Fotografía

Fotografía: Marisol Zurita Aguilera. Isla de Chiloé. Chile.

domingo, 1 de enero de 2017

De espalda



Espalda Masculina de Luis Fracchia


Autor: Gilberto Aranguren Peraza

Estuvo mirándolo con ojos abiertos y asustados, con la cabeza sostenida en los brazos cruzados manteniendo una cálida relación con la mesa y con la luz colocada en un infinito supuesto por donde el hombre transitaba. El cabello ensortijado caía, inescrupulosamente, en todo el borde del rostro, mientras observaba estupefacta la ida precipitada. Encontró el reloj que un día visitó su cuerpo con entusiasmo y sin vacilación alguna, mientras tanto el tiempo centenario daba pasos ondulados en ese instante repleto de ansiedades. Su espalda era la figura imaginada que encontraba siempre de aquel famoso de Hollywood, no recordaba con precisión, pero no era como por ejemplo Brad Davis o Brad Pitt, no sabía por qué los padres de otros continentes colocaban esos nombres tan extraños a sus hijos. Con razón, muchos pasan siendo desconocidos. Pero para ella, que miraba al hombre posesionarse del destino, el desconocimiento era solo un motivo voraz de una circunstancia anciana, de esas que llegan tarde al movimiento de la vida. Más allá, divisó el perfume que un día colocó expandiendo su olfato por todo su cuerpo; y de pronto, apareció la mujer, flaca e imaginativamente hedionda a un pachulí que ahora era cosa del pasado. El cine abría sus puertas y un hombre arrebataba un bolso a la señora que llevaba la cartera amarrada a las costillas para que nadie osara quitársela. Los gritos espantaron al vago y el bolso se fue en sus manos por una calle desconocida. Un niño miraba a un hombre darle un beso a una mujer, era probable que la dama fuese la madre y esposa del hombre. Un señor salía de un almacén con una cara de felicidad llevando en sus manos una bolsa grande, tal vez era el artefacto que siempre quiso tener y que al fin, después de tanto ahorrar, lograba comprar. Seguía alejándose y ella sólo miraba la espalda, ese era el cuerpo de Michael Caine cuando hizo Funeral en Berlín; no, mejor era el atlético de Paul Newman en la Gata sobre el tejado caliente; pero, y si fuese la espalda de Greta Garbo, en la Mujer divina o la de Ingrid Bergman caminando hacia el avión en Casablanca, suspirando cada vez que recordaba que el negro Sam tocaba As time goes by ¡Vaya, Humphrey Bogart, el tiempo no pasará para ti! Un joven corría detrás de una chica con lentes estúpidos, pero el guapo se veía feliz al acercársele. Una señora tomaba el brazo de un hombre y se acercaban, llevaban prisa, parecía que fuesen a una cita médica.

Después de dos horas mirando el mundo se le olvidó, de manera definitiva, el rostro del hombre que la había abandonado. Sólo recordaba que su espalda era igual a los imaginarios del cine, y con esa imagen se levantó del café y se fue a caminar por la ciudad...

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LOS RUIDOS DE LA CASA es una mirada íntima de los sonidos detectados por el espíritu como residencia suprema de los sentidos, en especial del sentido auditivo, el cual se afina para escuchar los sonidos que están dentro y que asoman el vínculo entre lo estético y la intangibilidad del alma. Las imágenes estremecidas por los ruidos se manifiestan y se van haciendo parte del cuerpo consolidando y convirtiendo la casa estremecida con los sonidos de Dios, en un canto donde el amor deja al dedo enredado en los hilos del mantel. Las imágenes del ruido, la casa, los fantasmas, la cama, la puerta, son un todo, son uno en la vida del espíritu del autor. “En mi casa hay miles de jarrones un perro llorón por las noches una sonrisa pegada en la pared izquierda una almohada en el salón de nieve y un cuarto de estrellas lleno de grillos.”