Fotografía

Fotografía: Marisol Zurita Aguilera. Isla de Chiloé. Chile.

sábado, 9 de diciembre de 2023

La llegada del silencio

 

Dos hombres de Charles Blackman (Australia, 1928 - 2018)



Gilberto Aranguren Peraza 


La llegada del silencio 

 

 

Buenas noches hermano, despierta y escucha los pasos

de las muchas liebres acorraladas en la ventana

 

observan cómo cae la lluvia de medianoche

con la luna escondida entre las esquinas del callejón.

 

Levántate. Fíjate de la poca sombra. Ella

tiene frío y hambre. Por eso come hierba amarga

 

después de las once. Recuerda cuando amé

al niño pintado en el mostrador: sus ojos llenos

de albahaca eran simples almendras mirando

mi rostro. Era el ángel de las 4:30 pm. El mismo

 

tomado de la mano por encargo del cuidador

escondido en los arbustos.

 

Fíjate de las mujeres con rostros infantiles

y de los hombres con escasos músculos

no eran varones. Eran inciertos prodigios nocturnos

 

marionetas de horas abrumadas inmortales caballos

con lenguas de gatos.

 

Y de aquella casa con ventanales hasta el techo

con cristales en la sala donde las niñas miraban

 

el terciopelo de sus hermanos mientras ellos

tejían el mimbre de sus desesperanzas.

 

Tenían cuerpos blancos y cabellos de estrellas

flotaban como globos mientras el reloj agradecía

la llegada del silencio.


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sábado, 2 de diciembre de 2023

El beso

 


El beso de Henrí de Toulouse Lautrec (Francia, 1864 - 1901)


Gilberto Aranguren Peraza 


El beso

 

 

I

 

 

Un beso con aroma a cloro perduro toda la noche,

ahí quedaron los dos

 

esperando el amanecer.

 

 

II

 

 

Atrás queda un silencioso vuelo de cuerpos

frágiles

 

bajando por las escaleras parece una escuela

para muertos.

 

 

III

 

 

Cuando en la mañana te acercas y escuchas

mi voz

quedo prendado a tu camisa y por esa bondad

me sumerjo

tranquilo en un abrazo.

 

 

IV

 

 

Esta mañana un par de anfibios tocaron

a mi puerta. Al abrir, mis ruedos 

se mojaron. Ellos miraron enojados

 

cómo yo, viendo la pesadez del agua

sobre mi ropa,

 

tiraba la puerta y no los dejaba entrar. Por la ventana

los vi saltando de alegría.  


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domingo, 12 de noviembre de 2023

La aparición de los duendes

 

Flores en el camino de Jules Bastien-Lepage (Francia, 1848 - 1884)


Gilberto Aranguren Peraza 


La aparición de los duendes

 

 

Mientras la luna, madre de la discontinuidad y del sosiego

inteligente jugaba con la materia al sentido inverso

y transformaba el espacio en tiempo colocando la ternura

en la ventana del recinto donde dormían entregados

 

a la movilidad

 

y al destino.

 

Un niño miraba de reojo a un grupo de jóvenes

caricias. Era yo sintiendo cómo me hablaban y me estremecía   

el alimentar a las noches con una sonrisa,

 

de esos encuentros con los duendes, yo me acurrucaba

en la inmensidad de la habitación. Mientras desgranaba  

algunos miedos tumbados en las manos

 

olvidé sus rostros cuando atravesaban el descanso

de la escalera y un fotón aparecía de la nada. Y con

audacia sus ojos entraron en un abrazo.

 

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jueves, 12 de octubre de 2023

Cuando jugamos con las manos

 

Joven calentándose las manos con un brasero de Cesar van Everdingen (Países Bajos 1616-1678)


Gilberto Aranguren Peraza

Cuando jugamos con las manos 

  

Escucha aullar a los perros son como

campanas a mitad de la oscuridad. Levántate 


los sonidos traen a remolque una montaña 

de susurros. Te dije, aun dormida, del frío

 

de estas noches. Por ello me acurruco al ladito 

de tus pies esperando calentarme mientras escucho 


a la perra aullar. No son más de las dos y la ventana 

se estremece cuando jugamos con las manos.


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lunes, 9 de octubre de 2023

Las manos

 


Manos orantes de Zeng Fanzhi (China, 1964)

Gilberto Aranguren Peraza


Las manos

 

 

Estas manos revisaron las luces del año dos

mil diecisiete y enterraron las ferias esculpidas

con nostalgia. Arrinconaron a los sapos

 

e hicieron temblar los corazones

de los caballitos de las plazas. Mis manos

pintaron de blanco la pared donde el perro

 

orinaba todas las tardes. Abrieron un orificio

con las paticas de las hormigas para ver de cerca

a la luna y tomaron por el cuello la imagen

 

del santo del pueblo por donde guindaron la lengua

sus deseos

 

Estuvieron olvidadas en un jarrón de barro

colocado en la puerta de mi casa.

 

Se bañaron de limón y de musgos guardando

silencio ante el ritmo de los dedos mientras

buscaban  

el curso de los ríos por miedo a la pérdida de

las líneas de las palmas.

 

Ellas no preguntaron más allá de su color

y han visto caer los días con claros anuncios

de ausencias

 

¡Son las manos! ¡Son las manos!

 

largas líneas iluminando el llanto en las

madrugadas.


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domingo, 24 de septiembre de 2023

Mi padre me espera

 

Padre e hijo de Joseph Muzondo (Zimbabue, 1953)

Gilberto Aranguren Peraza


Mi padre me espera

 

Mi padre aún no ha muerto

está sentado en el porche

 

espera con un vaso de agua

en la mano derecha.

 

He perdido el amparo sublime del Padre.

 

Nadie. Mucho menos yo, nos imaginamos

la pavada de inundar el extranjero. 

 

Mi Padre aún no ha muerto

me espera sentado. Cambió de mano

para sostener el vaso de agua.  

 

Hoy día lo extranjero

es una vasta ciudad donde nos perdemos

ahogados en una medianoche llena de mariposas

y buenos deseos. 

 

Mi Padre aún no ha muerto él

siempre me espera sentado junto

a la puerta con una sonrisa de abeja.

 

Siempre hemos creído en la eternidad

de las raíces, pero ninguna queda para siempre

en el mismo suelo, se extiende

como flujo por debajo de la Tierra.

 

Y mi Padre quien aún vive se queda

con un cigarro infinito en la boca

mientras sigue soñando con el último beso

dado el día de la despedida.

 

Todo no es más…

 

Un camino estrecho por donde transita

la vida

con sus voces.


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sábado, 23 de septiembre de 2023

Guerra

 


Contra la guerra (Violeta Parra, 1917 - 1967)



Gilberto Aranguren Peraza


Guerra

 

 

Vestidos de alambres cocíamos el porvenir

y los ancianos arrojaban frutas y verduras

hasta nuestros pies. Mi padre llenaba las mochilas

y éstas se convertían en una sorpresa

con olores a pescado y a cigarrillos. Fumaba mucho

y cruzaba las aceras con un cigarro en la boca,

mientras hacía huellas con las cenizas. 

 

Yo guardaba silencio y lo veía en las mañanas convertido

en amianto, mientras miraba el reloj

en la muñeca izquierda.

Él no acostumbraba a tejer las horas. Se la pasaba

pescando dientes de ajo en el mercado de San Martín.

 

Una vez se disfrazó de coronel y las mujeres

corrían por los pasillos para verlo, pero él se moría

en la guerra. En una batalla jamás ganada

mientras ardía la ciudad entera en la sala de la casa.

 

No lo pude ver llorando de dolor sobre la roca

de la camilla, en la tarde del 5 de mayo del año

de Nuestro Señor. Su aflicción fue tan ingrata,

prefirió morir antes de internarse nuevamente en la guerra.

Lo vi montado en una tumba helada en un monasterio

mortuorio frío y silencioso tal como son los muertos.

 

Sus ojos estaban coloreados de un cobalto hostil

en un cuerpo de negro. Recuerdo la flor cuando comenzó

a crecer en el mismo lugar de su sepultura, por ahí,

dicen mis primas, se escapó su espíritu para refugiarse

en la anchura de nuestras memorias.       


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viernes, 22 de septiembre de 2023

Eternidad

 

Las horas o la eternidad y la muerte de Xavier Mellery (Bélgica, 1845 - 1921)


Gilberto Aranguren Peraza

Eternidad 

 

Ha sido recobrada
¿Qué? – La Eternidad.
Es la mar ida
con el sol.
 
Rimbaud 
La eternidad

 

Oscura hora del infierno

la solidaridad de mi vecino 

corrompida 

cae estrepitosamente 

sobre el futuro

 

los testigos se fueron almorzar

son las diez de la noche

se fueron almorzar 


vienen mañana después de la merienda

beberán té negro con pan dulce 

cuando regrese la electricidad

 

los pobres venderán 

sus sombras en el mercado

 

y aquí quedaremos miles 

viviendo lo absoluto 

sometidos al asombro 

de aquello aun por suceder

en esta eternidad.


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lunes, 11 de septiembre de 2023

El camino

 

Curva en el camino de Paul Cézanne (Francia, 1839 - 1906)


Gilberto Aranguren Peraza 


El camino

 

Mi madre siempre tuvo ese dolor en su cuerpo.

Siempre

lo llevó con ella. Desde niña. Un malestar

iniciado desde aquella mañana en su memoria

cuando mi abuelo se dio a la fuga, para nunca

más saberse de él. Mucho se dice

 

de su vida en Acarigua, donde formó una familia

nueva. Mi madre no superó ese abandono, por eso

jamás nos perdonó cuando de su lado nos fuimos.

Tremendo trauma nos dejó el abuelo.

 

Un día, siendo yo bastante chico me puso a caminar

con ella por la orilla de una carretera. En su inmenso

silencio me condujo entre matorrales y piedras,

parándose de vez en cuando. Yo temeroso de aquel

desafío, abría los ojos sorprendidos de cada paso dado.

Mi madre no hablaba, hasta el momento de encontrar

lo buscado: un camino entre los bosques xerófilos.

Por ahí nos fuimos, montaña arriba. Cuando desde

la cima miraba hacia abajo,

 

y veía la carretera y a los carros pasar, me imaginaba

a mi cuerpo flotar en un auto y a mis ojos posados

en la ventana como cosas de niño preguntaba a mi padre:

¿Qué harán esas dos hormigas paseando en la montaña?

Pero no sería así, mi padre no respondería, mucho

menos manejaría un auto peor aún, ni siquiera

estaría en cuerpo presente porque fue el gran

ausente de mi vida. Continuamos el camino hasta perder

 

de vista desde arriba a la carretera y a los autos. Habían

desaparecido de repente ya nada de lo que veía

me parecía familiar, el camino se alargaba y se hacía

ancho y angosto según los matorrales.

 

Pasamos media mañana caminando y ella en silencio,

miraba su reloj. En un abrir y cerrar de ojos pudimos

divisar una vivienda: pálida pero bonita con paredes gruesas

y con un patio inmenso orientando hacia la puerta.

Fue cuando dijo ¡Llegamos! Y ahí respondí a una pregunta,

hecha por mí siempre cuando viajaba y veía una casita

metida en las montañas: ¿Cómo vivía esa gente?

¿Cómo llegaban hasta ahí? Ya el misterio había sido

descubierto. Y mi madre después de cincuenta años,

se sentó al lado de su tía para preguntarle por el paradero

 

de su padre.         



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Itinerario. LIbro de Poesía. De: Gilberto Aranguren Peraza

Itinerario. LIbro de Poesía. De: Gilberto Aranguren Peraza
En nuestro día a día, perdemos de vista las cosas sencillas de la vida, el autor Gilberto Aranguren, a través del género poético, construye imágenes que conforman la interioridad de su mundo, le da importancia a cada aspecto de su vida y elige con cuidado aquello que le parece valioso y que pueda marcar totalmente la diferencia, él sabe que hay un mundo en su interior invisible para los demás y que cada evento exterior representa una ventana a su interior, ¡sus poemas son su reflejo!

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Los ruidos de la casa

LOS RUIDOS DE LA CASA es una mirada íntima de los sonidos detectados por el espíritu como residencia suprema de los sentidos, en especial del sentido auditivo, el cual se afina para escuchar los sonidos que están dentro y que asoman el vínculo entre lo estético y la intangibilidad del alma. Las imágenes estremecidas por los ruidos se manifiestan y se van haciendo parte del cuerpo consolidando y convirtiendo la casa estremecida con los sonidos de Dios, en un canto donde el amor deja al dedo enredado en los hilos del mantel. Las imágenes del ruido, la casa, los fantasmas, la cama, la puerta, son un todo, son uno en la vida del espíritu del autor. “En mi casa hay miles de jarrones un perro llorón por las noches una sonrisa pegada en la pared izquierda una almohada en el salón de nieve y un cuarto de estrellas lleno de grillos.”