Autor: Gilberto Aranguren Peraza
Abre
la boca de espejo con estas letras de tierra
vacía
el polvo del jarrón cuida del estornudo
de
las sombras porque la noche ha hecho
callejera
la brisa con sus manos repletas de magnolias.
Las
piernas nos recuerdan los ojos de lechuza
con
el paso del reloj acunando incertidumbres
en
las hendiduras del mármol callado y poseedor
de
las geometrías dibujadas en el piso de piedras.
Era
nuestra casa con ruidos y figuras
de hombres y mujeres con secretos tan largos
como los laberintos tramados en la ventana.
Toda la fábula de árbol y memoria de arena
donde
dejábamos marcado los cuerpos después
de
haber hecho el amor escuchando a las ranas.
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