![]() |
Carmen Rosa Gómez Padrón (Venezuela) |
Carmen Rosa Gómez Padrón
El cuarto
Día a día la habitación de Marcos se hacía más pequeña. Las paredes se contraían y el espacio, de manera inexplicable, desaparecía. Él le rogó a su papá que lo dejara dormir en el sofá aquella noche, cuando para entrar a su habitación debió agacharse como si intentara meterse en una caja. Pero su padre, creyendo que se trataba de una excusa más para hacer lo que le venía en gana, lo mandó a su cuarto con un grito. A la mañana siguiente Marcos no llegó a desayunar. Cuentan los amigos de la familia que su padre, agobiado por los cargos de conciencia, ordenó al joyero del pueblo que le hiciera una base de oro de la cual colgarían, llegado el momento, la habitación de Marcos como una medalla sobre su pecho abierto.
Puerta del mal
—Debía abrirla, papá, pero Noche no me dejaba hacerlo —explicó la niña desde el suelo, donde la sangre comenzaba a secarse.
—¡Le sacaste el ojo al chivo! —le gritó por el miedo de perder a su padrote.
Ana supo que era el momento de llorar y de hacerle a su padre el favor de mentir.
—Fue un accidente, lo lamento.
Jamás podría entender que ella debía abrir esa pequeña puerta porque así estaba escrito, porque para eso había sido llamada, porque las cosas tenían que pasar. Ahora eso poco importa. Ya el mal está suelto.
©Carmen Rosa Gómez Padrón
No hay comentarios:
Publicar un comentario