueta, y la casa
llena de papeles
se convierte en una telaraña
con una tibia sala y
el aroma a té
aun seguimos en este encierro
y las simples cosas se asoman
con sus voces y ausencias.
Desde un rincón el perro de trapo
con ojos de sapo y cuerpo de dragón
pasea su mirada por el pasillo
convirtiéndose en el único invitado
a esta fiesta de muecas y miradas.
Más allá, a un costado del baño
la habitación de la ternura
con hojas en el suelo
y una rendija con vista a la plaza
donde juegan los perros, también
con las simples cosas.
El sol como fantasma de las diez
aparece acurrucado entre los árboles
se asoma con un sombrero
y una nariz de águila
mientras la brisa con un frustrado olor a
polo
se acerca y entumece el mediodía.
Todo pareciera estar escrito en las hojas de té
con letras de barro y silencio
todo esto está hecho a la medida
del encierro
colmado con una tibieza larga
y con una cabellera
perdida en la neblina.
Un gato se sube al balcón
juega al escondido
con su sombra
los perros han dejado de jugar
con sus colas
cual levantadas
hacían dextrógiros
hacia el infinito
y la araña en su aparición
sale del dragón
apostado en la sala
mirando hacia la cocina
todo esto es el itinerario
de las simples cosas.
La decadencia
Hoy llegaron las luciérnagas
embestidas
traen un breve sonido del jardín.
Como cigarras conmueven este silencio.
Los perros continúan saltando
como mariposas
los veo desde la terraza
en nada se parecen a los míos
siempre luchan
por ocupar el lugar de mi preferencia.
En cambio, aquí
poseen un raro aroma civilizador
me los imagino sentados en la mesa
como niños
ayer vi a una pareja
locos
(no pueden ser llamados de otro modo)
paseando a un perro en un coche
vaya escenario
de padres amorosos
extraño síntoma de la decadencia
ojalá todo pasé con la siniestra velocidad del tiempo
espero no estar aquí
para cuando me toque limpiarle el culo a los perros
lo terrible es mi risa ante este lustrado hecho.
El tiempo escondido
Relación entre el aquí y el allá
medido con la vara imaginaria de las sombras
camina, corre, nada y vuela
hasta inmiscuirse entre las llamas.
Sus cartas: refugio del pasado
mantienen al enano en el portón del infinito
sin saber hacia dónde se mueven
las manecillas de algodón.
No tiene estatura
la tuvo un día cuando era joven
ahora encorvado
acompaña a los ancianos en los parques
mientras los niños no saben de él
porque tienen toda la vida.
Desde esta ventana trato de ver
el tiempo perdido
pero se esconde en la plaza
entre margaritas
y humo de cigarros
espero verlo algún día
aparecer con quien decidió
esconderse en silencio.
Despedida en el tren de las diez
Con tu pequeña figura elaborada
de almidón
y mi cansancio tan largo
como este pasillo
donde nos sorprenden los trenes
miramos espantados
la lógica
de la ausencia.
Van y vienen las miradas
y el reloj se detiene
precisamente cuando decidimos
abordar el tren de las diez.
A esa hora se puso el sol en mi ventana
dejando el particular rumor
de la sangre cuando cae en la grama
en la escena de la despedida.
El encierro
Las almas
cansadas de escarbar
en las madrugadas
revisten de grietas
las paredes de margaritas
de nuevo regresan
los breves
saludos
y en segundo aparece
alguien atravesando la puerta
una mujer sale corriendo y asegura las ventanas
y yo pinto de rojo los labios
para no olvidarme de su nombre.
Desde el balcón vemos cómo se mueve la mañana
y arrojamos suaves palabras
a los oídos de canela del mediodía
que después de alumbrarnos
se escurre transparente
por las venas de este encierro.
Las brujas de mi memoria
Con llave guardo en un lugar secreto
de mi casa a las dos lechuzas
danzantes como brujas.
Ellas despiertan al anochecer
y duermen cuando un rayo de sol se avecina
a la última pluma de sus cabezas
a eso de las seis de la mañana.
Son exóticas y muy bien dotadas
se clavan en mi cabello
y me dan zarpazos muy fuertes
cuando intento pensar en lo imposible.
Las dos: Lucrecia y Tarquinio
son oriundas de la noche
cuando ven pasar a la muerte
chirrean para delatarla
porque siempre pasa disfrazada por los pasillos
con un vestido de murciélago y ojos de buey.
No logro esperar las horas
dadas a la oración matutina
para agradecerles a estas aves
de la oscuridad
su particular compañía.
Son las lechuzas de mi memoria
Lucrecia alimenta cada palmo de mis recuerdos
y Tarquinio bebe el agua
dejada por los poemas
cada una es un brazo ejecutor
de este laberinto
en tierras ajenas.
La puerta se abrió
Mi padre pasó sus últimos
veinte años con una botella
en sus manos
por eso dicen: -Gritaba el último
día de su vida - murió a eso de las
cinco de la tarde, mientras yo intentaba
descubrirlo en la sala del hospital.
Recuerdo no haber sentido dolor alguno
por su partida
tristeza siento por ella, hoy día.
Una puerta se abrió y no sé dónde,
ni cómo
y por ella crucé
sin avisar
sin darme cuenta
de cómo hacerlo
la vida cambió.
Ahora veo a mi hijo
tan parecido a él, solo eso
porque detesta el olor agreste del licor
se mueve de aquí para allá
con una brisa en sus cabellos, una perfecta
sonrisa y un sin número de conclusiones
a las dos y media de la madrugada.
Posesión
Su espera receptiva
amable
y terriblemente telúrica
declina con los rayos del sol
postrados en la sala
mientras el dragón de trapo
sonríe
porque gusta de las horas
frías
su sombra
paseando entre las cortinas
cuenta la caída de los días
y de los atuendos dejados
el final impredecible
recuerda el momento definitivo
donde se confunde el amor
con la posesión.
Final de invierno
El invierno huyó por la ventana
con un gorro azul
y perfumado a menta.
Dejó en la sala este frío
emigrante, con todos los muebles
huyendo por la ventana. Y el mundo
y las ciudades
convertidos en seres
perdedores del ritmo de esta danza.
Todo está dado por la mutación:
los labios los pies los cabellos
y los ojos
para bien o para mal
cambian como una nueva especie
hasta entrar en el ciclo interminable
dejando pasar por la rendija
como ladrón sin máscara
el brillo de la primavera.
Mateo, 8, 22
Cuando niño los velorios eran acontecimientos
rodeados de fenómenos frágiles:
muchas flores y velas
llantos y acompañantes.
Como sabíamos de las necesidades, visitábamos
el funeral
con las manos llenas.
Nada debía faltar, de eso
se encargaban los demás.
Con esta peste faltó la gente
amontonada y acariciando cabellos.
No hay flores
y las tumbas
sin ellas permanecen,
algunas ni siquiera
serán reconocidas
cabe pensar: "Deja que los muertos entierren a sus muertos"
pero no es así:
los muertos son enterrados por los
vivos
y con mucho miedo
es el mismo temor acusado
con este dedo
en el rincón de la sala
donde cenamos con el destino.
Bajo el marco de la puerta
“La primavera todavía se precipita a sorprender
a gente que viaja en tren.”
Bertolt Brecht
Acerca de la primavera
Nacimiento
No te irrites
cuando lo haces
huyen
de la habitación las historias
aún no contadas. Esas
escondidas a la vuelta de tus cabellos
tan lacios como los de mi padre.
Pones los ojos como paraparas
cuando pronuncio tu fantástico
nombre
sustantivo cobijado en mis manos
y convertido en playa
en un ir y venir
sin cálculo alguno
sin privilegios del día
son preguntas dejadas en la mesa
con respuestas pegadas en la pared
mientras recogemos el polvo del piso
nos vemos las caras
sabiendo lo frágil de nuestras
penas
pero recordando aquel día cuando
llegaste desnudo
y te abracé
para luego salir con lágrimas en los ojos
a tomarme una cerveza bien fría
para apaciguar
todo el temor
ocasionado por tu presencia.
Ternura
Desde el balcón saludo el paso
de los antepasados, a la espera
de la ceremonia de comunión
en el cobertizo las plumas
una a una
colocadas en las cabezas
y en los torsos desnudos
llevan plumas como pasaportes
en el río los peces moribundos
en su orilla
me inician con el bautismo de plumas
para descubrir a los ancestros
mientras bailan y cantan
abren la puerta al mundo
espiritual
las mujeres y los niños
rodean sus labios
con manos pintadas y
me silban sobre la cabeza
los espíritus comienzan hablarme
e identifico
las señales infantiles
nacidas en la garganta
de la ternura.
En el bosque
Regresemos
nuevamente, al bosque
donde desnudos llegamos a mirar
la noche en nuestras caras.
Así ocurre cuando el alma, de fiestas
y sombras, se arrastra
entre rocas, vacilantes
miradas ante el vaso de ron
y cenizas de cigarros.
Es un circo de emociones
el regreso al bosque con sus luces
en el amanecer. Con la brisa haciendo
caer las hojas hasta cubrir
nuestras espaldas
de matices y fieras.
Éramos niños ausentes de toda prohibición
y todo silencio.
Sepultadas quedaron las voces
aparecidas entre luciérnagas
el té de la madrugada y la risa
sobrante frente a una fogata
hicieron añicos la angustia.
Todo fue de noche con máscaras
y atuendos de seres vírgenes
congelados
maniatados a la mañana
y con las ganas de siempre.
El amanecer fue solo un gusanito
estrangulado en el pantalón.
Eclipse en primavera
La proximidad de la oscuridad
temprana
se acurruca en las cortinas
por la ventana
el mediodía pasea con un brillo particular
abrígate
la temperatura disminuye. El sol
entró en el salón de su perdición.
Mientras tanto él espera
con ansiedad
al lado de una gaseosa
pan relleno con carne
y tomate.
Sentada en el parque
oculta en la sombra
del azul de un sombrero
el cigarro, cuando el niño
susurra al oído
ella mira al cielo con ojos
de cierva.
Y la pelota cae y cae en el césped
como una luna
como el Loco
en el abismo del día
quedo acompañado de perros
con su antigua tradición
de imitar a las mariposas.
Los cincuenta nombres
Me piden cincuenta nombres
cuando así lo hacen
se me olvidan todos
y no recuerdo a nadie
los nombres son significaciones
canciones meditadas
a altas horas de la noche
los nombres son espíritus
sentados en un sillón
o en un porche con la televisión prendida.
Me piden cincuenta nombres
para orar por ellos
pero solo me imagino a la mañana
levantándose temprano
caminando en dormilona
y saliendo de compras.
La puerta
Los dos en medio de un círculo
hecho de frutas y verduras
con una constelación de ojos
absorbiendo cada rama de este árbol
miramos la gran puerta
colocada ahí
como muralla
abierta y frágil
esperando
sin escrúpulos a la mujer
de los ojos abedules
quien goza de los encierros
atiende tú la llamada
de la muerte en el marco de la entrada
no hay ruidos
solo un suave aire
inclinado ante nuestros pasos
finalmente,
salimos libres
a una calle
nueva
y sin retorno.
El poema perdido
Las arañas
estarán tejiendo todas
las redes posibles
en el techo de mi casa.
Allá quedaron libros
sin abrir y cuadernos
sobre el escritorio
al igual las fotografías estarán sorprendidas
al mirar a la salamandra
recorrer cada palmo de lo blanco
en la pared.
En el jardín la trinitaria
estará enardecida por la calma
del tiempo
mientras los limones crecerán
esperanzados
y en su madurez verán a los sapos
quienes estarán atentos
al sonido de la puerta
cuando abra.
Todo estará detenido
hasta la asistencia de mis manos
y corra las cortinas
para dejar entrar
la breve luz de la tarde.
Entonces miraré
con pañuelo en mano
lo corto de los años
y lo angosto del tiempo
tendré que reconocer el sofá
al tapete debajo de la cama
al televisor
a los libros en la alfombra de la sala
ojalá no se me olviden
las hojas blancas
dejadas al lado de la ventana
servirán para escribir
el poema perdido
por estos años de ausencia.
Indefensión
Estos ojos no ven
las cenizas
del gobierno del demonio. Su hocico
de dragón permanece
en el sueño blanco de una niña, quien
al recordar la salida
orina el algodón de la cama.
Ella vio la multitud divagar entre filas, procesiones de polvo
dolor y gemidos frescos
durmió con los sapos en las carreteras
y cuando cruzaba la puerta
de ida y salida
cruzaba las manos
mientras angustiado, el padre
palidecía cual desnudez deslizada
sobre el río
recuerdo sencillamente
lo dejado en sus manos
era el misterio
de la vida:
la imagen de las tardes en la terraza
mirando la plaza
pensando en la trinitaria y en su conversión
en los veranos de agosto
estos modos de vivir
son tan peligrosos
como indefensos.
En el día de la independencia
A veces me llegan por mera casualidad
esos consejos de ancianos,
sobre todo
cuando fumo durante un largo tiempo
entran a mí
como una conmoción
archivándose en el centro de mi ojo izquierdo
glaucomatoso y ávido.
El dragón dormido en la sala se despertó
apurado y desesperado
me mira asustado.
La manzana colocada en la mesa tiene
los ojos huecos
por ahí supuran los aires del día
y yo cansado de tanto verlos
parpadear
me entrego a la bondad de
estas horas de calma
mientras la ciudad se despierta
arrinconada en los balcones.
La procesión es una columna
donde se lleva a escondida en la garganta
el alma de una célula envenenada
mientras tanto
por la ventana entra el frio
con un sombrero azul
y se pone a bailar
y a fumar
con un vaso de vino entre sus manos.
Los perros saltan como mariposas
Los perros saltan como mariposas
cuando las sombras
transitan en los muelles.
Con sus alaridos de muerte
se convierten en los únicos testigos de esta peste
mientras las hormigas salen a buscar
las orejas de los elefantes
porque de nada sirvieron los consejos
porque es inútil el amanecer sin el contagio.
Aunque se haya visto a los pingüinos
pasear por las aceras
a las langostas comer hectáreas de tabaco
a los cóndores intentar llevarse
al perrito de la vecina
y a todos con sus caras nuevas de
malhechores.
Aunque hayamos visto pasar al puma
detrás de un venadito
mientras corrían detrás de ellos
y sin piedad
las horas asustadas
aún así
los perros siguen saltando como mariposas
y las lagartijas siguen mirándome
con un dejo tan tonto
cuando se posan en mi ventana.
Mariposa en la pared
Como una naranja
gigante
la mujer
cayó al suelo
a sabiendas de su peso
recogí en una canasta
el fruto
colocando el cuerpo de piedra
en la alfombra de la sala.
Al rato,
jóvenes de distintos lugares
se hicieron presentes
y alegres
entusiasmaron la casa
hicieron comidas
prepararon licores
los dejé en casa
y me fui
a buscar cigarrillos
emocionado
al calor y al aroma
animado
encontré en el camino
a la misma mujer
pero con una luna en su cuerpo
y con unos ojos felices
me ofreció dulces
no los quise,
y los cigarrillos no los encontré
pero encontré la casa convertida
en una gran ciudad
con avenidas y calles
con luces en las paradas
con grandes flores en los caminos.
Y con una mariposa gigante
pegada a la pared.
Deshabitada
La casa aún no se ha ido
sigue estando ahí
con su alma de alambre
sus ventanas cerradas
con las películas regadas en los cajones
y el almidón dejado en las paredes.
Los espejos deben estar bailando
no hay nadie mirándose
en ellos.
Los adornos estarán formulándose
todo tipo
de preguntas
estarán escondiéndose en
cada cruce de los pasillos
y los cubiertos parecerán
marionetas
dentro de la cubiertera.
Las cortinas a veces estarán
agitando las penumbras
sentadas como diosas
en el suelo de la sala.
Los libros a la expectativa
entre fotografías
y silencios
son almas infinitas
sobreviven
al tiempo
y a la distancia.
Hay un código secreto entre ellos y yo.
En las noches
de seguro
las estrellas descansan
y conversan en el techo.
No conozco sus nombres
quisiera orar por ellas.
Los fantasmas en mi memoria
Bajo el marco de la puerta de entrada, me atendió.
Al darse cuenta por completo de mi presencia, bajó
la guardia y pude ver cómo sus pómulos se distendieron
y cómo sus manos tomaban la mía con una alegría
sospechosa.
Se veía feliz. Algo más delgada a como yo la recordaba;
miré hacia adentro y vi dos jóvenes jugando con una niña. Jugaban
con agua, se bañaban. Me maravilló ver los rostros alegres
y distraídos de la desconocida presencia.
Al rato, en la cocina, la señora preparaba café o té, no recuerdo,
solo veía y sentía algo extraño en su presencia; pregunté
por mi amigo,
al fin y al cabo, había tocado la puerta para verlo,
pero me dijo de los años sin verlo y de la presencia
de mujeres en su vida como si fueran una maldición.
Se sonrió y me abrió la puerta.
Fue entonces cuando cuenta me di
de la presencia de todos los fantasmas
en mi memoria.
Final del viaje
¿A dónde vamos?
Aquí ya no hay motivos
para estar,
solo hay humo
voces asfixiantes
conmoviendo
las fantasías en mi cabeza. Ahí veo
a cuatro niños jugar al fútbol. Un orden estricto
husmeando en las cortinas
una taza de café sosteniendo la altura
de la mesa. Un pronto
ir y venir de aproximaciones.
Del fondo de la alfombra surge,
inesperadamente,
una araña
mientras recuerdo el sueño de anoche:
donde me veo comprando piedras grises
para viajar en autobús
pero las piedras se convirtieron en plumas
y en espanta-fantasmas
en mis bolsillos.
¿Será miedo a viajar?
¿A dónde voy
con todas esas cosas sostenidas en la mesa?
Por lo pronto escribiré cartas
anónimas y firmadas
mientras descanso a ratos
en el asiento trasero
mirando cómo pasan
a cada instante
un árbol tras otro.
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