Por: Gilberto Aranguren Peraza
Conoció
a la muerte
con la ternura mojando la carne
la
lluvia entremetida
abundó su
camisa
de todo
lo insólito
en un
mundo de avenidas y celulares
con la
vegetación
de lo
inapropiado
se
acercó nuevamente a la poesía
dueña
del
secreto de los jóvenes
seducían
las armonías
con
dientes extraños
y
ojeras en la boca
por fin
la
mejilla sonrojada
del
alcohol
mira la
mano apretada
del hombre.
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