Fotografía

Fotografía: Marisol Zurita Aguilera. Isla de Chiloé. Chile.

lunes, 11 de septiembre de 2023

El camino

 

Curva en el camino de Paul Cézanne (Francia, 1839 - 1906)


Gilberto Aranguren Peraza 


El camino

 

Mi madre siempre tuvo ese dolor en su cuerpo.

Siempre

lo llevó con ella. Desde niña. Un malestar

iniciado desde aquella mañana en su memoria

cuando mi abuelo se dio a la fuga, para nunca

más saberse de él. Mucho se dice

 

de su vida en Acarigua, donde formó una familia

nueva. Mi madre no superó ese abandono, por eso

jamás nos perdonó cuando de su lado nos fuimos.

Tremendo trauma nos dejó el abuelo.

 

Un día, siendo yo bastante chico me puso a caminar

con ella por la orilla de una carretera. En su inmenso

silencio me condujo entre matorrales y piedras,

parándose de vez en cuando. Yo temeroso de aquel

desafío, abría los ojos sorprendidos de cada paso dado.

Mi madre no hablaba, hasta el momento de encontrar

lo buscado: un camino entre los bosques xerófilos.

Por ahí nos fuimos, montaña arriba. Cuando desde

la cima miraba hacia abajo,

 

y veía la carretera y a los carros pasar, me imaginaba

a mi cuerpo flotar en un auto y a mis ojos posados

en la ventana como cosas de niño preguntaba a mi padre:

¿Qué harán esas dos hormigas paseando en la montaña?

Pero no sería así, mi padre no respondería, mucho

menos manejaría un auto peor aún, ni siquiera

estaría en cuerpo presente porque fue el gran

ausente de mi vida. Continuamos el camino hasta perder

 

de vista desde arriba a la carretera y a los autos. Habían

desaparecido de repente ya nada de lo que veía

me parecía familiar, el camino se alargaba y se hacía

ancho y angosto según los matorrales.

 

Pasamos media mañana caminando y ella en silencio,

miraba su reloj. En un abrir y cerrar de ojos pudimos

divisar una vivienda: pálida pero bonita con paredes gruesas

y con un patio inmenso orientando hacia la puerta.

Fue cuando dijo ¡Llegamos! Y ahí respondí a una pregunta,

hecha por mí siempre cuando viajaba y veía una casita

metida en las montañas: ¿Cómo vivía esa gente?

¿Cómo llegaban hasta ahí? Ya el misterio había sido

descubierto. Y mi madre después de cincuenta años,

se sentó al lado de su tía para preguntarle por el paradero

 

de su padre.         



copyrigth©gilbertoarangurenperaza 

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LOS RUIDOS DE LA CASA es una mirada íntima de los sonidos detectados por el espíritu como residencia suprema de los sentidos, en especial del sentido auditivo, el cual se afina para escuchar los sonidos que están dentro y que asoman el vínculo entre lo estético y la intangibilidad del alma. Las imágenes estremecidas por los ruidos se manifiestan y se van haciendo parte del cuerpo consolidando y convirtiendo la casa estremecida con los sonidos de Dios, en un canto donde el amor deja al dedo enredado en los hilos del mantel. Las imágenes del ruido, la casa, los fantasmas, la cama, la puerta, son un todo, son uno en la vida del espíritu del autor. “En mi casa hay miles de jarrones un perro llorón por las noches una sonrisa pegada en la pared izquierda una almohada en el salón de nieve y un cuarto de estrellas lleno de grillos.”