Poeta: Walt Whitman
Cuando supe al declinar el día que mi nombre había sido aplaudido en
el Capitolio, no fue feliz para mí la noche de aquel día,
Y cuando me embriagué o cuando mis planes tuvieron éxito, tampoco fui
feliz,
Pero el día en que al alba me levanté del lecho de la salud perfecta,
renovado, cantando, aspirando el fresco aliento del otoño,
Y cuando pensé que mi querido amigo, mi amante, estaba ya en camino, entonces fui feliz,
Entonces cada aliento fue más dulce, y durante aquel día la comida me
alimentó mejor y el día hermoso pasó bien,
Y el día siguiente llegó con la misma alegría, y con el otro al atardecer llegó mi amigo,
Y aquella noche cuando todo estaba en silencio oí las lentas aguas incesantes que subían por la playa,
Y el susurro de las aguas y de la arena, como si quisieran felicitarme,
Pues aquél, a quien amo, estaba dormido a mi lado bajo la misma manta en la noche fresca,
Bajo la quieta luna del otoño su rostro me miraba,
Y su brazo descansaba sobre mi pecho, y aquella noche fui feliz.
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