Fotografía

Fotografía: Marisol Zurita Aguilera. Isla de Chiloé. Chile.

Sandy Juhasz (La corteza no basta)



 
Sandy Juhasz
La poesía de Sandy nos ofrece la oportunidad de sentirla orillando cada uno de los propósitos lingüísticos que se encuentran en su obra; encontramos, por ejemplo, a la selva, la serpiente o al tigre como elementos con gran fuerza amorosa dentro de la poesía. En sí mismo son elementos que contienen fuerza y atraen, sea por su simbolismo o por significado. Un aspecto interesante es descubrir que su poesía nos muestra una fiesta, una celebración, una acogida y su verbo se materializa en escenarios diversos, como el río y la montaña, que al final se conjugan y se confunden, de forma extraordinaria, en el cuerpo dado para el amor.


Plegaria

Busco un templo más vivo
sé que existe
el sonido descalzo de las campanas
tocando el rubor del cielo que un pájaro santigua
la eternidad bajo la yedra
el sol hasta apretar la cintura de la tarde
en la piel de los leopardos
la salvaje ortografía de tu salmo
donde se escuchan las plegarias de las serpientes

De silencios

Habla sin labios
el silencio en piel de serpiente
sus colmillos sostienen la transparencia del mundo
truena en lo callado
ayuna en la desnudez
el sol despunta de su garganta
donde las águilas quiebran el vuelo
la palabra muerde la lengua
cruza el desierto

Después de la lluvia

Bandada de besos vuelan en mí
todos los amores resucitan
en un escándalo de fruta fresca
mis relámpagos arrojan
en el amargo dulzor de sus cenizas
llevándose en el pico
sus nombres de pájaros

Caes en mi lengua

Tu soplo me desprende de las lobas
pide la palabra en sacrificio
otro abecedario escupe
un animal impronunciable
para echarse en la inmóvil lejanía
de los cuerpos salvajes

Diluvia

Afuera
un terco zumbido pica la luz animal
los dientes del tigre retumban
afila en la piel su hembra
rugen lunas de bengala
de un zarpazo rompe el trueno la noche
en fieros relámpagos vegetales

Adentro
llueve una mujer a cántaros
sus labios empozan nubes de leopardo
el universo se derrama todo
en un silencio que no escampa

A veces somos un reino sin palabras

Acierto

Somos la misma rama
un brote nacido de un sueño rizado
sin que un verde se deslinde del otro
siendo hoja madre, hoja padre, hoja hermana, hoja tigre
el mismo beso quebrándose en todos los vientres
regresa a tu boca
como rocío despierto en mi lengua

Cuerpo creciente

Siento a las hembras llover en voz baja
apago la última luz del día
y tú me respiras
repitiendo el ritmo de la noche
el ritmo de las olas
derramada toda la sal
todo el trueno que hace y deshace
la humedad de tu vientre
donde nacen los manantiales
el bramido de las ñeras
la flor del celo que suda la noche
entre sábanas me quito el pelaje

¿Quién soy ese animal?

Declaro la guerra

Solo pido que alguien dé la señal
suene los tambores
y esta guerra comience
pierna a pierna labio a labio selva a selva
sea el amor quien tire la primera piedra
el fuego desate   nos haga la cama
ya es hora de rompernos todo
el mundo se derrumbe
en el jadeo de la noche
como un animal lluvioso
con parpadeo de relámpago
cayendo tigre a tigre
temblándonos

Festín

Me acerco sin interrumpir esa mirada de varón
perdida en mis furias
un no sé arranca de mis ganas
racimos de ciruela que nadie escucha
el ardor cae de sus dedos
en mi piel se incendia toda la selva
nubes de especias nos impregnan
sus labios de azafrán chorrean
mis pechos de pan
una mordida enciende mis luciérnagas
secretos sabores se deshacen
en un jugoso bocado de noche tierna
todo el vino se empoza en mi vientre
perfumado de fruta
pulpa carnosa bañada en lágrimas
la cascara rota en la desnudez impaciente
clavos de olor dulce aroma de su sexo
se hunde como manjar en la humedad de mis hojas
a fuego lento nos vamos devorando
sin dejar una sola miga

Parirse

Las bestias viven en la eterna lumbre
el día constante
Eduardo Lizalde

Parirse una y otra vez
volver a lo que alumbra
en el latido de la yerba
las mariposas vuelan sin reloj

El éxtasis de las abejas
aguijonea los soles
el zumbido de los cuerpos
inclina la Tierra

En el negro más oscuro
la luz abre los ojos
antes que los tigres bostecen el día
a punto de nacer

Árbol prometido

Las hojas
en el remolino de los labios
el miedo
la noche es su espejo más salvaje
respira la blancura
quitándole las paredes a la tarde
como el sueño que nos despierta
cuando a la selva llegamos

Allí donde germinas

Dibujo la espesura con tus ojos
una luz curtida brota
tocando la corteza de una mujer
que es árbol y es tigre
verdes oceánicos arrastran sus escombros
en el latido de las estrellas
una llama descalza
leve como azul de mariposas
se enreda en su pelo torrencial
donde la noche germina

Orinoco

El río
con su luz mansa
se me encima de espuma
un pellizco de sol recoge mis aguas
que son el mismo río
niñas de maíz desnudan
la última gota de la tarde
abriéndose en sus olas
un acento de niebla levanta la varita
años vegetales lo enjaulan
el brujo en su espejo
se ríe

Nos hicimos tarde

Una luz enternecida nos mira en la distancia
abre en mi pecho una ventana
hacia el nido roto de tu selva
dejándonos atrás

Ayer será memoria

Hace ayeres la nostalgia
madruga en mi lengua
la sombra adormecida de un escarabajo
cosiéndome en el cuerpo su mapa de estrellas
en una danza que gira
al compás de la luz salvaje
viene hacia sí mismo
ligero
flotante

La corteza no basta

Luna de selva llena
el cielo sus tordos recoge
un silencio agita
los bordes de una mujer
llena de madrugadas
revienta en la orilla
de otro mar que se levanta
en el ronquido de los tigres
hospedados en el cuerpo
cuando truena la luna hembra
y la noche no es de nadie

Ángelus

Cae la tarde sobre la copa del árbol
como cae tu cuerpo en el mío
repitiéndonos como un mantra
en la frescura de tu boca se abren todas las flores
de esta selva prohibida
ya no estamos en la cama
ni en este cuarto de hotel que nos esconde
otro calor enciende soles en tu mirada
de mi aliento emigran mariposas
susurrando el beso de amores amargos
la luna nos cruza de punta a punta
echándose en la orilla de mi cuerpo
te sigo aguas arriba nadándote
con todas las ganas y todas las garras y todos los dientes
la noche se nos va quedando en el pelaje
como si también quisiera escaparse

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LOS RUIDOS DE LA CASA es una mirada íntima de los sonidos detectados por el espíritu como residencia suprema de los sentidos, en especial del sentido auditivo, el cual se afina para escuchar los sonidos que están dentro y que asoman el vínculo entre lo estético y la intangibilidad del alma. Las imágenes estremecidas por los ruidos se manifiestan y se van haciendo parte del cuerpo consolidando y convirtiendo la casa estremecida con los sonidos de Dios, en un canto donde el amor deja al dedo enredado en los hilos del mantel. Las imágenes del ruido, la casa, los fantasmas, la cama, la puerta, son un todo, son uno en la vida del espíritu del autor. “En mi casa hay miles de jarrones un perro llorón por las noches una sonrisa pegada en la pared izquierda una almohada en el salón de nieve y un cuarto de estrellas lleno de grillos.”