Poemas de Estréneme (2017)
Ángela Arévalo Gómez (Colombia)
Y qué!
¿Y si tu sexo y el mío jugaran a equivocarse?
A cometer el error que los trae obsesionados
que no los deja tranquilos
y hace que quieran mojarse
que les nubla la razón
y les revuelca la sangre
Y qué, si somos tan sucios
o tal vez tan aberrantes
Y qué, si nos inventamos
perversiones que nos aten
al gusto de lo prohibido
al pecado de la carne
a una condena que infame
nos señale de cobardes
de esos que no resisten
que no saben mesurarse
de esos seres despreciables
que la lascivia los lame
que la lujuria corrompe
y sedientos sólo saben
que desatarán sus lenguas
como el filo de una daga
como pérfido holocausto
en donde han de quemarse
porque en mutuo sacrilegio
jugarán a equivocarse.
Mientras hablas
Ven,
volvamos a hacerlo
Háblame de nuevo de las cosas que sabes
de las guerras del mundo
de la composición geopolítica
y su influencia en la inteligencia humana
de las tradiciones culturales
y el progreso de la humanidad.
Ven, háblame.
que mientras hablas
yo seguiré mirando tus labios
y sentiré el ritmo de tu lengua en cada palabra.
Hazlo de nuevo
saca otra conclusión
extrapola un par de conceptos
para perderme en la ilusión de un beso.
Dame tiempo para calcular la simetría de tus ganas
y la perpendicularidad de tu pasión
dame tiempo de encontrar el ángulo del planeta
en el que puedo ubicar la mujer que soy.
Con mis deseos de ti insatisfechos
con mis anhelos de amor irrealizables
con las ganas de explorar tu pantalón.
Pero espera,
repíteme aquello de Siria
o más bien háblame de Japón.
Dímelo despacio
ese tema me interesa.
Porque es justo ahí
cuando tu lengua
hace un movimiento que rompe la inercia
y modifica la distribución continua de masa.
Sigue, no pares
que te estoy mirando fijamente
y aunque tú no lo sepas
la geometría de tus palabras
ha encontrado un eje
en mi cuerpo, un punto de rotación.
Sigue, no pares
que estoy sintiendo tu lengua
lamiendo mi inspiración.
Sigue, no pares por favor.
Estréneme
Estréneme.
Podría decir que aún soy virgen de algunas experiencias
y quiero ser estrenada por usted.
Pediría que me enseñara
que explorara sus sentidos con mi piel
y navegara en alguna “primera vez”.
Dejaría que me atara a su recuerdo
que inmovilizara mis intenciones de alejarme de su lado
y amordazara las palabras sensatas
que hablan de lo inapropiado.
A usted, le soltaría mi adjetivo de puta
en un estuche de dagas empacado
con una clave secreta
con un enigma cruzado
que no pueda destaparlo de una manera sencilla
que ponga a prueba el deseo
que lo ha desasosegado.
Que sea un último respiro
que lo deje acorralado
que lo mantenga sediento
mojando de ardor sus labios
que lo lleve a muerte lenta
y lo guíe por mis piernas
sin piedad y sin reparo.
Que lo arroje al mar profundo
donde habita mi pecado
donde sueña la inocencia
que el tiempo no ha mancillado.
Estréneme
que mi piel ha madurado
lo ha hecho con un motivo
el designio de encontrarlo.
Estréneme.
Te regalo
Te regalo
las flores amarillas de mi ventana
en el azul de la inspiración.
Te regalo
la belleza de una mañana
los libros la música y las ganas.
Te regalo la gramática
y aquellos verbos que jamás tendrán conjugación.
Te doy el imposible de mis adjetivos
y lanzo a la nada
un par de pronombres atrevidos: Tú y yo.
Intentémoslo
Intentémoslo. Démosle el turno a la razón
Ella es sabia y aunque en lides del amor
haya estado rezagada
aliada al perdedor
es capaz de hacer el cálculo
sabe el valor de la “X”
que resuelve la ecuación.
Intentémoslo
nada perdemos
solamente la ilusión
y tal vez la adrenalina
que como una dama fácil
prende fuego al corazón.
Juguemos todas las cartas
sin artilugios ni nada bajo la manga
juguemos desde el honor
con la palabra tan limpia
aunque nos punce el dolor
Ven,
toma este papel
tracemos el mapa
calcula tú la distancia
la velocidad la pondré yo.
¿Que si hemos de extrañarnos?
Por supuesto.
es como un hueco cavado en el corazón.
Pero luego el tiempo pasa
desdibuja la silueta
que pintaste con fervor.
Intentémoslo
extiende el juego de naipes
pero ten presente algo
si finalmente te marchas
dame con fuerza un abrazo
mientras me dices adiós.
Fúmate mis letras
Fúmate mis letras
sostén suavemente en tus labios mis palabras
aspira en ellas mi cuerpo
deja que penetre en tu boca la nicotina de mis versos
y sácame
sácame al instante
puedo asfixiarte
no me dejes en ti
que mis letras matan.
Y tú, fumador principiante
del amor inexplicable
de emociones palpitantes
que no sabes discernir
habrías de paralizarte
no podrías resistir.
Sácame
y tómate un trago
no te arriesgues conmigo
de sobredosis poética
tal vez habrías de morir.
Sácame
no me dejes en ti.
Diptongo
Encontré la frase perfecta para los dos:
“El diptongo de la cobardía”
El amor imposible de las vocales.
Jamás las dos están abiertas:
una dispuesta, la otra no.
Abiertas y cerradas han de hallarse
o tal vez negadas a encontrarse.
Sentadas hombro a hombro
y cerradas mutuamente
“Guardar, fuego, vaivén”
todas ellas pueden ser.
Pero nuestra epidemia es otra
está instalada en la piel
está vestida de miedo
girando en un carrusel.
El cristal
El cristal me dejaba verte
te miré insistente
hasta aprender de memoria
cada ángulo de tu rostro
cada pálpito de tu cuerpo
cada pensamiento que cruzaba por tu mente
Supe de tu miedo
del temor y del deseo.
Supe del animal solitario y hambriento que te habitaba.
El cristal me dejaba verte
vi los pasos con los que cruzabas tu jaula
y te vi mirar la ciudad por la ventana.
Un cigarro se instalaba en tus labios
en la boca que había hecho temblar mi cuerpo en mis fantasías.
El humo se perdía en la ciudad
y yo te miraba.
El humo se hacía nada
mientras yo seguía cada palabra
como quien se aferra
a la cuerda de un puente colgante
para cruzar de la ausencia a tus palabras.
Yo te miraba
el cristal me dejaba verte
y hablaste del amor
casi siempre hablabas del amor
el amor del cine, de los libros
el amor de otros.
Yo seguía cada palabra
como el músico que sigue el pentagrama
y sostenía en mi mente los acordes
para oír la pieza completa
pero eran fragmentos
de una melodía inconclusa
de una frase sin puntuación
de una mueca del tiempo
que sonríe como la muerte
y no sabes si te abraza
o te está diciendo adiós.
En ti
He dicho que quiero estar en tu lienzo,
tu papel o en tus trazos.
Tal vez quise decir,
en tu cuerpo, en tu piel y en tus brazos.
Petición
Perdí mi cabeza
y con ella,
todas mis recatadas y sensatas ideas.
Perdí mi cabeza.
¿Podrías mirar entre tus piernas, por favor?.
Se nos perdieron los nombres
Se nos perdieron los nombres
el sustantivo y pronombres
quedaron otras palabras
recogidas de las letras
de las páginas rasgadas
de las historias abyectas
de esas que se camuflan
de aquellas que no se cuentan
de las de sórdidas voces
y de ensangrentadas treguas
se nos perdieron los nombres
pero los nombres no cuentan.
Podría
Podría llenarte de palabras
regar letras en tu cuerpo
recogerlas con mi boca
y componer un soneto.
Que se secara mi lengua
que se cuartearan mis besos
hasta que sangre mi alma
y se incineren mis huesos
Al unísono
Ella era una esdrújula
él, un verbo imperativo.
Sonaban al unísono
ámame, bésame, quiéreme.
Él era mandato, ruego o súplica
ella era el acento que le daba sentido.
Tácito
No todo silencio es tácito
ni toda palabra explícita.
Hay silencios que descubren
y palabras que enmascaran.
Es difusa la frontera
entre ocultar y mostrar
entre decir y callar
es ilegible el trazo
en la línea divisoria
de entregar y conservar.
Tus líneas
He dejado que tus historias
me recorran por dentro
y que tus líneas dibujen el mapa de mi fantasía.
He puesto tu libro en la desnudez de mis rodillas
para llenar mi boca con tus palabras
y beberme de un sorbo tus herejías.
Suavemente
Será mejor no tocarte
ni siquiera en pensamiento
y no perderme en quimeras
ni alimentar sentimientos.
Te llevaré suavemente
con las manos descubiertas
sin quebrarte en el intento
y sin heridas abiertas.
He de llevarte a aquel sitio
con ternura y en silencio
al jardín donde florecen
sin premura los almendros.
He de envolverte en mis manos
y devolverte sin miedo
al lugar que perteneces
a ese mundo de lo ajeno
Es usted
Ha dicho que la poesía es lo mío.
Permítame corregirlo.
Lo mío no es la poesía, señor.
Es una especie de sed,
un cierto modo de hambre
una agrietada pared.
Fisuras de un cuerpo seco,
latido de un sexo que lo espera a usted.
Lo mío no es la poesía
lo mío señor, es usted.
Tu sombra
¿Estás viendo de reojo quién te sigue en la calle solitaria?
Mírala de frente y mátala de una vez
Es tu sombra que ya no sabe qué hacer
El borde de tu boca
¿Me preguntas qué quisiera?
Quiero dibujar el borde de tu boca con mi lengua
y que mis labios se sacien
moribundos de sed entre tus piernas.
Juguemos
¿Quieres jugar?
Conjuguemos nuestros cuerpos
yo, tu piel
tú, mis besos
ese fuego
nuestros miedos
y ellos,
los fantasmas
que al mirarnos
bien podrían detenernos.
Abstinencia
Voy a prescindir
de todo aquello que sepa a ti.
Será una especie de abstinencia poética
o algún modo de asepsia pueril.
Una pretensión desértica
que se quiebra cual rama seca
o fino cristal de hielo en tus labios.
Voy a prescindir de ti.
Luna de papel
Y si te detienes junto a mí
y acercas tu oído a mi pecho
y si rozas un poco mi blanca piel,
hallarás una corta sinfonía
que borrará la memoria
de los amores pasados
de las historias fugaces
de los dolores profundos.
Y si me rozas un poco
y si te quema mi piel
podrías quedarte un instante
soñando un pequeño sueño
o una luna de papel.
Los escritores
¿Cómo se aman los escritores?
¿Lo hacen con sus letras?
No. Se entregan en las páginas en blanco
en el espacio de los puntos suspensivos
y en la entrepierna de un inconcluso párrafo.
Sfumato
Mi cuerpo de mujer se ha desvanecido
para convertirme en letras
para tu alma
para tu oído.
Mis letras
Te regalo el orgasmo de mis letras
que han tomado el ritmo de un poema cada día.
De una frase que se eleva y desciende para tejer un verso
para pensarte mío,
para soñar tus besos.
Te regalo mis letras, que viajaban errantes
que dormían un sueño.
Te regalo mis letras
que ahora tienen dueño.
A destiempo
Todo nos ha ocurrido a destiempo
los lugares que pisamos
las palabras
las miradas
y el deseo.
Llegabas si yo salía
te ibas si yo llegaba
en nada hemos coincidido
sin embargo, sin tocarnos
los dos hemos sido un cuerpo.
Esdrújulas
Me gustan las cosas
con trazos de absoluto
con visos de “por siempre”
aquellas que parecen sin reglas de excepción.
Me gustan las esdrújulas
sonoras e imponentes
de posesivas tildes
de impositiva voz.
En los verbos son mandatos
y en adjetivos cinceles
que trabajan incansables
para esculpir el amor.
Cuando todo palidece
cuando la vida es famélica
y sin embargo se anuncian memorables efemérides.
Se pinta de verde un sueño
de rojo y azul un beso
se empuña firme el acero
que rasgará las hespérides.
Deja
No me sigas fabricando en tu imaginación.
Cuando me tengas,
podría no parecerme a la que has creado.
Deja que mis labios conviertan en beso tus letras
deja que el vértice de mis piernas
conjugue en verbo presente
sin adjetivos ni adverbios
la altivez de tu sexo
en mi húmeda pasión.
Moja mi cuerpo
Me he convertido en poema
Y mi cuerpo es un tejido de palabras para ti.
Mi sexo es una frase que anhela tus letras.
Besarte en la sintaxis de un fuego sin fin.
Desdeño de los versos, me seco de escribir
Ven ya y moja mi cuerpo.
¿Acaso no comprendes que lentamente ardo?
Me quiebra tu indolencia
te ha ganado el miedo
amar no es de cobardes
y de este laberinto de ganas inconclusas
decido ya marcharme
me urge ya salir.
Adiós amor ausente, hoy he de declararte
que en pasos silenciosos me alejaré de ti.
Alter ego
Quizás tú me temes
aún más que a la muerte.
De ella te hablan, lo hacen tus muertos
de mí sólo intuyes
muy vagos preceptos
quizás peligrosa
con tanto deseo
quizás una diosa
de labios desiertos.
La muerte libera
y cosa contraria
las diosas sin besos.
Y tú lo presientes
te mantienes lejos
tendrías la condena
no de mi deseo
tendrías el infierno
de tu propio fuego.
Y entonces concluyo
mi buen caballero
que yo soy tu sombra
tu cruel carcelero
que yo no soy otra
soy tu Alter ego.
Me voy
Todo poema desesperado
es un juego inclemente
de un cuerpo deseoso y el otro ausente.
Es una danza macabra que va apostando a la muerte
que muy lento te acorrala
y te sentencia de frente.
Un juego de exigua tregua
sin salvación aparente
que condena y acribilla a quien está menos fuerte.
Me voy
de tus tímidas caricias
que me encendieron de vida
que me nublaron la mente.
Me voy de ti caballero,
serás el jinete oscuro
que seguirá cabalgando tan ausente por mi sexo.
Con gallardía me alejo y aunque me venzan las ganas
en tus garras no me muero.
Tu bailarina
Me paré frente a ti
mi cuerpo se hizo letra
y luego fue palabra
que vestida de frases
y pálidos poemas
se fue volviendo danza.
Bailarina
que en ciernes escritora
y en tímida añoranza
bajo una luz de luna
tus besos dibujaba.
La llave
Y qué si tú te marchas
si yo tengo la llave del lugar donde estás.
Y qué si tú te alejas
si entro a mi cabeza
y allí te he de encontrar.
El alfabeto no folla
Te asustan mis letras
le temes a mis ganas.
Amor, estate tranquilo
ningún alfabeto folla
y los deseos no matan.
Imaginación
Y me fui tras cada una de sus letras
imaginando ser las metáforas
que rondaban su cabeza
su sustantivo propio
o un pronombre posesivo
su adverbio circunstancial
o su mejor adjetivo.
En realidad no lo dije
sin embargo yo soñaba
que a solas y en su silencio
él se imaginara un verbo
uno solo y sin motivo
que lo trajera en sus manos
a conjugarlo conmigo.
Cifrados
Hay palabras con mensajes cifrados
con letras como matrioskas
que se envasan unas en otras
se guardan
se cuidan
se alcahuetean
se dicen
se callan
revolotean.
Podría escribir “hacer el mercado”
podría leerse “hacer el amor”
porque el amor es caprichoso y juguetón
parece una melodía que se deja componer
también se deja cifrar
y se deja contener.
Anda con cuidado
No dejes que una poeta se enamore de ti
es un ser peligroso
capaz de mostrarte tus propios infiernos
como bellos jardines
tus luchas más arduas
como danza de dagas
y tus grandes cavilaciones
como un pentagrama de notas barrocas
que sientes hirientes
que intuyes prosaicas
y que te confunden en tu piel intacta.
Jamás lo permitas
podrías morir
anda con cuidado
y que una poeta no se fije en ti.
Lluvia de marzo
La tierra mojada
me hacía pensar en las noches sin besos
en los días sin ti.
Ladraban los perros a lo lejos
tal vez hambrientos, solitarios o inquietos.
Ladraban los perros
yo estaba sin ti.
La lluvia caía con el ritmo de siempre
con el martilleo incesante
del que ha tomado trozos de madera
para armar un colibrí.
Inerte, hueco, vacío,
simetría perfecta y alas de leña
plumas de primavera que se asoman en abril.
La lluvia caía
y allí en mi ventana desierta de aves
yo pensaba en ti.
Fuerza necia
Y justo cuando había cerrado las puertas a las letras
se agolparon ansiosas
derribando los muros que me alejaban de ti.
Creí haber corrido muy lejos
y estaba tan sólo a una frase de tu recuerdo
a unos centímetros de tus ganas
a unas cuantas horas de la tormenta
que se desata en mis piernas
al escuchar tu voz.
Qué fuerza necia tiene el amor
y qué oídos sordos, la estúpida razón.
Temores
¿A qué le temes? Preguntaste un día
¿Al silencio profundo de alguien a quien quieres?
¿A las mañanas grises que se empeñan en opacar tu alegría diaria?
¿A la sangre que aún no derramas y en cabal sutileza pudiera palidecer tu piel?
¿A la penumbra sin un cerillo a la mano?
¿Al frío sin el calor que realmente te enciende?
¿A no entender el mensaje cifrado y tomar la ruta equivocada? O al frío del alma por pedir permiso.
¿A un golpe tan bajo que no te dé tiempo de defenderte?
¿A una fruta envenenada e inadvertida en una cesta de mimbre?
O a saber, que no es posible volar indefinidamente
y que la tierra, de un golpe seco pueda rasgarte los pies.
Inquilinos
Era una relación perfecta
demasiada atracción como para ser amigos
y ausencia de encuentros, para ser amantes.
Entonces, así sin nombre sólo “éramos”.
Inquilinos del corazón
que pueden ser desalojados en cualquier momento.
Habitantes callejeros
que cada tanto han de recoger sus raídos trapos,
para buscar una calle un poco más lejana.
Tomando distancia
y regresando a tientas, soñando palabras.
No éramos nada y sin embargo, todo.
Tú te alejabas
sé que lo intentabas.
Y yo te esperaba
presentía que con cada ausencia ya no volverías
y a solas, distante
yo me despedía.
Pero era perfecta
la absurda manera
tenernos a fondo
sin vernos siquiera.
Reprende al amor
Quise dejar de escribir
y entonces las letras revoloteaban por dentro
se anudaban, giraban sin fin.
Era inevitable. Las palabras me habitaban.
Tú seguías en mí.
-No debo habitarte -dijiste.
-Repréndeme entonces. Yo te respondí.
Hazlo fuerte hasta que entienda
reprende al necio sentimiento que se opone
y va dejando sin aire hasta el ahogo,
los latidos de mis piernas.
Repréndeme y haz que muera de mis labios la impaciencia.
Y si eres aún más osado y si buscas contundencia
puedes cambiar de estrategia
reprende más bien al amor
condena su impertinencia.
Tiempo de partir
He de hacerlo
desvestirme lentamente
expuesta mi piel
en cuerpo sensible
he de renacer.
Epidermis descubierta que el frío estremece
alma que no admite en un purgatorio perderse
resurrección al mundo en que la humanidad habita.
Caerá cada prenda
al vuelo de notas de saxo y de violín.
Poeta ya desnuda de falsas ilusiones
los versos se han rasgado
en lunas de marfil.
Poeta que decide romper cada metáfora
desangrar quimeras
mientras las ve morir.
Y he de renacer al mundo de los cuerdos
de exactos raciocinios me he de recubrir.
Las normas, los dictados, se vestirán de gala
y el majestuoso dique de sólidos cristales
destellará en sus noches luciérnagas sin fin.
En ese inmenso dique de bella arquitectura
ya mueren los poemas
se estrellan las quimeras
florece la nostalgia
es tiempo de partir.
No voy a regar mis besos
No voy a regar mis besos por ahí
como quien deshoja flores
buscando respuesta a la eterna pregunta
absurda y pueril.
No voy a regar mis besos
porque en mi mente no hay signos de interrogación
en mi cuerpo no hay lotes baldíos
y mi boca mustia y silenciosa
ha cerrado los labios
y no admite más lengua
que aquella que supo penetrar mi alma
hasta alcanzar mi corazón.
No voy a regar mis besos,
no están en exhibición.
Quédate
Quédate en mis brazos tibios
o en el filo de mis labios.
Quédate cuando te vayas
o vete muy lentamente.
Habítame el recuerdo
y desaloja mis esperanzas.
Hazme saber que te marchas
y cuando lleguen las sombras
en la extinta luz del alma,
te habrás quedado en mi cuerpo,
haciendo fuertes mis alas.
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