La plaza después de la lluvia de Paul Cornoyer (USA, 1864 - 1923)
Gilberto Aranguren Peraza
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Especuladores de guerra de Christopher Richard Wynne Nevinson (Reino Unido, 1889 - 1946) |
Guerra
Vestidos de alambres cocíamos el porvenir
y los ancianos arrojaban frutas y verduras
hasta nuestros pies. Mi padre llenaba las mochilas
y éstas se convertían en una sorpresa
con olores a pescado y a cigarrillos. Fumaba mucho
y cruzaba las aceras con un cigarro en la boca,
mientras hacía huellas con las cenizas.
Yo guardaba silencio y lo veía en las mañanas convertido
en amianto, mientras miraba el reloj
en la
muñeca izquierda.
Él no acostumbraba a tejer las horas. Se la pasaba
pescando dientes de ajo en el mercado de San Martín.
Una vez se disfrazó de coronel y las mujeres
corrían por los pasillos para verlo, pero él se moría
en la guerra. En una batalla jamás ganada
mientras ardía la ciudad entera en la sala de la casa.
No lo pude ver
llorando de dolor sobre la roca
de la camilla, en
la tarde del 5 de mayo del año
de Nuestro Señor.
Su aflicción fue tan ingrata,
prefirió morir
antes de internarse nuevamente en la guerra.
Lo vi montado en
una tumba helada en un monasterio
mortuorio frío y
silencioso tal como son los muertos.
Sus ojos estaban
coloreado de un cobalto hostil
en un cuerpo de
negro. Recuerdo que una flor comenzó
a crecer en el
mismo lugar de su sepultura, por ahí,
dicen mis primas,
se escapó su espíritu para refugiarse
en la anchura de
nuestras memorias.
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Luz del sol de William Orpen (Irlanda, 1878 - 1931) |
El pelo ansioso como cascada
cae en medio de sonrisas extremas
las avenidas cansadas
transitan con voces adoloridas
por las riberas los caballos pasean
con sus cuerpos sin fronteras
el camino asusta
y encuentra el modo fantástico
de arrinconarse
sin luz el vacío es infinito
increíblemente infinito
y la paciencia calla
los duelos arrecian
las montañas se llenan de hombres
en esta hora donde el polvo
se acuesta en la puerta de tu casa.
Y vienen los anfibios a tocar las ventanas
ya la misma sensación de siempre
coce los ruedos del mismo asunto dejado por la tarde
cuando llega la lluvia
y me ataja con una cuerda.
Aquellos oídos en la trampa
no escucharon cuando los fantasmas
traspasaron las cortinas
todo convertido en fábulas
esterilizadas de tanto karma
y deseos imprecisos
acuérdate cuando las rosas
salían en estampidas por el balcón
con sus sombreros
caían como cuando se despiden los días
en las tardes sin brazos
y a la luna
con su relleno de hierbas
la vimos cantar como si fuese una mujer.
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Doncellas con perritos de Antonino Leto (Italia, 1844 - 1913) Gilberto Aranguren Peraza Éramos tres, una estaba a salvo rum...