Fotografía

Fotografía: Marisol Zurita Aguilera. Isla de Chiloé. Chile.

Poemas de Itinerario de Gilberto Aranguren Peraza

 

Gilberto Aranguren Peraza (Venezuela, 1966)


Itinerario

 

Gilberto Aranguren Peraza

 

 

 

Dedicatoria

 

A Marisol, a Samuel y a Gabriel

con todo mi amor

 

A Armado Rojas Guardia

in memoriam

 

 

Itinerario del alma

 

 

“Cuando el verano duraba todo el año y un verde

perpetuo en el césped, los bosques y los huertos

creaban un escenario deleitoso a la vista”.

 

W.H. Auden

La edad de oro

De: Gracias, Niebla

 

Regreso del verano

 

Aparecen luces y rastros en las paredes

nuevamente me recuerdan

cómo se acerca el verano.

¿Cómo nos introducimos en el averno

de los días?

 

En el espejo se descubre lo dejado atrás

en un fogón arrodillado en el jardín.

 

Regresan los días cálidos

las fiestas imaginarias e

insignificantes

 

en la sala los rayos de sol se cubren de pulgas.  

 

Triste pensar en no volver a ver a los seres queridos

sus rostros

quedaron marcados como reflejos en mi memoria

apenas sombras de fantasmas

imágenes sacrificiales

plantadas en las veredas 

de los destierros.

 

¿Cuándo nuestras almas encontrarán consuelo?

Tal vez nunca.

Ellas no están para eso

de eso se trata un poco la vida

no encontrar consuelo

por las cosas perdidas.

 

 

Cercanía del verano

 

Después de haber visitado el parque 

en medio de celebraciones

tortas y helados, todos con

tapabocas de malhechores

llegamos a casa y empezamos

la faena de desinfección: limpieza de

las manos y pies

alcohol

luego el baño con agua y jabón.

 

Hoy el confinamiento continúa

cierra bien 

coloca la tranca

atraviésala a todo lo ancho

de la puerta, recuerda

el virus es un espíritu indeseado

con cuerpo de pelota

despidámonos del mundo

miremos por la ventana

a través del cristal del talismán

colgado entre las cortinas

porque con su luz ahuyentamos

a los espíritus. 

 

En verano

 

La luz del verano no es la misma, los sonidos

tampoco lo son

son más oscuras

las canciones de la mañana

todo ha sido conquistado por los ojos

del encierro.

 

Las señales del invierno

las templanzas del verano

los abrigos de las flores

nada se nos permite en esta oscuridad

en este encierro de alumbre.

 

Han cambiado tantas cosas. 

 

 

Verano

 

Nunca había sentido

tanta inmovilidad

 

tantos secretos

y el tiempo

en este minúsculo espacio 

 

de tachones

y palabras subrayadas.

 

Algunas veces

la vida se queda

en la cuneta de la autopista

con los ojos abiertos

y con la boca desierta

a la espera de un camión

de bomberos

o de la fuerza mundial

de salvación.

 

No te creas

no hay motivos para nada

de estar sentado

frente a la plaza

porque el verano se ha convertido

en una mentira

 

porque hoy tengo mucho frío.

 

 

Verano

 

Mis ojos no pueden ver a los muertos

después de las diez de la noche

porque fueron empujados por esta sed

y por el olvido

encontrado en las cenizas

 

allá veo el hocico del toro

a las plumas de las gallinas

caer

como nieve

en la plaza de las dolencias

 

al vaso dejado en la mesa, aun

le queda ron de esta siesta

 

en la cama sin arreglar

el mundo de las quejas

 

en el balcón donde miro la vida

las luces de las montañas

aun por apagarse

dejan la merienda abandonada

por los borrachos

 

lloran por los huevos perdidos

y por los tabacos sin consumir

 

aun así, los muertos con sus mejores galas

dejan sus rastros detrás de las cortinas

me hacen recordar con su presencia

cada una de las gotas

 

caídas

 

del llanto dejado en la sala.

 

 

Sin grabación

 

¿Cuándo llegarás y caerás de rodillas?

Sabes, debí quedarme en el jardín

a conciencia de los ancianos. Conoces 

del poder sublime de los abrazos, por eso

puedes acariciarme por siempre

mientras tengas firmado el convenio

con las estrellas

y hagas recitales de noche con el cobijo de su luz

recuerda: no somos obsequios

forrados en hojas de plátano, no

nada de eso. Solo déjame tranquilo para

cantar las breves notas dejadas

por la tarde.

 

¿Te das cuenta cómo cacarean las gallinas

y los gatos huyen por el aullar de los perros

dejando a la primavera

alojada en un rincón en la habitación azul?

¿Te das cuenta de eso?

Sólo fíjate en las notas escritas en cada hoja

de la trinitaria

para cuando decidamos dormir después

de haber consumido toda una botella de ron

y haber fumado todo el tabaco del mundo.

 

Gracias a Dios nada de esto queda grabado

en YouTube.

 

 

Hombres de verano

 

Hay que estar siempre borracho.

Todo consiste en eso: es la única cuestión

para no sentir la carga horrible del tiempo…”

 

—Charles Baudalaire

Embriagados

 

Para no estar a merced del tiempo consumo

toda la botella. En el fondo el espíritu

se mueve como espuma. Al frente una ventana

cerrada con todos sus misterios

más allá, detrás del vidrio

una vela con una imagen fantasmal

alumbra

el recinto de humo y mal aliento.

 

Desde el rincón observo a la luna

limpia de hombres tristes

sus deseos de volarse la cabeza para luego

pedir misericordia a los ángeles del infierno

con olor a fósforo

 

quedaron en la mesa a la orden

de los hombres de verano.

 

Nos quedamos pensando

en el final de esta historia

sin darnos cuenta

de cómo los amantes

aglomerados en las ventanas

se desnudan y dejan sus almas

esperando

 

ser atendidos

por un breve olor a hombre de verano.

 

 

Somos un abismo


"Se movía

con calma a través de una ranura en el aire"

 

—Louise Glück

Paisaje

De: Averno

 Mientras el verano se esconde

entre las cortinas, recuerdo cuando el sol

asomado en la ventana

se sentaba en la cama.

 

Y el gato junto al perro

jugaban distraídos

con un rayo en el porche.

 

Es una asfixia clara y evidente

sin subir ni bajar cuestas tan altas.

 

Es el valle donde todos somos

un abismo

como lo dice San Agustín.

 

Todo me separa

a sabiendas de la puerta de la perdición

y del abandono sin perdón.

 

Hay que aprender a perder.

Me cuesta tanto este estado de abandono.

 

Itinerario del Alma

 

1.

 

Buenos días. ¿Vas a salir? Sí.

Llévate alcohol. Úsalo después de saludar

al sentarte plasma la sustancia

en el asiento.

Usa la máscara.

Conviértete

 

en malhechor por un rato.

 

2.

 

¿Ya llegaste? Sí.

Vete a bañar.

Desinféctate.

Date duro con la esponja

no vaya a ser…

 

A lo mejor se escondió en el cabello.

 

3.

 

No toques la pared, la maldición

puede estar caminando

tejiendo su maldad

en su fría estructura.

 

4.

 

Acerco mi oído a la pared

quiero escuchar su corazón

pero mi alma se estremece

por el balanceo de las cortinas

 

el demonio está escondido en el rincón

donde se acomoda el dragón de trapo

con cara de perro.

 

5.

 

No te quites el tapaboca

con él somos seres imaginados.

 

6.

 

Si me quito el tapaboca dejo de ser

el deseo

imaginado de los transeúntes.

 

7.

 

Con los ojos abiertos y con la boca tapada

somos seres sin concluir

 

nuestras pasiones.

 

8.

 

Al quitarnos los tapabocas

descubrimos nuestros demonios.

 

9.

 

El virus deja

 

aparte de contagios y muertos

 

el alma de la gente

con otros virus por detectar.

 

10.

 

El virus de nuestras almas 

no es el mismo

al de las plazas

o al de las caminatas disfrazadas

 

este tal vez nos inmortalice

en una larga lista para la historia

 

el de nuestras almas nos ahogará por siempre

en el mundo de los infiernos

 

y tal vez

en callados sollozos.

 

El demonio nuestro de cada día

 

Cada vez, cuando me levanto

acudo bajo la hipnosis de la desfachatez

al celular

dejando de mirar a la mujer

quien con ternura ha decidido

dormir a mi lado.

Primero el Instagram

luego el Facebook 

después el correo electrónico

por último, las voces

del WhatsApp.

 

Todo es un ritual

aprendido no sé cómo.

 

Cuando comen los chicos

se sientan

olvidando a los presentes

y al ladito del plato

el celular

prefieren la guerra de las galaxias

y las miradas oxidadas de los memes

los pobres se ríen solos

y yo no los entiendo.

 

A un niño desde el balcón observo

sale a diario con su perro

a la misma hora

por los mismos rincones de la plaza

en cada cinco minutos saca de su bolsillo

el celular

lo guarda siempre como queriendo

deshacerse de él

cuántas veces ha sacado el joven

ese misterioso aparato

cada vez lo ve como si viera algo nuevo

lo guarda

lo vuelve a guardar

pero al final vence la incógnita

e introduce sus dedos

y como por arte de magia

aparece el demonio

convertido

 

en celular.

 

Bailando en el caldero de una bruja

 

"(…) uno nunca se cura

nunca olvida el dolor en el costado

el lugar donde algo fue arrancado

para hacer a otra persona"

 

—Louise Glück

Paraíso

De: Ararat

 

Quedan rastros del pasado

en esta piel,

 

del presente,

es imposible huir

con todas las manchas

adheridas.

 

Para despistar al mundo deja un beso

 

y la mañana

posada en mi cuello

sube el volumen al audífono.

 

Hay cosas en la vida a la cual

nos entregamos

sin remedio.

La muerte es una de ellas 

 

espero algo más de esta vida

y de todas las suertes

dejadas en el camino.

 

Por lo pronto estoy bailando

en el caldero de una bruja

y como sapo abro los ojos

a lo inesperado.

 

 

A escondida el alma 

 

"como pasos de sombras

las hojas, heladas, se quiebran en los árboles".

 

—Adelaide Crapsey

Noche de Noviembre

 

El crimen de las formas 

 

Entre piernas y vino

fueron asesinadas

las formas de esta noche

 

con ella el cristal por donde miramos el futuro

 

el árbol del centro del patio

ya no canta la misma melodía

 

cuando llega la tarde

 

los animalitos tienen ganas de beber

el agua caída en los cuencos

hechos con hojas secas de palmas

 

las mariposas juegan con los sonidos

de la salamandra

 

al final del día se abalanzan a mi cuerpo

las horas

ocupando las mismas heridas por donde atravesaron

los puñales.

 

Al cobijo 

 

"como cuando lenta y cuidadosamente

se hace el otoño en un jardín".

 

—Alejandra Pizarnik

De: Extracción de la piedra de locura

 

Cuando regrese tomaré

firmemente el arado de aquellos

hermosos días

vividos en abril, cerca

de los aullidos y de los sapos mirando

el florero

con su fiesta con las hormigas

en el corredor.

 

Me sentaré frente a la trinitaria

al cobijo del limón

con sus verdes espinas

 

y entregaré nuevamente mis manos

a la tierra

 

para celebrar

 

tomaré tu mano

para llevarla a mi boca.

 

Tarde

 

Hay tanto silencio en el balcón

porque un fantasma decidió sacar su perro

a pasear a la plaza, todos huyen

despavoridos de tanto virus.

 

Abajo las margaritas se cierran

mientras el mencionado pasa con su mascota,

 

más allá una multitud corre 

a resguardarse 

 

una señora saca brillo a las ventanas

con su frente

 

los niños gritan y saltan en los corredores

 

todos con tapabocas

y con sonrisas estrafalarias dibujadas en sus bocas

imaginarias.

 

Arbusto

 

Un murmullo en este silencio confinado

recoge gota a gota

cada cristal del otoño.

Es el día escondiéndose

es la noche con sus cocciones

y aromas de té.

Cae el agua y hace sombra

en este espacio indefinido

de la mesa.

Mientras las lilas deciden hablar

recordándome el arbusto

acondicionado en mi interior.

 

El tiempo a cuesta

  

Con cuidado observo cómo la brisa cae

de espalda en este recinto

con su frialdad invoca toscamente

a la brevedad

de los silencios dejados en la casa.

Me imagino las puertas cerradas

apretujadas con el mármol de la espera

sosteniendo estos deseos de abrirla.

 

Apenas comienza mi larga ausencia

miro el reloj

asustado

por el tiempo a cuesta.

 

 

Un día de confinamiento

 

Cuando la tarde llega el cansancio es devastador

los días culminan en la necedad

 

Todo se repite una y otra vez

 

Es parte de este juego geométrico

 

Una pared, dos paredes

una ventana, dos ventanas

una silla, dos sillas, tres sillas

…..

 

al final: una lista de espera

 

mientras tanto salen llagas en mis piernas

a un gato se le ocurre verme desde el balcón.

 

¡Horror!

 

Sometido ya

a este examen curioso de conciencia

en medio de una pandemia

donde todos somos sospechosos

pierdo la memoria

porque la mosca del olvido y

el susurro de la ventolera del sur

me trajeron algunos recuerdos

sometidos a una hora frente al espejo.

 

Para remate

me asomo a la ventana y veo cómo los perros

ordenan la plaza

mientras sus dueños incautos

recogen en sus mierdas

toda la soledad.

 

Piedad por los locos

 

"Señor, apiadaos,

apiadaos de los locos

y de las locas

" ¡Oh, creador!

 

—Charles Baudalaire

La señorita del bisturí

 

Ahí, frente al balcón, los locos

caminan aturdidos. El encierro de luna.

Más allá, a la derecha

gira una tortuga

medita cómo bailar

al frente de toda la gente

con su caparazón de rosas

y ojos de sapo.  

 

El sol se mira en el charco y los locos

continúan su danza sobre su luz.

 

Es un espejismo agregado al frío

de mis huesos.

 

Los perros dirigen la orquesta, un nuevo

orden mundial de necesidades

 

se aproxima. Prefiero sacar una pata ΄e gallina

 

colocarla en la ventana

para espantar la locura.

 

Piedad, Señor

 

dale a los locos

el talismán para ahuyentarte

para seducir la tarde

envenenar las fuerzas de los ríos

y los bosques acabados por fuego

y las nieves derretidas

antes de primavera.

 

Dale, Señor

el descanso eterno a los locos

sin desmayar su ternura

y los vientos lanzados cuando pasan

en cuclillas

por debajo de los torniquetes del metro.

 

Dale al polizón el bastón

para saldar la deuda

y convierta su rabia en locura

y dance en solitario con la Furias

 

con la misma pata ΄e gallina

robada en mi ventana

y colgada en su cuello.

 

El obsequio

 

En este estado, inocente y perplejo

quedo esperando

junto a la mañana.

 

Todo es un caos

las horas

las calles

los silbidos

hasta el viento.

 

Esta fragilidad dejada por la palabra

no sirve para nada

no me toca el hombro.

 

Todo se quiebra en una extraña

espera del regalo de Navidad

dejado debajo de la cama

o al lado de la mesita de noche.

 

Pero el milagro hace su juego

y aparece el obsequio sentado en el sofá

y mis palabras se asustan

huyen despavoridas

en la búsqueda de tus manos

y los verbos se esconden

junto a los adjetivos

de este día donde lo más fácil

es olvidar dónde quedaron los lentes

y el cojín donde se perdió el celular.

 

La pérdida del humor

 

"(…) todos a su alrededor habían olvidado ya qué es una broma"

 

—Milán Kundera

La fiesta de la insignificancia

 

 

Con la pérdida del humor llegó

el cambio de la historia

entró a la casa

como huésped

se sentó sobre la alfombra.  

 

Con sigilo vigiló la entrada

de luz entre las cortinas.

 

Encendió la radio

para no llorar de tanta

tristeza.

 

Se cansó de los vinos

en la mesa y

se puso a cantar.

 

Hoy vagabundea

con el olor barato de una marihuana

 

recostada en la ventana.

 

Aún continúan las misas

donde asisten tantas señoras de cola larga,

no importa

las prefiero largas,

pero con una sonrisa en los labios

mientras nos confiamos ante la llegada

de la nueva copa amarga

de este vino no acabado aún.

 

Aceptación

 

En la sala nadie queda

después de las diez

todos duermen, ya sea 

con sus miedos

o con sus ausencias

revoloteando encima de sus cabezas:

como coronas.

 

De alegría los pliegues del piso

saltan

mientras por debajo de la puerta

los ruidos de los vecinos

soplan

un templo de saludos.

 

Por la ventana los engreídos

con sus tapabocas

sueñan con tenerlo como calcetín

cuando llegue la medianoche

 

la pandemia los ha convertido

en reductos no imaginado

hacia donde se dirigen las miradas

de la humanidad.

 

En su transformación

el mundo

va de la mano con este cuerpo

por estallar

 

cada espacio dejado por el desgarramiento

sangra cada vez

cuando el recuerdo

se teje nuevamente en mitad del salón

y llega después

el sonido de las llaves

temblando en sus manos

por el cuidado ante lo inesperado.

 

Después de todo

 

lo dejado por el cielo

no se rechaza

 

se acepta como regalo.   

 

 

A escondida el alma 

 

Sabemos del llanto como fórmula

inventada,

universalmente, en siglos

pasados

 

en las revoluciones,

donde ven de igual modo las lágrimas y la sangre.

 

Porque los llantos sobrios e inesperados

propios de las narrativas oscuras

han sido parte exclusiva de un género en particular

y vino a ser parte de la otra orilla

cuando descubrimos nuestras caras

de idiotas

así como el tiempo perdido por no llorar. 

 

Basemos esta historia

en la teoría de la mirada: el mundo

mira al observador

este es mirado por sí mismo

 

las miradas son imposibles de escrutar

 

visible la muerte en épocas de pandemia

porque el alma humana a escondida

emerge para sobrevivir.

 

El itinerario de las simples cosas

 

“La única ventana de la habitación da hacia otra cosa:

La Plaza Salvaje”

 

Tomas Tranströmer

Carrillón

De: Plaza Salvaje

En este invierno

 

“En los pasadizos, se establece la tarde del invierno

con olor a filete”.

 

—T.S. Eliot.

De: Preludios. I.

Prufrock y otras observaciones

 

 

La sangre abrió sus puertas. En esta noche

los muñecos de trapo cierran

sus ojos de amianto

y sal

 

los alisios no llegan hasta aquí. Resisto el frío del polo,

sumergido en fábulas con vastas señales para olvidar.

 

Escribo y recuerdo: el pasillo

la sala

las habitaciones

el claro dejado por la luna

cuando se sumerge en el matorral

 

las cenizas dejadas por el cigarro

después de las ocho

el licor en el vaso

el número de cuenta

el grito de la vecina

y las ánforas con huesos en el jardín

al lado del limonero

 

mis muñecas

sonreían cuando me veían llegar

ya no podrán reír como antes. Deben estar tan tristes

como el jardín

 

de él me despedí

con una mirada

por el rabillo del ojo.

 

 

Frío

 

A veces mi corazón

frío se pone

como cuando asciendo

a la altura del árbol

sembrado en esta plaza

 

y escondido,

entre las hojas, espero

un rayo sin energía

de este sol de invierno. 

 

Los árboles apenas sienten el

abrazo

 

aún elevado

a eso, después del mediodía,

es incapaz de ofrecer refugio

grato de su calor.

 

Montado en las ramas

cuenta me doy de cómo algunos

seres disfrutan de este frío.

 

Yo

en cambio

por ser del centro del mundo

me cuesta el abrigo

 

sólo ruego por el final

con ruedos mojados con esta eternidad

y marcas de agua en los vestidos.

  

El itinerario de las simples cosas

 

“El amor es simple

y las simples cosas las devora

el tiempo”.

 

—Armando Tejada

 

Esta peste alcohólica

ambientada a menta y

azafrán, se entusiasma

con el breve sol

asomado entre las cortinas

 

y la mañana se va alejando

con las simples cosas

dejadas en la mesa.

 

La conversa llega y

con ella la llamada telefónica

 

encima el frío convertido

en un cuello grueso

y de lana. 

 

Con precisión se ven las costuras, mientras algo

sale volando por la ventana

 

preparo la chaqueta, y la casa

llena de papeles

se convierte en una telaraña

con una tibia sala y

el aroma a té

 

aun seguimos en este encierro

y las simples cosas se asoman

con sus voces y ausencias.

 

Desde un rincón el perro de trapo

con ojos de sapo y cuerpo de dragón

pasea su mirada por el pasillo

convirtiéndose en el único invitado

a esta fiesta de muecas y miradas.

 

Más allá, a un costado del baño

la habitación de la ternura

con hojas en el suelo

y una rendija con vista a la plaza

donde juegan los perros, también

con las simples cosas.

 

El sol como fantasma de las diez

aparece acurrucado entre los árboles

se asoma con un sombrero

y una nariz de águila

mientras la brisa con un frustrado olor a

polo

se acerca y entumece el mediodía.

 

Todo pareciera estar escrito en las hojas de té

con letras de barro y silencio

 

todo esto está hecho a la medida

del encierro

colmado con una tibieza larga

y con una cabellera

perdida en la neblina.

 

Un gato se sube al balcón

juega al escondido

con su sombra

los perros han dejado de jugar

con sus colas

cual levantadas

hacían dextrógiros

hacia el infinito

 

y la araña en su aparición

sale del dragón

apostado en la sala

mirando hacia la cocina

 

todo esto es el itinerario

de las simples cosas.

  

La decadencia

 

Hoy llegaron las luciérnagas

embestidas

traen un breve sonido del jardín.

 

Como cigarras conmueven este silencio.

 

Los perros continúan saltando

como mariposas

los veo desde la terraza

en nada se parecen a los míos

siempre luchan

por ocupar el lugar de mi preferencia.

 

En cambio, aquí

poseen un raro aroma civilizador

 

me los imagino sentados en la mesa

como niños

 

ayer vi a una pareja

locos

(no pueden ser llamados de otro modo)

paseando a un perro en un coche

 

vaya escenario

de padres amorosos

extraño síntoma de la decadencia

 

ojalá todo pasé con la siniestra velocidad del tiempo

espero no estar aquí

para cuando me toque limpiarle el culo a los perros 

 

lo terrible es mi risa ante este lustrado hecho.

  

El tiempo escondido

 

Relación entre el aquí y el allá

medido con la vara imaginaria de las sombras

camina, corre, nada y vuela

hasta inmiscuirse entre las llamas.

Sus cartas: refugio del pasado

mantienen al enano en el portón del infinito

sin saber hacia dónde se mueven

las manecillas de algodón.

No tiene estatura

la tuvo un día cuando era joven

ahora encorvado

acompaña a los ancianos en los parques

mientras los niños no saben de él

porque tienen toda la vida.

 

Desde esta ventana trato de ver

el tiempo perdido

pero se esconde en la plaza

entre margaritas

y humo de cigarros

espero verlo algún día

aparecer con quien decidió

esconderse en silencio.

 

Despedida en el tren de las diez 

  

Con tu pequeña figura elaborada

de almidón

y mi cansancio tan largo

como este pasillo

donde nos sorprenden los trenes 

miramos espantados 

la lógica

de la ausencia.

 

Van y vienen las miradas

y el reloj se detiene

precisamente cuando decidimos

abordar el tren de las diez.

 

A esa hora se puso el sol en mi ventana

dejando el particular rumor

de la sangre cuando cae en la grama

en la escena de la despedida.

 

El encierro

 

Las almas 

cansadas de escarbar

en las madrugadas

 

revisten de grietas

las paredes de margaritas

 

de nuevo regresan

los breves

saludos

y en segundo aparece

alguien atravesando la puerta

 

una mujer sale corriendo y asegura las ventanas

y yo pinto de rojo los labios

para no olvidarme de su nombre.

 

Desde el balcón vemos cómo se mueve la mañana

y arrojamos suaves palabras

a los oídos de canela del mediodía

que después de alumbrarnos

se escurre transparente

por las venas de este encierro.

 

Las brujas de mi memoria

 

Con llave guardo en un lugar secreto

de mi casa a las dos lechuzas

danzantes como brujas.

Ellas despiertan al anochecer

y duermen cuando un rayo de sol se avecina

a la última pluma de sus cabezas

a eso de las seis de la mañana.

Son exóticas y muy bien dotadas

se clavan en mi cabello

y me dan zarpazos muy fuertes

cuando intento pensar en lo imposible.

 

Las dos: Lucrecia y Tarquinio

son oriundas de la noche

cuando ven pasar a la muerte

chirrean para delatarla

porque siempre pasa disfrazada por los pasillos

con un vestido de murciélago y ojos de buey.

 

No logro esperar las horas

dadas a la oración matutina

para agradecerles a estas aves

de la oscuridad

su particular compañía.

 

Son las lechuzas de mi memoria

Lucrecia alimenta cada palmo de mis recuerdos

y Tarquinio bebe el agua

dejada por los poemas

cada una es un brazo ejecutor

de este laberinto

en tierras ajenas.

 

La puerta se abrió 

 

Mi padre pasó sus últimos

veinte años con una botella

en sus manos

por eso dicen: -Gritaba el último

día de su vida - murió a eso de las

cinco de la tarde, mientras yo intentaba

descubrirlo en la sala del hospital.

 

Recuerdo no haber sentido dolor alguno

por su partida

tristeza siento por ella, hoy día.

Una puerta se abrió y no sé dónde,

ni cómo

y por ella crucé

sin avisar

sin darme cuenta

de cómo hacerlo

la vida cambió.

 

Ahora veo a mi hijo

tan parecido a él, solo eso

porque detesta el olor agreste del licor  

 

se mueve de aquí para allá

con una brisa en sus cabellos, una perfecta

sonrisa y un sin número de conclusiones

a las dos y media de la madrugada.  

 

Posesión

 

Su espera receptiva 

amable

y terriblemente telúrica

 

declina con los rayos del sol

postrados en la sala  

 

mientras el dragón de trapo 

sonríe

porque gusta de las horas

frías    

 

su sombra

paseando entre las cortinas

cuenta la caída de los días

y de los atuendos dejados

 

el final impredecible

recuerda el momento definitivo

 

donde se confunde el amor

con la posesión.

  

Final de invierno

 

El invierno huyó por la ventana 

con un gorro azul

y perfumado a menta.

 

Dejó en la sala este frío

emigrante, con todos los muebles

huyendo por la ventana. Y el mundo

y las ciudades

convertidos en seres 

perdedores del ritmo de esta danza.

 

Todo está dado por la mutación:

 

los labios los pies los cabellos

y los ojos

 

para bien o para mal

cambian como una nueva especie

 

hasta entrar en el ciclo interminable

 

dejando pasar por la rendija

como ladrón sin máscara

el brillo de la primavera.

 

Mateo, 8, 22

 

Cuando niño los velorios eran acontecimientos

rodeados de fenómenos frágiles:

muchas flores y velas

llantos y acompañantes.

 

Como sabíamos de las necesidades, visitábamos

el funeral

con las manos llenas.

Nada debía faltar, de eso

se encargaban los demás.

 

Con esta peste faltó la gente

amontonada y acariciando cabellos.

 

No hay flores

y las tumbas

sin ellas permanecen,

algunas ni siquiera

serán reconocidas

 

cabe pensar: "Deja que los muertos entierren a sus muertos"  

pero no es así:

los muertos son enterrados por los

vivos

y con mucho miedo 

 

es el mismo temor acusado

con este dedo

en el rincón de la sala

donde cenamos con el destino.

  

Bajo el marco de la puerta

 

“La primavera todavía se precipita a sorprender

a gente que viaja en tren.”

 

Bertolt Brecht

Acerca de la primavera

 Nacimiento

 

No te irrites

cuando lo haces

huyen

de la habitación las historias

aún no contadas. Esas

escondidas a la vuelta de tus cabellos

tan lacios como los de mi padre.

 

Pones los ojos como paraparas

cuando pronuncio tu fantástico

nombre

sustantivo cobijado en mis manos

y convertido en playa

 

en un ir y venir

sin cálculo alguno

sin privilegios del día

 

son preguntas dejadas en la mesa

con respuestas pegadas en la pared

 

mientras recogemos el polvo del piso

nos vemos las caras

sabiendo lo frágil de nuestras

penas

pero recordando aquel día cuando

llegaste desnudo

y te abracé

para luego salir con lágrimas en los ojos

a tomarme una cerveza bien fría

para apaciguar

todo el temor

ocasionado por tu presencia.

 

Ternura

 

Desde el balcón saludo el paso

de los antepasados, a la espera

de la ceremonia de comunión

 

en el cobertizo las plumas

una a una

colocadas en las cabezas

y en los torsos desnudos

 

llevan plumas como pasaportes

 

en el río los peces moribundos

 

en su orilla

me inician con el bautismo de plumas

 

para descubrir a los ancestros

mientras bailan y cantan

abren la puerta al mundo

espiritual

 

las mujeres y los niños

rodean sus labios

con manos pintadas y

me silban sobre la cabeza

 

los espíritus comienzan hablarme

e identifico

las señales infantiles

nacidas en la garganta

de la ternura.

 

En el bosque

 

Regresemos

nuevamente, al bosque

donde desnudos llegamos a mirar 

la noche en nuestras caras.

 

Así ocurre cuando el alma, de fiestas

y sombras, se arrastra

entre rocas, vacilantes

miradas ante el vaso de ron

y cenizas de cigarros.

 

Es un circo de emociones

el regreso al bosque con sus luces

en el amanecer. Con la brisa haciendo

caer las hojas hasta cubrir

nuestras espaldas

de matices y fieras.

 

Éramos niños ausentes de toda prohibición

y todo silencio.

 

Sepultadas quedaron las voces

aparecidas entre luciérnagas

el té de la madrugada y la risa

sobrante frente a una fogata

hicieron añicos la angustia.

 

Todo fue de noche con máscaras

y atuendos de seres vírgenes

congelados

maniatados a la mañana

y con las ganas de siempre.

 

El amanecer fue solo un gusanito

estrangulado en el pantalón.

  

Eclipse en primavera

 

La proximidad de la oscuridad

temprana

 

se acurruca en las cortinas

 

por la ventana

el mediodía pasea con un brillo particular

 

abrígate

la temperatura disminuye. El sol

entró en el salón de su perdición.

 

Mientras tanto él espera

con ansiedad

al lado de una gaseosa

pan relleno con carne

y tomate.

 

Sentada en el parque 

oculta en la sombra

del azul de un sombrero

el cigarro, cuando el niño

susurra al oído

ella mira al cielo con ojos

de cierva.

 

Y la pelota cae y cae en el césped

como una luna

 

como el Loco

en el abismo del día

quedo acompañado de perros

con su antigua tradición

de imitar a las mariposas.

 

Los cincuenta nombres

 

Me piden cincuenta nombres

cuando así lo hacen

se me olvidan todos

y no recuerdo a nadie

 

los nombres son significaciones

canciones meditadas

a altas horas de la noche

 

los nombres son espíritus

sentados en un sillón

 

o en un porche con la televisión prendida.

 

Me piden cincuenta nombres

para orar por ellos

pero solo me imagino a la mañana

levantándose temprano

caminando en dormilona

y saliendo de compras.

  

La puerta

 

Los dos en medio de un círculo

hecho de frutas y verduras

con una constelación de ojos

absorbiendo cada rama de este árbol

 

miramos la gran puerta

colocada ahí

como muralla

abierta y frágil

esperando

sin escrúpulos a la mujer

de los ojos abedules

quien goza de los encierros

 

atiende tú la llamada

de la muerte en el marco de la entrada

no hay ruidos

solo un suave aire

inclinado ante nuestros pasos

 

finalmente,

salimos libres

a una calle

nueva

y sin retorno.

  

El poema perdido

 

Las arañas

estarán tejiendo todas

las redes posibles

en el techo de mi casa.

Allá quedaron libros

sin abrir y cuadernos

sobre el escritorio

al igual las fotografías estarán sorprendidas

al mirar a la salamandra

recorrer cada palmo de lo blanco

en la pared.

 

En el jardín la trinitaria

estará enardecida por la calma

del tiempo

mientras los limones crecerán

esperanzados

 

y en su madurez verán a los sapos

quienes estarán atentos

al sonido de la puerta

cuando abra.

 

Todo estará detenido

hasta la asistencia de mis manos

y corra las cortinas

para dejar entrar

la breve luz de la tarde.

 

Entonces miraré

con pañuelo en mano

lo corto de los años

y lo angosto del tiempo

 

tendré que reconocer el sofá

al tapete debajo de la cama

al televisor

a los libros en la alfombra de la sala

 

ojalá no se me olviden

las hojas blancas

dejadas al lado de la ventana

servirán para escribir

el poema perdido

por estos años de ausencia.

 

Indefensión 

 

Estos ojos no ven

las cenizas

del gobierno del demonio. Su hocico

de dragón permanece

en el sueño blanco de una niña, quien

al recordar la salida

orina el algodón de la cama.

 

Ella vio la multitud divagar entre filas, procesiones de polvo

dolor y gemidos frescos

 

durmió con los sapos en las carreteras

y cuando cruzaba la puerta

de ida y salida

cruzaba las manos

mientras angustiado, el padre

palidecía cual desnudez deslizada

sobre el río

 

recuerdo sencillamente

lo dejado en sus manos

era el misterio

de la vida:

 

la imagen de las tardes en la terraza

mirando la plaza

pensando en la trinitaria y en su conversión 

en los veranos de agosto

 

estos modos de vivir

son tan peligrosos

 

como indefensos.

  

En el día de la independencia

 

A veces me llegan por mera casualidad

esos consejos de ancianos,

sobre todo

cuando fumo durante un largo tiempo

 

entran a mí

como una conmoción

archivándose en el centro de mi ojo izquierdo

glaucomatoso y ávido.

 

El dragón dormido en la sala se despertó

apurado y desesperado

me mira asustado.

 

La manzana colocada en la mesa tiene

los ojos huecos

por ahí supuran los aires del día

y yo cansado de tanto verlos

parpadear

me entrego a la bondad de

estas horas de calma

mientras la ciudad se despierta

arrinconada en los balcones.

 

La procesión es una columna 

donde se lleva a escondida en la garganta

el alma de una célula envenenada

 

mientras tanto

por la ventana entra el frio

con un sombrero azul

 

y se pone a bailar

y a fumar

con un vaso de vino entre sus manos.

 

Los perros saltan como mariposas

 

Los perros saltan como mariposas

cuando las sombras 

transitan en los muelles.

Con sus alaridos de muerte

se convierten en los únicos testigos de esta peste

mientras las hormigas salen a buscar

las orejas de los elefantes

porque de nada sirvieron los consejos

porque es inútil el amanecer sin el contagio.

 

Aunque se haya visto a los pingüinos

pasear por las aceras

a las langostas comer hectáreas de tabaco

a los cóndores intentar llevarse

al perrito de la vecina

 y a todos con sus caras nuevas de malhechores.

 

Aunque hayamos visto pasar al puma

detrás de un venadito

mientras corrían detrás de ellos

y sin piedad

las horas asustadas

aún así

los perros siguen saltando como mariposas

y las lagartijas siguen mirándome

con un dejo tan tonto

cuando se posan en mi ventana.

 

Mariposa en la pared

 

Como una naranja

gigante 

la mujer

cayó al suelo

 

a sabiendas de su peso

recogí en una canasta

el fruto

 

colocando el cuerpo de piedra

en la alfombra de la sala.  

 

Al rato,

jóvenes de distintos lugares

se hicieron presentes

y alegres

entusiasmaron la casa

 

hicieron comidas

prepararon licores         

 

los dejé en casa

y me fui

a buscar cigarrillos

emocionado

al calor y al aroma

 

animado 

encontré en el camino

a la misma mujer

pero con una luna en su cuerpo

y con unos ojos felices 

me ofreció dulces

no los quise,

y los cigarrillos no los encontré

 

pero encontré la casa convertida

en una gran ciudad

con avenidas y calles

con luces en las paradas

con grandes flores en los caminos.

 

Y con una mariposa gigante

pegada a la pared.

  

Deshabitada

 

La casa aún no se ha ido

sigue estando ahí

 

con su alma de alambre

sus ventanas cerradas

con las películas regadas en los cajones

y el almidón dejado en las paredes.

 

Los espejos deben estar bailando

no hay nadie mirándose

en ellos.

 

Los adornos estarán formulándose

todo tipo

de preguntas

estarán escondiéndose en

cada cruce de los pasillos

 

y los cubiertos parecerán

marionetas

 

dentro de la cubiertera.

 

Las cortinas a veces estarán 

agitando las penumbras

sentadas como diosas

en el suelo de la sala.

 

Los libros a la expectativa

entre fotografías

y silencios

son almas infinitas

sobreviven

al tiempo

y a la distancia.

 

Hay un código secreto entre ellos y yo.

 

En las noches

de seguro

las estrellas descansan

y conversan en el techo.

 

No conozco sus nombres

quisiera orar por ellas.

  

Los fantasmas en mi memoria

 

Bajo el marco de la puerta de entrada, me atendió.

Al darse cuenta por completo de mi presencia, bajó

la guardia y pude ver cómo sus pómulos se distendieron

y cómo sus manos tomaban la mía con una alegría

sospechosa.

Se veía feliz. Algo más delgada a como yo la recordaba;

miré hacia adentro y vi dos jóvenes jugando con una niña. Jugaban

con agua, se bañaban. Me maravilló ver los rostros alegres

y distraídos de la desconocida presencia.

 

Al rato, en la cocina, la señora preparaba café o té, no recuerdo,

solo veía y sentía algo extraño en su presencia; pregunté

por mi amigo,

al fin y al cabo, había tocado la puerta para verlo,

pero me dijo de los años sin verlo y de la presencia

de mujeres en su vida como si fueran una maldición.

 

Se sonrió y me abrió la puerta.

 

Fue entonces cuando cuenta me di

de la presencia de todos los fantasmas

en mi memoria.

 

Final del viaje

 

¿A dónde vamos?

Aquí ya no hay motivos

para estar,

solo hay humo

voces asfixiantes

conmoviendo

las fantasías en mi cabeza. Ahí veo

a cuatro niños jugar al fútbol. Un orden estricto

husmeando en las cortinas

una taza de café sosteniendo la altura

de la mesa. Un pronto

ir y venir de aproximaciones.

 

Del fondo de la alfombra surge,

inesperadamente,

una araña

mientras recuerdo el sueño de anoche:

donde me veo comprando piedras grises

para viajar en autobús

pero las piedras se convirtieron en plumas

y en espanta-fantasmas

en mis bolsillos.

 

¿Será miedo a viajar?

 

¿A dónde voy 

con todas esas cosas sostenidas en la mesa?

 

Por lo pronto escribiré cartas

anónimas y firmadas

mientras descanso a ratos 

en el asiento trasero

mirando cómo pasan

a cada instante

un árbol tras otro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Inquietud

Verano

Pescadores en una tarde de verano de Michael Peter Ancher (Dinamarca, 1849 - 1927) Gilberto Aranguren Peraza  Verano   Nunca había sentido ...

Entradas Inquietantes

Poesía Inquietante

Itinerario. LIbro de Poesía. De: Gilberto Aranguren Peraza

Itinerario. LIbro de Poesía. De: Gilberto Aranguren Peraza
En nuestro día a día, perdemos de vista las cosas sencillas de la vida, el autor Gilberto Aranguren, a través del género poético, construye imágenes que conforman la interioridad de su mundo, le da importancia a cada aspecto de su vida y elige con cuidado aquello que le parece valioso y que pueda marcar totalmente la diferencia, él sabe que hay un mundo en su interior invisible para los demás y que cada evento exterior representa una ventana a su interior, ¡sus poemas son su reflejo!

LIBRO ITINERARIO

Si deseas acceder a la compra del Libro ITINERARIO, ya sea en papel o en e-Pub puedes hacerlo haciendo uso del siguiente link:

Libro: Los ruidos de la Casa

Libro: Los ruidos de la Casa
La casa es un tejido de ruidos

Los ruidos de la casa

LOS RUIDOS DE LA CASA es una mirada íntima de los sonidos detectados por el espíritu como residencia suprema de los sentidos, en especial del sentido auditivo, el cual se afina para escuchar los sonidos que están dentro y que asoman el vínculo entre lo estético y la intangibilidad del alma. Las imágenes estremecidas por los ruidos se manifiestan y se van haciendo parte del cuerpo consolidando y convirtiendo la casa estremecida con los sonidos de Dios, en un canto donde el amor deja al dedo enredado en los hilos del mantel. Las imágenes del ruido, la casa, los fantasmas, la cama, la puerta, son un todo, son uno en la vida del espíritu del autor. “En mi casa hay miles de jarrones un perro llorón por las noches una sonrisa pegada en la pared izquierda una almohada en el salón de nieve y un cuarto de estrellas lleno de grillos.”