Fotografía

Fotografía: Marisol Zurita Aguilera. Isla de Chiloé. Chile.

domingo, 24 de septiembre de 2023

Mi padre me espera

 

Padre e hijo de Joseph Muzondo (Zimbabue, 1953)

Gilberto Aranguren Peraza


Mi padre me espera

 

Mi padre aún no ha muerto

está sentado en el porche

 

espera con un vaso de agua

en la mano derecha.

 

He perdido el amparo sublime del Padre.

 

Nadie. Mucho menos yo, nos imaginamos

la pavada de inundar el extranjero. 

 

Mi Padre aún no ha muerto

me espera sentado. Cambió de mano

para sostener el vaso de agua.  

 

Hoy día lo extranjero

es una vasta ciudad donde nos perdemos

ahogados en una medianoche llena de mariposas

y buenos deseos. 

 

Mi Padre aún no ha muerto él

siempre me espera sentado junto

a la puerta con una sonrisa de abeja.

 

Siempre hemos creído en la eternidad

de las raíces, pero ninguna queda para siempre

en el mismo suelo, se extiende

como flujo por debajo de la Tierra.

 

Y mi Padre quien aún vive se queda

con un cigarro infinito en la boca

mientras sigue soñando con el último beso

dado el día de la despedida.

 

Todo no es más…

 

Un camino estrecho por donde transita

la vida

con sus voces.


copyrigth©gilbertoarangurenperaza


sábado, 23 de septiembre de 2023

Guerra

 


Contra la guerra (Violeta Parra, 1917 - 1967)



Gilberto Aranguren Peraza


Guerra

 

 

Vestidos de alambres cocíamos el porvenir

y los ancianos arrojaban frutas y verduras

hasta nuestros pies. Mi padre llenaba las mochilas

y éstas se convertían en una sorpresa

con olores a pescado y a cigarrillos. Fumaba mucho

y cruzaba las aceras con un cigarro en la boca,

mientras hacía huellas con las cenizas. 

 

Yo guardaba silencio y lo veía en las mañanas convertido

en amianto, mientras miraba el reloj

en la muñeca izquierda.

Él no acostumbraba a tejer las horas. Se la pasaba

pescando dientes de ajo en el mercado de San Martín.

 

Una vez se disfrazó de coronel y las mujeres

corrían por los pasillos para verlo, pero él se moría

en la guerra. En una batalla jamás ganada

mientras ardía la ciudad entera en la sala de la casa.

 

No lo pude ver llorando de dolor sobre la roca

de la camilla, en la tarde del 5 de mayo del año

de Nuestro Señor. Su aflicción fue tan ingrata,

prefirió morir antes de internarse nuevamente en la guerra.

Lo vi montado en una tumba helada en un monasterio

mortuorio frío y silencioso tal como son los muertos.

 

Sus ojos estaban coloreados de un cobalto hostil

en un cuerpo de negro. Recuerdo la flor cuando comenzó

a crecer en el mismo lugar de su sepultura, por ahí,

dicen mis primas, se escapó su espíritu para refugiarse

en la anchura de nuestras memorias.       


copyrigth©gilbertoarangurenperaza

viernes, 22 de septiembre de 2023

Eternidad

 

Las horas o la eternidad y la muerte de Xavier Mellery (Bélgica, 1845 - 1921)


Gilberto Aranguren Peraza

Eternidad 

 

Ha sido recobrada
¿Qué? – La Eternidad.
Es la mar ida
con el sol.
 
Rimbaud 
La eternidad

 

Oscura hora del infierno

la solidaridad de mi vecino 

corrompida 

cae estrepitosamente 

sobre el futuro

 

los testigos se fueron almorzar

son las diez de la noche

se fueron almorzar 


vienen mañana después de la merienda

beberán té negro con pan dulce 

cuando regrese la electricidad

 

los pobres venderán 

sus sombras en el mercado

 

y aquí quedaremos miles 

viviendo lo absoluto 

sometidos al asombro 

de aquello aun por suceder

en esta eternidad.


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lunes, 11 de septiembre de 2023

El camino

 

Curva en el camino de Paul Cézanne (Francia, 1839 - 1906)


Gilberto Aranguren Peraza 


El camino

 

Mi madre siempre tuvo ese dolor en su cuerpo.

Siempre

lo llevó con ella. Desde niña. Un malestar

iniciado desde aquella mañana en su memoria

cuando mi abuelo se dio a la fuga, para nunca

más saberse de él. Mucho se dice

 

de su vida en Acarigua, donde formó una familia

nueva. Mi madre no superó ese abandono, por eso

jamás nos perdonó cuando de su lado nos fuimos.

Tremendo trauma nos dejó el abuelo.

 

Un día, siendo yo bastante chico me puso a caminar

con ella por la orilla de una carretera. En su inmenso

silencio me condujo entre matorrales y piedras,

parándose de vez en cuando. Yo temeroso de aquel

desafío, abría los ojos sorprendidos de cada paso dado.

Mi madre no hablaba, hasta el momento de encontrar

lo buscado: un camino entre los bosques xerófilos.

Por ahí nos fuimos, montaña arriba. Cuando desde

la cima miraba hacia abajo,

 

y veía la carretera y a los carros pasar, me imaginaba

a mi cuerpo flotar en un auto y a mis ojos posados

en la ventana como cosas de niño preguntaba a mi padre:

¿Qué harán esas dos hormigas paseando en la montaña?

Pero no sería así, mi padre no respondería, mucho

menos manejaría un auto peor aún, ni siquiera

estaría en cuerpo presente porque fue el gran

ausente de mi vida. Continuamos el camino hasta perder

 

de vista desde arriba a la carretera y a los autos. Habían

desaparecido de repente ya nada de lo que veía

me parecía familiar, el camino se alargaba y se hacía

ancho y angosto según los matorrales.

 

Pasamos media mañana caminando y ella en silencio,

miraba su reloj. En un abrir y cerrar de ojos pudimos

divisar una vivienda: pálida pero bonita con paredes gruesas

y con un patio inmenso orientando hacia la puerta.

Fue cuando dijo ¡Llegamos! Y ahí respondí a una pregunta,

hecha por mí siempre cuando viajaba y veía una casita

metida en las montañas: ¿Cómo vivía esa gente?

¿Cómo llegaban hasta ahí? Ya el misterio había sido

descubierto. Y mi madre después de cincuenta años,

se sentó al lado de su tía para preguntarle por el paradero

 

de su padre.         



copyrigth©gilbertoarangurenperaza 

domingo, 27 de agosto de 2023

Los poemas

 

Carnaval de Arlequin de Joan Miró (España, 1893 - 1983)


Gilberto Aranguren Peraza

 

Los poemas

 

 

¿Qué no tengo en las palabras?

Como bisagras

descansan cual puerta

en el abismo.

 

Son indiferentes ante los ojos

pasan como retratos olvidados.

 

Parecieran no tener la conjunción

ni el verbo divino

cual sutil ombligo

del mediodía.

Agarran el aire

como polvo salido de caverna

y se amasan a sí misma

hasta convertirse en la inesperada

imagen

del destino dado al poema.

 

Escondidas nos llegan hasta la médula

estacionadas cubren las esquinas

de la casa

se acobijan entre las patas de la mesa

y se incrustan entre las líneas

de los almohadones del sofá.

 

Son voces y ensayos

de ágiles palmeras en remesas

de silencios.

 

copyrigth©gilbertoarangurenperaza

viernes, 28 de julio de 2023

Tarde de aguacero

 


La plaza después de la lluvia de Paul Cornoyer (USA, 1864 - 1923)


Gilberto Aranguren Peraza 





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miércoles, 26 de julio de 2023

Guerra

 

Especuladores de guerra de Christopher Richard Wynne Nevinson (Reino Unido, 1889 - 1946)



Gilberto Aranguren Peraza 

Guerra

 

 

Vestidos de alambres cocíamos el porvenir

y los ancianos arrojaban frutas y verduras

hasta nuestros pies. Mi padre llenaba las mochilas

y éstas se convertían en una sorpresa

con olores a pescado y a cigarrillos. Fumaba mucho

y cruzaba las aceras con un cigarro en la boca,

mientras hacía huellas con las cenizas. 

 

Yo guardaba silencio y lo veía en las mañanas convertido

en amianto, mientras miraba el reloj

en la muñeca izquierda.

Él no acostumbraba a tejer las horas. Se la pasaba

pescando dientes de ajo en el mercado de San Martín.

 

Una vez se disfrazó de coronel y las mujeres

corrían por los pasillos para verlo, pero él se moría

en la guerra. En una batalla jamás ganada

mientras ardía la ciudad entera en la sala de la casa.

 

No lo pude ver llorando de dolor sobre la roca

de la camilla, en la tarde del 5 de mayo del año

de Nuestro Señor. Su aflicción fue tan ingrata,

prefirió morir antes de internarse nuevamente en la guerra.

Lo vi montado en una tumba helada en un monasterio

mortuorio frío y silencioso tal como son los muertos.

 

Sus ojos estaban coloreado de un cobalto hostil

en un cuerpo de negro. Recuerdo que una flor comenzó

a crecer en el mismo lugar de su sepultura, por ahí,

dicen mis primas, se escapó su espíritu para refugiarse

en la anchura de nuestras memorias.  

copyrigth©gilbertoarangurenperaza

viernes, 30 de junio de 2023

Sin luz

 

 
Luz del sol de William Orpen (Irlanda, 1878 - 1931)

Gilberto Aranguren Peraza

 

Sin luz

 

El pelo ansioso como cascada

cae en medio de sonrisas extremas

las avenidas cansadas

transitan con voces adoloridas

por las riberas los caballos pasean

con sus cuerpos sin fronteras

 

el camino asusta

y encuentra el modo fantástico

de arrinconarse

 

sin luz el vacío es infinito

increíblemente infinito

y la paciencia calla

los duelos arrecian

las montañas se llenan de hombres

en esta hora donde el polvo

se acuesta en la puerta de tu casa.

 

Y vienen los anfibios a tocar las ventanas

ya la misma sensación de siempre

coce los ruedos del mismo asunto dejado por la tarde

cuando llega la lluvia

y me ataja con una cuerda.

 

Aquellos oídos en la trampa

no escucharon cuando los fantasmas

traspasaron las cortinas

todo convertido en fábulas

esterilizadas de tanto karma

y deseos imprecisos

 

acuérdate cuando las rosas

salían en estampidas por el balcón

con sus sombreros  

caían como cuando se despiden los días

en las tardes sin brazos 

 

y a la luna 

con su relleno de hierbas

la vimos cantar como si fuese una mujer.

 

 

copyrigth©gilbertoarangurenperaza

 

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Itinerario. LIbro de Poesía. De: Gilberto Aranguren Peraza

Itinerario. LIbro de Poesía. De: Gilberto Aranguren Peraza
En nuestro día a día, perdemos de vista las cosas sencillas de la vida, el autor Gilberto Aranguren, a través del género poético, construye imágenes que conforman la interioridad de su mundo, le da importancia a cada aspecto de su vida y elige con cuidado aquello que le parece valioso y que pueda marcar totalmente la diferencia, él sabe que hay un mundo en su interior invisible para los demás y que cada evento exterior representa una ventana a su interior, ¡sus poemas son su reflejo!

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Libro: Los ruidos de la Casa

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La casa es un tejido de ruidos

Los ruidos de la casa

LOS RUIDOS DE LA CASA es una mirada íntima de los sonidos detectados por el espíritu como residencia suprema de los sentidos, en especial del sentido auditivo, el cual se afina para escuchar los sonidos que están dentro y que asoman el vínculo entre lo estético y la intangibilidad del alma. Las imágenes estremecidas por los ruidos se manifiestan y se van haciendo parte del cuerpo consolidando y convirtiendo la casa estremecida con los sonidos de Dios, en un canto donde el amor deja al dedo enredado en los hilos del mantel. Las imágenes del ruido, la casa, los fantasmas, la cama, la puerta, son un todo, son uno en la vida del espíritu del autor. “En mi casa hay miles de jarrones un perro llorón por las noches una sonrisa pegada en la pared izquierda una almohada en el salón de nieve y un cuarto de estrellas lleno de grillos.”