Osip Mandelstam (Polonia, 1891 - Rusia, 1938)
POEMAS DE
OSIP MANDELSTAM
*
Cómo ángel negro en la nieve
hoy te me has aparecido,
y ocultarlo no se puede:
tienes el sello divino.
Es un sello muy extraño,
como del cielo traído,
cual si te fuera otorgado
en la iglesia el mejor nicho.
Dejemos que el amor de allí
se una al amor de esta orilla,
que de la sangre el bullir
nunca alcance tus mejillas,
dejemos que el mármol contraste
en el fantasmal claroscuro
de tus harapos, de tu carne.
Que no tiña tu rostro puro.
¿1913 - 1914?
*
A Anna Ajmátova
De medio perfil ¡oh aflicción!
contempló a los desinteresados.
Sobre los hombros quedó petrificado
el chal clásico de imitación.
La voz siniestra - amarga embriaguez -
descarga lo profundo del alma:
así - una Fedra indignada -
se alzaba allá en tiempos Raquel.
*
A Casandra
No he buscado en los instantes florecientes
tus labios. Casandra, tus ojos, Casandra ,
pero en la solemne vigilia de diciembre
nos asalta del recuerdo la añoranza.
En el año diecisiete, en invierno,
mientras amábamos, todo perdimos:
uno, por la voluntad del pueblo,
y el otro, saqueado por sí mismo…
Un día, en la capital alocada
junto al Nevá, en un festejo agresivo,
dejarán la bella cabeza despojada
del pañuelo durante un baile repulsivo.
Si el delirio es necesario para la vida
y las casas, madera para navegar,
yo te he querido, victoria tullida,
apestada temporada invernal.
En la plaza entre los blindados
veo a un hombre que pretende asustar
a los lobos con tizones inflamándose:
libertad, igualdad, legalidad.
Casandra, enfermiza y silente,
no puedo más: ¿por qué el sol
de Alexander brilló refulgente,
brilló hace cien años con esplendor?
1917
*
En tu prodigiosa pronunciación
el silbido ardiente del ave de presa;
y también, lo diré, la viva impresión
de algunos relámpagos de seda.
"¿Qué?", con cabeza embotada.
"¿Cómo?", ¡quién llama soy yo!
- La tierra también es mi casa
- susurró desde lejos la voz -,
que hablen: si el amor tiene alas,
la muerte alada tiene más fuerza,
y aunque en combate siga el alma,
vuelan nuestros labios hacia ella.
Hay tanto aire y tanto viento,
tanta seda en tu rumor,
y en la larga noche, como ciegos,
bebemos una mezcla sin sol.
Inicios de 1918
*
Quería usted ser un juego,
pero ¿cómo darle cuerda?
Si no es armado de versos
a usted nadie se le acerca.
1911
*
Los rasgos del rostro cambiantes
tras una sonrisa lastimera.
Y pensar que a esta gitana le esperan
todos los tormentos de Dante.
1913
*
Se acostumbra la abeja al abejero,
así es la vida de la abeja…
Pero yo hace veintitrés años que cuento
las picaduras que Ajmátova me deja.
Cuando la amistad rozaba el abandono,
Shervinski a su hogar nos convidaba
a oír cómo en Edipo en Colono
con su colega Nilénder marchaba.
*
Qué canta el reloj - saltamontes,
el escalofrío susurra
y cruje el horno seco:
es la seda roja que arde.
Qué roen los dentados ratones
al delgado fondo de la vida:
es la golondrina, es la cría
que desamarró mi barca.
Qué farfulla la lluvia en el tejado:
es la seda negra que arde,
pero el cerezo aliso escucha
y en el fondo del mar perdona.
Porque la muerte es inocente
y no puede ayudar en nada,
pues en la fiebre de los ruiseñores
el corazón conserva el calor.
1918
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