Las manos son objetos menguados

Autor: Gilberto Aranguren Peraza

Las manos son objetos menguados

ramas sepultadas

inmaculadas

con migajas propias 

de un árbol confundido.

Las brasas que moldean su piel

son olores destinados

a morir en las tinieblas.

Su fragilidad fantasmal

dibujada en la camisa

es un tejido secreto

inflamado

en el rincón de los abandonados.

La isla

Autor: Gilberto Aranguren Peraza

En esta isla se hizo de tarde
sus sabanas son largos patios 
cubiertos de un ligero musgo de perdiciones 
atrás el furor de unos versos
y un grano de agua en una hoja de libro.
Todo es una tromba
de matices y segundos afeitados 
donde se observa a la habitación
con un paño en la boca 
porque ahí murieron los secretos 
escondidos 
en las pieles descifradas.

Un rostro marinado por el viento

Autor: Gilberto Aranguren Peraza

Toda la eufórica luz
llovía como sustancia
contenida en lo nombrado
por debajo del puente.
Era un rostro marinado por el viento
en peligro por sus instintos.
Era la mano retrocediendo desde el ombligo
como lo hacen con miedo
los muchachos de la otra esquina.
Era el beso agachado resguardándose del aguacero
triste y meditabundo
en la rendija donde se mueven las voces
escondidas en la mesa desabrigada
y atenta
al hombre
cuando sacude el mantel.

La noche es miel

Autor: Gilberto Aranguren Peraza

 

La noche es miel

para las esquinas de putas

ella domina el ombligo

deshoja temprano

los puentes

transitados por los miedos

mientras baten las risas

deja sin plumas

las ventiscas

restregadas

de la vida sin sonidos.

Mientras tanto

los alientos de la calle

despiden en un rincón

la nostalgia.

Esta mañana vi como los fantasmas adornan

Autor: Gilberto Aranguren Peraza

Fotografía de la película CONTRACORRIENTE

Esta mañana vi como los fantasmas adornan
en silencio
un rincón del sendero.
Por ahí se van las voces.
Sus barbas descansan
olorosas a cenizas.
mueven entretenidos los aires del camino.
Aún sus pies dominan las aceras.
Al lado quedan
los asombros de los perros
ellos quitan el polvo
sostenido en la tierra. 

Con avenidas y cantos

 Autor: Gilberto Aranguren Peraza

Con avenidas y cantos

la calle

bebe el vino triste de la noche

cuando las horas agotan tu lecho

y la brisa se abre

indiscreta.

De vuelta nos encontramos

atados a la prontitud

con la espalda oculta

y el miedo bañando la camisa

imaginando tu sed de barro

con el cuerpo

descifrando las heridas

prendidas con las sabanas colgantes

donde los hombres

transformados en sal

lloran en las madrugadas 

desgastando

los tejidos

conquistados por las sombras.

Estallido

Autor: Gilberto Aranguren Peraza

"Primero es un albor trémulo y vago

Rata de inquieta luz que corta el mar; 

Luego chispea y crece y se dilata

En ardiente explosión de claridad."

Gustavo Adolfo Becquer

Explosión en granos

con la paciencia 

esperando la sonrisa

negada por esta tierra.

Madrugadas de ubres 

dispersadas

en el humor.

El niño suspende 

la respiración

en ruina.

No hay energía.

El hombre se entristece 

amarrado a su mirada.

Las palabras no existen 

en las noches de balas.

El estado de su fiebre 

estalla en la carne.

Resultado:

                 Una vela aceitada por el fuego

                 Un rostro desvanecido

                 en la confusión

                 del llanto infantil

                 y del viento fétido de pólvora. 

Ruido

Autor: Gilberto Aranguren Peraza

Sabiendo la orilla de tu silencio, el camino a tu rostro es un hombre sensato y mudo perdido en el ruido. Por ello, los demonios regresan y descubren una fibra de tierra al lado de tu oreja.

Asilo mieles en la almohada

Autor: Gilberto Aranguren Peraza

Asilo mieles en las almohadas
con las risas de niño
en domingo
la muerte importuna 
el no haber
las páginas desabrigadas
del mar
que sojuzgan los pechos 
de arena
expiando la punzada 
de la noche 

rasgada en miradas
que pernoctan
en lámparas que atan
la materia 
falta el rostro que besa

la barba
que grita con sangre
en los rincones
que canta con violencia 
ahogando los labios
minados
de roces nacidos en el eclipse
que inquieta con ecos la garganta