Fotografía

Fotografía: Marisol Zurita Aguilera. Isla de Chiloé. Chile.

Dalia Margot Baptista (Hincadura)

Dalia Margot Baptista Araujo (Hincaduras)

"(...) nos ofrece el despliegue existencial de una subjetividad comprometida, ante todo, con una insólita lucidez. Constituye el testimonio de una afilada atención. Un estar - despierto acentrado y cultivado ante las manisfestaciones, a veces explícitas y en otras ocasiones soterradas, de la realidad. Dicha atención se traduce en un esfuerzo de vigilia permanente para captar y expresar multitud de detalles insospechados que la autora descubre y describe para nosotros en el mundo. Poéticamente hablando, no  deja de resultar emocionante que sus versos nos hagan copartícipes de tales hallazgos, que su mirada, tan penetrante por aquel trabajo de atención ininterrumpida, nos restituye facetas del universo, del país, de la ciudad y de la vida cotidiana que a menudo nos pasan inadvertidas."

Armando Rojas Guardia


Poemas de Hincaduras
Publicado por bid & co. editor en 2013 en la ciudad de Caracas, Venezuela

De: Trazas trozos trizas

Agosto asoma el cuerpo mutilado
los nervios rotos.
La comarca
                       - algo perpleja -
enmudece,
enciende velas,
ora penitente
por la resurrección.

Ciudad viscosa

No encuentras la Ciudad
Hallas un territorio ficcionado por pisadas
Movido en sus tobillos 
Agitado desde sus muñecas
Troquelado como un parque mecánico

No encuentras la Ciudad
Sólo trayectos   circuitos   comarcas
Estriada superficie que tatúa lenguas
Zanja cuerpos
Y los vuelve reliquias de un festivo holocausto 

No das con la Ciudad
Apenas tapices de ella:
Fachadas pulimentadas
Aluviones de hambre
Agujas de lodo
Corrimientos

Quizás ha sido suplantada
Por geometrías de acecho 
Por croquis de fugacidades

Tal vez tu Ciudad es una flor ilógica
Trepada en el vacío del tumulto
O
Alojada en los resquicios
De las manos
Moramos en una geometría de sarcófagos
Ataviados de felicidad

Y sonamos en cada sufragio



Tumulto de ropajes, 
fetidez de los lugares comunes, 
simulaciones odorantes, 
titiriteras.
Así van 
los animales públicos
roedores implacables,
trizadores de flujos, 
que rajan con sus garfios la ciudad,
y la reducen a tinglado,
y la cuecen en esencias subterráneas
para colocarla allí,
en el tiempo primero de la horda. 


Hincadura

Bolívar
eres una irradiación 
una corriente del Orinoco
del Meta,
del Amazonas;
una voz chillona, 
un cuerpo irreverente,
unos pies andariegos; 
y sobre todo, 
una resaca
una caída
- que sobrepuja y enajena -
a los oriundos del paraíso.

De niña participé en coros y plegarias a tu nombre
(eres un resplandeciente signo de infancia
Se anudaron a ti utopías dulces y percusivas
La nación cuajó contigo una sola paidea)


En mi segunda edad, prefiero acercarme a la vivencia
                                                    [de tu humanidad compleja.
Sentir la mortificación que alimentó tus excesos;
admirables unos, condenables otros.


Observar las tramoyas que dieron soporte a tus actos.
Desmadejar libretos, oraciones.

Se hace indispensable descaminar esa travesía tuya.
Volverla una lección aprendida.
Liberarme de sus nudos trágicos,
y sortear - a contracorriente - 
este tiempo atado a una épica,
que no madura sus frutos,
y se satisface en el andamiaje de los simulacros.

Bolívar
            Cien mil veces inventado
            Padre-cordero sacrificado por sus hijos
            Fantasma suplicante o superyoico
            Ideología de reemplazo de blancos, rojos,
                                               [azules, verdes, amarillos
           Guerrero en los panteones mestizos guiados
                  [por la danta
           Máscara del rey en el país de la ceguera 
      [aglutinante

¿Cómo resistes la extravagancia, las fauces que 
                                                                                    [regresan
- una y otra vez -
sobre tus restos heridos?




De: Del sentir

Sintió las grietas en la piel, 
el círculo abovedado en enigmas, 
las ráfagas de luz, 
las rejillas, 
el tramado de ciertas junturas
y las ventanas
ajenas al bullicio.


Envueltos en creencias transitamos

En los tiestos más venerables o en los materiales desechables del presente, resplandecen claves ficcionales, querencias totémicas, cuyos influjos van sedimentando  cuerpos y atavios, dando relieve de permanencia a lo inestable.

Somos saltimbanquis entre compases de sentidos y sordas revelaciones a-semánticas.

También telares, pespunteando con cada sortilegio,  la trama de las representaciones.

Imposible saber cuánto tiempo señorea en nosotros el manto ilusorio.

En algún momento aparecerá lo inesperado, lo asombroso, y el quebranto del envoltorio se hará posible. Se preñará de fisuras y tornará a otra existencia, a otro camino ¿Repetitivo? ¿Nuevo? ¿Impredecible? No importa.

Quizás, en algunos la vivencia los lleve a la mística, o tal vez al poema.

Ir al encuentro de lo trascendente, o lo inmanente, y sumergirse en la labor creadora, sólo puede sentirse de manera íntima, en sutiles acontecimientos.

No hay predicción para estos actos nacientes.

Esta cualidad es opaca al ojo domesticado en las creencias tácitas e instituidas.

No está de más decirlo, las creencias troqueladas en cada uno, en cada una, son nuestro punto ciego, el mapamundi de nuestra ignorancia, el semillero de nuestras dolencias. Y desde ellas, más allá de ellas y, a pesar de ellas, renacemos e incluso despertamos.

A Rubén Ackerman  


De: Del deseo

 Fiesta 

Todos mis amantes volvieron hoy a visitarme
La polifonía comenzó con el alba y seguí sus pulsaciones:
Me desplegué sobre sus líneas verticales o redondas
Los aceché con mi lengua
Las bocas se multiplicaron en medio de los sexos danzantes 
Los dejé encallar en mí delta
O deslizarse por el cuerpo inventado a sus caprichos.

Navegaron sin tropiezos en las aguas que me sostenían
Curvaron en mis ondulaciones
Jugando a sofocarme en sus corrientes
Y me abrían el hambre de más olas.

¡De pronto
Mis amantes sintieron pánico
Soltaron las ganas
Salieron de escenas!

Desperté 
con el cuerpo molido
detrás del escaparate.


Posee una voz poética con arraigo exótico y erótico, donde cada palabra que expresa representa una imagen, en muchas ocasiones un enigma que despierta el sentir y los deseos.
La voz de Dalia Baptista es como las manos que contienen en sus dedos una seda fina, por ahí se transmutan las palabras en una búsqueda polifónica, de alguna manera lo expresa cuando señala en "Fragua silente" que heredó "Tejer líneas sonoras sobre el agua". Un aspecto interesante de su poesía es la cercanía a la ciudad como territorio ficcionado y como "trayecto circuito comarca", o sea como todo aquello por donde nuestra mente, como espacio, puede pensar y accionar desde el "sí mismo".



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LOS RUIDOS DE LA CASA es una mirada íntima de los sonidos detectados por el espíritu como residencia suprema de los sentidos, en especial del sentido auditivo, el cual se afina para escuchar los sonidos que están dentro y que asoman el vínculo entre lo estético y la intangibilidad del alma. Las imágenes estremecidas por los ruidos se manifiestan y se van haciendo parte del cuerpo consolidando y convirtiendo la casa estremecida con los sonidos de Dios, en un canto donde el amor deja al dedo enredado en los hilos del mantel. Las imágenes del ruido, la casa, los fantasmas, la cama, la puerta, son un todo, son uno en la vida del espíritu del autor. “En mi casa hay miles de jarrones un perro llorón por las noches una sonrisa pegada en la pared izquierda una almohada en el salón de nieve y un cuarto de estrellas lleno de grillos.”