Para
Susan Gilbert (Dickinson) 12 de marzo de 1853
Querida
Susie -
Me divierte tanto mi
propia ubicuidad que casi no sé qué decir, o cómo relatar la historia de la
maravillosa correspondencia. Primero yo llego de Amherst, luego viene un
voluminoso tomo desde los doctos Paraninfos de Cambridge, y de nuevo por
extraña metamorfosis acabo de llegar de Michigan y soy Mattie y Minnie y Lizzie
en una sola asombrosa exhalación - Por lo cual, querida Susie, no te debes
asustar si me aparezco desde el Indostán, o me desplomo desde un Apenino o de
repente me asomo desde la cavidad de un árbol y me presento con los nombres de
Rey Carlos, Sancho Panza o Herodes, Rey de los Judíos - Supongo que todo es lo
mismo.
«Miss Mills» o sea Miss
Julia, nunca soñó siquiera con las rofundidades de mi clandestinidad y si yo me
parara a pensar en la impresión que he causado, sería mi fin y tú nunca más
sabrías de tu pobre Jeremy Bentham –
Pero digo a mi mente
«quieta, quieta», «Duérmete ya, conciencia» y así ¡las mantengo tranquilas!
Y en cuanto a tomarle el
pelo a Manchester, encomiendo a la cortesía del Ángel Registrador no decir nada
de eso. Una cosa es cierta, Querida, el mundo no se volverá más sabio por la
omnipresencia de Emilie y dos grandes corazones latirán con más vigor, cuando
lleguen noticias mías. Me gusta tener la oportunidad de servir a aquellos a
quienes quiero, y poder suavizar la más pequeña aspereza en el camino que nunca
«fue liso», es una dicha para mí. Así que, Susie, armo la trampa y atrapo el ratoncito
y me gusta mucho atraparlo, porque pienso en ti y en Austin - y sé que les
agrada tener mis pequeños servicios. Querida Susie, te has ido - Difícilmente
alguien pensaría que te he perdido al oír esta algarabía, pero tu ausencia me
desquicia tanto - No me siento muy sosegada cuando estás lejos de mí - Toda la
vida parece distinta y los rostros de mis semejantes no son iguales a los que
tienen cuando tú estás
conmigo. Creo que es esto, querida Susie; tú pintas los cuadros por mí y es a
sus dulces colores que estoy acostumbrada, no a esta realidad obscura, así que
cuando te vas el mundo asume colores estridentes y encuentro que necesito más
velo - Frank Pierce cree que yo aludo a un velo berage y arma un brillante plan
para importar el «artículo», pero la querida Susie sabe a qué me refiero.
¿Diriges tu pensamiento a casa alguna vez, Susie, y cuentas las horas
solitarias que tenemos Vinnie y yo, porque tú te has ido?
Sí, Susie, muy
solitarias, y sin embargo es muy dulce también saber que eres feliz y pensar en
ti en la mañana, al atardecer y el mediodía siempre sonriente y abierta a la
felicidad - En otras circunstancias no podría estar sin ti, Hermana querida,
pero el estar segura de que tu vida está reconfortada por un tal sol, me ayuda
a alejar las sombras que rápidamente se espesan sobre la mía – yo sabía que tú
serías feliz y ahora tú estás en conocimiento de algo que yo te había dicho.
Sí hay vidas, a veces,
Susie - ¡Bendito sea Dios porque podemos atrapar débiles destellos de su más
brillante Paraíso debido a eventuales Paraísos que se dan aquí!
Quédate, Susie; pero no,
¡no te quedes! No puedo prescindir de tu dulce rostro ni una hora más, y sin embargo
quiero que recojas más haces de felicidad - porque la mayoría de los campos de
aquí son desolados, baldíos y yermos, y yo quiero que tú llenes tu granero. Entonces,
podrás venir, querida Susie, y saliendo de nuestra casa silenciosa, Vinnie y yo
iremos a tu encuentro. Hay mucho que quisiera decirte, Susie, pero no puedo
llevar los hechos de este mundo turbulento y rudo en ese dulce recinto; hay
cosas más adecuadas y más dulces, aquí - pero, Susie, sí te llevo el más tierno
amor de Hermana - y la más dulce ternura, es poco en realidad, pero «algo» y sé
que tú no lo rechazarás. Por favor recuérdame a tu amigo y escribe pronto a
tu
solitaria
Emilie
-
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