Fotografía

Fotografía: Marisol Zurita Aguilera. Isla de Chiloé. Chile.

Poemas de Beso Negro de Edu Barreto

 

 

Edu Barreto (Paraguay, 1978) Foto: Alejandro Balcázar

 

Poemas de Beso Negro

de: Edu Barreto

 

 

MASAJE

 

¿Pensamos lo vulnerable

que quedamos al dejar el cuerpo

desnudo ante un par de manos?

Nódulos, dolor y contracturas.

Es tu nombre hecho tirón lo que duele.

Tiene la piel morena.

Fuerza en los brazos.

Una respiración pausada.

Huelo jazmines en el aire.

Los muslos vibran ante el roce.

Intento mirar su bulto

pero el peligro aparece.

Pide que dé vuelta

como cuando estuviste

en mi espalda.

Ni el sudor se controla.

Me destapa

y mira mi amapola

queriendo llegar al cielo,

sin viento.

Es imposible,

e involuntaria la pulsión.

El deseo es una flor

que crece entre toallas,

años luz de tu cuerpo.

Lo nuestro fue ese niño ahogado,

encontrado esta mañana, según la prensa.

Uñas lilas,

rodillas lastimadas

y una flor dentro de la boca.

 

MANTENIMIENTO Y REPARACIÓN

 

Hoy tengo a dos hombres

en casa.

Uno es plomero,

el otro electricista.

La resistencia de la ducha

se quemó

(como la espera),

hizo cortocircuito

(igual que el corazón).

Tienen espaldas anchas,

brazos fornidos

(como el amante que se fue al amanecer

o el padre que nunca tuve).

Me explican milimétricamente

lo que pasó.

Miro y deseo

que así, traduzcan mi soledad.

 

Por momentos me angustio,

entro en pánico.

Pero sé que van a mostrarme

todo lo descompuesto

que tengo.

 

HAY ROPA DE HOMBRE EN MI CAMA

 

sorteando los perromiedos

¿Quién sabe calcular la velocidad

en que cae un calzoncillo

o los decibeles del beso más ruidoso?

 

Hay ropa de hombre en mi cama

y debajo un laberinto de zapatos sin pares.

La entrada es gratis,

la salida, crimen sin juicio.

 

Hay saliva de hombre en mi espalda

para que no se noten la edad,

la bofetada y el abandono.

 

Hay leche de hombre en mi cuello,

ausentes las marcas y golpes.

Su semenperla, el más suntuoso accesorio.

 

Hay ropa de hombre en mi cama

todas las noches, todas las mañanas

y nuevos gemidos y nuevas posturas

que devuelven lo animal,

lo posible,

lo que no debería costar        tan caro.

 

YUYAL

 

Paso de un cuerpo a otro

y no hay luz,

ni chispa de poema.

 

La forma no encuentra borde.

 

Él,

en cambio,

somete pupilas

en su silencio,

con solo un temblor.

 

Así me veo:

sacando las espinas de mis medias

por cruzar su nombre,

el yuyal

de lo que NO va ser.

 

Transfigurarme frente a lo púbico.

Dedos sin coregrafía.

Al final la toalla como sudario, como única evidencia.

 

Tu piel esa ola que mi orilla acepta.

 

ME CRUCÉ CON UN CHICO DE OJOS DISTANTES

 

y no le pregunté su nombre...

Fue cerca del Mercado.

 

Desde ayer voy a comprar

cosas que no necesito:

Una corbata,

diez berenjenas,

anatómicos a rayas,

para ver si me lo encuentro.

 

Pregunté al policía.

al carnicero,

a la vendedora de huevos...

Sólo recibí insultos.

 

Nadie distingue ojos distantes

si está perdido en el ruido.

 

Subí a los colectivos

y pregunté si alguien vió

al chico de ojos distantes.

Nadie respondió.

Sólo recibí empujones.

 

Fue inútil.

Ni en el mercado, ni en los colectivos

nadie ve ojos distantes

en esta ciudad de ciegos miserables.

 

MI LENGUA

 

Mi lengua es una exploradora incansable.

Se interna sin miedo entre tus nalgas,

busca el néctar que el desprecio ignora.

 

Entra, palpa, no le importan las trampas.

 

Hace que grites el nombre de tu padre

en medio de la noche.

 

Moja, acaricia, da golpecitos

en tus paredes rojas.

 

Sabe entregar el placer en bandeja dorada.

Quiere desterrar los miedos de todas tus carnes.

 

Te eleva, te suspende del cielo más falso

para dejarte caer en tu multitud de gemidos.

 

Mi lengua es un arma de construcción.

 

A SOLA FIRMA

 

Me ofrecen créditos a sola firma,

seguros de vida,

ensanchar mi conexión a internet

(no mis ganas de amar),

productos agroecológicos,

camisas por catálogos.

 

Y lo único que quiero

es calentar mi cama,

por lo menos, dos veces

con el mismo cuerpo.

 

TU BRAGUETA

 

Bajar tu bragueta

es conocer tu infancia

en medio de campos con sol.

Es poder usar la lengua

en todas direcciones:

Norte, Sur.

La saliva pulseando con el jadeo.

 

Bajar tu bragueta

es robarte palabras.

Es tomar el control.

 

Meter la mano en tu bragueta

es descubrir un cáliz sagrado

custodiado por aves brillantes

y ni cien Avemarías

me darían el perdón.

 

Apropiarme de lo que hay en tu bragueta

es pronunciar tu amor de hombre hacia otros hombres.

Es encontrar el maná prohibido

a los creyentes de cotillón.

Es tomar algo del cielo,

mirarte

y encontrarme contigo

allá bien dentro,

en esa patria           llamada deseo.

 

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LOS RUIDOS DE LA CASA es una mirada íntima de los sonidos detectados por el espíritu como residencia suprema de los sentidos, en especial del sentido auditivo, el cual se afina para escuchar los sonidos que están dentro y que asoman el vínculo entre lo estético y la intangibilidad del alma. Las imágenes estremecidas por los ruidos se manifiestan y se van haciendo parte del cuerpo consolidando y convirtiendo la casa estremecida con los sonidos de Dios, en un canto donde el amor deja al dedo enredado en los hilos del mantel. Las imágenes del ruido, la casa, los fantasmas, la cama, la puerta, son un todo, son uno en la vida del espíritu del autor. “En mi casa hay miles de jarrones un perro llorón por las noches una sonrisa pegada en la pared izquierda una almohada en el salón de nieve y un cuarto de estrellas lleno de grillos.”