Fotografía

Fotografía: Marisol Zurita Aguilera. Isla de Chiloé. Chile.

jueves, 24 de diciembre de 2020

¡FELIZ NAVIDAD!

 

 

 

La adoración de los pastores de Hans Rottenhammer (Alemania, 1564 - 1625)

En esta oportunidad ISLA INQUIETA le desea a todas y todos sus seguidores y amistades una merecida FELIZ NAVIDAD 2020, espacio espiritual y de encuentro con la ternura que brinda la llegada del Niño a nuestras vidas. En tal sentido les invita a considerar la siguiente reflexión ajustada a la fecha y a las condiciones humanas y sociales que hoy día vivimos y experimentamos. Por demás, desde ISLA INQUIETA, queremos que hoy ese niño nazca y crezca en un mundo diferente y con las mayores posibilidades de Felicidad.


FELIZ NAVIDAD, 2020

Tomado de Cartas a mi madre por Navidad (1900 - 1925) de Rainer María Rilke. Fechada el 19 de diciembre de 1910, en Túnez, Tunesia Palace - Hotel

De muy lejos, desde un continente y un país extranjero, vienen esta vez mis reflexiones navideñas, a pesar de ello, siento con mayor intimidad la conciencia de que nuestros pensamientos no tendrán dificultad para encontrarse y emocionarse en la hora del reparto anual de regalos, sino que yo estaré muy cerca de tu sereno corazón en fiesta con mis más sinceros sentimientos de participación y pertenencia. Así que, beso en esta solemne hora de Navidad, la más pacífica del año, la más hogareña, en la que, aún en lo invisible, los deseos se tensan hasta el extremo y se cumplen maravillosamente. Pásala en un gran y profundo recogimiento de tu corazón, aparta de ti toda duda y toda incertidumbre; esta noche tenemos un lugar dentro de nosotros donde somos tan solo niños que esperan, confían y permanecen imperturbables en su derecho a la gran alegría; esto es la Navidad, una vez al año, sentir esta esperanza dentro de uno mismo, esta firme exigencia, a la que nada puede defraudar; sentir que el adulto que ahora está sobre nosotros, no quiere sorprendernos con menos, no, sino con mucho más, con el infinito; que en realidad nuestros más grandes deseos, si de veras los engarzamos en el corazón, no pueden permanecer sin cumplirse; que en ningún momento llevamos con nosotros el deseo, sino un pequeño cumplimiento que debemos poner en las manos de Dios, que lo hará crecer para honra de nuestra tierra. Estas son, mis reflexiones navideñas para ti, siente su calor y deja que, con las tuyas propias, inunden el espacio de tu corazón. Así que, valor, confianza y un corazón lleno de luz. En Navidad, como siempre, participaré en espíritu de tu querida fiesta y me pondré a tu lado.

 

Te abraza,

lunes, 21 de diciembre de 2020

Verano

 

El cuarto del balcón de Adolph von Menzel (Alemania, 1815 - 1905)

 

Autor: Gilberto Aranguren Peraza

 

Mis ojos no pueden ver a los muertos

después de las diez de la noche

porque fueron empujados por esta sed

y por el olvido

encontrado en las cenizas

 

allá veo el hocico del toro

a las plumas de las gallinas

caer

como nieve

en la plaza de las dolencias

 

al vaso dejado en la mesa, aun

le queda ron de esta siesta

 

en la cama sin arreglar

el mundo de las quejas

 

en el balcón donde miro la vida

las luces de las montañas

aun por apagarse

dejan la merienda abandonada

por los borrachos

 

lloran por los huevos perdidos

y por los tabacos sin consumir

 

aun así, los muertos con sus mejores galas

dejan sus rastros detrás de las cortinas

me hacen recordar con su presencia

cada una de las gotas

 

caídas

 

del llanto dejado en la sala.

miércoles, 16 de diciembre de 2020

El “Mártir del Calvario” no es Clase “A”

 

Jesús en el arrabal de George Rouault (Francia, 1871 - 1958)

 El “Mártir del Calvario” no es Clase “A”

 

Por: Gilberto Aranguren Peraza

 

Durante muchos miércoles santos, después de visitar al Nazareno de San Pablo todos vestiditos de morados, mi madre y mi hermana llegaban apuradas a lavar la casa, la ropa y a preparar la comida del jueves y viernes santo. Mi hermana lavaba los pisos de la sala y del comedor, mientras mamá preparaba el pastel de pescado con papas y suficiente salsa de tomate y ajíes. Al terminar de limpiar, mi hermana se iniciaba con las hallaquitas de maíz, para entonces mis hermanos habían pasado la mañana entera cocinando y moliendo el grano. Mi hermana se disponía con el cuchillo y cortaba con rapidez el pimentón y los ajíes de todos los colores, y majaba cabecitas de ajos que unía a la sal para amasar varios kilos de masa, que luego de ser bien ultrajada, tomaba un trozo multicolor y preparaba un bojotico en el hueco de su mano derecha, para guardarlo con celo en una cuna hecha con hojas de maíz que envolvía y amarraba en un extremo y en el centro formando un ocho; por último, las  hundía en agua hervida durante una hora.

Luego de ser cocidas, las hallaquitas eran colgadas en el tendedero o se dejaban en una bandeja grande en el fregadero del patio, ahí se escurrían y se enfriaban, quedándose hasta el viernes santo o mejor dicho hasta que se acabaran, porque todo lo que comíamos durante los días santos se acompañaba con hallaquitas. Mi mamá y mi hermana preparaban más de cincuenta bollos para la familia.

Mi madre preparaba la torta de pan y en algunos casos la de plátano con queso, el dulce de arroz con leche y el inolvidable dulce de lechosa. Lo cierto era que la tarde del miércoles santo se llenaba de aromas y sabores. Al finalizar el día sahumereaban la casa con la mirra, el estoraque y los palitos de canela, todos comprados en los alrededores de la Basílica de Santa Teresa en el Silencio de Caracas. Aquellos aromas brindaban una ternura a la tarde, y pasado el día quedaba esperar el jueves santo con su tranquilidad y buen calorcito.

En la mañana del jueves santo mi hermana abría el periódico que guardaba del día anterior para ver las carteleras de cine y entonces, al igual que el año anterior, nos decía a mi sobrina y a mí que debíamos bañarnos y vestirnos porque esa tarde era de cine, de igual modo mi madre se vestía elegante para asistir a la visita de los siete templos. Eran dos días de una jornada diferente. Ya pasado un poco el almuerzo salíamos todos, un grupo se dirigía a los templos del centro de la ciudad y nosotros tres: mi hermana, mi sobrina y yo al cine Diana que quedaba justo después de la Plaza Capuchinos en la avenida San Martín, cerca de la esquina de Los Angelitos.  

El cine estaba al frente de otro cine llamado El Royal. Era un cine como los de antes: con un famoso patio, el palco y el exclusivo. Mi hermana procuraba cancelar el lado exclusivo que no costaba más allá de un medio más que la entrada de patio, y desde ahí, durante varios años seguidos, fuimos testigos del Mártir de Calvario con un actor español de nombre Enrique Rambal. Lo impactante de la película era lo parsimonioso que era el Jesús de Nazareth: un hombre sumamente tranquilo, con una voz suave, serena y calculada, y unos discípulos que se conocían por completo cada uno de los Evangelios porque repetían textualmente cada una de las frases de estos libros sagrados.

Me llamaba poderosamente la atención ver cómo caminaba ese Jesús: avanzaba con lentitud y hablaba con la misma, y a mitad de la película los diálogos desaparecían por completo convirtiéndose en un eterno monólogo en la voz pausada de Rambal.

Fueron varios años seguidos de visita al Diana para ver al Mártir del Calvario, lo bueno de todo eran las golosinas ante de entrar al cine. Los bolsillos iban repletos de chocolates, caramelos, no faltaban los salvavidas, los ping pon, las cotufas. Mi hermana se compraba su cajetilla de cigarro y pasaba las dos horas de cine prendiendo cada veinte minutos un cigarrillo, al igual que ella se veían luces por todas las salas y un humo que al principio mareaba, pero luego se convertía en la verdadera iniciación al cigarro. Yo aprendí a fumar en el cine, no me queda la menor duda de eso.  

Me acuerdo que durante mucho tiempo me quedó grabado el escenario de la película, yo no sé por qué, pero siempre pensé que la escenografía era muy parecida a la de los pesebres que se hacen en la Navidad en conmemoración al nacimiento del Niño Dios; lo cierto es que los personajes se me parecían a los muñequitos que mi mamá colocaba en el pesebre, eso me causaba mucha impresión. Pero, por otra parte, me impactaba el sufrimiento de Jesús: los latigazos que le daban al pobre y lo terrible que era cuando le colocaban la corona de espinas en la frente. Mi hermana siempre terminaba llorando y llegaba a casa diciendo que el actor de la película era bellísimo… por supuesto yo con la boca abierta nunca entendí aquello.

Prácticamente me conocía el guión de la película, la vi durante cinco años seguidos y todos los años eran los mismos golpes, los mismos latigazos, los mismos gritos y las mismas caras de la María Magdalena y de la Virgen María al pie de la cruz, todo eso valía la pena por las golosinas y la fiesta que representaba el salir de casa a pasear. Una cosa me llamó la atención durante muchos años y es que la censura en los cines me impedían entrar a ver las películas de Clase B, mucho menos las de C y D porque todas eran violentas y de escenas con sexo evidente. Pero cinco años aguanté cómo le caían a golpes a un hombre, cómo le clavaban grandes clavos en sus manos, cómo le introducían una lanza por su costado y cómo sufrían un sinnúmero de mujeres por él, pero - “esa película era Clase A, porque trataba de la vida del hijo de Dios” – esa fue la respuesta que me dio mi hermana años después.        

Inquietud

Éramos tres, una estaba a salvo

    Doncellas con perritos de Antonino Leto (Italia, 1844 - 1913) Gilberto Aranguren Peraza      Éramos tres, una estaba a salvo   rum...

Entradas Inquietantes

Poesía Inquietante

Itinerario. LIbro de Poesía. De: Gilberto Aranguren Peraza

Itinerario. LIbro de Poesía. De: Gilberto Aranguren Peraza
En nuestro día a día, perdemos de vista las cosas sencillas de la vida, el autor Gilberto Aranguren, a través del género poético, construye imágenes que conforman la interioridad de su mundo, le da importancia a cada aspecto de su vida y elige con cuidado aquello que le parece valioso y que pueda marcar totalmente la diferencia, él sabe que hay un mundo en su interior invisible para los demás y que cada evento exterior representa una ventana a su interior, ¡sus poemas son su reflejo!

LIBRO ITINERARIO

Si deseas acceder a la compra del Libro ITINERARIO, ya sea en papel o en e-Pub puedes hacerlo haciendo uso del siguiente link:

Libro: Los ruidos de la Casa

Libro: Los ruidos de la Casa
La casa es un tejido de ruidos

Los ruidos de la casa

LOS RUIDOS DE LA CASA es una mirada íntima de los sonidos detectados por el espíritu como residencia suprema de los sentidos, en especial del sentido auditivo, el cual se afina para escuchar los sonidos que están dentro y que asoman el vínculo entre lo estético y la intangibilidad del alma. Las imágenes estremecidas por los ruidos se manifiestan y se van haciendo parte del cuerpo consolidando y convirtiendo la casa estremecida con los sonidos de Dios, en un canto donde el amor deja al dedo enredado en los hilos del mantel. Las imágenes del ruido, la casa, los fantasmas, la cama, la puerta, son un todo, son uno en la vida del espíritu del autor. “En mi casa hay miles de jarrones un perro llorón por las noches una sonrisa pegada en la pared izquierda una almohada en el salón de nieve y un cuarto de estrellas lleno de grillos.”

Libro de Cuentos: Un Ojo en la Luciérnaga

Libro de Cuentos: Un Ojo en la Luciérnaga
Autor: Gilberto Aranguren Peraza

Libro: Un Ojo en la Luciérnaga

“Un ojo en la luciérnaga” es un libro que reúne diez cuentos del escritor venezolano Gilberto Aranguren Pedraza, escritos desde su exquisito inconsciente colectivo popular y el folklore centroamericano y una pluma creativa que delata su talento, oficio y años de escritura, le permite desarrollar relatos enigmáticos bien armados, con toda la picardía, el misterio y la ironía que caracterizan a la actual narrativa latinoamericana y obviamente la suya. Los protagonistas en sus cuentos, escapan muchas veces al papel del héroe urbano, la opulencia del novio o la elite post colonial que disfrutan algunas familias republicanas en nuestras ciudades mestizas, sino más bien los enfoca en aquellos muchas veces relegados a un segundo nivel del hilo dramático de nuestra realidad cotidiana, a esa América morena del bullying, las crisis familiares, la pobreza escondida por el estado o las trifulcas sociales y políticas, que al final nos hablan de una realidad actual en el continente. Personajes entremezclados en lo más bajo del lumpen y/o las andanzas infantiles pueblerinas a veces inocentes y otras que rallan en el morbo de los mitos del campo o marginales, convierten a este libro en un entretenido encuentro con el pasado y presente latinoamericano, que además descansa en el rico lenguaje del autor, su vocabulario y acento caribeño y el aleteo de su luciérnaga bien domada. Los editores A quienes quieran adquirir un ejemplar de "Un ojo en la luciérnaga", escribir a editorialletraclara@gmail.com o enviar mensaje por interno. Valor $12.000.- más gastos de envíos o por pagar en destino vía Starken.