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Daniel Fermani (Mendoza, Argentina, 1958) |
Ante la inquietante pregunta del poeta argentino, Rolando Revagliatti:
¿En los universos de qué artistas te agradaría perderte (o encontrarte)? O bien, ¿a qué artistas elegirías para que te incluyeran en cuáles de sus obras como personaje o de algún otro modo?
DANIEL FERMANI
responde...
En el universo de David Lynch. Son muchos los artistas a los que admiro, muchos de los cuales releo las obras, y sigo descubriendo tesoros, misterios que me seducen y me despiertan amor. Sin embargo, si pudiera elegir a un creador para trabajar con él, o al menos para que me incluyera –aún como un extra- en cualquiera de sus obras, no escogería a un escritor, sino al director de cine David Lynch.
No sabría explicar de manera totalmente coherente por qué las películas de este genio del cine me seducen de manera tal que no puedo dejar de pensar en ellas, por qué sus imágenes quedan grabadas en mi mente, sus músicas, sus personajes, sus escenas. Lynch penetra mi inconsciente y se convierte en mi inconsciente, establece un diálogo con las partes más recónditas de mi mente y las coloniza, las vuelve suyas; mis propios sueños se convierten en películas realizadas por él. Hay algo de drogadicción en mi mente -y por lo tanto en todo mi ser- respecto de las creaciones de David Lynch, algo que me atrapa sin duda desde el placer, pero desde un placer alucinógeno, marginal en cierto modo, algo que excede lo meramente intelectual, es algo sensorial y a la vez profundamente psíquico. No puedo escapar de su imaginería, pero, es más: no quiero escapar nunca, ni permitiría que nadie me expulsara de ese universo.
Yo hubiera puesto toda mi literatura al servicio del trabajo de Lynch, aun sabiendo que mi literatura puede no ser en absoluto del tipo del material que él podría utilizar para sus filmes. Pero si por alguna combinación del espacio-tiempo hubiese tenido ocasión de aproximarme a su fábrica de pesadillas, le hubiese ofrecido mis servicios incondicionales y gratuitos para participar de cualquier manera en su trabajo.
Parecería un servilismo total, y no lo es. Se hubiese tratado de hacer algo, de colaborar como fuere posible, con una de las mentes más brillantes de la historia del cine y por lo tanto del arte. David Lynch es el cine, ha sido capaz de llevar esta manifestación artística a la vanguardia que en algunas ramas del arte llegó con casi un siglo de retraso. Y lo suyo no es Surrealismo, ni Realismo Mágico, ni Simbolismo, etc., es todo eso, pero es otra cosa, es la verdadera contemporaneidad en el cine, lo que no pueden hacer ni los efectos especiales, ni la digitalización ni la IA. Frente a sus creaciones, el resto del cine, con muy pocas excepciones, parece una pantomima de intentos fallidos por encontrar otro lenguaje, otra clave, otro anatema que supere la imagen bidimensional.
Sin duda, con total certeza y convicción, elijo a David Lynch como el maestro con quien hubiera querido trabajar.
copyrigth©danielfermani
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