Autor: Gilberto Aranguren Peraza
Su espera receptiva
amable
y terriblemente telúrica
declina con los rayos del sol
postrados en la sala
mientras el dragón de trapo
sonríe
porque gusta de las horas
frías
su sombra
paseando entre las cortinas
cuenta la caída de los días
y de los atuendos dejados
el final impredecible
recuerda el momento definitivo
donde se confunde el amor
con la posesión.
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