Beatriz
Alicia García (Venezuela, 1966)
Beatriz Alicia García
Bitácora de la larga noche
Una está aquí mientras tanto. Mientras la noche te cobija, mientras llueve afuera y qué chévere es estar adentro. Mientras consigues algo mejor, la casa al hombro, vas inventando paredes provisionales, intentas crear un espacio propio. Mientras pasa la vida como cualquier week end empantuflado en el que sacar polvo, las cuentas pendientes, los souvenirs de tu pasado inventado junto a esos locos como tú encontrados en el camino. Y vas tejiendo episodios con la suave luz de los días, encontrando tus cielos domésticos sin hombres clavados en cruces o sacrificios filosos a dioses muertos de envidia. Y no te resignas mientras esta vez te tocó calarte hasta los huesos el chaparrón a la intemperie. A última hora dejaste el paraguas y el té enlimonado con un trago de ron no va a quitarte el frío que sientes por dentro. Ya está visto que hoy lo que te toca es autodiscurso de emergencia, y mirar pal’ techo escuchando algún blues, prender alguna velita adentro, que como dice Patty, la vecina: La visión del fuego calma, te desliza suavecito al sueño. Ya ves por qué te enlelaba el fuego en aquellas parrilladas nocturnas con los amigos. Las ovejitas a veces se convierten en caballos furibundos y no hay quien los cuente mientras te dislocan la película del sweet dream. La tele podría ser, si no hay muertos vivos, quizá, pero después no te despegas, y ya son las 3 am mi amor y mientras tanto ha pasado la mitad de la noche de los otros, la noche de los sueños y el descanso prometido. A estas alturas casi cuentas algún cíclope o dragón del tour, algún mal trago de la memoria. ¿Qué sabes de la noche, centinela? Te tocaba, qué se hace. Noche larga, larga, para besar solo recuerdos, idiota. Si que eres sentimental, es lo que te pierde. Ve a comerte las uvas friítas que tienes en la nevera, anda mi amor. A punta de ironía hacer la otra parte de la historia donde no hay ausencias, ni rencores ni adioses ni frío. No guardes trapos sucios, asuntos ya empolvados, mejor deshazte de ellos. Y los perros no dejan de ladrar en la noche silenciosa. Descorres el velo de esta parte de la noche, la caricia de las sombras. Agradeces la cobija que te envuelve. Tantas historias similares en lo profundo de la noche, historias que no se tocan. Tantas soledades intactas. Destinos, así como hay otros, de desayuno compartido, cuentas por pagar, carajitos corriendo, feliz aniversario, mi amor. Cuando ya amanece recuerdas aquel graffitti fotografiado por unos amigos: «Eres lo que siempre se acerca, pero nunca llega». Teresa.
©Beatriz Alicia García
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