Fotografía

Fotografía: Marisol Zurita Aguilera. Isla de Chiloé. Chile.

Un Druida con Guarida de Aracelis García Reyes

 

Oscar Rodríguez (Caracas, Venezuela)
 

Hace uno días me llegó desde la distancia, y con vientos de tristeza, la noticia de la despedida de Óscar Rodríguez. Óscar ha sido muy querido y recordado desde esta casa (Isla Inquieta), por su participación y contribución, de un modo significativo, en mi formación literaria. Estuvimos juntos en mi primera experiencia de Taller de Creación Literaria a finales de los años 80 e inicio de los 90, en el tallerSenderos Literarios, quien junto a Iván Villamizar (otro estimado poeta y querido por esta casa) me acompañó, tanto a mi persona como a un grupo de jóvenes, en este tránsito de la escritura y de la lectura creativa, durante varios años en la Biblioteca de Carapita en la Parroquia de Antímano. Óscar no solo fue un poeta, escritor, sino también un pedagogo y profesor egresado de la Universidad Nacional Experimental “Simón Rodríguez”, en cuya casa de estudio tuvo el honor de ser El Secretario de la Universidad. Fue siempre un amigo consecuente a las palabras suaves y cariñosas, al abrazo fraterno y al recuerdo inesperado que saltaba, en medio de las conversas, cuando nos encontrábamos en las calles. Mis cariños a su recuerdo y mis saludos fraternos a su familia. 

Y con motivo de su despedida, y con la intención de brindarle al amigo que se va unas palabras, en recuerdo a la vida vivida, la amiga Aracelis García, poeta y escritora venezolana, nos ofrece este texto, lleno de anécdotas y recuerdos en honor a su memoria:     

  

Un Druida con Guarida

Al poeta Oscar Rodríguez Ortiz

de: Aracelis García Reyes

Poeta de la Esquina del Callejón

 

 

Aracelis García (Poeta venezolana, naciada en Caracas - Venezuela)

"Yo me muero como viví

Me voy con mi dignidad a cuestas"

Óscar Rodríguez

 

Me encontré con Carlos Villalta por allá por la adolescencia, apareció en mi casa de la mano de mi padre, junto a dos personas más que ahora no recuerdo. Se incorporarían al trabajo cultural, no sé quién los mandaba o se los pedía. A finales de los 80 aprendíamos que guardar silencio y olvidar los nombres de las personas era como un deber que nadie nos exigía explícitamente cumplir, pero que sabíamos que teníamos que hacerlo. Junto a papá, Iván Villamizar, Marina Araujo y Santiago Arconada fundaron en pleno Caracazo “Arcoíris Juvenil” que luego se transformó en el movimiento artístico “La esquina del Callejón.

Encontrarnos los sábados a las 2 pm, durante más de una década fue un acto casi religioso y también revolucionario. Salí de la vida aburrida de ser muchacha del barrio, estudiante con horario, a ser la poeta. Dejé de vivir las historias épicas cuchicheadas por papá y sus amigos, para hacer la propia, una importante pensaba yo.

Conocí a Carlos cuando se podían recoger estrellas con las manos, por lo menos eso me decía él. Delgado, barbudo, con una mochila siempre al hombro, de donde salían libros, películas, música (La guitarra de Santana, los Rolling Stone, Maelo, Silvio, Compai Segundo, boleros (de esos salían muchos. Una vez me aprendí “Si tienen un hondo penar piensa en mí, si tienes ganas de llorar, piensa en mí, ya ves que venero tu imagen divina…”) cada vez que nos veíamos me pedía que la cantara y yo me daba garganta por delante en ese ritual que instauramos casi desde que nos conocimos. Por esos años también descubrí que Carlos era su “nombre artístico” y que a partir de ese momento tendría que entablar mi amistad con Oscar Rodríguez.

Nos nació un amor original, mediado por el asfalto, lo perros vagabundos, el metro, el Guaraira, el mondongo, las tajadas, las hallacas, la cerveza de los sábados y la palabra. Palabra que no nos abandonó, que no nos abandonará.  En más de una ocasión me salvó de los malos novios y de los silletazos de un poeta de Caricuao. Con Óscar aprendí una forma NO OFICIAL de hacer las cosas, de encarar la cotidianidad, de entrarme a coñazos con la vida cuando se quería poner triste.

Me enseñó a homenajearlo todo, a las calles, a los árboles, a los desconocidos nuestros y a los conocidos de otros, a las fechas, a los dioses de otros tiempos, a los terrenales de estos días. Cierta vez nos convenció que había que homenajear al “ridículo” y el sábado 14 de febrero del año 90, hicimos un montaje lindísimo en la biblioteca pública de la Vega, en dónde cine, poesía, teatro y canción se tomaron el espacio para rendirle tributo a los afectos, al abrazo, al despecho, al derecho de sentir y de sentir como sentimos. Pasadas las horas el público se animaba y se atrevía a sacar de la cartera una servilleta vieja donde guardaba escrito alguna prueba del ridículo. Cedíamos el micrófono a quien quisiera cantar o lanzar declaraciones amorosas de forma pública. Pasada las 9 de la noches nos corrieron de la biblioteca porque no dejábamos dormir a los libros de historia y los de matemática se quejaron de nuestra torpeza para contar las horas. Salimos de la Vega caminando ridículamente mientras nos escoltaba un perro que aullaba latosamente.

Nos dábamos duro con la poética, la estudiábamos, la escribíamos, le buscábamos su voz, su ritmo, su rima, la masticábamos, la cantábamos. Buscábamos un método dialectico poético del barrio, de nosotros y nosotras.  Aprendimos que en la poesía somos hermanos y hermanas.

Ingenió el “A Concierto Puro” un espacio para conocer y difundir la obra de los y las poetas, vista la poesía como una militancia y no como una forma de escribir. Nos tomamos bibliotecas, estaciones del metro, bulevares, paredes, plazas y al final de cada actividad terminábamos en la casa de alguien que solidariamente quisiera seguir el homenaje con nosotros y nosotras.

Oscar nos inventó como seres extraordinarios. Era nuestro presentador oficial, no había nadie que lo disfrutara tanto como él, encontraba atributos que hasta ese momento desconocíamos. Cuando nos presentaba ante el público crecíamos unos centímetros y una magia se nos iba despertando por dentro. En ese momento enseñaba al público a mirarnos mágicamente.

Me despertó una conciencia universal y me condujo por los caminos de los desprejuicio, a mirar todo lo que está en el plano que no vemos y hace que nos convirtamos en juzgadores del presente y que hipotequemos el futuro.

Fue un tiempo de risas y de celebraciones; de pérdidas y de nacimiento. Perdimos a Miguel Rivera su hermano, nuestro hermano, hasta ese momento no lo había visto llorar. Nacieron Fernando, Maciel, Brismar, Miguel, Vangelis y la poesía se fue haciendo una realidad que casi se podía tocar. Publicamos revista, periódicos, murales y la Antología Poética de la “Esquina del Callejón”, donde se lee su art poética: Urbaniloquio

“Hoy me siento bonito. Hoy me siento como si al levantarme del catre primitivo que me sirve para los sueños descansados mirara por cualquier ventana del mundo y las guerras entre los seres humanos culminaran en un estallido de ballenas, regocijadas en el hogar festivo de Poseidón...”

Oscar es un poeta esperanzador, optimista y solidario; frenético con la palabra, recitador telúrico. No puede escuchársele sin sentir que algo se está transformando en una. Estudioso, comprometido. Intelectual brillante. Se la pasaba inventando mundos para hacernos la vida. Un programa de radio, un guion de cine, una fotografía, un sainete, una canción para ser cantada en las plazas, una receta de cocina para preparar bajo la lluvia, un salón de clases donde los carajitos y carajitas pudieran dibujar en las paredes, un cadáver exquisito escrito en la pared de una quinta del Country. 

Una Jamaica con Golfeado en Artesano

Nos vimos en café artesano a eso de las 3 de la tarde del miércoles 9 de febrero, Alejandrina brindó la primera ronda de agua de Jamaica, el muchacho que nos atendía nos trató de forma especial, como si supiese que quien estaba sentado allí era Oscar Rodríguez el último Druida. Él no quiso tomarse la Jamaica ni comerse el golfeao con queso (otrora le hubiese escrito un poema). Intentamos animarle hablándole de la delicia del queso con papelón. Se resistió solo un poco. En la próxima ronda aceptó, gustoso como era de los dulces y bebidas espirituosas. Fue una conversa rara, diluida entre el hielo del vaso.

El confeso rodriguiano nos dijo que había que seguir inventando para no errar y que sobre todo había que inventar Freirianamente junto y con la gente para que todo invento del pueblo se hiciera cultura y política del pueblo. 

El pedagogo nos animó a practicar la reflexión contante y a transformar la realidad a partir de esa reflexión. A reflexionar desde el pensamiento complejo.

En cinéfilo me invitó a mirar de nuevo Los Sueños de Akira Kurosawa y la Naranja Mecánica. Habló con ternura del último sueño de Akira “El pueblo de los molinos de agua” donde se narra la muerte con la alegría de la vida que se vivió. Por otro lado Oscar nos advirtió sobre el mundo distópico en el que los personajes de esta película desarrollan una historia que podría estar en pleno desarrollo. Muy especialmente hizo mención al personaje del mendigo. Aproveché la conversa para invitarlo a ver una película de Efterpi Charalambidis, seguro le hubiera gustado.

Hablamos de libros leídos y por leer, de símbolos. De Macondo, de Sion, del Hombre que Calculaba y de la Rebelión de los Brujos. De los maestros y maestras de estos tiempos y de su dificultad para soñar.

El poeta nos recordó que la muerte no existe, era una memoria que había olvidado. Que en tiempo kairos andamos por todo tiempo y todos los lugares, que en el colapso lo entenderemos todo.

A mi amigo, mi maestro, poeta, cinéfilo, melómano entregado, filósofo irreductible, esperanzador Druida. Hasta que las puertas batientes entiendan su función en el marco.b

4 comentarios:

  1. Hola Aracelis!!! Espero te acuerdes de mí, concidí con ustedes en Carapita muchos de los sábados en "La Esquina del Callejón". Soy Argelia. Qué gusto saber que pudiste compartir con él tantas cosas, mi padre era un ser maravilloso y lleno de luz. Es cierto, cuando presentaba a alguien en público se veía cómo esa persona se crecía y se sentía todo lo que él describía... Bueno, quiero agradecerte por compartir esto, que me ha llegado a lo más profundo y me han llevado a esos años donde apenas era una adolescente. Deseo que lo sigan recordando con el mismo cariño. Me encuentro fuera del país y no pude siquiera verlo... Es una tristeza que me invade todos los días. Te envío mis cariños

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    1. Argelia, mis saludos fraternos, le haré saber a Aracelis de tus saludos, espero que estés bien donde estés. A Oscar siempre será recordado con admiración.

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  2. Ah! Qué bueno que hayas tomado mi foto para esta, tu publicación. Se la tomé yo, el día de la graduación de mi hija menor que había pasado a 1er grado. Él siempre estaba en mis mejores y peores momentos... Lo extraño cada uno de mís días!!!

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    1. Hola Argelia, te escribe Gilberto Aranguren Peraza, gracias por acercarte a la Isla Inquieta. Oscar y yo fuimos amigos de la época de "Senderos Literarios" taller de literatura que se reunía en la Biblioteca de Carapita, en Antímano. Siempre lo admiré a él así como a muchos que ahí participaron, luego eso se convirtió en la Esquina del Callejón en honor a la memoria de Miguel Rivera, quien fue un amigo entrañable. Lamenté mucho la partida de Oscar y siempre recuerdo sus conversas. La fotografía fue tomada con respeto de las redes. Un fuerte abrazo.

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LOS RUIDOS DE LA CASA es una mirada íntima de los sonidos detectados por el espíritu como residencia suprema de los sentidos, en especial del sentido auditivo, el cual se afina para escuchar los sonidos que están dentro y que asoman el vínculo entre lo estético y la intangibilidad del alma. Las imágenes estremecidas por los ruidos se manifiestan y se van haciendo parte del cuerpo consolidando y convirtiendo la casa estremecida con los sonidos de Dios, en un canto donde el amor deja al dedo enredado en los hilos del mantel. Las imágenes del ruido, la casa, los fantasmas, la cama, la puerta, son un todo, son uno en la vida del espíritu del autor. “En mi casa hay miles de jarrones un perro llorón por las noches una sonrisa pegada en la pared izquierda una almohada en el salón de nieve y un cuarto de estrellas lleno de grillos.”